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Soy Marta y es la primera vez que voy a contarles una historia aunque Andrés ya narró algunas.
Esta historia sucedió hacia el mes de marzo. Mi esposo llegó aquel viernes de trabajar y me dijo que uno de sus amigos nos había invitado a una fiesta que harían en un salón cercano a su casa. Yo le dije que no quería ir, que estaba cansada pero él me insistió tanto que al final terminé cediendo. Mi hijo dijo que saldría con sus amigos y así lo hizo, así que salí sola con mi esposo.
Tomamos un taxi y este nos llevó hasta el lugar de la reunión, allí nos estaban esperando. Yo llevaba puesto un vestido negro que constaba de un saco de sastre y una falda que quedaba apenas cubriendo la rodilla muy apretado. Además llevaba una blusa roja semitransparente y bajo ella un brassiere negro sin los tirantes el cual se notaba a través de la blusa; usaba una tanga negra muy pequeña, medias veladas negras también, unos tacones rojos y un bolso del mismo color y a decir verdad me veía muy bien. Al llegar allí algunos amigos de mi esposo nos invitaron para que nos sentáramos en su mesa y así lo hicimos. En aquella mesa había 3 amigos de mi marido con sus esposas y dos de ellos iban con sus hijos.
Inició la noche y mi esposo comenzó a beber desesperadamente mientras yo sentada estaba realmente aburrida. Aproximadamente a las 9:30 de la noche la gente empezó a bailar y uno de los amigos de mi esposo me invitó a lo que yo no ví ningún problema. Bailamos una pieza y volvimos a nuestros lugares donde al parecer mi esposo no habría notado nuestra ausencia. Yo seguía bebiendo y bailando con los hombres que me invitaban y a mi esposo parecía no importarle. Luego de aproximadamente una hora, el hijo de uno de los amigos de mi esposo y que estaba en nuestra mesa me invitó a bailar y yo acepté. El nombre de él es Daniel, era un muchacho de 1.80 de altura aproximadamente, delgado pero era muy bien parecido a sus 20 años de edad. Él no era un bailarín destacado, pero bailaba bien. Él comenzó a acercarse poco a poco a mí y yo traté de detenerlo diciendo
¿Qué te pasa joven?, compórtate.
Al lado de una mujer tan bella es inevitable portarse mal.
¿No ves que yo estoy con mi esposo?
Si los dos sabemos que él no te ha siquiera mirado en toda la noche
Pero eso no te da derecho a hacer esto.
Estábamos discutiendo aunque muy juntitos y terminó la pieza así que juntos volvimos a la mesa. Allí él no paraba de mirarme y yo en un momento intenté llamar la atención de mi esposo a ver si aquel joven paraba de molestarme pero éste simplemente me dijo que no lo molestara que estaba ocupado por lo que el joven sonrió. Tras esto Daniel volvió a sacarme a bailar y me dijo:
Ya viste que tu esposo no te va a prestar atención, ¿verdad?
Está bien, lo acepto
Pero él debe ser muy idiota para no atender a una mujer tan hermosa.-Dijo él mientras se acercaba a mí-.
Gracias por lo que me toca, pero no lo trates así.
Eso es lo que se merece, si tú me dejaras te mostraría lo que es un verdadero hombre.
Tras esto simplemente me callé y volvimos a sentarnos. Él se situó en frente mío y no paraba de mirarme lo cual me empezaba a calentar así que esta vez fui yo quien lo invitó a bailar. Él me miraba fijamente a los ojos y mientras bailábamos, se me pegaba descaradamente al tiempo que no paraba de halagarme, así que yo le dije:
¿Qué es lo que tú quieres conmigo?
Yo lo quiero todo
Yo simplemente sonreí y me pegué a él fuertemente mientras él bajaba sus manos dejándolas justo arriba de mis nalgas. Yo podía sentir como su verga empezaba a crecer rozándome el vientre mientras él seguía bajando sus manos, pero yo sabía que muchas personas allí me conocían y decidí controlarme así que lo solté y salí disparada hacia el baño. En el baño, solo podía pensar en Daniel y la locura que yo estaba cometiendo así que me tranquilicé un poco y volví a la mesa. Allí, solo estaba vacía la silla que quedaba frente a aquel joven. No tuve más remedio que sentarme allí, aunque yo evitaba su mirada en todo momento. Junto a mí había una señora la cual resultó ser la tía del joven así que comencé a hablar con ella acerca de cualquier tema pues lo primordial era eludir a Daniel. Mientras yo hablaba con ella sentí cómo un pie sobaba mis pantorrillas y de reojo pude observar cómo el joven me miraba lujuriosamente. La señora que estaba hablando conmigo fue al baño y yo la maldecía pues sabía que esta situación se me estaba saliendo de control. Él no paraba de sobar mis pantorrillas con sus pies mientras me miraba y yo me calentaba cada vez más. Yo no podía más y decidí hacer lo mismo, así que saque mi pie del zapato y subí mi pie a través de su pierna hasta llegar a su entrepierna, la cual sobaba delirantemente.
Tras él notar esto, tomó mi pie posándolo sobre su bulto y mientras yo lo sobaba Daniel me miraba a los ojos y yo podía sentir cómo su miembro crecía bajo la planta de mi pie poco a poco. Yo no podía más con esto así que repentinamente retiré mi pie de su verga dura y me calcé para luego sonreírle mientras salía del lugar aludiendo que quería tomar un poco de aire. No pasó mucho tiempo para que el joven saliera también del lugar, y tomándome la mano me guió a un lugar solitario que daba atrás de aquel salón. Al llegar allí, yo me tiré sobre él besándolo apasionadamente mientras él soltando mi mano posó las suyas directamente en mi espalda apretándome hacia él. Yo lo abracé fuertemente y él empezó lentamente a bajar sus manos hasta llegar a mis nalgas las cuales apretó firmemente mientras no paraba de besarme.
Yo podía sentir como su verga dura estaba rozando mi abdomen y la empecé a sobar sobre el pantalón por lo que él suspiró de placer. Él no paraba de apretar mis nalgas y yo de sobar su verga hasta el punto donde no pude controlarme, metí mi mano por su pantalón y sin desabrocharlo lo acariciaba suavemente mientras lo besaba y subía una de mis piernas hasta su cadera donde él la sostenía y manoseaba con deseo.. Él me soltó y se inclinó hacia la pared mientras tomaba mi cara y me daba un beso. Yo saqué mi mano de su pantalón y me empecé a inclinar lentamente mientras él colocaba una mano sobre mi cabello. Apenas tuve su pantalón frente a mí me detuve y empecé a sobar su miembro mientras lentamente lo desabotonaba y abría la bragueta de aquel pantalón. Yo lo sentía extasiado y por fin bajé su pantalón y ahora noté con más claridad como bajo su ropa interior su verga estaba dura. Le di un par de mordidas a su verga sobre su ropa interior y él no paraba de tomar mi cabello mientras exclamaba de placer. Bajé sus bóxer y allí estaba frente a mí una polla dura como el roble que apuntaba al cielo mientras las venas brotaban de ella. Apenas di una lamida que lo recorrió desde sus peludos huevos hasta el glande y sentí cómo Daniel agitaba cada vez más su respiración.
Su pene estaba caliente y duro lo cual me incitó a posar la cabeza de éste dentro de mi boca y jugaba con mi lengua sobre ella. Yo podía sentir cómo él agitaba cada vez más su respiración, así que decidí meter todo su miembro en mi boca de una vez y tras tenerlo allí un par de segundos él agarrándome ahora fuertemente el cabello empezó a meter y a sacar su pene de mi boca cada vez con mayor intensidad. Él estaba extasiado con la mamada que yo le estaba dando y yo solo me sostenía colocando mis manos sobre sus piernas (no podía arrodillarme o dañaría las medias que llevaba), y él cada vez me penetraba la boca más rápidamente (porque él realmente se estaba follando mi boca) hasta el punto que empecé a sentir cómo de manera repetida sus huevos golpeaban mi mentón. Tras un par de minutos de él estarme follando la boca advirtió que se vendría y trató de echar su leche en el suelo pero yo agarré su miembro fuertemente y lo empecé a masturbar frente a mi cara mientras abría mi boca al máximo. Daniel se veía asombrado pero al verme tomó mis manos y empezó a guiar su masturbación hasta que en un momento se detuvo y tras tirar su espalda un poco atrás y gemir lanzó su esperma justo sobre mí. A pesar de la apertura de mi boca él había lanzado por lo menos la mitad de su semen sobre mi cara, por lo que mirándolo fijamente y masturbándolo con una de mis manos, con la otra me limpiaba el semen y lamía mi mano llena de leche. Cuando por fin me sentí completamente limpia le di una última lamida a su miembro que estaba ahora semierecto y lamía mi otra mano que estaba un poco untada del semen que había quedado sobre aquella verga. Me levanté y ví que él estaba exhausto así que intenté irme pero él me detuvo y me dijo que aún no habíamos terminado, pero yo señalando su pene que ya estaba flácido le dije que tal vez luego continuaríamos y que además nos deberían estar extrañando en la fiesta.
Me arreglé un poco el cabello y la falda y volví al salón donde mi esposo ya estaba bastante tomado así que le dije que fuéramos a casa pero él me dijo que aún no. Así que me senté y rápidamente la mujer con la que yo anteriormente estaba hablando se acercó y me dijo
Oye ¿Dónde estabas?
Salí a tomar un poco de aire porque el humo del cigarrillo me hace daño.
¿Tú sabes algo de mi sobrino?
No, ¿por qué?
Es que cuando volví a la mesa él salió y creí que estaba contigo.
Yo lo ví pasar pero él me dijo que no tardaría
Daniel volvió visiblemente agotado y un poco desvestido pero nadie le prestó atención. Tras un par de minutos, él me invitó nuevamente a bailar y me dijo
Oye, si quieres salimos otra vez
Pero ….. – dije yo mientras le tomaba disimuladamente el paquete con mi mano-.
Tranquila que ya me recuperé, además yo no me podría ir sabiendo que no te dí una buena follada
No digas eso que alguien te puede escuchar
Qué mas da, si yo quiero es darte una buena follada.
Déjame pensarlo.
Volvimos a la mesa y ya algunos empezaban a despedirse pero mi esposo no quería irse así que lo esperé un momento. Tras unos momentos y mientras yo hablaba con la tía del joven mi esposo me llamó y me dijo que iríamos a casa de Rodrigo, quien era el padre de mi joven amante. Yo simplemente accedí mientras el joven sonreía y me miraba pícaramente. No tuve más remedio que tomar mi bolso y salir con él. La casa de Rodrigo era relativamente cerca así que todos (14 aproximadamente) nos fuimos caminando hacia allí. Al llegar al lugar Mariela, la esposa de Rodrigo nos invitó a sentarnos y colocó un poco de música mientras el joven traía un par de sillas pues las que había en la sala no alcanzaban para todos. Nos acomodamos y el joven se sentó junto a mí y seguía halagándome. Nuevamente la gente empezó a bailar y él no desaprovechó la oportunidad y me invitó a hacerlo. Mientras bailábamos él se acercaba y suavemente me decía al oído que ya tenía la verga dura, pero yo aparentaba no prestarle atención. Terminamos de bailar y el joven me dijo que iría un momento al baño, así que se retiró pero yo estaba muy caliente y no podía aguantar. Sin que él lo notara salí tras él y cuando él se disponía a cerrar la puerta del baño salté sobre ella para impedirlo y luego entrar allí con el joven. Cerré la puerta con seguro y le cogí directamente la verga que estaba flácida mientras nuevamente lo besaba y él tomaba otra vez mi culo. Esta vez él subió lentamente mi falda sin soltar mis nalgas y tras tenerla sobre mi cintura empezó a tocar mi sexo con sus dedos lo cual me puso aún más cachonda. Él metió la mano por la parte trasera de mi tanga y desde allí la deslizó hasta mi conchita que ya estaba húmeda empezando a masturbarme. Él sacó su mano de la tanga y la pasó por mis senos para luego volverla a acomodar dentro de mi húmedo clítoris pero esta vez por el frente de la tanga. Él me masturbaba realmente bien mientras besaba suavemente mi cuello así que yo le dije que me llevara a su cuarto. Bajé mi falda y la puse en su sitio mientras él abrochaba su pantalón guardando su verga ya dura.
Él pasó a la sala y le dijo a su madre que yo tenía dolor de cabeza y que me acostaría un momento en su cama así que la iba a cerrar con seguro para que no me molestaran por lo que su madre accedió sin problema. Ella misma me guió al cuarto del joven y me dijo que descansara tranquila que nadie me molestaría. Al rato llegó el joven, abrió la puerta y me dijo que ya podíamos hacer lo que quisiéramos, aunque en ese momento yo estaba acostada en la cama descansando. Él cerró la puerta y se tiró sobre mí besándome mientras rozábamos nuestros sexos e intentábamos infructuosamente quitarnos la ropa. Así que lo levanté hasta que sin parar de besarnos logramos quedar de pie. Daniel insistía en agarrarme el culo mientras yo desabrochaba su camisa para poder quitársela. Al quitársela, me aseguré de no sacarle la corbata pues era una de mis fantasías follar a un hombre que por vestido solo llevara una corbata. Yo pude notar que a pesar de su delgadez, Daniel tenía un abdomen muy bien trabajado y no paraba de apretar mis nalgas mientras su erección cada vez era más evidente para mí. De repente él empezó a besar mi cuello y yo me humedecía cada vez más.
Daniel no cesaba de besar mi cuello y tras soltar mi culo empezó a sobar mis senos. No tardó mucho en quitarme la blusa que llevaba y sin vacilar soltó mi sostén el cual cayo sobre mis pies. Daniel con gran habilidad lamía mis duros pezones y metía su mano bajo mi falda buscando mi concha la cual rápidamente encontró. Sin parar de lamer mis pezones y tetas, con sus dos manos y hábilmente desabrochó mi falda y bajó la cremallera de esta la cual cayo al suelo en un segundo. Él a través de mi tanga pasaba sus dedos por mi rajita mientras yo enloquecida agarraba su cabello fuertemente (Antes de continuar debo decir que la tanga que traía no era muy convencional pues aunque a la vista parecía normal a pesar de su transparencia, la tela que la formaba no estaba unida totalmente ya que en la mitad de la prenda no había unión). Daniel metió sus dedos a través de mi tanga y pasaba sus dedos por toda mi rajita la cual estaba toda mojadita. Daniel comenzó a meter dos de sus dedos en mi concha mientras aún lamía todo mi pecho.
Tras un corto momento Daniel me llevó hacia su cama y tras sentarme allí, él se arrodilló en el suelo donde separó mis piernas y abriendo mi tanga y concha introdujo su lengua al máximo produciéndome un placer que sentí en todo el cuerpo. Él lamió un par de veces mi clítoris tras lo cual volvió a penetrarme con su lengua la cual movía con una capacidad excepcional produciéndome un orgasmo increíble. Daniel había hecho un trabajo excepcional así que tras recuperarme y mientras él aún lamía mi concha caliente lo tomé por su corbata y lo traje sobre mí para besarlo. Él no sacaba sus dedos de mi concha así que lo tiré boca arriba para poder sacar su verga. No hubo gran problema pues él ayudó y rápidamente me dio una mano para despojar sus vestiduras. Cuando tuve su verga dura frente a mí pasé mis manos por su extensión pero él tenía otro plan pues tomó mi cabeza y la acercó a su miembro lo suficiente para dejar mi boca rozándolo.
Pasé mis labios a través del tronco de aquel falo y pasaba mi lengua por su cabeza. Él estaba excitadísimo y las venas de su verga se hacían cada vez más notorias y yo buscando su orgasmo succionaba con gran fuerza. Tras un rato de aquella mamada él dijo:
Te gusta mi verga, ¿verdad?
Si, es sensacional.
¿Quieres que te la meta?
No aguanto un segundo más sin sentirte dentro de mí.
Tras esto Daniel me tomó por los hombros y me levantó dirigiéndose al cajón que tenía junto a su mesa mientras yo rápidamente me quitaba la tanga. De allí sacó un condón el cual iba a utilizar pero yo se lo arrebaté mientras tomando su pene descubierto lo acerqué a mi concha para que él me penetrara. Daniel pasó su mano por su verga dos veces para luego introducirla lentamente por mi vagina. Al fin su pene estuvo en mí y él se tiró sobre mí mientras metía y sacaba su pene de mi cuevita. Él era algo inexperto así que decidí darle una pequeña clase. Lo tomé por los hombros y sin que él sacara su pene de mis entrañas, logré que él se pusiera de pie en el suelo para luego levantar mies piernas y colocarlas sobre sus hombros. Él tomó mis piernas y como si fueran una palanca las movía hacia delante y hacia atrás para continuar con su penetración, la cual era cada vez más profunda. Daniel no paraba de bombearme y yo no pude resistir más, agarré fuertemente la cama y con un gemido le hice saber a mi amante que había llegado a un nuevo orgasmo, pero él no se detenía y continuaba insertándome su polla dura en el chochito a la vez que lamía mis piernas que aún estaban cubiertas por las medias veladas que traía.
Tomé su polla con la mano para retirarla de mi concha y agarrando al joven por su corbata lo tiré sobre la cama para luego levantar su polla y enterrarme en ella sintiendo un placer enorme. Daniel amasaba mis tetas mientras yo saltaba sobre su miembro enterrándolo hasta el fondo de mi sexo. Tras un par de minutos, empecé a hacer movimientos circulares sobre su pene mientras él decía
Marta, eres la mejor
¿Te gusta?
Tú eres la mejor follando
¿Seguro?
Ni siquiera una puta podría igualarte
Eso era exactamente lo que yo quería, que me comparara con una puta. Aumente el ritmo de mis movimientos circulares y él no paraba de gemir mientras agarraba mis tetas que no paraban de juguetear al compás de mis movimientos cuando de repente junto a un gemido suyo sentí como su semen caliente se esparcía dentro de mi chocho y fue inevitable, él logró su orgasmo.
Tras un momento, me levanté de mi lugar para dando la espalda a mi compañero volver a incrustarme en su estaca que no perdía dureza a pesar de su reciente eyaculación. Una vez lo tuve totalmente dentro, tiré mi cuerpo al frente y movía mi cadera para meter y sacar aquel duro miembro de mi cuerpo. Él empezaba a empujar su cadera hacia arriba enterrando bien su pene dentro de mí. Tras un rato de penetración comencé a sentir cómo él colocó uno de sus dedos en la puerta de mi ano para luego meterlo lentamente y lo dejó allí un par de segundos. Retiró su dedo, lo lamió y lo volvió a introducir logrando en mí un placer inusitado.
Él ahora metía y sacaba su dedo de mi culo con velocidad mientras yo tiraba mi cuerpo adelante y atrás. Él nuevamente sacó su dedo pero esta vez no solo chupó uno sino dos de sus dedos los cuales clavó en mi ano sin contemplación mientras yo solo podía disfrutar el momento. Daniel comenzó a meter y sacar sus dedos de mi orificio cada vez con más velocidad hasta el punto en que me levanté de su pene, le di un par de lamidas para lubricarlo y volviendo a la anterior posición me lo enterré en el culo. El placer que sentí fue inmenso y él correspondió suspirando de placer. Aquel joven tomó mi cintura con fuerza e incrustaba su verga en mi concha con cada movimiento que era acompañado por el sonido que producía el choque de nuestras pelvis mientras yo solo podía tocar mis tetas aumentando mi placer. Él sabía cómo moverse y no tardó en hacer que mi orgasmo se hiciera presente.
Mientras yo intentaba recuperarme del reciente orgasmo él no paraba de atravesarme con su verga. Lego de un momento, él tomando mi cintura me sacó su verga y me pidió que me colocara en 4 patas mientras él se arrodillaba tras de mí. Apenas estaba acomodándome cuando él tomó mi cintura y me enterró su verga por el orto hasta el fondo de mí. Daniel tomó el tacón de mis zapatos, los cuales aún tenía puestos y movía su cadera con vigor, pero tras un par de minutos sacó imprevistamente su miembro de mi ano para tras un par de sacudidas echarme un chorro de leche caliente en las nalgas y en mi espalda que sentía el calor de aquel líquido. Tras terminar él me dijo:
¿Te gusta mi lechita?
Si, claro que me gusta
¿Quieres probar mi leche?
Sí, me muero por probarla.
No te muevas, espérame un momento.
El joven que ya tenía el pene flácido alió desnudo del cuarto pues mientras nosotros fornicábamos todos habrían quedado dormidos. Yo me tiré en la cama boca abajo esperando que el esperma que aquel chico me había impregnado secara. Tras un par de minutos el joven volvió con la verga nuevamente dura. Él rodeó la cama y sin que yo me moviera, haló mi cabello para que yo levantara la cabeza y tomando su pene con una mano la colocó en mi boca mientras no paraba de decirme que lo mamara. Yo abrí mi boca y tomé su cintura con mis manos mientras él despiadadamente metía su miembro hasta tocar mi garganta. Un par de ocasiones, este roce entre su pene y mi garganta hacía que yo tosiera y él simplemente sacaba su pene para darme un par de bofetadas con él sin soltar mi cabello. Él pasaba su pene por toda mi cara restregándome los ojos la nariz, las mejillas y la frente con su húmedo miembro y tras esto volvía a incrustármelo en la boca. Tras un instante él hizo que yo girara quedando mi cara mirando el techo de aquel cuarto. Sin esperar, agitó su pene y para sorpresa mía lanzó un enorme chorro de esperma que alcanzó mi pecho. Daniel había logrado con su esperma dibujar una línea desde uno de mis senos hasta el mentón, pero él no se detendría aún pues me pidió que me arrodillara, y tras tenerme así pude ver que su pene estaba aún duro. Lo tomé entre mis manos, lo sacudí un poco y lo lamí retirando el semen que había quedado en él.
Él me pedía que lo lamiera y así lo hice pasé una y otra vez mi lengua por su venoso tronco para luego meterlo en mi boca. Yo succionaba aquel pene con pasión y él me pedía que no parara. Yo miraba sus ojos fijamente mientras colocaba su pene sobre mi lengua para jugar un poco con él. Volvía a meter su pene en mi boca y lo sacudía dentro de ella haciendo que este golpeara contra mis dientes, pero él no pudo aguantar más y tras sacar su pene de mi boca lo sacudió y tiró su espeso semen sobre mi cara para luego esparcirlo aún más con su mismo miembro el cual lamí pues estaba provocativamente untado de leche caliente.
Al terminar, Daniel se tiró sobre su cama desnudo con su miembro flácido sobre su abdomen. Fue inevitable el morbo que me generaba ver mi apariencia así que solo vistiendo mis medias y tacones, fui a un gran espejo que había a la salida de aquel cuarto y vi como aquel joven logró cubrir toda mi cara y mi pecho de espeso semen notando cómo hasta mis medias habían sufrido por el impacto de las eyaculaciones de aquel muchacho. Fui al baño y limpié mi cara pero decidí dejar el resto de mi cuerpo cubierto de leche, me excitaba la sola idea de estar junto a mi marido mientras estaba sucia por semen de otro. Así fue, me dirigí al cuarto donde Daniel yacía desnudo y dormido, me vestí, le dí un beso al joven mientras pasaba la mano por su pene y me fui al lado de mi esposo a dormir un poco pues estaba rendida.
Al siguiente día, mi esposo me despertó y me dijo que debíamos irnos pero le pedí que esperara un momento que me despediría de Daniel pues no había podido agradecerle por prestarme su cuarto mientras pasaba mi "dolor de cabeza". Al llegar allí él estaba ya despierto y al verme retiró las cobijas mostrándome su pene que estaba otra vez erecto, pero yo le dí un beso a él y una lamida a su insaciable verga para luego irme a casa. Salí con mi esposo y llegamos a casa donde me quité la ropa frente a él para vestirme con algo más cómodo pero el muy idiota no vio siquiera las manchas de esperma en mis negras medias. Me acosté en mi cama y por mi mente pasaban las imágenes de aquella noche de feroz sexo.
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