MARIA.
LA PROSTITUTA
Relato No. 1
Julio César Bete
Amables lectores voy a comenzar una serie de relatos y doy fe, de que todos sin excepción son reales; y ustedes juzguen si la realidad, algunas veces supera la fantasía.
Debo confesar que estoy cerca de cumplir los setenta años y debido al trabajo a que me dedico; he recorrido a lo largo y ancho todo mi país, y he residido por dos o tres años en varias ciudades. Lo anterior, me ha permitido oír, conocer y protagonizar algunos de los relatos que hoy voy a compartir con ustedes.
Quiero aclarar que siempre he tenido problemas para recordar nombres, especialmente de mujeres (no es por la edad). Y obviamente, algunos nombres debo cambiarlos porque nuestro país es pequeño y es posible que alguien lea este relato y de inmediato se identifique con el personaje.
El verdadero nombre de la prostituta, no es María y realmente no lo recuerdo. Me hice amigo de ella porque en ese tiempo andaba queriendo escribir un libro y un Sábado por la tarde llegué a un local de venta de pollo frito y pedí una cerveza (Año 1984). Se me acercó una mujer bastante hermosa (40 años más o menos) y me dijo que si podía acompañarme y que la invitara a un refresco.
Yo le contesté que no había problema que iba a pedir una cerveza y me dijo que ella no tomaba bebidas alcohólicas mientras trabajaba. Le pedí un refresco y una porción de pollo frito. Mientras ella comía y yo me tomaba la cerveza, de reojo la observaba, me di cuenta por sus modales que no era del montón y que tenía algún grado académico. De inmediato pensé “Julio César, del cielo te están cayendo las hojas”. “El mundo de la prostitución es un buen tema para el libro que quieres escribir, especialmente si lo tratas con fineza sin llegar a la obscenidad”
Cuarenta y cinco minutos después conversábamos como grandes amigos y le hice saber de que yo quería escribir un libro y que si me permitía hacerle unas preguntas. Me dijo que por parte de ella no había problema, pero que ella tenía que rebuscarse y que si se hacía tarde “era clavo” (palabra textual) porque le daba miedo andar muy de noche, por la delincuencia.
No se preocupe, le dije. Yo le voy a pagar a usted lo que gana en una noche; y precisamente esa es la primera pregunta.
Algunas noches no se consigue nada. La situación está bastante difícil y depende del número de entradas que se consigan. Todo depende del cliente y una aplica el dicho “Así como es el sapo es la pedrada” Me doy por satisfecha cuando en una noche me rebusco el equivalente de veinticinco o treinta dólares.
Okay. Yo le voy a dar el equivalente a treinta dólares por las preguntas que le haré. ¿Le parece bien?
Bueno. Como usted es el que manda, entonces ahora si usted quiere puede invitarme un par de cervezas.
No hay problema.
Estamos en un puerto caribeño y acá hay bastante gente de la raza negra. ¿Tiene usted alguna objeción para tener relaciones sexuales con estos hombres?
Para nada. Siempre que anden aseados y que no anden borrachos, no hay ningún problema.
Dicen que son “Coroneles” ¿o es que a usted le gustan grandes?
Muchos de ellos son “Coroneles” pero la gran mayoría la tienen de tamaño normal. Y no se engañe también hay indios que son coludos; hay unos inditos que no tienen ni cuerpo pero mal rayo los parta. Se cargan unos bates, que mis respetos. Usted me preguntó que si me gustan grandes. Si usted le hace esa pregunta a su esposa y ella tiene dos dedos de frente y es inteligente ¿sabe que le va a contestar? ” Como la tuya mi amor, como la tuya es que me gustan a mí”.
Si ella le dice la verdad eso yo no lo sé, pero a mi si me gustan grandes. Cuando un hombre me penetra, me gusta sentir que es verdaderamente un hombre el que me está poseyendo. Yo tenía un cliente negro que cuando ese hombre se desnudaba con solo verle el tolete yo me ponía mojadita. Ese cliente se casó y lo que yo hago es buscarlo dos o tres veces al año y ahora soy yo la que le pago para que me deje satisfecha.
Cuando ella se estaba tomando la tercera cerveza le pregunté ¿Cuánto tiempo hace que usted se dedica a su trabajo y porqué comenzó a hacerlo?
María se puso bastante triste y me dijo que hacía dos años que era prostituta por necesidad y obligada por las circunstancias. Aunque usted no lo crea soy secretaria comercial, también soy perito mercantil y contador público. La empresa en la que trabajé por muchos años se declaró en quiebra y quedé cesante.
Yo pensé “No me equivoqué, Sabía que tenía un grado académico”
Busqué trabajo, pero si usted se fija en los anuncios de los periódicos uno de los requisitos es que uno no debe ser mayor de 35 años. Si una mujer es mayor de esa edad, ya no le dan trabajo.
Nosotros los hombres también tenemos que tener mucha suerte para que nos den trabajo cuando somos mayores de treinta y cinco años. En mi caso toman muy en cuenta mi experiencia.
Si, mi edad y que también me descuidé mucho después de la muerte de mi hijo.
Era todo lo que tenía en éste mundo y por lo que yo luchaba. Cuándo el murió quedé totalmente destrozada. Ya no me importaba nada. Perdí mi buen trabajo.
Cuando me di cuenta me echaron del apartamento en que viví por muchos años. El señor que me dio posada por un tiempo; tenía llave del cuartucho donde yo dormía, entró al cuartucho y me pegó una gran pateada y me violó. Repitió lo mismo como tres veces. Por último, llevó dos hombres para que ellos también me violaran y entre los tres me poseyeron toda una noche. Pero ese mal nacido tiene toda una vida para recordarse de mi, él y sus amigotes sé que nunca me olvidarán.
Amables Lectores, con María nos hicimos muy buenos amigos. En los cuatro meses que estuve en el puerto no hubo fin de semana que no la buscara para encuentros sexuales que les contaré con detalles en otra ocasión. Por medio de ella conocí a otras mujeres, verdaderos bombones, cuyas relaciones también les contaré con detalle. Yo tenía que ver con estas amigas de María, especialmente cuándo ella andaba con la menstruación. Ella me decía que era una forma de ayudar a sus amigas, porque tenían necesidades económicas y así con lo que yo les daba ellas se ayudaban. Pero mi preferida era María.
Les adelanto que en el próximo relato les narraré las relaciones incestuosas que tuvo María con su único hijo. (Ella no se arrepiente y más bien se siente orgullosa. Me lo contó con lujo de detalles)