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Ya conté aquel sábado de lo bien que Estela y María Teresa, las novias, la pasaron tras el casamiento de sus amiguitas de farra, María del Carmen y Mónica. Pero ahora vamos a lo que me contaron de las novias oficiales, que pasaron una noche de bodas de aquéllas, romántica, dulce y, claro, llena de sexo.
María del Carmen Masiotto y Mónica Migliorelli, las mujeres en cuestión, son separadas y con hijos. Carmen, de 65 años, tiene tres y es de Olivos, pelirroja natural, y Moni, de 59, tiene 2 y también es de Olivos pero pelirroja teñida, que igual dicen le queda perfecto. Las dos se conocieron en 2009 en una reunión de Estela, ya que eran amigas de ella, y desde entonces, con el movimiento de pelirrojas y demás, se tentaron y empezaron a salir, primero sólo para pasarla bien y luego, se enamoraron y se pusieron de novias. Y este año decidieron casarse, lo que hicieron el pasado 22 de octubre. Las dos de blanco, espectacular vestido de novia cada una, muy maquilladas y, por supuesto, no era para menos, una lencería fina que ni te cuento, amorcito. Tras los nervios previos, la ceremonia, los anillos y demás, estuvieron pegoteadas en la fiesta, cenaron juntitas, solitas en su mesa, sin nadie al lado por pedido de las dos, ya que querían estar calientes y en clima para la nochecita de bodas que iba a pasar. Aparte, ya venían calientes de sexo los días anteriores. Cenaron bien, queso, fiambre, comida fría, ensalada, torta, postres, y tomaron alcohol, aunque se cuidaron para la madrugada erótica y salvaje que planeaban tener. Luego vino el baile, el vals y demás, y las chicas loquitas se toquetearon en medio de la atiborrada pista. Mientras María Teresa y Estela, de elegantes vestidos, lo hacían entre ellas, Carmen y Moni se tocaban todo sin asco y con unas ganas de darse ahí en la pista. Por ejemplo, Carmen le levantó un poco a Mónica la cola del vestido y le tocó la cola, y Moni respondió metiéndole la mano entre las tetas de su flamante mujer. Se besaron, besuquearon, mimaron y la pasaron de primera con sus familiares y amigos hasta tipo las 4 de la mañana, hora temprana porque ellas querían estar solitas de noche con su locura y su sexo.
Fueron al hotel, regalo de Estela, para pasar su noche soñada. Y realmente la pasaron bombacha con tutti, chicas. Llegaron, se pusieron cómodas, un camisoncito y tomaron cafecito, masas y empezaron con champagne y algún polvito que María del Carmen tenía en su cartera, que además estaba súper cargada de juguetes y cosas para darle a su mujer. Las dos se empezaron a besar, mimar, acariciar y decir piropos, empezaron a franelear, amor, besos, dulzura, romance, música, bailecito, champagne y fueron entrando en clima. Mónica, excitada, le pidió caliente a Carmen que le quitara el camisón, Carmen lo hizo y se sacó el suyo. Siguieron a los mimos y dulzura, mezclado con jadeos y sexo en crecimiento. Carmen iba poniéndose loca y caliente, Mónica cada vez más pegajosa. Besos en la boca, mimos, más toqueteadas, y de pronto, la explosión. Carmen no pudo más, agarró a Mónica, le levantó el pelo largo y le desabrochó el corpiño. Mónica, loca de sexo, vio como sus súper tetas se iban para adelante y Carmen se las exprimió como naranjas, mientras Moni le sacaba el corpiño a su amiga y se aprestaba a quitarse el resto. Las dos empezaron a juguetear mientras tomaban y tomaban y se daban con polvo. Alimentadas, cada vez más locas, excitadas y ya borrachas, ni se dieron cuenta de que estaban casi desnudas. Mónica se sacó sus medias eróticas y Carmen le quitó las portaligas, y Moni le quitó lo suyo. Carmen se sacó rapidísima su bombacha y le exigió a Mónica, mientras la sujetaba y le apretaba las gomas y todo, que se pusiera en pelotas. Mónica se hizo rogar, puta, loca, sacadita, se evadió y bailó, se escondió hasta que Carmen la acorraló contra una pared de la pieza. Y Mónica, despacito para que su esposa explotara, se sacó la bombacha fina y la revoleó con bailecito y sensualidad a la mierda.
Y ahí empezó la guerra. Carmen y Mónica se trenzaron en ocho horas de sexo salvaje. Carmencita la apretujó y aplastó a Moni contra la pared, y luego de manosearla y exprimirla a su gusto, le ordenó ponerse en posición. Mónica se puso en cuatro en la cama, y Carmen, tras vendarle los ojos, la untó con cremita y abrió su cartera. Mónica se mojó toda por oír el cierre de la cartera, y Carmen, furiosa por el olorcito a crema y la belleza y sensualidad de Moni, se le zambulló con brutalidad y tras meterle de una el salchichón largo de plástico, de unos 20 cm, la violó sin asco y con furia por vagina. Moni gritaba como loca mientras su novia le daba durísimo, y al final, las dos mujeres acabaron terrible flujo bañando su vagina, la cama y su cuerpo. Carmen aprovechó ver a Moni cansadita de la primera batalla, la dio vuelta y la cogió por cola, ambas vías, le dio tubitos con semen en la boca, la hizo masturbar y tragó el flujo de Mónica, que luego hizo lo mismo con ella. Mientras, las dos tomaban y tomaban, borrachas y totalmente idas por el alcohol y el polvito que aspiraban. Así se dieron y dieron nomás, Carmen la violó y vejó a Mónica con vibradores, salchichón, lápiz de labios, pincel de rubor, las llaves, le metió sus manos en sus orificios y la obligó a que la violara. Mónica obedeció, excitadísima, le metió las manos en todos lados, le estimuló el clítoris y Carmen acabó dándole su líquido a Mónica, que tragó jadeando, loca de sexo y placer. Así rodaron, rodaron, se enzarzaron, se dieron como locas, enloquecidas con su belleza, tetas, cuerpo, aroma a crema y borrachera. Carmen fue un trueno, Mónica era un fuego ardiendo de placer excitadísima, gritando como perra por cada penetración y vejada de su flamante esposa.
Y para rematar, Carmen la sorprendió. “Mi amor, éste es mi regalo de casamiento para mi dulce Moni”. Y cuando Mónica preguntó de qué se trataba, su mujer le tapó de nuevo los ojos, le pidió que estuviera quietita y paciente, abrió una vez más la cartera, la agarró, la puso mientras la manoseaba sobre la cama abierta de piernas boca arriba, la ató con el Cordón erótico y, tras untarle cremita, le dijo “preparate que te la doy duro, amorcito”. Y cuando Mónica era atada, se excitó sabiendo que le iban a dar y flujeó. Y nomás, Carmen le metió los extremos largos de plástico por vagina y cola y se le zambulló, revolcándose con toda su potencia y furia para hacer puré a su mujer dulce, sacándose el gusto de hacerle de todo como en su casa, pero en su noche soñada. Y así, María del Carmen y Mónica, mujer y mujer, concretaron su sueño de pasión y amor. Unieron su corazón, su amor y sus cuerpos en una guerra súper salvaje para una extraordinaria noche de bodas.
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