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MARIA, LA BARBIE MADURA

"Casi siempre las cosas ocurren cuando menos te lo esperas. Una serie de coincidencias hizo que conociera a la mujer mas increíble que jamas hubiera podido imaginar. "

 

me llamo Carlos, y tengo 41 años. Esta historia empezó una calurosa mañana del mes de julio de hace 8 años. Por aquella época trabajaba en una multinacional donde compartíamos el coche de empresa entre dos personas. El día anterior mi compañero había dejado el coche en un parking próximo a su casa y yo tenía que ir a buscarlo por la mañana para ir a ver a un cliente. Era una faena porque el parking estaba algo lejos de mi casa y tuve que levantarme pronto para ir a buscarlo.

Al llegar donde estaba el coche vi que aún era bastante pronto, así que, como no había desayunado,  decidí entrar en un bar junto al parking a tomar un café y fumarme un cigarro. 

Esa serie de casualidades fueron las que me llevaron a conocer a mi musa. Entré en el bar medio distraído y me senté en la barra esperando a que me atendieran mientras miraba mi teléfono móvil. 

- Hola! Qué te pongo? - me preguntó una voz femenina con mucha energía.

Levanté la cabeza y ahí estaba ella. Una mujer de entre 45 y 50 años. Bastante alta, alrededor de 1,75. Llevaba una falda negra a la altura de las rodillas y un top rojo de tirantes muy finos. Pelo rubio que le llegaba un palmo por debajo de los hombros y unas sandalias negras. Sus ojos verdes con un tono marrón y su pequeña nariz quedaban escondidos por unos labios carnosos muy hidratados, no excesivamente grandes, simplemente perfectos. Su rostro acababa en una mandíbula con un diminuto hoyuelo que se abría y crecía cuando dibujaba una sonrisa y enseñaba sus dientes. Era una cara angelical, el rostro perfecto de una mujer madura.

- Un café con leche, por favor - Me sonrió y dio media vuelta.

De sus sandalias sobresalían unos dedos grandes, acabados en unas uñas pintadas de rojo. Unos finos tobillos iniciaban el recorrido sus piernas, largas y contundentes, que estaban tapadas de rodilla hacia arriba. Su falda dejaba entrever unos grandes y firmes muslos, y un culo redondo, más grande que pequeño pero proporcionado al resto del cuerpo. 

- Aquí tienes tu café con leche cariño - me dijo con una gran sonrisa.

- Muchas gracias!

De caderas para arriba era un auténtico espectáculo. Su cintura era un pelín ancha aunque no tenía apenas barriga. Pero lo que llamaba la atención eran sus increíbles tetas. No podría decir la talla, tampoco importa. Simplemente eran enormes, hermosas, redondas, mirando hacia delante con clase, aprisionadas en el sujetador. El top tenía un agradecido escote y permitía ver el inicio del canalillo que separaba sus globos. Los finos tirantes le subían por sus hombros, donde su piel era más brillante. 

Si la palabra milf saliera en el diccionario debería hacerlo con una foto suya. Toda ella era grande, de formas redondas, aunque todo muy bien puesto y proporcionado. No estaba ni mucho menos gorda, más bien era lo que siempre he considerado una jaca. Me quedé totalmente embobado observando cómo se movía dentro de la barra. Como botaban sus pechos cuando se movía. Viendo su escote cuando se agachaba a buscar algo. Repasando su gran y redondo culo cuando caminada de espaldas a mí. Toda ella era sensualidad en estado puro. Y todo lo hacía con una sonrisa. Simplemente me quedé prendado. ¡Era un Barbie en el cuerpo de una mujer madura!

Alargué el café todo lo que pude hasta que no me quedó más remedio que irme. Al pagar sentí el contacto de la piel de su mano con la mía al devolverme el cambio. Una mano fuerte y trabajada, pero con una piel fina y caliente. Jamás pensé que una mujer provocaría ese sentimiento en mi 10 minutos después de haberla visto. Estuve todo el día pensando en su cuerpo. No sabía nada, ni su nombre, ni su edad, ni su historia. Nada. Pero estaba obsesionado. Simplemente quería follar con ella.

El bar donde trabajaba estaba un poco lejos de mi casa, pero intentaba pasar por lo menos un par de días a la semana a tomar un café y verla. Con el paso de las semanas y los meses lógicamente fuimos adquiriendo confianza. Su nombre es María y en aquella época tenía 46 años, así que a día de hoy tiene 54. Tiene dos hijas fruto de dos matrimonios, una mayor ya casada y otra que acaba de cumplir los 18 hace unos meses. Su actual marido está alguna vez por el bar.

Con el paso de los años físicamente apenas ha cambiado. Tal vez alguna arruga en el cuello y la piel algo más rugosa, pero sigue manteniendo unas curvas que ya quisiera alguna de 20 años. Se cortó el pelo hará un par de años al estilo de la cantante de Eurythmics o de Roxette. Lo lleva bastante corto, lo que le hace tener un look mucho más juvenil; a mi me gusta más así.

Ahora nos situamos dos meses antes de empezar a escribir estas líneas, una noche de sábado del mes de abril. Era el cumpleaños de uno de mis mejores amigos y fuimos a cenar y a tomar unas copas. Cuando salgo con los amigos siempre pasa igual, después de cenar las mujeres se van a casa porque dicen que están cansadas o se aburren y nos acabamos quedando los mismos de siempre. Normalmente nos tomamos dos o tres copas y nos vamos a casa... la edad no perdona y ya no somos unos adolescentes. Aquella noche iba por el mismo camino. Al salir de cenar las mujeres pillaron un taxi y se fueron para casa. Nos quedamos los tres solteros del grupo y los cuatro casados que habían sido "abandonados" por sus mujeres y fuimos a tomarnos un par de gintonics. 

La noche avanzó como siempre y al final nos quedamos mi amigo Alberto y yo a tomar la última. Ahora que estábamos solos podíamos ir al local de moda de la ciudad. No es lo mismo intentar entrar siete tíos que solo dos... Es una discoteca muy conocida, un poco elitista y con fama de mujeres fáciles.

Bingo! Conseguimos entrar! Y directos a la barra a pedir algo y ver observar el ambiente. La disco estaba a reventar, la mayoría de gente entre los 35 y 45, por eso nos gustaba, nada de niñatos que te hagan sentir un abuelo. 

Uno de los camareros nos estaba sirviendo los gintonics cuando noté detrás de mi una mano dándome golpecitos en el hombro. Pensaba que era algún pesado que quería pasar y al girarme me encontré con una cara familiar sonriéndome de oreja a oreja. Era María! Jamás habíamos coincidido en ningún lugar fuera del bar. 

- Que alegría verte!!! Hemos ido a cenar con otra pareja y nos hemos metido aquí dentro sin saber ni donde entrábamos jajaja. Mi marido está agobiadísimo y ya nos íbamos. Esto ya no es para nosostros - Me dijo con su gran sonrisa después de darme dos besos.

Tenía los ojos brillantes y se le notaba esa chispilla que provoca el alcohol. Al momento apareció su marido y me dio la mano. Habíamos hablado varias veces en el bar. Tenía cara de aburrido, como siempre.

- Me dice María que ya os vais? Dejadme que os invite a una copa, hombre!

- Lo siento, estoy muy cansado y tengo ganas de irme a casa. Me agobian estos sitios con tanta gente. Tal vez otro día...

- Pues yo tengo ganas de tomarme otra copa y bailar un poco, - saltó María- y Marta (la mujer de la otra pareja) también!

Se retiraron unos metros los cuatro y María volvió con Marta a los cinco minutos, mientras los dos maridos se dirigían a la salida levantando la mano diciéndome adiós.

- Una copa y nos vamos, que para una vez que salimos no me quiero quedar con las ganas! Además, si me meto ahora en la cama con lo que he bebido, no podré dormir.

- Eso está hecho!

Cuando por fin conseguí que el camarero me hiciera casa veo que la amiga de María da media vuelta y se marcha del local.

- Qué ha pasado?

- Se lo ha pensado mejor. Prefiere no tener broncas con su marido cuando llegue a casa... Suerte que el mío es muy comprensivo. Bueno, despreocupado sería más correcto.

A todo esto mi amigo Alberto ya estaba en la pista de baile revoloteando a ver que podía pillar, así que ahí estábamos María y yo solos en la barra esperando que nos sirvieran un par de gintonics. Entonces me fijé en cómo iba vestida. Llevaba una blusa plateada muy ajustada, con botones desde la altura del ombligo hasta el cuello, todos abrochados menos el último. La blusa resaltaba sus curvas y su silueta, y sobre todo marcaba perfectamente sus pechos... dos globos de tamaño enorme desafiando la ley de la gravedad y apuntando directamente hacia mí. Llevaba unas mallas negras ajustadas, escondidas a la altura de la rodilla por unas botas marrones con unos pequeños tacones que estilizaban su figura. Y como olía! Su olor es indescriptible. El estar cerca de ella y poder oler su pelo, su aroma... era increíble.

El camarero nos sirvió las copas y, ante mi sorpresa, María se bebió la suya en dos tragos y pidió dos chupitos y dos gintonics más. No daba crédito a lo que veía. Me bebí mi copa tan rápido como pude y nos tomamos los chupitos. Con la segunda copa en la mano me preguntó si íbamos a la pista de baile. Me agarró de la cintura y fuimos a bailar. Ya en la pista los tíos no paraban de acercarse e intentar bailar con ella. Algunos incluso la manoseaban disimuladamente, pero ella no se inmutaba. Bailaba totalmente a su bola y de vez en cuando se me acercaba animándome a bailar. Yo no me creía lo que me estaba pasando... María seguía con la chispa del alcohol, sin llegar a estar borracha, y mi polla empezaba a marcarse en mis pantalones. Estuvimos como una hora bailando sin parar. Bueno, ella bailaba y yo admiraba su cuerpo. Y cuando podía me arrimaba e intentaba que bailáramos juntos. De repente se me acercó y me preguntó al oído si la acompañaba fuera del local a fumar un cigarro.

Una vez fuera nos encendimos un cigarro cada uno.

- Necesitaba salir una noche y pasármelo bien! Que suerte habernos encontrado! - Exclamó María, que, por culpa del alcohol, cada vez tenía más problemas para hablar claro.

- Pues sí ha sido una suerte. Mi noche tampoco daba para mucho hasta que tú has llegado - Contesté.

- Bueno, creo que voy a llamar un taxi y me voy a casa, no quiero que mi marido empiece a preocuparse. Me lo he pasado de maravilla. Gracias por hacer que una vieja como yo disfrute de la noche.

- Una vieja cómo tú? Ya quisieran mujeres con la mitad de tu edad estar tan deseables como tú! 

Pasé dos dedos por su mejilla mientras le decía lo atractiva que era. Sus ojos se cerraron y movió su boca para darme un beso en los dedos. Con mi otra mano empecé a acariciar su otra mejilla. María giró su cara y abrió los ojos, pareciendo querer besar mi otra mano, pero vi como abrió la boca y empezó a chuparme los dedos. Primero el índice, dándole suaves toques con su lengua, y luego mi dedo corazón, que acabó metiéndose en la boca. Mientras me chupaba los dedos clavaba sus ojos verdes en los míos y notaba como su respiración se estaba alterando, al igual que la mía. 

-¿Te apetece ir a un sitio más tranquilo a charlar? - pregunté.

Asintió con la cabeza, sin sacar mis dedos de su boca, y fuimos a un pequeño callejón a unos 50 metros. Tal como llegamos me empujó contra la pared, cogió mi mano y volvió a meterse los dedos en su boca. Esta vez lo hacía de una forma voraz, casi violenta, sin apartar su mirada de la mía. Un reguero de saliva empezó a caer de su labio inferior, deslizándose por su barbilla y cayendo en el canalillo de su blusa. Ya eran tres dedos en su boca y empezó a meterse también el meñique. Con sus dos manos me agarraba de la muñeca para que empujara los cuatro dedos hacia el interior de su garganta sin dejar de mirarme. El reguero de saliva ya se había convertido en una fuente que no paraba de brotar, y su canalillo estaba ya inundado por sus babas. Cada vez empujaba más fuerte mi mano, hasta provocarla arcadas. El rimmel de sus ojos empezaba a mezclarse con sus lágrimas. Con mi mano libre empecé a desabrochar los botones superiores de su blusa, que ya estaba empapada de sus babas. Empecé a ver su sujetador blanco, también empapado con su saliva. 

De repente sacó mi mano de su boca, su saliva resbalaba por mis dedos.

- Te vas a correr y me voy a ir a casa antes de que mi marido se preocupe...

Asentí con la cabeza. Llevaba mucho rato sin hablar, solo observando a una hembra en celo que estaba a punto de hacerme una paja. No iba a aguantar mucho, llevaba excitado demasiado tiempo. Puso mis manos detrás de mi espalda y me ordenó que no las moviera. Me bajó la cremallera con su mano izquierda, con la derecha me agarró el pelo de la nuca y echó mi cabeza hacia atrás. Urgó en mis calzoncillos y mi rabo saltó como un conejo. Nunca olvidaré su sonrisa, con el rimmel corrido mientras escupía en su mano y empezaba a masajear mis huevos. Echó mi cabeza aún más atrás y puso su cara sobre la mía. Pensé que me iba a besar, aún no lo había hecho, pero no. De entre sus labios salió un hilo de saliva directo a mi boca.

- Abre bien la boca y saborea mis flujos - susurró - 

Así lo hice. Sus babas empezaron a chocar contra mi lengua. El hilo de saliva era cada vez más abundante e inundaba mi boca. Paró de babear y cerró mi boca con la palma de su mano.

- Mantén mi saliva en tu boca y no digas nada - me dijo con su barbilla aún brillante por sus babas.

Me hubiera encantado tragarme ese manjar pero le hice caso y mantuve su saliva en mi boca.

Bajó la mano con la que me cerraba la boca y la dirigió a mi polla mientras con la otra seguía amasando mis huevos. Tocó mi glande muy suavemente y empezó a hacer giros sobre él con dos dedos. El líquido preseminal servía de lubricante. Joder! Estaba a punto de correrme y casi ni me había tocado. Sus movimientos circulares sobre mi glande empezaron a ser cada vez más rápidos y enérgicos. El placer era indescriptible! A duras penas podía jadear con sus babas en mi boca. Ella me miraba con cara de vicio, con su rimmel deslizándose por sus mejillas, y siempre con su sonrisa enseñándome sus dientes.

- Abre la boca y suelta mi saliva poco a poco sobre tu polla! - Ella ordenaba y yo me sometía. Era incapaz de llevarle la contraria en nada. 

Así lo hice y empecé a soltar la saliva sobre mi glande, bueno donde podía, porque mi cuerpo estaba temblando. 

- Apunta bien! No desperdicies mi saliva - gritó.

Empezó a masajear mi glande con la palma de su mano mientras yo iba soltando baba. Cada vez más rápido, más enérgicamente. Cuando estaba a punto de correrme paró en seco. Sabía perfectamente cómo llevar el tempo, era una loba.

Se me acercó un poco más y dio media vuelta abriendo las piernas. Puso mi polla entre ellas y empezó a hacer movimientos con su cuerpo hacia delante y hacia atrás. Me estaba haciendo una paja con sus muslos, con sus mallas! La parte superior de mi polla estaba apoyada en su entrepierna, de modo que ella también se estaba masturbando con mi miembro. Intenté sacar mis brazos de mi espalda para acariciar sus tetas pero me lo impidió, no quería que tomara la iniciativa, yo era su presa. Sentía su culo redondo, duro como una piedra golpear mi pelvis.

Echó su tronco hacia atrás y levantó sus brazos, agarrándome por la nuca, haciendo que su cara y la mía se juntasen. Su mejilla estaba en contacto con la mía. Quise besarla en la boca, pero no me dejó. Empezó a darme besos en el cuello que pronto se convirtieron en pequeños mordiscos. Ella jadeaba cada vez más, sin duda el contacto de mi polla con su vagina a través de los leggings estaba a punto de provocarle un orgasmo.

Empezó a mover sus piernas y su pelvis más rápido, mientras su espalda presionaba mi tronco y me empujaba contra la pared. Intenté mirar como mi polla aparecía y desaparecía entre sus muslos, pero entre mi cara y sus piernas se interponían sus tetas y no podía ver más allá. Botaban al ritmo de sus movimientos. Tulgentes, desafiantes, erguidas! Enormes, redondas y duras como una bola de petanca. Apenas había separación entre una teta y otra y su estrecho canalillo todavía estaba mojado por sus babas. 

- Te gusta lo que hace mami? Crees que no me fijo en cómo me miras en el bar?

- Joder María! Me corro! Me coooorro!!!

- Eso es! Saca tu leche para mami! Córrete para mami! 

Mis huevos se contrajeron violentamente y estallé. La primera explosión de semen casi llegó hasta la acera de enfrente del callejón. María miraba fascinada como salía el líquido.

- Muy bien! ese es mi chico! que no quede nada en esas pelotas!

Acabé de correrme mirando su cara, con el rimmel corrido, y su blusa, con los botones abiertos, enseñándome su sujetador. Fue glorioso!

- Quiero follarte María!

- Tengo que irme o mi marido se preocupará...

- Pero María....

Metió mi polla en el pantalón, subió la cremallera y dio media vuelta.

- Nos vemos pronto cariño! 

Vi cómo se alejaba y yo era incapaz de moverme. Seguía con mis manos tras la espalda y contra la pared como si ella aún estuviera a mi lado. Vi alejar su culazo embutido en sus mallas, totalmente embobado, hipnotizado, hasta que giró la esquina, guiñó un ojo y lanzó un beso al aire. La mujer de mis sueños me había masturbado en plena calle y yo seguía ahí, inmóvil. Sin duda era el inicio de una nueva vida para los dos. O al menos eso esperaba...

El fin de semana se hizo interminable. Quería que pasara rápido y llegara el lunes para ir a ver a María. Si no me masturbé 10 veces no lo hice ninguna. Tenía ganas de verla y saber cómo iba a reaccionar después de lo que había pasado.

Por fin llegó el lunes y me presenté en el bar a la hora de siempre. Entré por la puerta y nos miramos a los ojos. Su sonrisa de siempre, su mueca, su simpatía, como si nada hubiera pasado.

- Lo de siempre cariño?

- Sí, gracias.

Me sirvió el café. Llevaba su falda negra de siempre hasta la altura de las rodillas y una camisa blanca con varios botones abiertos. Pero esta vez había algo diferente. No lograba ver las marcas de su sujetador en la camisa... ¿era posible que no llevara? se agachó a buscar unos vasos y mis sospechas se confirmaron. No llevaba sujetador! Pude ver perfectamente su canalillo y la forma interna de sus senos, y no había nada que los sujetara. Sin embargo estaban tan levantados y redondos como siempre. ¿Era posible que ese par de globos se mantuvieran erguidos desafiando la gravedad? ¿y en una mujer de más de 50 años? Obviamente María tenía las tetas operadas. El morbo iba en aumento.

Me tomé mi café tranquilamente y el bar quedó vacío por un instante. Se me acercó y, guiñándome el ojo y casi susurrando, me dijo "Sigue las instrucciones de la nota", y alargó su mano dándome un papel doblado. Me lo guardé en el bolsillo y me fui después de pagar. Al salir del bar y girar la esquina leí la nota:

"Ven esta noche a las 11 en punto. Llámame al móvil antes de entrar". En la nota estaba su dirección y número de teléfono.

Di un salto de alegría y volví al trabajo con una sonrisa en la cara que no se me borró en toda la tarde!

A las 11 estaba en la puerta de su casa puntual como un reloj y llamé al teléfono que me había dado. Directamente se abrió la puerta de la calle y entré en el portal. Subí andando hasta su piso y allí estaba María, sonriendo en la puerta, haciéndome la señal de silencio e invitándome a pasar. Me llevó directamente a su habitación y cerró la puerta. Llevaba una bata rosa que le tapaba todo el cuerpo. Lo único en que era capaz de pensar era qué llevaba debajo! Nos sentamos los dos en la cama de matrimonio.

- Mi hija está durmiendo en su habitación. Te pido que no hagas mucho ruido, por favor. 

- Y tu marido?

- Está de viaje, vuelve mañana. Quiero que sepas que he sido una mujer fiel toda mi vida. Lo del otro día fue culpa del alcohol, jamás me había sentido como me sentí aquella noche. Notaba un gran ardor en mi interior y me encantó ver que era capaz de dominar a un hombre mucho más joven que yo. Me sentí poderosa.

- María, quiero follar contigo. Esta noche.

Movió su cabeza de un lado a otro y me dijo que eso no podía ser.

- No quiero tener sexo con nadie. Respeto a mi marido demasiado.

Mientras hablaba se puso en pie y dio media vuelta, dándome la espalda. Empezó a aflojar el cinturón de su bata y se la bajó hasta la altura de la cintura. No llevaba nada debajo, por lo menos de cintura para arriba. Podía ver su espalda al completo, una piel ancha y firme. Sin girarse me dijo "ponte en pie y quítate los pantalones", y así lo hice.

- No quiero follar, pero voy a hacerte una mamada. Te lo debo desde el sábado - dejó caer su bata al suelo y se giró hacia mi, mirándome a los ojos con su maravillosa sonrisa.

Me senté en la cama otra vez, quería admirar su cuerpo. Lo había imaginado tantos años desnudo que no me podía creer que lo tuviera delante. Por fin pude ver sus pechos. Eran más grandes, más redondos y más duros de lo que jamás hubiera imaginado. Dos auténticos globos perfectos, prácticamente pegados el uno al otro, separados por un estrecho canalillo. Las areolas eran muy rosaditas y de un tamaño perfecto comparadas con su pechos. Sus pezones eran increíbles! No muy anchos, más bien finitos, pero largos y puntiagudos. Eran las tetas con las que había estado soñando toda la vida. 

Seguí bajando con mis ojos. Tenía un pequeño piercing en el ombligo, algo que me resultó curioso para una mujer de su edad. Su cuerpo se iba estrechando hasta la cadera, donde volvía a ensancharse para dar cobijo a un culo maduro perfecto. Sus braguitas no me dejaban ver su vagina. Eran unas bragas negras de seda que le cubrían todo su culo por detrás y que por delante se transparentaban para dejar claro que estaba totalmente depilada.

Evidentemente no eran las formas de una chica de 20 años, pero lo que tenía delante era una jaca en toda regla. El mujerón con el que llevaba toda la vida soñando.

- Levántate! Te gusta lo que ves? Me preguntó, sonriendo como siempre.

- No podría imaginarme otro cuerpo mejor que el tuyo María. Quiero comerte entera!

- Ya te he dicho que eso no puede ser! Que te levantes! - ordenó

Así lo hice, poniendo mi cara a un palmo de la suya para intentar besarla, pero rechazó mi boca, se arrodilló y comenzó a tocarme por encima de los calzoncillos con la palma de su mano. Estaba totalmente empalmado cuando empezó a pasar su lengua por encima de mi bóxer, recorriendo mi polla de arriba a abajo. Su cara de excitación se convirtió en una sonrisa cuando tiró de mis calzoncillos hacia abajo y mi polla saltó como un resorte golpeando en su barbilla. No es que esté especialmente dotado, diría que en la media, pero por su cara parecía que tenía enfrente la polla de un caballo. Escupió en mi glande y empezó a hacerme una suave paja.

- Vamos a quitar tensión cariño - mientras volvía a escupir.

Me la agarró fuerte con su mano derecha y empezó a pajearme con velocidad y violencia. Yo notaba que no iba a aguantar ni un minuto más y ni siquiera había empezado a chupármela...

- Quiero que te corras para mami! Venga!

La visión de su cara viciosa mientras movía su mano hacia adelante y atrás me iba a hacer estallar. Sus globos bailaban al ritmo del movimiento de su mano.

- Me corro María! Me corro!

- Dámela cariño! Dale tu leche a mami! - mientras abría la boca para recibir mi corrida.

Un primer chorro fue directo a sus ojos y su nariz. El segundo estalló contra su frente. Nunca me había corrido de una forma tan abundante. Un tercer chorro impactó en su mejilla izquierda. Agarró con más fuerza mi polla y mis últimas gotas fueron a para a su boca. Succionó mi glande para saborear el poco semen que me quedaba.

- Wow! Vaya corrida cariño, así es como se trata a una dama! - Tenía toda la cara cubierta con mi leche.

- Lo siento María, no he aguantado nada.

- Jajaja esto acaba de empezar mi niño - me dijo guiñándome el ojo.

Sin decir nada más, fue directa a por mis huevos. Abrió la boca y se comió los dos a la vez, estirando con fuerza, como si los quisiera arrancar. Así estuvo no menos de 10 minutos, hasta que con su mano cogió mi polla y empezó a masturbarme. Estaba flácida después de la corrida, pero poco a poco empezó a crecer otra vez. 

- Bueno, parece que ya está dura otra vez, como a mi me gusta! - dijo soltando mis huevos de la boca.

Todavía no estaba dura del todo pero iba en camino. María tenía toda la cara llena de mi corrida anterior. El semen de su frente empezaba a resbalar por su cara. De la barbilla colgaban tres hilos que lentamente iban goteando y caían sobre sus duras tetas. Dio una última mamada a mis pelotas y empezó a recorrer lentamente mi polla desde la base hasta el glande con la lengua.

Levantó su mirada hacia mi. Pasó un dedo por su ojo quitándose restos de semen y se lo llevó a la boca.

- Quieres correrte para mami otra vez? - dijo mientras me masturbaba.

Abrió su boca y empezó a chuparme el glande. Con su lengua apretaba mi aparato contra su paladar, cada vez más profundamente. Ya tenía la mitad dentro de su boca, y por los costados empezaba a regar un hilo de babas que le bajaban por la barbilla mezclándose con el semen de mi anterior corrida. Sus ojos, que me miraban desafiantes, se cerraban poco a poco a medida que entraba más carne en su boca. Mis manos se posaron en su nuca. Era mi signo de dominación, pero me las apartó al momento. Ella mandaba. Sacó la polla de su boca, ya dura como un mástil y lubricada con su saliva y mi líquido preseminal. 

Empezó a golpearse con ella en su cara y en sus mofletes. La besaba y me decía que esa polla era suya.

- Me encanta tu polla Carlos! Vas a correrte en las tetas de esta vieja? En las tetas de mami?

- Eres una zorra María! Me correré tantas veces como me lo pidas!

- Ese es mi chico! Obediente! Haciendo caso de mami! De la puta de mami!

Puso sus labios sobre mi glande y fue moviendo su cabeza hacia delante poco a poco, con sus labios presionando fuertemente mi aparato, hasta que llegó al final. Su nariz tocó mi pelvis, mientras estiraba su lengua intentando lamer mis huevos. Notaba el fondo de su paladar. Volví a poner mis manos en su nuca. Esta vez me dejó. Retrocedió con su boca poco a poco hasta dejar libre mi aparato, totalmente lubricado con sus babas.

- Ahora le vas a follar la boca a mami! Como si fuera una perra! Mami es tu perrita?

- Claro que mami es mi perrita!

La cogí del pelo y la obligué a levantarse hasta que nuestras caras estuvieron a la misma altura. Parecía que empezaba a ceder y dejaba que yo llevara algo la iniciativa. Su cara brillaba, igual que sus pechos, gracias a la mezcla de saliva y semen. Y sonreía, siempre sonreía.

Quería besarla! Aún no lo había hecho, así que acerqué su boca a la mía mientras agarraba el pelo de su nuca y me lancé a por sus labios. Por fin reaccionó positivamente a mi intento y recibió mis labios con su boca abierta. Mi excitación hizo que mi lengua se metiera con fuerza en su boca, chocando con sus dientes hasta encontrar su lengua, húmeda y cálida. Ella abría cada vez más su boca, quería mi lengua y mi saliva bien adentro. Sus manos se posaron en mi nuca y atrajeron mi cabeza hacia ella. Se estaba excitando. Chupaba mi lengua, la mordía, y su respiración era cada vez más pesada. A ratos cambiábamos y era su lengua la que se metía en mi garganta y chocaba contra mi paladar.

Con mi mano derecha empecé a jugar con sus tetas. Era la primera vez que las tenía a mi disposición. Madre mía! Eran dos globos. Cada una formaba una circunferencia perfecta, totalmente redonda. Puse la mano debajo de una de ellas como intentando levantarlas, pero eran inamovibles. Así que me dediqué a apretarlas y manosearlas todo lo que pude y a jugar con sus pezones, duros como el hielo. Era como apretar un balón de playa. Me hubiera gustado chupárselas de arriba a abajo, pero en ese momento nos estábamos comiendo la boca el uno al otro y nuestra excitación era máxima.

Con la mano que no tenía en mi nuca María me masturbaba lentamente, con cariño, mientras yo ponía mi mano izquierda en sus nalgas, aún cubiertas por las braguitas. Nuestros cuerpos se acercaron aún más, sus tetas se apoyaban en mi pecho y mi polla se escondía entre las piernas de María, tocando la fina tela de sus bragas.

- He dicho que le vas a follar la boca a mami! - soltó separándose de mí, volviéndose arrodillar y poniendo su boca a un palmo de mi polla.

Puse las palmas de mis manos en sus sienes, de manera que mis dedos abarcaban parte de su nuca. De este modo no movería su cabeza cuando empezara mis embestidas. Al verlo María sonrió y abrió su boca esperando mi polla. Me acerqué lentamente y empecé a entrar en su boca, hasta tocar su garganta. Sus ojos me miraban esperando más. La saqué lentamente, empapada con sus babas y entonces decidí atacar con fuerza. Con su cabeza inmovilizada por mis manos empecé a meter y sacar mi polla de su boca cada vez más rápido. Cuando llegaba al fondo de su garganta emitía un sonido gutural y la sacaba.

- Vamos! Dame más duro! - GLOP GLOP GLOP GLOP

Cada vez entraba con más facilidad. Su boca ya se había acostumbrado al tamaño de mi polla y no le costaba tragársela entera. Así que decidí metérsela hasta el fondo de su garganta y aguantar en esa posición, con toda mi polla dentro de su boca unos maravillosos 20 segundos. Podía ver las lágrimas cayendo de sus ojos por los mofletes. Empecé a sacar mi rabo lentamente, totalmente empapado con su saliva y le ofrecí mis huevos mientras restregaba mi polla por su cara, llenándola de su propia saliva. 

- Me encanta tu polla cariño! Te gusta cómo te la chupa mami?

- Me encanta María. Eres la mejor. Una vieja zorra! Deja que te folle las tetas por favor!!!!

Se levantó. Toda su cara estaba mojada, llena de sus propias babas y mi semen. Se acercó a mi cara y empezó a besarme, metiendo su lengua hasta mi campanilla. Me chupó los labios, los mordió, escupió dentro de mi boca y pasó su lengua por toda mi cara para volver a meterla en mi garganta. Se había desatado como una perra en celo. 

De un empujón me hizo sentar en la cama.

- Así que quieres follarte las tetas de mami?

- Sí María, quiero correrme en tus globos!

- Vas a llenar las tetas de mami con tu leche caliente, cariño??? Me muero de ganas!!! - dijo mientras volvía a arrodillarse.

De su boca empezaron a salir unos hilos de saliva que iban directos a sus tetas y a su escote. Sus globos brillaban! Cogió mi rabo y lo puso entre sus tetas. Había tan poco espacio entre un pecho y otro que tuvo que hacer fuerza para que entrara. Una vez mi polla entró en su canalillo sus manos se dirigieron a su entrepierna y empezó a masturbarse por encima de sus bragas. No necesitaba sus manos para apretar sus tetas contra mi polla. Empezó a mover su cuerpo de arriba a abajo, haciéndome una cubana como jamás me la habían hecho.

- Así cielo! Te gusta como tu polla desaparece entre mis tetazas? - dijo mientras jadeaba cada vez más fuerte.

- Escupe en tus tetas. Lubrícalas, que no hay casi espacio para que se mueva mi polla!

Escupió tres o cuatro veces y tomé la iniciativa. Me puse en pie y empecé a follar sus tetas mientras estiraba de sus pezones.

- Así joder! Fóllame las tetas cabrón! Ah ah ah!

Arrodillada, tenía toda la palma de su mano restregándose el coño sobre la tela de sus bragas.

- Me corro! Me corro! Siiii! Joder! Voy a empapar mis braguitas! Ahhhhh!!!!

Mis embestidas sobre sus tetas eran cada vez más feroces. Mis dedos apretaban y retorcían sus pezones como un tornillo, cuando arqueó su espalda y sus ojos se pusieron blancos. Abrió la boca, pegando un grito silencioso. Se estaba corriendo. Todo su cuerpo tembló. El líquido salía por los costados de sus bragas y se deslizaba por sus muslos. 

- Que zorra eres María! - dije apretando aún más sus pezones.

Intentó contestarme pero solo susurraba. El placer de la corrida se había apoderado de ella y estaba muy débil. 

A los pocos segundos empezó a recuperarse. Su boca pasó a dibujar su sonrisa habitual y miró mi polla, que seguía entre sus tetas.

- Ahora tú cariño! Mami quiere tu corrida en sus globos.

Sacó mi polla de entre sus tetas. De ella colgaban hilos de babas. No me faltaba mucho para correrme. La miró y empezó a chuparla de nuevo. Esta vez solo se metió el glande en la boca mientras me pajeaba con las dos manos. Su técnica era perfecta. Pasaba su lengua por mi frenillo y me la apretaba con sus labios. 

- Ah María! Sigue sigue! Ya viene!

- Te vas a correr amor? - dijo sacándosela de su boca y aumentando el movimiento de sus manos.

- Ahhhhh! Siiii! Me coooooorrooooooo!!!!!!

Mi polla empezó a escupir semen sobre sus tetas. Esta vez fue un chorro único y largo, aunque no tan abundante como antes.

- Sí! En mis globos! Mira como brillan las tetas de mami!!!!

- Joder! Toma mi leche, zorraaaa!

Acabé de correrme y volvió a meterse el glande en la boca, succionándolo hasta que no quedaron restos de mi corrida, y me volvió a sentar en la cama de un empujón mientras ella se ponía en pie. Su cara tenía restos de saliva y semen, igual que sus pechos. Las braguitas seguían en su sitio pero totalmente mojadas, igual que sus muslos. Con esa estampa, agachó su cabeza y se puso a chupar sus propias tetas, recogiendo el semen que había en ellas. Me miró a los ojos y abrió la boca, enseñándome la leche que había recogido de sus globos. Sonrió y se lo tragó todo, sacándome la lengua y sonriendo.

Se sentó a mi lado y nos dimos un beso largo y tierno.

- Ha sido increíble María. Eres la mujer más caliente que he conocido - dije mientras me vestía.

- Tienes que irte cariño. Mañana trabajo y es tarde. Necesito dormir.

- Claro, pero me gustaría hablar contigo sobre nosotros y lo que está pasando.

- Vístete y sal sin hacer ruido, por favor - dijo sin mirarme a los ojos y con tono triste mientras se ponía la bata.

- Está bien. Supongo que ya hablaremos otro día. Adiós María.

- Adiós.

Me vestí, abrí la puerta de la habitación sigilosamente y la cerré. Oí un ruido al final del pasillo y vi una puerta cerrarse. Su hija habrá ido al baño, pensé. Caminé hacia la salida y salí de su casa sin hacer ruido. 

Ya en la calle no pude evitar mirar hacia la ventana de la habitación de María, a ver si se despedía de mí. Pero la luz de ya se había apagado.

En cambio, un poco a la derecha había una luz encendida y lo que me pareció una silueta femenina, que corrió la cortina un poco para sacar su cabeza y mirar. Era la hija de María! Nuestras miradas se encontraron. Agaché la cabeza intentando disimular y me dirigí a por mi moto. De reojo pude ver que seguía allí, mientras me ponía el casco y los guantes. Arranqué la moto y empecé a circular. Levanté la cabeza de nuevo y vi claramente a la hija de María sacando su brazo para decirme adiós con una sonrisa en su cara.

Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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