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Manteniéndose en forma

Patricia se levantó rápidamente.

Su clase de aeróbicos empezaba en media hora, y apenas tenía tiempo de desayunar y arreglarse. Uno de los privilegios de tener una situación económica acomodada era la de poder contratar a una personal trainer a domicilio.

El cuarto de vestir había sido convertido también en un mini gimnasio, con grandes espejos que servían tanto para probarse la ropa como para observarse a uno mismo ejercitando. Uno de los rincones se utilizaba como vestidor ya que ahí habían quedado los armarios llenos de ropa y unos sillones para sentarse. El baño en suite permitía dejar colgada la ropa e ir a darse una ducha luego de las transpiradas clases y un pequeño refrigerador proveía bebidas frescas y hielo para cuando la sed se hacía incontenible.

Por suerte había conocido a la profesora Valeria, que era una joven muy chévere, muy simpática y amigable. Las clases de gimnasia frecuentemente se matizaban con charlas de todo tipo, desde consejos para bajar de peso en forma natural, hasta confidencias íntimas. En realidad, era Valeria la que tenía mas para contar ya que cambiaba de novio con mas facilidad que ella de zapatos, y no se privaba del placer de contarle todos los detalles.

Patricia iba ya para el segundo año de viuda, y solo había tenido unos romances cortos e intrascendentes, por lo que en general debía limitarse a un rol pasivo de escucha, sintiendo una mezcla de vergüenza por no poder compararse con su profesora, y de envidia, justamente por el mismo motivo.

En realidad, varias veces había mirado a Valeria con envidia mientras se cambiaba de ropa para ponerse el equipo de gimnasia. Observaba sus piernas firmes como el acero, su vientre chato, sin un minúsculo rollo de grasa y su cola dura y parada como la de una diosa griega.

-Si yo tuviera el cuerpo de esta perra, también estaría rodeada de hombres- pensaba. Luego se arrepentía de sus pensamientos ya que Valeria era una buena chica y no se merecía que la envidiara, pero a veces sentía que el sentimiento era mas fuerte que ella y no podía hacer nada para evitarlo.

Patricia fue al mini gimnasio y se empezó a cambiar de ropa. Se desvestía lentamente, ya que todavía estaba medio dormida.

- Voy a tomar un duchazo para despabilarme porque así no puedo tomar la clase- pensó.

Patricia se terminó de quitar la ropa y entró al baño en suite del mini gimnasio.

Mientras se estaba duchando, la empleada doméstica le toca la puerta para avisarle

-Señora, están tocando a la puerta...-

-Debe ser la personal trainer, hazla pasar al gimnasio y dile que se vaya cambiando, que yo ya salgo... Luego cierra la puerta y que no nos molesten. Si alguien llama por teléfono le dices que estoy ocupada.- le respondió Patricia

Patricia continuó un rato bajo la ducha hasta que sintió que se sentía mas despierta. Total, si la clase se demoraba, le pagaba mas a Valeria y listo. Es privilegio del rico el hacerse esperar.

Patricia terminó de ducharse. Buscó toallas para secarse pero no encontró ninguno. Solo había una pequeña toalla de mano. Recordó que a esa hora generalmente la empleada domestica cambia las toallas para llevarlas a lavar. Se secó como pudo con la pequeña toalla y luego la usó para envolver su cabello en ella haciendo un improvisado turbante. Debería salir desnuda al gimnasio, pero eso no le molestó ya que Valeria siempre se cambiaba enfrente suyo.

Abrió la puerta y empezó a caminar con los brazos en alto, tratando de anudar el turbante para que no se le resbale. Caminó unos pasos y lo que vio la dejó estupefacta. En uno de los sillones había un joven rubio sentado..¡quitándose la ropa!. El joven estaba con el torso desnudo, en slip y tenía los pantalones medio sacar que colgaban entre sus piernas.

Patricia quedó petrificada. No podía moverse de la impresión. Primero bajó los brazos y se tapó un pecho con cada mano. Inmediatamente bajó una mano y se cubrió el pubis, dejando un pecho desguarnecido. Finalmente la toalla se empezó a desenrollar por lo que subió por reflejo los brazos dejando su cuerpo desnudo totalmente expuesto.

El joven, por su parte trató por instinto de pararse. Cuando lo hizo, el pantalón se terminó de caer hasta sus rodillas. El joven trató nerviosamente de alcanzar su bolso, en donde estaban sus ropas. Al tratar de dar un paso el pantalón entre sus rodillas trabó su marcha y cayó al piso. Su cabeza golpeó violentamente contra el piso con un golpe seco, como un tambor golpeado por una vara. Quedó en el piso tomándose de la cabeza con ambas manos mientras balbuceaba

- Soy el personal trainer y vengo a ver al señor Patricio-

Un chispazo iluminó la mente de Patricia. Súbitamente recordó que Valeria le había dicho que esa mañana no podía ir ya que tenía su madre enferma, pero que había hablado con un colega para que fuera a reemplazarla. También se dió cuenta que le había dicho a la empleada doméstica que le dijera al personal trainer que se fuera cambiando mientras ella se terminaba de duchar...



Habiendo comprendido la situación, el miedo de Patricia desapareció rápidamente y fue reemplazado por un sentimiento de preocupación.

El joven seguía en el piso con las manos en la cabeza. Un hilo de sangre serpenteaba en el piso.

Al ver esto, Patricia tomo unas toallas del armario, fue al baño, humedeció una de ellas y fue de nuevo donde estaba el joven. Colocó una toalla enrollada bajo la cabeza del mismo, y limpió la herida con la toalla húmeda. También le pasó la toalla mojada por el rostro.

-Debemos llamar al médico- dijo Patricia.

- No es necesario, no hay fractura. Solo un golpe y una pequeña cortada- , le dijo el joven. -Soy enfermero titulado y trabajo en el hospital local para las guardias. El resto del tiempo me gano unos dinerillos dando clases de gimnasia a domicilio. Sinceramente no se que paso aquí. Mi amiga Valeria me dijo que tenía que darle una clase al señor Patricio y ..."

-"Patricia, con a".- dijo la dueña de casa -La clase era para mi. Y no te disculpes. La culpa fue mía. Te mandé decir que te cambiaras, pensando que eras Valeria, y justo no se me ocurre nada mejor que salir desnuda del baño pensando que era ella la que estaba.-

-Eso explica las cosas- dijo Mario -La verdad es que me sorprendí muchísimo cuando vi salir a una mujer hermosa del baño mientras me estaba cambiando-

-¿Así que piensas que soy hermosa?- pensó Patricia para sí misma.

Patricia continuaba humedeciendo la cabeza de Mario con la toalla mojada mientras que la conversación continuaba. Con los nervios, ni se había dado cuenta que seguía estando completamente desnuda.

El joven trató de levantarse pero cayó como piedra. Patricia se asustó.

-No es nada, solo me ha bajado un poco la presión. Se estabilizará sola en unos minutos. Solo tengo que quedarme en esta posición por un rato. No se preocupe, el dolor ha empezado a mitigarse- Sentenció Mario.

Patricia fue al refrigerador, envolvió un cubo de hielo en una toalla y lo llevo donde estaba el joven.

Solícitamente, empezó a masajear la cabeza del joven con la misma.

-Gracias, esto es lo mejor que necesito en este momento- le dijo Mario.

A medida que iban pasando los minutos Patricia se iba perdiendo su nerviosismo y relajándose. Casi inadvertidamente, sus ojos empezaron a observar los rasgos del joven. Su cabello rubio como la melena de un león, sus ojos celestes y su torso: musculoso, sin un gramo de grasa, justo lo que se esperaría de un gimnasta profesional.

Su abdomen chato solo mostraba la definición de los músculos.

Patricia recordó a su difunto marido con sus rollizos de grasa y sonrió para sí misma. Sus ojos indiscretos continuaron descendiendo hasta llegar a la entrepierna. Patricia tuvo que contenerse para no proferir una exclamación de sorpresa. El slip mostraba una protuberancia prominente e incitante, lo que sugería la presencia de un semental de primer nivel.

-Como me hubiera gustado que mi marido hubiese sido la mitad de hombre que este chico- pensó para sí misma.

Mientras pensaba, observó algo que llamó su atención: El slip pareció moverse solo, víctima de un tironeo producido por las partes que resguardaba.

Como un volcán a punto de estallar, el slip pareció expandirse, y a posteriori apareció por debajo del mismo la cabeza del miembro erguido, cual pichón que sale del nido por vez primera. El miembro terminó de desplegarse dejando la cabeza y parte del tronco a la vista, sobresaliendo del slip.

Patricia lo miró obnubilada. - Es el doble de lo que tenía mi marido... Que terrible macho...-, pensó para sí misma.

Al percibir que su pene había entrado en erección, Mario lo metió rápidamente dentro del slip. pero todo fue en vano. Una prenda tan chica de genero no podía contener a una superficie tan grande de carne.

-Discúlpame- dijo Mario sonrojado. - No pude evitarlo..., es que eres tan hermosa... Como una diosa griega... -

Al recordar que estaba desnuda frente a un extraño, Patricia se estremeció y soltó la toalla con los cubos de hielo para cubrirse los pechos y los genitales con las manos. Los cubos fueron a estrellarse a la cara de Mario, que recibió entonces un nuevo golpe.

Patricia se echó a reír.

Instintivamente Mario alzó la mano como respuesta de autodefensa, la cual rozó los pechos y los pezones de Patricia.

Una mueca de sorpresa se delineó en la cara de Mario, seguida de una sonrisa burlona.

- Tus pezones están duros... Me siento mejor de ver que también te has excitado ante esta situación. Recién me quise morir de vergüenza cuando se me puso dura. Ahora por lo menos estamos iguales...- dijo Mario.

Ambos rieron.

Patricia habló en primer lugar. - Te pido encarecidamente que no comentes a nadie que me has visto desnuda. Valeria da clases a varias amigas mías y sería extremadamente embarazoso para mí si se enteraran de esta situación-

-No te preocupes... Por tu parte espero que tú tampoco vayas a comentar a nadie que has visto como me he excitado viéndote. Mis otras clientas no tomarían muy bien la noticia. Nadie quiere tomar clases con un personal trainer libidinoso al cual se le para el pito por mirar a las alumnas. - dijo él.

Ambos se echaron a reír como sellando un pacto de mutuo entendimiento e intimidad. Los dos vieron que tenían mucho que perder si divulgaban los hechos que estaban ocurriendo, lo cual los invadió de un sentimiento de confortabilidad.

Patricia volvió a recoger los cubos de hielo en la toalla y continuó presionándolos sobre el golpe de la cabeza del joven, pero ya no hizo ningún amago de ocultar su cuerpo de la vista del mismo.

El muchacho posó uno de sus brazos sobre el cuerpo de Patricia, casi como al descuido. Lo dejó reposar ahí un rato. Luego poso despaciosamente una mano sobre uno de sus pechos, y tomó uno de sus pezones entre las yemas de sus dedos.

Miró a Patricia como un escolar que espera una recriminación de la maestra. La mujer permaneció inmóvil y se limitó a sonreírle.

El joven incrementó el jugueteo, el cual pasó a abarcar a ambos pechos en forma explícita y desenfrenada, hasta que la mujer emitió en par de jadeos agudos.

Ella colocó una de sus manos sobre sus genitales e insertó sus dedos índice y medio en su orificio vaginal, retirándolos lentamente, asegurándose que rozaran lo mas posible la zona del clítoris.

Sus dedos salieron mojados. Estiró la mano y los puso enfrente de los ojos del muchacho. Este levantó levemente la cabeza, y los besó, para después saborearlos ávidamente, como lo hace un niño con un helado de chocolate.

-Ya has probado que gusto tengo..- dijo ella. - Ahora yo quiero sentirte dentro mío-. Patricia se puso de rodillas, y bajó el slip del muchacho hasta dejarlo a la altura de sus rodillas. A continuación se sentó sobre las piernas del mismo, tomo el miembro con una mano y procedió a insertarlo dentro suyo.

- Viniste aquí para la clase, así que... Hazme hacer ejercicio!!

Empuja, empuja para arriba!- Vociferó a su amante.

Luego de unos instantes, ambos sincronizaron los ritmos, el joven empujando para arriba, y Patricia ayudando con los movimientos de sus rodillas y nalgas.

-Pensar que de chica me mandaban a tomar clases de equitación y yo no quería... Como cambian las cosas..- Pensó Patricia

Los movimientos continuaron hasta que las húmedas convulsiones del joven anunciaron a ambos que éste había llegado al orgasmo.

Patricia se recostó a su lado, mientras le acariciaba el pecho con sus dedos.

-Supongo que esta es la última vez que nos vamos a ver...- dijo el joven.

- Por el contrario, - respondió la mujer - Voy a comunicarle a Valeria que de ahora en mas tomaré clases con ella y contigo en diferentes días. En cuanto a ti, te aclaro que cada vez que vengas quiero que me hagas practicar el mismo tipo de gimnasia que hemos hecho hoy...-
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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