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Categoría: Fantasías

Mario queda rodeado de sus amigas, así es como pasa una agradable noch

Mario queda rodeado de sus amigas, así es como pasa una agradable noche en el campo. Disfrutando de sus cuerpos como nunca

 

Mario: Entre las tetas de mis amigas

A las cuatro de la tarde, mamá, mi tío y yo nos montamos en el coche y vamos a buscar a mis amigas, con las que he quedado en la puerta de sus respectivas casas. Por proximidad, comenzamos por Cristina. Al llegar a su calle, vemos que se ha hecho una coleta y viste unos ‘shorts’ y una camiseta de tirantes rosa. Va muy sexy. Tiene una mochila lila ‘Eastpak’ en el suelo.

– ¡Hola, Mario! – me saluda nada más abrir la puerta trasera derecha para subirse al vehículo.

– Hola, Cristina – la saludo sonriendo.

Se sienta a mi derecha y me besa suavemente en los labios, gesto al que yo respondo agarrándola de la cintura con una mano mientras ella apoya las dos en mi pecho. Sus labios carnosos son una delicia, y la suavidad con la que me besa, también. Cuando nos separamos y abrimos los ojos, vemos a mamá y a mi tío mirándonos por el retrovisor, sonriendo.

– Hay que ver cómo le gustas, Mario – comenta, dulce y picarona.

– Sí, Nuria, tu hijo es muy guapo – me alaba, mirándome a los ojos.

Cristina tiene el pelo castaño claro, la piel blanca, los ojos de un tono grisáceo y unos pechos muy bien puestos.

La siguiente es Alicia. Vamos de camino cuando mi madre pregunta:

– Cristina, ¿al final tus padres pueden quedar esta noche?

– Sí, me han dicho que irán sobre las diez, después de cenar.

– Perfecto – concluye.

Minutos después, llegamos al domicilio de nuestra amiga. Viste unos pantalones de chándal negros ‘Adidas’ y una chaqueta de la misma marca y color. Ignoro lo que lleva debajo, pero si algo le gusta es ir a conjunto. Aunque va más tapada que Cristina, para mí está aún más sexy.

– ¡Hola, Mario! – me saluda nada más abrir la puerta puerta trasera izquierda para subirse al vehículo.

Se sienta a mi izquierda, quedando yo en medio, y también me besa, aunque de forma más cariñosa. Cuando nos separamos, me mira y sonríe son deseo. Sé que le gusto muchísimo. Entonces me echo un poco hacia atrás para que ellas también puedan saludarse. Se dan un cálido beso, jugueteando levemente con sus lenguas.

– Vaya dos guarrillas tenemos aquí, ¿no, hijo? – comenta mi madre, divertida por la escena.

– Sí, somos las dos amantes más guarrillas de tu hijo.

Alicia es físicamente una diosa, así lo digo. Rubia de ojos verdes, bonitos labios, piel pálida, delgada y con un busto y un trasero que son la perdición de todo bicho viviente.

– Por cierto, Alicia, ¿tus padres al final pueden quedar esta noche? – le pregunta mamá.

– Sí, me han dicho que irán sobre las nueve.

– Muy bien.

– Qué ganas tengo de follarme a tu madre… – habla mi tío por primera vez.

– Jijiji ella dice lo mismo de ti.

– Pues eso espero, porque esta vez el culo de esa pelirroja no se me escapa.

– Yo quiero que me folléis los tres agujeros a la vez – se anima mamá, ilusionada con lo que la noche le deparará.

– Tranquila, que vas a acabar tan llena de semen como la última vez – la informa mi tío.

– Umm, sí, eso quiero.

Estando ya los cinco, nos dirigimos al camping donde vamos a dormir. Tardamos una media hora en llegar. Montamos la tienda y la barbacoa y me despido de mamá y mi tío mientras mis amigas van metiendo mantas y sábanas dentro de esta.

– Mario, te he metido unos cuantos condones en la mochila, que ambas están locas por ti.

– Gracias, tito.

– No. Gracias a ti, Mario. Sin tu madre y tú nada de esto hubiera sido nunca posible. Habéis mejorado a toda la familia. Nunca os estaremos lo suficientemente agradecidos, en especial a ti.

– Gracias pero no es para tanto… – soy modesto quitando importancia a mi gran mérito.

– Sí lo es, pero como tú digas. – Me besa en la frente – Nosotros nos vamos. Pasadlo bien.

Me despido de mi madre con un beso con lengua y se van a casa.

Entro en la tienda y me encuentro a Alicia y Cristina desnudas y dándose piquitos en el suelo, acariciándose sus coñitos mutuamente. Ambas lucen sus encantos femeninos sin pudor y mi herramienta no tarda en reaccionar, formando un inconfundible bulto en mi entrepierna.

– Umm, Mario, ven con nosotras.

– Lo pasaremos muy bien los tres juntos.

– Me estáis poniendo mucho, chicas.

– Lo sabemos jijiji por eso queremos que vengas, para que nos des amor con tu polla.

No hace falta que insistan más. Me pongo entre las dos y me van dando placer. Alicia me besa en la boca con mucho amor mientras Cristina me baja los pantalones y engulle mi enorme tranca.

– Umm… – es lo único que alcanzo a decir con la lengua de mi amiga rubia jugueteando en mi boca.

Cristina engulle mi nabo hasta la campanilla y lo saborea con la lengua y los labios. La chupa de maravilla. Al rato se cambian el sitio y siento que mi rabo toca una campanilla mucho más suave. Alicia no sabe comer pollas tan bien como Cristina, pero aún así es una absoluta y completa delicia. Mientras tanto, mi amiga castaña me morrea con sus labios carnosos y me hace ver las estrellas.

Poco rato después siento que me corro. Las aviso y no tardo en descargar toda mi leche en la garganta de mi amiga. Nos enseña mi corrida y la comparte con Cristina, que recoge golosa mi semilla con la lengua para a continuación tragársela. Como premio por haber conseguido que me corra, dejo que sea Alicia quien me limpie el mástil. Cristina se acurruca a mi lado.

– ¿Qué te apetece hacer ahora, amor? – me pregunta – Estamos muy calientes.

– Tumbaos porque ahora os voy a comer el coño a las dos, pero antes quiero que me desnudéis.

– Muy bien.

Me quitan todo y se tumban. Cristina ha sido la que ha empezado a comérmela, de modo que encuentro justo comenzar por ella ahora. Le separo los labios vaginales con las manos y me encuentro con un chochito jugoso e hinchado. Meto bien la cabeza y me dedico a lamer todo, provocando los automáticos gemidos de mi amiga:

– Umm… Ahh… Siii…

– ¿Te gusta como te como el coño, pedazo de guarra?

– ¡Siii…! ¡Me gusta mucho…! ¡Ahhh…!

Mientras le lamo el clítoris a placer, Cristina gira la cabeza y se empieza a morrear con Alicia, quien le mete la lengua hasta la campanilla y soba sus tetazas a placer. Cristina le mete dos dedos en el chochín a Alicia y provocado sus respectivos gemidos.

– Mmm… Qué gusto… No pares, Cris…

– No te preocupes… Oumm… Haré que te corras de gusto, Ali…

Ellas siguen con su espectáculo lésbico y yo continuo tragando jugos vaginales de las profundidades del coñito de mi amiga castaña. No sabe nada mal.

– ¡Me matas de gusto, Mario! Ahhh…

– Calla y disfruta, so puta. Tu chocho no deja de sacar líquidos, parece un río.

– Ríos de placer que tú me provocas, cabrón… Oooh… Siii…

A este ritmo no tarda en correrse.

– Ali, limpiale el coño y ahora te lo como yo a ti – le ordeno, viendo que el chocho de Cristina no para de rezumar fluidos.

– Así lo haré.

Alicia pasa a tragarse los flujos de su amiga mientras que yo sobo sus senos a placer y la morreo para darle de comer sus propios líquidos.

– Umm… Qué rica estoy… – se alaba relamiéndose.

– Muy rica y muy buena, sí.

Alicia termina y vuelve a tumbarse, esperando que le coma el chochete.

– Mmm… No me hagas esperar, Mario… – me suplica con una voz muy sensual – Cómeme mi coñito como solo tú sabes hacerlo… Ummm…

Solo por como me habla ya se nota que me desea, y ella lo sabe perfectamente y lo hace a propósito para calentarme aún más. Con ella voy a esforzarme más, quiero que goce de verdad. Ya está abierta de piernas y me sonríe. Vaya golfilla. Tiene el coño muy bien cuidado, sin un solo pelo. Sus labios están bien hinchados y su chocho, como el de Cristina, rezuma líquidos. Le abro bien la vagina y meto la boca, que empieza a chupar y lamer todo. Mi amiga rubia no tarda en reaccionar:

– Ahhh… Uummmm… Siiiiii… ¡Qué gusto!

Cristina no tarda en unirse a la fiesta y se pone a morrear a su amiga con lengua de forma muy apasionada y a intercalar el beso con comerle los pechotes, que deben de estar más duros que nunca. Alicia se muere de gusto mientras el tío que la vuelve loca le come el coño tan bien y su amiga juguetea con su lengua y le magrea las tetas a placer. Está en el cielo.

– Ummm… Siii… ¡No paréis! Oommm… ¡Me matáis de gusto!

Cristina le sigue chupeteando las tetas. Tienen que estar buenísimas. Yo vuelvo a tener la boca llena de fluidos vaginales, y no doy abasto entre tragármelos y recoger más. Alicia termina para llegar clímax y correrse. Agotado con tanto líquido, le digo a mi amiga castaña que se los trague ella, mientras yo voy a morrear la boca de mi querida rubia y a darle de comer, igual que a Cristina, sus propios fluidos. Me pone la mano en la nuca y me besa apasionadamente. Está hecha toda una guarra.

– Mmm… Cómo te quiero, Mario…

– Lo sé, guapa, lo sé…

Después de esto, las dos se abrazan a mí y nos quedamos un rato descansando y pensando en qué hacer. Aprovecho para ir besando sus cuellos y orejas poco a poco, sin prisa, disfrutando del momento. Al rato ya estamos listos para seguir. Decidimos follar.

– Ali, ¿quieres ser la primera?

– ¡Claro!

Voy a ponerme el condón cuando ella me para.

– No, quiero hacerlo a pelo. Quiero sentirte bien dentro de mí.

– Está bien. ¿Estás con la regla?

– No, estoy días no hay problema.

– Muy bien. Pues vamos allá.

Cristina, que no quiere perderse detalle alguno, me abraza por detrás, me pone sus pechos en la espalda y saca la cabeza por encima de mi hombro. Alicia se vuelve a abrir de piernas y me la follo. Siento como las paredes de su jugosa vagina abrazan a mi polla de forma muy cálida. No me cuesta mucho llegar hasta el fondo de su coño y entonces empiezo a bombear.

– ¡Ah ¡Ah! ¡Ah! – gime sin parar.

– Te gusta que te den duro, ¿eh, cacho guarra?

– Mmm… ¡Sii! ¡Me gusta que me folles duro, que me rompas la vagina a pollazos! ¡Ummm!

Cuando no está gimiendo de gusto, se está mordiendo el labio para evitar gritar demasiado… O eso quiere hacerme creer, ya que en realidad sé que le da completamente igual que la oigan y solo lo hace porque sabe que me pone muy bruto. Como he dicho, quiere calentarme sobremanera.

Nuestra amiga castaña termina por tumbarse de nuevo a esperar su turno. Sintiéndome libre de su peso, aprovecho para estirarme sobre Alicia, que me acoge con los brazos abiertos. Mientras ella sigue retozando por mis embestidas, yo beso su precioso busto y su cuello, subiendo hasta sus labios para besarla y dejar que nuestras lenguas jugueteen a placer.

– Mmm me matas de gusto, Mario… – me susurra al oído.

– Esa es mi intención, princesa, que disfrutes.

Sus manos han rodeado mi cuello y su boca se deleita con la mía. Y mi polla sigue dándonos placer.

– Voy a correrme, Ali, estate preparada – la informo al cabo de unos minutos.

– Sí, correte dentro de mí, por favor… – Gime y resopla – Quiero sentir tu semilla en mi vagina, tu leche caliente rellenándome por dentro.

Doy las últimas embestidas y descargo una descomunal cantidad de semen en el coño de mi amiga. Le brillan los ojos mientras siente como la semilla de su amado llena su interior.

– Uff qué bueno ha sido, me ha encantado.

– Vaya polvazo… Ha sido increíble, Ali.

Me mira dulce y satisfecha con una carita de ángel que dan ganas de comérsela a besos. Y aún tiene que limpiarme el sable para que pueda metérsela a Cristina, que espera impaciente su turno. Cuando está algo más recuperada, me agarra la polla y la chupetea hasta dejarla limpita. Me lame y acaricia los huevos con mucha delicadeza y se traga los restos de semen que va sacando de mi capullo. Al final le queda un hilillo de leche en la comisura del labio, resto que cojo con el dedo y dejo que chupe. Su sensualidad es total.

– Tu turno – le digo a Cristina.

Alegre, se abre de piernas y me facilita la penetración. Se la voy metiendo lentamente, dejando que disfrute.

– Aaamm… – exhala, entre leves gemidos.

Aprovechando que lleva coleta, la agarro de ahí y estampo sus labios en los míos para besarla mientras estrujo uno de sus senos. Esto la hace gemir bastante.

– Mmm… Aahhh…

Mientras nos morreamos, acabo dejando sus senos en paz para poner la mano abierta en su culazo y acelerar el polvo. Parece hacer el efecto que quiero, pues su respiración se incrementa.

– ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Oumm!

Su coñito es algo más espacioso que el de Alicia, por lo que mi rabo puede moverse con mayor soltura y libertad. Aún así, siento perfectamente como sus paredes abrazan cálidamente a mi tranca, que debe de sentir como en casa dentro de un chocho para jugoso y lubricado. Cristina me ha agarrado la nuca por una mano para facilitar que nuestras lenguas jugueteen, empapándose mutuamente de saliva. Sus labios carnosos son una delicia, y besan de maravilla. Me aparto de su golosa boca y muerdo suavemente sus orejillas, provocándole algún que otro respingo.

– Uumm… Qué bien… Siigue… – sonríe con los ojos cerrados disfrutando de lo que le hago, de mis caricias.

Alicia lleva un rato descansando a nuestro lado, hurgándose en la vagina con los dedos para sacarse el semen que después se lleva a la boca para juguetear un poco con él y finalmente tragáselo. Hay que ver cómo le gusta mi semilla a esta chica….

Cristina lleva un rato con el chochito cada vez y más mojado, y yo me aproximo al orgasmo. Así se lo comunico.

– Córrete dentro de mí, amor – me pide.

– ¿Estás segura?

– Sí, no te preocupes. Ya iré mañana a comprar pastillas a la farmacia.

– Me lo hubieras dicho y me ponía el condón…

– No, es mejor así. Ali tiene razón: es mucho mejor y más morboso.

Un par de embestidas fuertes más y me corro dentro de mi amiga. Caemos rendidos los dos y nos sentimos como en una nube. Le saco la polla de dentro y ella misma se cierra los labios vaginal para que no se escape nada y así no manchar la tienda. Al rato, Cristina se pone sobre mí y hace rozar mi tranca en sus labios.

– ¿Qué te apetece hacer, amor?

– Enrollaos entre vosotras y haced un 69 para mí, que estoy algo cansado después de dos polvos casi seguidos…

– A la orden.

Alicia y Cristina se miran sonrientes y en nada ya se están liando. Se besan apasionadamente con lengua y se soban y estrujan las tetas. Gimen y cada una frota su coño con el de la otra. Lo cierto es que hacen un espectáculo increíble. Se aman, se desean, la escena que dan es cojonuda. Pienso hasta en grabarlas, y así lo que hago. Saco mi teléfono móvil y hago un vídeo. Ensimismadas en su unión lésbica, no parecen darse cuenta de que las estoy filmando. Decidido que luego les enseñaré la grabación. Por el momento, me deleito con las imágenes que mi cámara va capturando. Se morrean con lengua, se lamen la cara, se muerden los labios con dulzura… Una jodida maravilla, vaya. Cualquiera diría que son pareja, con este amor y cariño que se tienen. Sus vaginas no dejan de rezumar líquidos, que al frotarse se entremezclan y caen al suelo, formando un charquito de flujos vaginales y probablemente también algo de semen mío.

– Joder, esto da para película porno, chicas… – las alabo, disfrutando de la escena.

– Jijiji.

– Cuando os canséis, os podéis ir comiendo el coño… Sin prisa.

Alicia se lo toma casi como una orden y automáticamente abraza a Cristina por la cintura y va bajando, besando, chupando y lamiendo todo a su paso, hasta el chochito de su amiga. Agarrándose a los glúteos de Cristina, va metiendo la cara más y más adentro de su vagina y comienza a comer.

– ¡Ahhh! ¡Ah! ¡Ooamm…!

Quizás con las pollas le falta algo de práctica, pero con los coños Alicia es una diosa. Se embadurna la cara de jugos y no hay quien la pare. La carita de gusto es Cristina es monumental, para hacerle un cuadro, para enmarcar. Madre mía cómo se lo está gozando… Pero claro, les he dicho que hagan un 69, así que vuelvo a decírselo a mi amiga castaña y esta obedece. Ahora ya bien colocadas, cada una disfruta del manjar de la otra.

– ¡Ooohhhh! ¡Aaahm!

Cristina, una vez ha separado los labios de Alicia, se dedica a pasar y frotar su lengua por todo el coño, empapándose toda la cara de líquidos. Llega hasta el clítoris y nuestra amiga rubia explota.

– ¡¡Mmmm…!! ¡Siii!

Se retuerce de placer, y tiene que hacer grandes esfuerzos para continuar con la comida. Sigue tragando flujos y al poco rato empieza a sacar mi leche, que se traga mirándome con lujuria. Verla con buena parte de su cara llena de mi semilla y que encima se la trague mirándome con esa expresión me pone a mil, tanto que ya no puedo evitar masturbarme. La escena es demasiado pornosa, y creedme cuando os digo que se la levantaría hasta a un muerto. Pero claro, como todo, tiene un fin. Cristina termina por correrse del todo y Alicia no tarda mucho más en caer.

– Lo habéis hecho genial, las dos. Gracias – las felicito dándoles un morreo a cada una.

Me ayudan a terminar con la paja (Cristina me morrea mientras me masturba y acaricia mis huevos) y me corro ahí mismo. Suerte que han puesto toallas encima de las sábanas antes de que yo entrara, porque está todo pringoso y con restos de haber habido sexo y ahí tenemos que dormir esta noche.

– Descansemos un rato, chicas, que entre las dos me habéis dejado seco…

– Jijiji está bien.

– Por cierto, mientras os liabais os he grabado. ¿Quieres verlo?

– ¡Sí! – responden al unísono.

Se ponen cada una a un lado y les enseñe el vídeo. Tengo un buen teléfono móvil, de modo que la iluminación y la calidad de imagen y sonido son excelentes. Se pegan a mí y aprovecho para pasarles un brazo por detrás del cuello a cada una, abrazándolas y haciendo que me sujeten el teléfono entre las dos.

– Qué buenas estamos jijiji.

– Ya ves, vaya morbo. – Me mira – Ya nos lo puedes pasar, y ni se te ocurra borrarlo ¿eh?

– No, no, tranquila jeje no pensaba hacerlo.

– Cris, hay que ver lo buena que estás – la alaba Alicia.

– Sí, yo estoy muy buena, pero aquí la modelo eres tú, bonita – le devuelve Cristina, agradecida.

– Eso lo tiene que decidir nuestro dueño, Mario – me mira picarona -. Dinos, amor, ¿quién está más buena de las dos?

En menuda encrucijada me acaban de meter las muy zorras. Tengo claro que prefiero a Alicia (es una diosa y nos hemos criado juntos), pero es que Cristina también es súper sexy y la considero una hermana. Trato de ser lo más realista posible intentando no ofender a ninguna, aunque sinceramente dudo que puedan llegar a sentirse mal por mis palabras.

– A ver, de entrada os digo que formáis un equipo de 10: las carencias de una las suple la otra, y viceversa. Ambas sabéis que tengo preferencia por las rubias de ojos verdes, así que en eso gana Alicia. En el tema del cuerpo no sé qué decir, ambas me parecéis una modelos. Para que me coman la polla, me quedo con Cristina, aunque estás mejorando mucho, Ali. Y para follar, simplemente sois diferentes: a ti, Cristina, parece gustarte más el sexo duro y salvaje, mientras que tú, Alicia, pareces decantarte por hacer con suavidad, despacio, y que dure.

– Muy diplomático has sido – opina Cristina -, pero estoy bastante de acuerdo.

– Y yo.

– Oye, algo de lo que no has hablado es de las cubanas – se percata Cristina.

– Tienes razón. La verdad es que en eso no sé qué deciros.

– ¿Probamos? – propone Alicia.

– ¡Buena idea!

– ¿Quién quiere empezar?

– Que empiece Ali, ya que lo ha propuesto.

– Muy bien.

Cristina se acomoda a mi lado dejándome sobar sus tetas a placer mientras la beso y Alicia se sienta entre mis piernas y atrapa mi rabo en sus grandes pechos. Comienza a masajear mi polla y después la estruja con sus senos. No lo hace mal, pero al igual que con las felaciones, le falta práctica.

– ¿Qué tal lo hago? – me pregunta, ilusionada y nerviosa.

– Tú sigue, cuando lo hagáis las dos daré mi opinión.

– Jijiji está bien.

Alicia posee un encanto natural, no sabría decir qué es, pero verla hacer una cubana torpemente me enternece. Quizás sea porque realmente estoy enamorado de ella y sus defectos me dan igual, no lo sé. El caso es que, pasados unos minutos, les digo que cambien sus puestos. No me hacen falta más de diez segundos para percatarme de la diferencia que hay entre las dos: a Cristina se le da mucho mejor. Tiene más práctica y, debido a esto, lo hace más relajada. Mi amiga rubia se acurruca a mi lado y nos besamos con mucho amor. A decir verdad, lo prefiero así: prefiero besar a Alicia en sus bonitos labios que dejar que me coma la polla. Como he dicho antes, ella es más dulce.

– Cristina… Me corro… – la aviso, minutos después, quitándome la lengua de Alicia de la boca.

– Muy bien. Correte en mis pechos, quiero sentirlos llenos de lechecita caliente.

Termino de correrme con la sensualidad de sus palabras y descargo con tal fuerza que uno de mis chorros le llega hasta la barbilla. Me mira divertida con mi semen goteando y con un dedo lo recoge y se lo lleva a boca.

– ¿Y bien? – pregunta Cristina – ¿Quién te la ha hecho mejor?

– Creo que lo sabéis. – Me giro hacia Alicia y le doy un pico – Lo siento, guapa, Cristina se lleva el premio.

– Lo imaginaba – reconoce la perdedora, sin estar molesta.

Descansamos y decidimos salir a lavarnos un poco, porque estamos sudorosos y ellas además con restos de mi semilla por el cuerpo. Cogemos las toallas y vamos a bañarnos a la parte de abajo de un río que hay cerca, bajo su cascada (pondría el nombre, pero lo desconozco). Nos zambullimos, limpiamos y refrescamos. El agua está bastante buena. A mis dos chicas les da asco tocar el fondo con los pies por la de algas que ahí, así que se abrazan a mí como si fueran koalas y yo su árbol y no me sueltan. Lo bueno es que, por como se han subido, tengo sus bustos pegados a mi cara, uno a cada lado.

– ¿Estarás a gusto, eh? Jijiji – se ríe Alicia.

– Y que lo digas jeje cuatro buenas tetas en la cara no es para menos.

– ¿No te caerás con tanto peso? – se preocupa Cristina.

– No te preocupes, estoy bien.

Alicia y Cristina se miran sonrientes y se dan un húmedo beso con lengua. Yo contemplo la escena tan bien como mi posición me lo permite. Con la piel mojada y las gotas cayéndoles por el rostro mientras se comen la boca, el espectáculo que dan es de lo más morboso. En un momento dado, Cristina separa sus labios de los de nuestra amiga y, mirándome pícara, le susurra algo al oído. Debe ser bueno, porque Alicia sonríe y asiente.

– Vamos a secarnos, que estoy empezando a coger frío.

No tengo ni idea de lo que le habrá dicho, pero seguramente se trate de algún tipo de sorpresa, de modo que las dejo hacer. Estoy saliendo del agua pero me tocan la espalda. Me giro y Alicia me pone las manos en los hombros para a continuación pedirme que me estire. Una vez en el suelo, se pone sobre mí y se quita el bikini, quedando nuevamente en cueros.

– ¿Qué estás haciendo? – le pregunto.

– Shh, no hables y déjame hacer – me pone el dedo índice en la boca, haciéndome guardar silencio.

Me baja el bañador hasta dejar mi miembro al descubierto y se lo introduce en su coño. En esas estamos cuando Cristina, que está detrás de Alicia, se agacha y se empieza a comer el culito a nuestra amiga rubia. Lo veo exactamente lo que le está haciendo, pero asumo se trata de un beso negro. Entretanto, Alicia me está follando mientras nos besamos. Qué a gusto se está… mi pene entra y sale de su húmeda vagina mientras ella gime de placer, tanto por su amiga como por mí.

– Ahhh… Umm…

– ¿Hay que ver cómo te gusta sentirte penetrada por mi polla, eh?

– Ufff sí… Y que lo digas ummm… Se está tan bien…

Sus labios son una delicia, lo digo enserio. Te atrapan, te llenan de amor y ya no te sueltan. Sin duda los prefiero a los de Cristina, más grandes y carnosos. Con esta nueva dosis de placer, no tardo en correrme. Lleno de leche las paredes de Alicia y me la limpia haciéndome una mamada mientras nuestra amiga castaña termina de comerle el trasero. Terminado esto, las ayudo a limpiarse en el agua (sobretodo a Alicia, que tiene su vagina llena de mi semilla y no quiero correr riesgos) y volvemos a la tienda. Aún no es hora de cenar, pero estamos cansados y empezamos a tener hambre.

– Voy haciendo la cena, ¿vale? Id a ducharos y la primera que salga te tomará el relevo.

Al lado de la tienda hay un par de cabinas de ducha que proporcionan los dueños del camping. Se van con sus ‘kits’ de limpieza y yo comienzo a sacar la carne. Llevo ya un rato cocinando cuando alguien me abraza por la espalda. Es Alicia.

– Mm qué bien huele.

– Prueba una y me dices.

Le doy una salchicha y la prueba, dándome a continuación su aprobación. Entonces me giro y la vez: viste unos ‘shorts’ tejanos y una camiseta sin mangas azul a cuadros.

– Estás preciosa.

– Gracias.

Me besa suavemente y la dejo acabando de cocinar mientras yo voy a ducharme. Al entrar, Cristina me dice que una de las cabinas no funciona, así que tendremos que ducharnos juntos. No me supone ningún problema, la verdad. Me meto con ella y veo que está terminando en enjabonarse.

– ¿Te ha gustado nuestra sorpresita de antes? – me pregunta sonriendo.

– Mucho, la verdad. No me la esperaba.

– ¿Puedo preguntarte algo? Quiero que seas completamente sincero.

– Claro.

Se pega a mí y acaricia mi pecho con sus manos, mirándome a los ojos con una preciosa sonrisa.

– A quién prefieres, ¿a Alicia o a mí?

Como me pide, me sincero:

– Creo que lo sabes…

– Sí, pero quiero oírtelo decir.

– A Alicia.

– Me he dado cuenta de que cuando nos has evaluado has tratado de no ser duro con ella.

– Sé que te has dado cuenta. Es solo que no quería molestarla.

– Te entiendo. Ella está enamorada de ti y creo que a ti cada vez te gusta más, ¿me equivoco?

– Para nada. Es solo que no quiero que te sientas apartada…

– En absoluto. No te preocupes por eso. Aunque ahora cada uno se enrolle con varias personas, sé que al final acabaréis juntos. La que tiene que buscarse una pareja estable son yo.

– Aún hay tiempo, Cristina. Somos jóvenes. Ya encontrarás a alguien.

– Eso no lo dudo. A fin de cuentas, no creo que ningún chico pueda resistirse a estos dos melones jiji – se sujeta los pechos con las manos.

– Desde luego que no.

La abraza y la beso mientras y pellizco sus senos. Cristina es sin duda mi mejor amiga. Fue ella la primera chica con la que estuve fuera de mi familia para formar la red cuya existencia mi tío me ha agradecido hoy. Ha sido y es una pieza imprescindible en este gran puzzle.

Terminaos de ducharnos y vamos a cenar. La carne ya está lista y nos espera metida en un par de cazuelas cerradas donde Alicia la ha ido metiendo. Nos las llevamos a la tienda y nos disponemos a cenar.

– Un momento – las interrumpo antes de que empiecen -. Si no os importa, querría probar una cosa nueva. Necesito una voluntaria.

– Yo misma – se ofrece Cristina.

– Muy bien. Quítate la ropa y cierra los ojos. Alicia, tú me ayudarás.

– ¿No pensarás penetrarme con una salchicha, verdad? – bromea Cristina.

– No, hombre, no, tranquila. Es algo que se me ha ocurrido antes.

Nuestra amiga castaña obedece. Le susurro a Alicia al oído mi idea y nos ponemos manos a la obra.

– Qué original – opina.

Cogemos cada uno un trozo de carne y, lentamente, lo vamos pasando por el cuerpo de Cristina, que enseguida se da cuenta de lo que estamos haciendo: pasamos la comida y dejamos un rastro de aceite y salsa por sus muslos, su barriga, sus pechos, sus brazos, su cuello… hasta llegar a mi boca, donde se la damos de comer. Mientras Alicia la alimenta, yo voy pasando la lengua por todo el rastro, saboreando y haciéndola suspirar simultáneamente.

– Vaya imaginación tienes, Mario – alaba Cristina -. Nunca se me habría ocurrido.

Repetimos el proceso con Alicia y luego conmigo. Nos acabamos la cena y, estando los tres bastante cansados, nos disponemos a dormir. Nos ponemos el pijama y nos metemos entre las sábanas. Yo en medio y ellas abrazadas a mí. No obstante, al rato noto como empiezan a apretarse más y más a mí, haciendo que mi polla coja fuerzas de nuevo. Me están provocando. Se van moviendo hasta volver a quedar mi cara atrapada entre sus tetas, que comienzan a bambolear.

– ¿Qué estáis haciendo, pillinas? – pregunto retórico, dándome cuenta de que todavía no han tenido bastante.

Encienden la linterna y las veo con ganas de marcha.

– Tú ni te muevas. Déjanos hacer a nosotras.

Me indican que me tumbe, se abrazan a mí y restriegan sus pechos por mi cara.

– ¿Es algún tipo de fantasía vuestra? – les pregunto.

– Sí, a ambas nos gusta estrujar nuestro busto en una misma cara. Y si ese rostro es el tuyo, pues aún mejor.

– Madre mía, cómo me cuidáis, chicas.

– Pues claro. Dónde vas a estar mejor que entre las tetas de tus amigas, las dos personas que más te quieren ¿eh? Nosotras cuidaremos de ti. Eres nuestro hombre, nuestro macho, y nosotras tus dulces hembras deseosas de polla.

– Cómo me queréis jeje.

– Pues claro. A partir de ahora tienes tres madres: la tuya y nosotras jijiji. No dejaremos que te pase nada, a ti, a nuestro hombre.

Y en esas estamos cuando noto que entre las dos me cogen el rabo y me lo empiezan a masturbar. Lo bueno es que, debido a su tamaño, pueden cogérmelo cada una con una mano. O lo que es lo mismo: me mide más de dos palmos de la mano en horizontal. Entiendo que sus chochos ya están cansados de que los penetre hoy y prefieren darme placer con las manos, cosa que igualmente agradezco. Después de esto, me limpian el glande chupeteándomelo y finalmente, siendo ya de noche, caemos rendidos y dormidos.

Me despierto el primero, ya de día. El insomnio me viene de familia, qué le voy a hacer. Las observo dormir y las dos me parecen unos perfectos angelitos. Están abrazadas a mí, pero con algo de esfuerzo logro levantarme, darles un suave pico a cada una y empezar a recoger las cosas. Le mando un mensaje a mi tío para que nos venga a recoger.

– Ok, ahora voy, pero tardaré un poco, que tengo a la madre de Alicia sobre mí.

Vaya meneo le debió dar anoche. Como la hija sea más guarrilla como la madre, le habrá dejado seco. Termino de recoger y al poco rato se despiertan mis amigas. Desayunamos unas galletas y en nada llega mi tío. Nos montamos en el coche y Alicia y Cristina se vuelven a dormir. Mi tío no dice mucho durante el viaje de vuelta, pero asumo que, como yo, se lo habrá pasado de lujo entre las tetas de sus amigas.

Este relato está inspirado en otro que leí hace meses, aunque no he vuelto a encontrarlo.

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