Hace meses no veo a MariJo. Cambié de casa; estuve sin teléfono y sin internet. Ni celular tenía. Cuando regresé, la hallé en el chat. Se mostró contenta de encontrarme pero me dijo que ya tenía nuevo novio. El anterior se alejó. Estuvo sola un tiempo; pero se encontró un lindo muchacho bueno que la mima, la besa mucho como a ella le gusta; sólo eso porque no es mujer que se entregue fácilmente y menos a un muchacho que le gusta en serio; con el que prefiere jugar su lado blanco. El negro es para los “perversos” como yo, pero igual conmigo ya no quiere nada. Yo respetuoso no insisto; le ofrezco mi amistad sincera. En caso emergente la ayudarla a excitar para tener un orgasmo o dos o tres pero sólo por teléfono.
Una madrugada me entretenía escribiendo cuando vibró mi celular. Tenía un mensaje de MariJo. Simplemente decía ¿Qué haces?. Le llamé como otras veces. Estaba excitada. Yo me caliento de inmediato. Nos masturbamos y seguimos platicando. Me dijo:
-Quiero repetir la experiencia de la otra vez.
-¿Cuál de todas?
-El trío
-¿Quieres que le llame a Gisela?
-Sí.
Hablé con Gisela. No fue difícil convencerla de reunirnos de nuevo. Esta vez nos encontraríamos en Querétaro; mi hermosa ciudad: la más bella, limpia y segura ciudad de muchas que hay en México. Les propuse que sólo pagaran sus pasajes. Yo cubriría los gastos de alimentos, hospedaje y transporte local. Reservé en el hotel Flam: cómodo, bonito, turístico, familiar, una suit con dos privados; jacussi, una sala de estar con sillones, mesa de centro, televisión con video integrada, servi-bar y mucho más. Al reservar informé que mi familia y yo mismo llegaríamos cada uno en su momento. La primera en llegar fue Gisela. El viernes a las 10 P.M. se instaló en la lujosa y cómoda habitación. Se dio un baño para ponerse a tono. Vestida brevemente con un baby doll color vino y blanco; tanga igualmente. Perfumada con aroma de flores del jardín: jazmines y rosas. Me llamó al celular para decirme: Ya estoy aquí. Relajada se recostó en la cama a ver televisión y esperar. MariJo llegó en la madrugada después de un viaje de 6 horas en autobús desde Tampico. Llamó a la puerta:
-¿Quién es?
-Yo, Marijó-
-Pasa cariño, te estoy esperando.
Se saludaron en la intimidad con un beso tibio; lleno de afectividad y promesas. Gisela adoptó el papel anfitrión por ser la primera ocupante del lugar.
-Ponte cómoda querida; báñate. Arréglate para mi si quieres.
-Tardé horas arreglándome para ti. Estoy lista.
Diciendo y haciendo. Retiró un suéter blanco tejido, zapatos blancos de tacón y se subió a la cama vestida aún con faldita corta floreada en razo; blusa sin mangas de la misma tela y color; abajo, su ropa interior negra.
Abrazadas en la cama; hembras sedientas buscando soltar ardores realizando fantasías, unidas en abrazo pasional; íntimo. Fundidas al calor de sus deseos reprimidos, finalmente liberados. Frenesí de besos con leves tocamientos a las zonas que ellas conocen muy bien , retiro de prendas; desnudez de pieles: pezones enhiestos; redondez de cuerpos, humedad en pliegues; mariposas bullendo entre vellos y mieles, susurros y piensos.
Es muy excitante imaginar a las hembras haciendo poses para encontrar sus deleites. Gisela es muy oral; tiene la iniciativa. Puso a su amante boca arriba con las piernas abiertas, recogidas como ranita para encontrar su pubis; vulva mojada y abierta; lengua entre pelitos, clítoris y labios; entrando dedos y algo sorpresivo. Un pene vibrante de doble entrada, 40 cm. de goma gelatinosa de tacto suave y cálido, puesta a la entrada de la vagina de Marijo para estimular su codicia.
-¿Qué es eso?.
-Una verga.
-La quiero, métela por favor.
-Lento cariño, no comas ansias. Hay suficiente para las dos.
Sin dejar de chupar el clítoris, fue metiendo aquel vivorón en la cueva ardiente sacando alaridos a María que apoyaba los pies en la cama para acometer con movimientos pélvicos el juguete que entraba y salía arrancando alaridos. ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAA!!!!gggggg!!
-¡¡más por favor!!. ¡¡más!!
Con 20 Cm. dentro, sobresalían otros 20 para Gisela. Lo tomó entre labios relamiendo como helado de chocolate: hizo ejercicios de entrada y salida de su boca y la vagina de Mary. Empinada con la cabeza entre las piernas, gratificó a su compañera hasta que la escuchó cantar su venida. AAuuuuu ¡me vooooooy!. En ese momento se montó para ensartar la goma suave, caliente y humedecida en su propia vagina enmarcada en la hirsuta mata de pelo negro abundante hasta la región anal. Ahí siguieron las dos, como hombre y mujer, como dos hombres o dos mujeres. ¿A quién le importa?
Cuando llegué las encontré muy relajadas, adormiladas, desnudas y recién bañadas. El jacussi a medio llenar con agua usada. Es claro que ellas ya retozaron ¿y yo qué?.
Me metí entre ambas; logré reanimarlas a besos. Marijo reacciona de inmediato a los besos en la boca. A Gisela tocaditas en las tetas, las piernas y nalgas blancas, sedosas, paradas. Fuimos al jacussi. Sólo Gisela consintió porque Marijo estaba muy cansada y prefería dormir. La dejamos en la cama y nos dirigimos al “taller erótico”. Un juego que me gusta mucho en el jacussi es el de los “bucitos”. Consiste en meter un chocolate en la vagina da la dama y recuperarlo con la boca pero debajo del agua. Es muy peligroso. Una vez en lugar de chocolate concentré mi atención en el clítoris que me pareció el chocolate más rico. A ella le gustó tanto que aprisionó con piernas y manos mi cabeza y no me dejó respirar hasta que terminó su orgasmo. Casi me ahogo. El juego del submarino consiste en sacar la puntita del pene por encima del nivel del agua, ella lo espera y le da relamiditas hasta que vuelve a sumergirse. Ese juego también tiene sus peligros porque cuando llega el clímax se pierden los controles y puede suceder que entre chorretes de semen, la mujer trague gordos motos de agua. Todo tiene riesgos; pero es muy divertido. Salimos del jacussi para integrarnos con Marijose al sueño profundo de la madrugada.
Como a las 7 A.M., Gisela despertó y comenzó el juego. Chupaba levemente mi tetilla cuando desperté. Es una sensación cosquillosa pero muy agradable. Siguió en ese tenor de juego oral inocente; casi infantil chupando aquí y allá hasta que se me paró el mástil. ¡se acabó la inocencia!. Los chupetes de pronto se concentraron en la puntita roja, coronada en glande, húmeda y caliente. Marijo me besaba en la boca: es su juego preferido. Me dejé hacer por las dos como esclavo tocando pieles, humedades o tetas: grandes y blancas las de Gisela, medianitas las otras. Cambiamos de pose. Mary es muy pasiva, se puso boca abajo exponiendo nalgas para acariciar y darle breves nalgaditas. Yo sé cómo excitarla y llevarla al límite en sólo cinco minutos: Simulo una violación con algo de violencia oral y física. Nalgadas, algunos insultos: ¡zorra!, ¡puta ramera! ¡muévete culera!! Y ¡zas!, ¡zas!, palmeadas fuertes. Cuando hice eso, ella paró el culo. Empinada sobre sus rodillas, abandonada con los brazos abiertos, mejilla al colchón, sólo jadeaba como perra a punto del colapso y pedía por favor ser penetrada: ¡¡Ya papito!!; ¡métemelo!, por favor. ¡dame tu verga!, ¡la quiero!. Yo conozco ese juego. Me excita muchísimo sentirme deseado. Entender que mi pene es muy caro y lo desea más que a nada en el mundo. Entré la puntita. Ella codiciosa se empujaba para comérselo todo; pero yo la retiraba para potenciar su deseo. Cuando sentí inminente su venida, mojé un dedo para entrar por el ano y embestí para entrar profundo el pene en su vagina. Sentí las pulsaciones orgásmicas en los dos orificios. Escuché jadeos y expresiones de placer intenso. ¡¡AAAaaaa!, ¡yaaaa!. Gisela se divertía viéndonos mientras se masturbaba con el fenómeno de dos cabezas. Parecía macho con aquel falo inmenso sobresaliendo a su cuerpo. Propuso metérmelo anal pero no me pareció buena idea porque era muy grueso. Entonces sugirió penetrarme con un dedo. Bien lubricado acarició el periano y lo fue metiendo poco a poco. Entraba y salía su dedito mientras me regalaba caricias orales y se ayudaba con el consolador. Las mujeres se besaban y tocaban a punto de otro clímax. Gisela es muy gritona cuando se viene, gime, llora, puja y se abandona cerrando las piernas, arqueando la espalda, aullando como coyote. Marijó tuvo otro orgasmo aunque lo minimizó diciendo que fue “chiquito”. Yo en cambio llegué alegre, abundante en la boca de Gis que me llevó al cielo con su delicioso estímulo oral y anal con su dedito.
Cuando terminaron se quedaron un rato relajadas encima mío buscando mi ternura. Es el momento de hablarles rico. Decirles que son una delicia de hembras, que las amo, las admiro y estoy dispuesto a todo por complacerlas.
Pasamos al jacussi. El juego ahí es muy divertido por el agua tibia que estimula la circulación. El humor encuentra senderos para reir. Les conté que mi amigo Israel, una vez me preguntó: Qué harías si pudieses estar en la cama con dos mujeres. Le contesté muy circunspecto: Pues el ridículo. Después les conté el chiste d un hombre que se murió con el pene erecto. Lo tenía tan grande que la caja no cerraba. La viuda consintió en que se lo cortaran y se lo pusieran dentro del ano para que llegara completo. Así lo hicieron y el muertito emitió un leve pujido y le salió una lágrima. La viuda comentó ai’stá cabrón ¿no que no dolía?. Rieron de buen grado y me besaban, me abrazaban, jugaban con mi pene para evitar que perdiera la erección. Sólo quedaban resabios de lo que fue una de mis experiencias más recordadas con dos mujeres. Gracias a las dos.