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Marijo VIII

MariJo me reclamó: ¿Cómo que ya no me vas a escribir cuentos?. ¿Por qué?.
Le expliqué que toda relación tiene un ciclo. Empieza, sube, baja y se acaba. Algún día se tiene qué terminar.
Ella dijo:
-Entiendo, pero…¿Por qué se tiene qué terminar tan pronto?.
-No he dicho que se termine pronto, el punto es que no quiero ser redundante en las historias. Ya hicimos el amor en mi despacho, en mi cama nupcial, en mi camioneta, Te hice un video, también cogimos en la casa de mi primo Ismael cuando estuve de visita en Tampico. Cada vez he contado en un relato cómo lo hicimos. Desde luego podemos seguir pero tenemos qué inventar cosas nuevas; no quiero aburrir escribiendo siempre lo mismo.
-Hay algo que no hemos hecho. Es una fantasía que muchas veces tengo.
-¿Cuál es esa fantasía?
-Hacer un trío.
-¿Dos hombres contigo?
-No; Tú, otra mujer y yo
Recordé que una vez, muy al principio de nuestra relación, me dijo que tenía la fantasía de hacer el amor con una mujer. Por alguna razón que no tengo clara, no le di importancia; pero ahora caigo en la cuenta de que Marijo tiene mucha tinta para escribir todavía.
Le pregunté si conoce alguna chica que quisiera integrarse al trío. Me contestó que no; luego entonces a mi me toca hacer los contactos y propiciar el encuentro. Con mi esposa ni pensarlo.
Revisé mi lista de contactos. Nada. Se me ocurrió poner un anuncio en una revista:
Pareja ocasional. Ella de Tampico 24 años, yo de Querétaro 44. Buscamos dama que desee formar trío igualmente ocasional. Requisitos: seriedad, discreción, higiene y presencia aceptables. Contactos por internet.
Escribieron varias. Me asombra como reaccionan las mujeres a esta clase de avisos. Todos los mails que recibí los reenvié a Marijo para seleccionar juntos a la candidata. Nos decidimos por una muchacha de San Luis Potosí: Gisela, 32 años, contadora, estatura mediana, blanca, pelo negro, tetona y dispuesta a todo.
Nos citamos para chatear. Fue muy erótico masturbarnos en trío imaginando estar en la cama haciendo cabriolas con nuestros cuerpos. Las damas son increíbles para besar entre sí, mamar chiches, vulvas y anos mientras yo divirtiéndome a placer con dos vaginas, cuatro tetas, dos bocas y culos. Del chat pasamos al teléfono. No termino de felicitarme por haber vivido en la era de la tecnología que permite a los amantes conversar recibiendo eléctricos estímulos auditivos. Marijo es tímida, su vocecita apenas se escucha cuando contesta el teléfono pero sube el tono cuando se calienta. Gisela es más abierta. Su voz se escucha clara, grave; jadea como perra cuando ya está muy arriba. Aulla como coyote cuando está a punto de correrse y se aloca toda con cada orgasmo. Finalmente hicimos una cita para encontrarnos. Decidimos que fuese en San Luis Potosí por ser intermedia. También la edad de Gisela es intermedia. Eso valió porque pudimos registrarnos en el hotel como una familia. MariJo es mi hija, Gisela mi pareja. ¿Quién puede decir que no?
La habitación es lujosa. Predominan los tonos pastel: verde pistache en muros decorados con obras del artista que pintó a lápiz, casualmente el beso de dos mujeres desnudas. El techo es rosa muy pálido igual que la alfombra. La cama muy grande; propia para tres personas, presenta un tono color vino. El espejo panorámico devuelve las imágenes del entorno creando ilusión de amplitud. ¡Qué emoción!. Doble espacio, doble cama, doble dama para mi.
Abrí una botella de vino blanco espumoso afrutado. Serví en tres vasos para favorecer el relax porque estábamos muy tensos. Evidentemente era una experiencia nueva para todos ahí. Gisela propuso un strep tease pero a Marijo ese juego no le excita. Ella dijo:
-Mejor besos.
Diciendo y haciendo. Marijo se hizo con la boca de Gisela. Pegadas a lengüetazos y chupetes acariciaban sus cuerpos por encima de la ropa. Gisela llevaba un delicioso vestido rojo muy escotado. Voluntario me ofrecí a bajar el cierre por la espalda descubriendo la humanidad blanca contrastando con el pelo. El brasier negro aprisionaba dos tetas abundantes y la tanga del mismo color dejaba a la vista las nalgas alegremente paradas y los vellos del pubis sin rasurar derramados como arañas. MariJo vestía pantalón café, blusa blanca y ropa interior igual. Muy propia se depila el monte de venus dejando sólo un bigotito breve en el centro. Ardorosa como es, buscaba mi boca. La encontró. Me daba su lengua húmeda y roja entrando profundo a tocar la mía. Sentí dos manos merodeando mis nobleces. Subieron para abrir los botones de la camisa que salió volando. Mi torso desnudo fue un estímulo para las hembras jadeantes de excitación. Me besaban, estrujaban; bajaron el cierre jalando ropa hacia fuera con todo y zapatos y calcetines. Desnudo quedé sobre la cama boca arriba a merced de las féminas hambrientas. Una de ellas bajó a chupar verga. Marijo no dejaba de besarme. Me pedía le mamara los pezones, leves mordiscos sin lastimar.
Las cosas se fueron dando como ensayadas. Gisela a horcajadas encaramada en la macana penetrada a su gusto y ritmo. Marijo también se subió a montar pero con su concha en mi boca, de frente a la otra. Así pudieron besarse, tocarse, acariciarse mientras yo jugaba con nalgas y tetas. A Gisela no pude alcanzarle el culo con las manos pero a Marijo sí. Con mi lengua sobando el clítoris, metí los dedos profundo para mojar y busqué el culo. Leve empujé esperando reacción. Fue favorable. Todo estímulo tiene reacción favorable en Mari cuando está a punto de venirse. De hecho fue la primera en acabar. Ella no resiste dos nalgadas sin chorrearse de inmediato. Gisela tardó más. Estaba como enajenada bramando y bailando el palo. Cuando se vino aulló como suele hacerlo. Igual la sentí abajo. Entonces cambiaron posiciones y seguimos hasta que se vinieron otra vez las dos. Yo cumpliendo, sólo cumpliendo.
Montadas como a caballo siguieron besando y abrazando con ternura hablando entre ellas:
-Me encanta tu boca. Eres muy linda, déjame acariciar tu pelo, tu espalda, tus pompas.
Ellas son muy delicadas en su hacer y decir. A menos que las provoquen no suelen decir palabras fuertes aunque escucharlas las excita muchísimo.
Bajaron del caballo algo cansadas pidiendo un receso. Yo erecto esperando la iniciativa de alguna. Platicamos un rato. Cada uno de nosotros explicó su fantasía en el trío y cada uno se ofreció a colaborar para cumplir la fantasía de los demás. Así estuvimos media hora. Seguimos bebiendo hasta terminar con la breve botella de vino espumoso.
Regresamos al juego. Nuevamente besos para ir subiendo y chupetes con mordiscos, pellizcos en los pezones incluidos los míos que también se erectan con el estímulo oral. Gisela pidió empinarse para ser penetrada por mi, mientras le mama la panocha a Marijo. Con gran regocijo entré y salí primero por la vagina, después con mucho cuidadito por el ano. Fue la locura; los tres gozábamos intensamente y creo que nos venimos al mismo tiempo o casi porque Mari siempre se adelanta, seguida de Gisela y yo que reacciono siempre a los apretones anales con caricias manuales en los testículos. Ahora fui yo el que pidió un receso pero ellas estaban muy urgidas de otro orgasmo. Me hicieron a un lado; se abrazaron fuerte. Entre besos y caricias en tetas y vulva. Montada una en la otra volvieron a llegar. Así se cumplió la fantasía de Marijo que había pedido cogerse sola con otra mujer. Sólo faltaba cumplirse mi fantasía. Yo pedí empinar a las dos, muy cerca una de la otra. Husmear como perro los culos y panochas. Tomar nota visual de las dos desde ahí y coger con una hasta hacerla venir mientras la otra se masturba con una ayudadita manual mía. Después cambiar de hembra y terminar. Escogí primero a la más peluda. Me excitan mucho los pelos. Gisela respondió bien con chorritos de fluido bajando por las piernas mientras se besaba y acariciaba con su pareja. Se volvió a venir. Cuando acabó me pasé con MariJo. Entré por ese adorado culo que me ha sacado la leche más de una vez. Le dolió un poco; pero cedió cuando le di sus nalgadas y le empecé a decir que soy su perro cogedor, que pare el culo porque se lo voy a llenar de leche. ¡muévete!, ¡puta culera!, ¡zorra cabrona!. Gozame ahí, gózame ahí porque ya me vengo.
Me corrí como animal. Cuando terminé dí a cada una su nalgada fuerte para indicarles que era todo. Se acostaron boca abajo. Yo en medio y así, abrazados, nos quedamos dormidos hasta el amanecer.
Datos del Relato
  • Autor: Fernando
  • Código: 17508
  • Fecha: 21-10-2006
  • Categoría: Juegos
  • Media: 4.74
  • Votos: 46
  • Envios: 2
  • Lecturas: 2947
  • Valoración:
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