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Categoría: Maduras

Mari, mi vecina caliente

Mi nombre es Junior, tengo 18 años y voy a contaros esta gran historia que fue real pero paso muchísimo tiempo asta que mi sueño se hizo realidad.



En el 2002 se mudó una pareja de un hombre de unos 40 años y Mari; una mujer de unos 38, al lado de mi casa. Ella es morena, normal, algo rellenita, tiene un culo grandecito y muy bien formado, su casa estaba justamente al lado de la mía, la única pared que dividía las 2 casas, no llegaba a 1 metro de altura.



Un día de verano, fui a la terraza y vi a mi vecina extendiendo su ropa interior, así que aproveché para fijarme a esa madurita, llevaba una bata de dormir lo cual se podía apreciar sus pequeños pechos, aunque muy apetecibles, a trabes del escote.



Varias semanas esperaba la hora que saliese para observarla…



Un día de mucho calor, salio pero esta vez por motivo del calor, salio completamente desnuda, no me atreví a salir por miedo a que me viese, así que la observe por detrás de la puerta de la terraza. A partir de ese día todo cambio, solo pensaba en ella, y en ese cuerpo que sin duda se quedaron en mi cabeza, pensé en robarle alguna de sus prendas interiores de las que solía poner al sol para secar.



Al día siguiente espere que se fuera de la casa, para poder robar una de sus prendas intimas, y eso hice salte y cogí una pantaleta algo vieja pero muy provocativa, de inmediato volví a mi casa y fui ha mi habitación para hacerme una paja inolvidable pensado en esa mujer con la pieza puesta que cogí.



Así fueron transcurriendo los días y una día escuché ruido proveniente de la terraza, me acerqué a la ventana y allí estaba ella otra vez lavando y colgando ropa, con un jersey de manga corta y una minifalda muy excitante, lo cual no me podía perder ese espectáculo. Así me quedé durante algo más de media hora observándola. Cuando de repente ella me dio la espalda y se agachó a recoger el cubo de la ropa. Y pude observar su culo ya que su falda se subio. En ese momento me puse a mil y no pude contenerme en sacarme mi pene y hacerme una paja hasta que acabé en un mar de leche impresionante. Mientras yo acababa, ella se fue al interior de la casa. A partir de entonces estaba loco perdido por esa belleza, decidí quitarle otra de sus prendas, pero esta vez fui sorprendido por ella, muy enfadada me soltó un gran grito, diciéndome que si volviera a verme saltando y robándole la ropa se lo comentaría a mis padres, yo muy arrepentido y avergonzado le pedí perdón y me fui a mi casa muy nervioso.



Desde ese día no entendí el porque, pero su forma de vestir era bastante provocativa incluso llego un día a llevar un baby doll que suelen llevar las prostitutas para enloquecer a cualquier hombre. Y fue entonces cuando ella volvió a salir, esta vez en topless, solo levaba un tanguita. Tenía miedo por ser descubierto otra vez, pero era mayor las ganas de observarla que me escondí detrás de la persiana y observe, su apetecible cuerpo, dejando ver sus pequeños pechos que se movían insinuantes hacia un lado y otro. Me imaginé en esos instantes lamiéndolos y cogiéndolos con mis manos, con delicadeza. Me llevé la mano al bulto que se notaba entre mis piernas y baje mi pantalón, sin perder la vista a mi maravillosa vecina. Y comencé a masajearme con las manos, seguramente no se imaginaba que el vecino de al lado se la estaba meneando a su salud. Le quedaba poca ropa por recoger y debía darme prisa ya que quería estallar antes de que se fuera.



Totalmente excitado sentí que me venía y no pude contenerme en soltar un grito de placer, que tuve que esconderme por si se había dado cuenta.



Al día siguiente, me sorprendió muchísimo, era algo insólito, pero cierto. Observe a mi vecina saltando la pared y penetrando a la terraza de mi propia casa, no me lo podía creer, yo sin hacer ningún ruido la observe cogiendo un bóxer mío, no sabia lo que ocurría, decidí no salir y esperar a lo que hacia. Al volver a su casa fisgonee a trabes de las puertas de su terraza y salté de la alegría, tenía una vista perfecta de su cuerpo completamente desnudo sobre la cama, y observe que se frotaba el clítoris con mi bóxer mientras con la otra mano se acariciaba los labios vaginales, se le notaban muy mojados e hinchados… mientras yo me estaba pajeando como un animal detrás de su persiana.



Esa misma noche no pude dormir de lo ocurrido con mi vecina, asi que se me ocurrió, masturbarme pensando en mi vecina, pensando en cómo élla al día siguiente iba a disfrutar de mis olores y fluidos impregnados en mi bóxer que dejaría en su terraza; al terminar mi sesión masturbatoria me quite el calzón y seque mi húmedo pene con mi misma prenda para que quedara aún más olorosa. Acerté! Mi vecina cogió mi regalo y se lo llevo a su dormitorio.



Al día siguiente, mi vecina dejo una prenda suya en mi terraza, era una pantaleta llena de sus olores y fluidos impregnados, fue desde ese dia que empezamos un juego de intercambio de prendas interiores.



Transcurrieron casi 5 días, y salio mi vecina a la terraza, lo cual decidí salir para agradecerle los regalos que me estaba haciendo. Y me dijo: Es normal ya que a tu edad las hormonas se revolucionan, y perdóname del grito que te di la otra vez, de ahora en adelante ya no tendrás que tomar mis prendas interiores a hurtadillas, yo misma te las dejaré en tu terraza...Y si quieres algo en especial, sólo dímelo, así que disfruta el momento y no pienses que hay algo malo en lo que hacemos.



Esa noche me invito a cenar en su casa, ya que su marido se encontraba fuera de la casa a causa del trabajo. En la cena me senté junto a ella, hablamos sobre deportes, educación ,etc..No comentamos nada de lo ocurrido, después de cenar, me invito a ver una película en el sofá y note que empezaba a dormirse, le dije que podía estirarse en el sofá y colocar sus pies sobre mis piernas para que estuviera mas cómoda y eso es lo que hizo, en poco tiempo ella quedo dormida. Yo me incliné sobre ella y empecé a acariciárselos y ella respondió moviéndolos suavemente en mi regazo, buscando su posición, me saqué el pene por la bragueta, cogí su pie y me lo coloqué encima. Era la primera vez que mis partes tomaban contacto con el cuerpo de una mujer, aunque estuviera dormida. Mi pene estaba entre sus dos pies, como pude me lo acomodé, es decir, me estaba pajeando con los pies de mi vecina. Ella seguía sin hacer que se diera cuenta y a mí me parecía imposible. Pasaban los minutos y yo estaba casi exhausto. Pienso que ella se dio cuenta y no sé si por vergüenza, no dijo nada y me dejó seguir haciendo. Estaba en el cielo. Ella seguía durmiendo, ya me estaba pasando con el masaje así que decidí acariciarle las piernas, y al poco tiempo fui subiendo mis manos hasta que noté unas cosquillas en la punta de la mano. Me di cuenta que lo que notaba eran los pelos de su sexo, seguí acariciándole las piernas hasta las nalgas, sin atreverme a más. Hasta que pensé en hacerme yo el dormido. Esperaba que ella hiciera algún movimiento y así fue!!. Su pie comenzó a moverse hasta que topo con mi polla tiesa como un palo. Colocó su pie encima y me movía el pene arriba y abajo, muy suavemente con su pie. Yo no sabía muy bien qué hacer. Si despertarme y sorprenderla o continuar con el juego, al final note que termino con el juego. Así que abrí los ojos y la desperté para decirle que me iba para mi casa que ya era muy tarde. Pero antes de irme dijo que me esperase un momento, que tenia que darme el regalo de cada día y sin más se quito el sostén dejando sus senos al aire con los pezones bien erguidos por la excitación, levanto su corta falda y fue quitándose las medias, agachándose bastante mientras yo contemplaba muy excitado, a continuación, se subió la falda, y fue quitándose el diminuto tanga, regalándome una panorámica de su culo, se acerco a mi y me dio mi regalo. Yo muy contento me las puse en el bolsillo y me fui a mi casa para disfrutar de ese festín…Cuando de repente me dijo que viniera mañana a las 3 del mediodía, después de comer, ya que tenia una gran sorpresa para mi. Yo muy extrañado y pensando lo que podía ser me fui a dormir.



Por el mediodía me vestí y me presente delante de la puerta de su casa. Toqué a la puerta con suavidad y escuché la inconfundible voz de Mari quien contestó desde dentro con una voz de hembra en celo, de una mujer plena de lujuria y de deseo. -¡Un momento, por favor!



Mi vecina salió a recibirme vestida de una manera muy provocativa, llevaba una blusa blanca que hacía resaltar sus pequeños y firmes pechos a causa de la sudor, una falda negra que le daba por la mitad de los muslos, con unas medias muy sensuales y con unos zapatos negros con tacones de aguja.. Se encontraba bastante mojada, por la calor. En esa forma llamaban mucho la atención sus senos que se adherían a la humedad de la tela que apenas los disimulaba bajo su desvergonzada transparencia, su vientre embellecido por la suave depresión de su ombligo y los troncos hermosos de sus muslos. se veía tan atractiva y sensual como siempre.



-Pasa adelante y siéntate -me dijo-, sólo termino de limpiar la casa y estoy para ti en un momento.



Me fui hacia el comedor y me acomode en el sofá. A medida que ella iba limpiando la casa, me fue imposible evitar que mi mirada siguiera el balanceo de sus magníficas nalgas al caminar, oprimidas bajo la pequeña falda que llevaba. "¡Madre mía!, ¡Qué culo tiene esta mujer!" -dije en voz baja. Deseaba deslizar mis manos sobre la silueta de esa hembra.



Mi vecina regresó casi a los diez minutos…



Se sentó a mi lado, casi tocándome, me miró fijamente a los ojos. De pronto su rostro empezó a acercarse al mío... ¡Quería besarme!. Sus brazos vigorosos me cogieron por la cintura y sentí sobre mi pecho la punta de sus pezones endurecidos y sus pechos que se aplastaron sobre cuerpo. Los labios de mi vecina se juntaron con los míos y me deje llevar, abrí la boca para que aquella penetrara sondeando con su lengua. Al cabo de unos minutos se separo de mis labios y empezó a besarme el cuello. Sus manos ansiosas habían alzado mi bulto y acariciaba con frenesí por encima de mi ropa interior. Un escalofrío tensaba todos mis músculos. Pasó poco tiempo, pero el necesario para excitarme. Al fin se quedó quieta y me miró a los ojos de nuevo. Deseaba probar aquel cuerpo de mujer madura, de mujer casada, ama de casa.



Desabrocho mi chaqueta, empezó a desnudarme y al final me quito el bóxer quedando mi pene a la altura de su cara, acto seguido cogió el bóxer y se lo llevó a la nariz, oliéndolo con ansia. Mis pene se había endurecido de una manera impresionante apuntado directo hacia el cielo. Al percatarse mi vecina de esto, agarro con firmeza mi miembro y empezó a acariciarlo cariñosamente, mientras yo le besaba sus pechos.



En unos minutos se levanto y permaneció levantada enfrente de mí. En unos instantes se desabrochó la camisa y sus pechos quedaron marcados y encajados en ese sujetador tan sensual que llevaba. A continuación se llevó sus manos a la parte trasera de su cintura y desabrocho su falda que dejó caer muy sensualmente por sus piernas hasta sus pies, todavía con sus zapatos de tacon de aguja puestos. Mi corazón aceleró bruscamente la marcha.



Llevaba puesta una tanga, dejando su hermoso trasero totalmente desnudo, llevó sus manos a su espalda y desabrochó su sujetador, este cayó por sus brazos hasta sus muñecas, y me lo tiro en mi cara, quedando ahora sus pechos desnudos: eran pequeños pero muy apetecibles, suaves, con unos pezones rozados y pequeños que miraban firmemente al frente. Por último, llevó sus manos a su sensual cadera, y desabrocho la tirita de la tanga y las comenzó a bajar lentamente asta quedarse totalmente desnuda enfrente de mi con solo las medias y los zapatos de aguja puestos.



Estábamos desnudos, frente a frente, a solas, sin ninguna vergüenza y sin ningún complejo, observándonos mutuamente y dispuestas a gozar como nunca del sexo. Me acostó en el sofá y se colocó sobre mí. Me besó con lujuria. Mientras iba bajando hasta que llegó a mi sexo, endurecido por la excitación y apunto de explotar. Y en un momento se la trago entera. Fue una de las sensaciones más placentera que me había provocado. Chupaba como si de un caramelo se tratase... notaba una sensación muy calida y placentera en la punta de mi pene.



La sensación empezó hacerse exagerada cuando comenzó a mover la piel de mi pene hacia arriba y hacia abajo a un ritmo muy rápido mientras chupaba sin parar, estaba sintiendo un enorme placer. Al final no pude aguantar la excitación y estalle dentro de su boca, que ella trago como si un dulce se tratase.



Quedamos exhaustos sobre el suelo, tenia el miembro flácido. Pasados unos minutos, cuando las fuerzas empezaron a regresar, sentí algo así como la necesidad de chupar todo su cuerpo, de penetrarla como fuera y por donde pudiera, en fin, de cogerme a esa madurita tan sensual. Me puse sobre mi vecina quedando ella debajo de mi cuerpo. Empecé a besarle sus senos, me excitaba mucho que mi vecina gimiera en voz alta cuando lamía sus tetas y mordía sus pezones. Fui bajando poco a poco hasta que llegué a su sexo. Ella abrió las piernas para mostrarme su vulva, mojada, abultada e inmensa. Pude percibir el olor que emanaban las secreciones de su sexo, aquel olor que me vuelve loco, estaba todo empapado de sus jugos sexuales.



No pude resistir el impulso de probar aquellos labios rojizos y limpiar todo ese líquido que salía de su sexo, sumergí mi lengua hasta lo más hondo de su vagina, lamiendo sin parar y absorbiendo esos jugos que no dejaban de salir. Busqué su clítoris y lo chupé todo cuanto quise.



Hasta que llego un momento en que me dijo: - Vamos a mi dormitorio que estaremos más cómodos.



Nos levantamos y me cogió del pene llevándome hacia su dormitorio, me tumbé en la cama y volví al limbo del placer…ella se subió encima, de espaldas a mi, formando un 69, las piernas abiertas, mostrándome su culo



El orificio de su ano estaba a mi merced y justo más abajo podía apreciar la rajadura de su dulce sexo que tanto me gustaba. Mis labios estaban empapados por una mezcla saliva y sus líquidos vaginales y sin pensarlo mucho metí mi cara en el culo buscando el hoyito y lo empecé a lamer por todo su contorno. Le metí un dedo asta que empezó a ensancharse más y más. Mientras mi dedo seguía entrando en el ano, mi boca continuaba chupando su vulva. De pronto empezó a gemir hasta que comenzó a salí con cierta abundancia un líquido ácido, pero muy delicioso sus jugos empezaban a llegar a mi garganta agradecida que tragaba todo lo que caía, mientras mi vecina chupaba sin parar todo mi miembro que no tarde en inundar toda su garganta de leche caliente. habíamos conseguido uno de los orgasmos más fabulosos.



Luego se irguió nuevamente, quedando frente a mis ojos una mujer hermosa, y no tardo mucho, mi polla se volvió a levantar al máximo y ella al ver eso, se incorporó sobre mi miembro sentándose en mis piernas, se dirigió mi pene hacia su concha, hasta que la tuvo toda dentro. Se removió un poco, buscando el perfecto encaje y empezó a moverse arriba y abajo hasta llegar a coger ritmo. Ella no dejaba de gemir, al rato que me corrí ella dio un gran gemido ya que habíamos llegado los 2 al orgasmo, mi miembro aun estaba muy erecto.



Con mucha lentitud se puso de rodillas en la cama, dándome la espalda mostrándome su exquisito culo y con una mano cogió mi pene y lo apunto a su ano que se introdujo muy fácilmente a causa de los líquidos que aun abundaban en su ano, sus movimientos eran lentos, estaba claro que no quería que me corriera enseguida, comencé a bombear el culo de mi vecinita mientras mis manos le acariciaban los pechos, se las apretaba y jugaba con ellas, cada embestida era más fuerte y dura que la anterior, era un sueño hecho realidad, ahí estaba mi vecina y yo sobre la cama cogiéndomela, con su trasero paradito y sus tetas bamboleando adelante y atrás, mis testículos le golpeaban las nalgas una y otra vez , de un momento salto un chorro que inunde ese culo perfecto, fue una corrida espectacular. Nos quedamos agotados encima de la cama, y me dijo:



- Gracias por el placer que me has dado…Ahora fíjate bien como se acaba una buena mamada. Cuando estés a punto dímelo que quiero ver como sale disparada toda la lechita que te queda...



Mi vecina empezó a acelerar el ritmo de su mamada y mientras me pajeaba con la mano a todo ritmo…, al final yo ya no pude aguantar más....y solté un gran chorro de leche blanca que mi vecina no daba crédito a la cantidad de líquido que salía de mi y que cayo sobre todo su cuerpo manchándole esa piernas tan sexis vestidas con esas medias tan provocativas y esos zapatos de tacón de aguja.



Continuara…



PD: La continuación tratara de cómo conseguí formar un trío con mi vecina y la novia de mi padre.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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