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Ese miércoles, me desperté como los últimos 7 días, es decir en la cama de mi novia, acompañado por su hija.
La noche anterior, como las últimas siete noches, habíamos mantenido relaciones, donde no solo realizamos sexo oral y vaginal sino también sexo anal.
Carolina, la casta Carolina, había resultado tener un culo tan goloso como el de su madre.
Cuando ya cansados de sexo decidimos dormirnos, le volví a ensartar la verga en la concha ¡y aún estaba dura en su cuevita! Recuerdo que, entre risas, después de hacérmela parar con una chupada de novela, me dijo “Métemela así estoy unida a vos y no me caigo”, a lo que también riéndome le dije “Me parece que me lo pedís porque te gusta la pija, porque es harto difícil que te caigas de esta cama King Size y ella, riéndose, me dijo “¡Te diste cuenta!”. Obvio que lo hice ¿Cómo me iba a negar?
Esa noche, yo había tenido dos orgasmos y Carolina ocho, en eso también había salido a Marcela, era multiorgásmica.
Si bien por lo general, cuando yo me levantaba, no la despertaba, ese día sí lo hice, pues ese sería el último día en que nos despertaríamos juntos, pues esa tarde retornaría su madre desde los Estados Unidos.
No bien abrió los ojos, se dio cuenta que mi verga estaba en su concha y me pregunto “¿Se te hizo tarde?” a lo que yo le pregunte por qué me lo decía y ella me dijo “Porque no querés perder tiempo, ¡ya me clavaste!” y riéndome le dije “Sí, ya te quiero clavar pero esta clavada es desde anoche, porque si te ensarté ahora no me di cuenta”. Me dio un profundo beso y me dijo “No importa cuando me la metiste, ¡Hagámoslo!, pues hoy regresa mi madre, y ya va a ser difícil que podamos coger, además te tenés que recuperar y tener leche para esta noche porque seguro va a venir con ganas de cogerte” y riéndonos, abrazados y unidos, dimos unas vueltas sobre nosotros mismos.
Luego de un rato y ya habiendo logrado dos orgasmos ella y uno yo, le dije que me iría a bañar a lo que ella me dijo “¡Anda! Yo mientras tanto preparo el desayuno”,
Cuando baje, ya bañado y cambiado ella estaba, desnuda, sentada a la mesa, con el desayuno ya servido. Ese día había encontrado la leche para preparar el café con leche y, cuando se lo hice notar, me dijo “Hoy ya te ordeñe” y riéndose agregó “Además acordate que tenés que estar cargado para esta noche” Coreé su risa y apenas me senté, tome mi café, comí un par de galletitas y salí hacia la oficina, diciéndole “A las 4 vengo a buscarte, estate lista que a las 6 llega tu madre”, ella se cuadro, como si fuese un soldado y me dijo “A la orden mi capitán”. Le di un beso atrayendo su cuerpo hasta pegarlo al mío y luego me fui.
A las 1600 hs estuve de regreso. Ella ya me estaba esperando, por lo cual rápidamente salimos de su casa rumbo a Ezeiza. Bromeamos sobre sexo durante todo el viaje y cuando pasamos el Mercado Central, me puso su mano izquierda sobre la pija y exclamó “¡Cómo la voy a extrañar!”, Yo puse mi mano derecha sobre su concha y le dije “Ya encontraremos como hacerlo”. Saqué mi mano de su sexo y me concentré en el camino.
Cuando la recibimos a Marcela, dejé que Carolina la saludase primero y cuando yo lo hice me dijo “Por fin de vuelta”.
Llegamos a la casa y nos fuimos a su habitación, mientras Carolina fue a la cocina a preparar la cena.
Yo le ayudé a sacar y guardar la ropa limpia en el placar, dejando la sucia en un montón para luego llevarla al lavadero y luego como ella se acostó le hice unos masajes en las piernas y los pies.
Estaba en eso cuando sonó el teléfono, era Carolina avisándonos que la comida estaba lista.
Bajamos y luego de la cena, recogí los platos, Carolina se puso a lavarlos y Marcela, poniendo voz sexi, me dijo que me apure que me estaría esperando para hablar un rato. No bien sentí que ella cerró la puerta de su habitación le llevé, a Carolina, el último elemento a lavar y le dije “Hasta mañana”, ella se secó la manos y llevando sus labios a los míos me dio un profundo beso, mientras sus manos, abriendo el cierre de mis pantalones, liberaron mi verga y diciéndome “Métesela sin lavarla, así su concha sentirá mi gusto”, me la empezó a chupar. Casi me olvido que su madre me estaba esperando, pero el teléfono que sonó que trajo a la realidad, era mi secretaria para avisarme que al otro día no iría a la oficina porque se había doblado el pie y el médico le había recetado reposo. Le agradecí por haberme avisado, aunque en realidad quise agradecerle por haberme traído nuevamente a la realidad de que Marcela me estaba esperando. Hice levantar a Carolina, y mientras guardaba la pija, le di un beso y subí a la habitación de Marcela.
Al abrir la puerta vi la cama vacía e inmediatamente pensé que Marcela podía habernos visto, pero como la luz del baño estaba encendida, deduje que allí estaría ella, por lo que hacia allí fui y cuando estaba por entrar salió Marcela vestida de conejita de Play Boy y, dándose vuelta, comenzó a mover su cadera para que se mueva el pompón que remataba su atuendo y me dijo “Esto te está esperando”. Me acerque a ella, y para disimular que venía con la pija dura por la mamada que me había hecho su hija, me bajé los pantalones y le dije “Y esta te estaba esperando a vos”. Ella inmediatamente se arrodilló y comenzó a chupármela y yo me recontra calenté porque la vi chupándome la verga que escasos minutos antes me había chupado su hija y acabé. Ella se tragó toda mi leche y me dijo “Mi amor, se nota que hace mucho que no coges, llegaste enseguida” a lo que le dije “Así es mi amor, estoy recaliente” y haciéndola levantar la comencé a besar y sacándole la ropa besé sus pechos y bajando por su pancita llegué hasta sus pies los cuales chupé deleitándome con todos y cada uno de sus dedos. Luego comencé a subir, dejándole marcado un camino húmedo con mi lengua en sus piernas y antes de llegar a sus labios, como en el viaje, anterior, desde sus pechos hasta sus pies, hice un alto en su clítoris, succionándolo reiteradamente, logrando que se retuerce de placer al tiempo que presionaba mi cabeza para que no cesase en la succión. Luego la di vuelta y baje besando su cuello y su espalda hasta que llegué a su ano; al llegar a él, el profundo beso negro que le prodigué la hizo tener un orgasmo, que la hizo hundir sus uñas en la colcha de la cama al tiempo que exhalo un grito de “¡Así!, ¡más, más!, ¡seguí!”. Este acto sirvió para que mi pija nuevamente se ponga dura y sin mediar palabras se la enterré y comencé un mete y saca que la hizo continuar gritando y bufando.
Cuando estaba por venirme se la saqué y dándola vuelta le dije “Vos también tenías ganas”, a lo que riéndose me dijo “Claro que tenía ganas, allá fife con unos negros que tenían unas pijas que hacían que la tuya pareciese la de un nene de tres años, pero la tuya me gusta más porque me satisface más” y riéndose se sentó sobre mí, haciendo que su concha fuese ensartada por mi verga, entrándole esta hasta los huevos, y como la experta jineta que era comenzó a cabalgarme.
A los pocos instantes de estar así ensartada comenzó a gritar “Más, más, dame más verga, dámela toda”. Quise aguantar pero no pude y me derrame dentro de ella.
Mi orgasmo coincidió con un grito fuerte y profundo que emanó de su garganta antes de caer sobre mí. Así nos entredormimos para luego de salir del sopor en que quedamos levantarnos e irnos a lavar.
A la mañana siguiente me desperté y la tenía a mi lado aferrada a mi verga como si quisiese demostrar que era suya. Mi pija estaba dura, su mano apenas podía abarcar su grosor y yo empecé a mover mis caderas, a fin de hacerme una paja. Ella se despertó y dándose cuenta de lo que pasaba me dijo “¡No querido!, vos solo ¡No!, métemela y disfrutemos juntos”, pero yo le dije “¡No!, ya que te despertaste vamos a la ducha”, fuimos a ella y, mientras caía sobre nuestros cuerpos el agua tibia, recorrí su cuerpo, llenándola de besos, desde el pelo hasta el ombligo, y mis manos, juguetonas, recorrían, la derecha su espalda y al llegar a su culo se ensartaba en él, mi dedo mayor y la izquierda jugaba con los labios de su vagina y le apretaba suavemente su clítoris. Cuando comenzó a gemir la recosté contra una de las paredes y le introduje la verga lenta, muy lentamente. Ella subió sus piernas y cruzándolas sobre mis caderas comenzó un sube y baja espectacular, pues la sentía totalmente entregada. Mis manos la sostenían de los glúteos, pero viendo que no eran necesarias, pues con su espalda apoyada y mi cuerpo apretándola, un dedo de cada mano se perdió en su culo, haciendo que aumentasen sus gritos.
Sus tetas no se salvaron pues mi boca las satisfizo mordiéndole los pezones. No sé si fue por la posición, por el deseo, o por saber que Carolina estaba escuchando los gritos que profería su madre, lo cierto es que con un profundo grito me vertí en su interior. Luego nos bañamos y bajamos a desayunar.
Cuando estaba llegando a mi trabajo sonó mi celular, era Carolina, para decirme “Viste que caliente llegó mi vieja, te cogió anoche y esta mañana. Menos mal que no te saque ayer toda la leche” y yo le respondí “Sí, pero yo extrañe que uses mi leche para tu desayuno”, entonces me preguntó si nos podíamos ver esa noche en mi casa. Le dije que sí y luego la llamé a Marcela y le dije que como trabajaría hasta tarde, me iría a dormir a mi departamento.
Esa noche y la mañana siguiente cogí con Carolina, pero a la noche siguiente volví a la casa de Marcela, pues no quería que sospechase que había otra sacándome la leche.
Durante tres días estuve en su casa cogiéndola cuanto ella quería pero al cuarto, a insistencia de Carolina, volví a dormir en casa para garcharla a ella cuanto quisiese. Estaba en la gloria pues la cogía a una en su casa y a la otra en la mía, y esto se prolongó durante unos dos meses pero una noche en que estaba cogiendo a Marcela, esta me dijo de poner una película en la que estábamos cogiendo, como yo le dije “Bueno” ella colocó la que le estaba rompiendo el culo por primera vez a Carolina. Yo inicialmente no supe que decir pues tenía mi verga dentro del culo de Marcela cuando apareció en pantalla, en primer plano, mi verga ensartada hasta las bolas en el, hasta ese momento, prieto orto de Carolina.
Marcela me gritó que no parase, y que le diese más fuerte para luego emitir un grito que creo se escuchó en todo el barrio. Al oírlo yo acabé, también emitiendo un fuerte grito, y quedé tendido sobre ella cuando en el audio del video se escuchaba el grito que emitió Carolina al tener su primer orgasmo anal.
Luego de unos minutos, Marcela me dijo “¡Sos un guacho!, no te alcanza con cogerme a mí, sino que te coges a mi hija y no solo eso sino que también le rompes el culo”, a lo que le conteste “Ella me calienta tanto como vos, lo del culo fue porque me dijo que era virgen por allí, porque siempre tuvo miedo que le doliese pero tenía deseos de hacerlo, y más desde que vio un video en donde yo te la ensartaba por ahí ya que si bien parecía que inicialmente te dolía luego no solo lo disfrutabas sino que pedías más, por lo cual estaba dispuesta a que se lo abran, y yo pensé que lo mejor era que se lo rompiese yo, con mucho cuidado, que cualquier otro que, seguramente, se la clavaría desaforadamente, haciéndole doler tanto que le quitaría las ganas de volver a hacerlo; y parece que tan mal no lo hice pues su culo se volvió tan goloso como el tuyo”.
Entonces me preguntó algo que ya antes me había preguntado su hija y que fue “¿Y con cual preferís coger?” a lo que; como a su hija; le dije “Con ambas pues son distintas, vos tenés más experiencia y aguantas más pero ella es más joven y tiene una conchita que aprieta más”.
A lo que me pregunto “¿Aguanta poco? Y yo le dije “Antes si, ahora ya no” y pasé a preguntarle cómo había obtenido el video a lo que me dijo que sospechaba que pasaba algo entre nosotros cuando se enteró que Carolina se había peleado con su novio, pues si bien ella venía a mi casa, en donde nos matábamos por la calentura que teníamos, mientras que en la de su madre nos tratábamos como perfectos desconocidos, las noches que no dormía en su cama coincidían con aquellas en que yo no iba a verla por lo que decidió ver si encontraba algo en mi departamento y buscando vio el que decía “Debut anal” y al verlo vio como se la clavaba a su hija con lo que confirmó que la garchaba. Y agregó que le gustaría que cogiésemos todos juntos.
Yo no sabía que decir pero mi pija dijo “SÍ” parándose por lo cual, en bolas y chorreando leche de su culo fue a la habitación de Carolina a buscarla.
Cuando llegaron me dijo “Ahora veras de lo que somos capaces juntas” y se acercaron a la cama. Cada una tomó una de mis manos y la ató a un extremo de la cama. Marcela me colocó un pañuelo sobre los ojos para que no pudiese ver al tiempo que me decía “A ver si adivinas quien es quien”.
Casi inmediatamente una comenzó a chupar mi verga mientras la otra besaba mis pies; esta última subió besándome las piernas y empezó a chupar mis huevos, para luego intercambiar bocas, es decir la que me chupaba la verga fue a mis pelotas y viceversa; luego ambas comenzaron, cada una de un lado, a pasar su lengua por mi pija hasta que una se sentó sobre mi cara y la otra se clavó mi verga.
Acabamos los tres juntos y fue muy raro porque nuestros gritos se mezclaron y superpusieron, sin yo saber quién era quien...
Cuando la que estaba sobre mi boca me sacó el pañuelo, y que yo pensaba que era Marcela, vi que era Carolina. ¡Cómo me confundieron!
A partir de ese día, dormimos los tres en la cama de Marcela y no hubo día en que no me garchase a ambas a la mañana y a la noche.
Estuve en la gloria, hasta que unos siete meses después, durante un desayuno, Carolina dijo, “Dentro de cinco meses se cumplirá un año en que los tres compartimos cama, así que para celebrarlo quiero quedar embarazada, por lo que dejaré de tomar las pastillas” y le preguntó a su madre, porque ella no hacía lo mismo; Marcela le dijo que lo pensaría y a la noche le contestaría. Yo me quedé callado.
Esa noche Marcela, sacándose mi pija de la boca, le dijo a Carolina, que le estaba chupando la concha, mientras yo chupaba su culo preparándolo para recibir mi verga, “Lo pensé y también dejaré de tomar las pastillas”, y mirándome me dijo “Que te parece estaremos las dos embarazadas por tu hermosa poronga”.
Yo también había estado pensando en lo que Carolina había propuesto y si bien no me parecía mal, es más me excitaba coger con una chica como Carolina, que por su edad podía ser mi hija, si no me molestaba cogerla a ella y a su madre, si bien no me molestaba dejar embarazadas, simultáneamente, a dos hembras con las que lo gozaba como nunca había gozado, me molestaba el tener hijos con ellas y tener que decirle, por ejemplo, al hijo que llegase a tener con Carolina “Ves ella es tu abuela pero también es la madre de tu tío “ o decirle al hijo que pudiese tener con Marcela, “Ves ese es el hijo de tu media hermana y vos sos su tío, pero también es tu medio hermano”, por eso me levanté y me vestí mientras le decía esto, a esas mujeres, que me volvían loco y me sacaban la leche que generaban mis huevos, como ninguna lo había hecho, que no estaba de acuerdo explicándoles el por qué y a pesar que me dijeron que estaban bromeando me fui.
En mi habitación, solo, me lamenté durante mucho tiempo con la decisión tomada, pero también me alegraba de haberla tomado ya que ora pensaba “Y si realmente lo decían en Broma” o “Y si no quedaban, ambas o alguna”, pero me decía a continuación “Que era jugar con fuego ya que me podían decir que continuaban tomando las pastillas cuando no lo hacían”, o que “¿Por qué no habría de quedar embarazada una o ambas?, y ora pensaba ”¿Por qué no me hago una vasectomía y listo?” O “Se hubiese cumplido mi sueño? Pero me respondía “¡No!, mi sueño es formar una familia en la cual no tenga que dar respuestas como la que les dije a las chicas” o “¡No! ¿Cómo me voy a hacer una vasectomía?, mirá si después no se puede revertir”.
A pesar que muchas veces me llamaron o vinieron hasta mi casa o mi oficina, siempre les dije que ¡No!
Hoy escribo esto, que muy hondo tenía guardado en mí, y a pesar que ya han pasado 10 años a veces… ¡aun me arrepiento!
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