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Magda y Juan

~Magda lee los contratos traduciéndoselos a Alberto, éste pide algunas correcciones que la misma Magda se encarga de redactar con los empleados alemanes. Todo queda terminado y firmado con extraordinaria eficacia y rapidez, tanto Alberto como los alemanes están más que satisfechos por los acuerdos obtenidos así como con la rapidez y facilidad que se han desarrollado las negociaciones, pero con quien Alberto está encantado es con Magda, sabe que ha sido ella la principal y la mejor herramienta en este negocio, le ha sorprendido muy gratamente … además de que hay que joderse con lo buena que está y el culo que tiene, no puede parar de mirárselo todo el rato.
Como todo ha ido rápido y les sobra tiempo hasta que deben coger el avión deciden hacer turismo paseando por la ciudad. Magda comprueba que es la hora del almuerzo de Juan y le llama con el móvil, el final de la conversación con su novio es
- Joder cariño ¡qué polvo! No me cuentes más que me estoy poniendo como una moto y me voy a tener que tirar a Alberto aquí en medio de la calle. Ya me lo contarás todo más despacio … te dejo, besos, hasta luego, te quiero.
Y Magda la cuenta a su amigo
- ¡Vaya polvo que echaron tu mujer y mi novio escondidos en los servicios de una discoteca!
Alberto rie
- ¡Ja ja ja! Esta Olga es incorregible … ¡Cómo le gustan los lavabos de las discotecas!, así fue como perdimos nosotros la virginidad … escondidos en los aseos de la discoteca de nuestro pueblo … Y tú … ¿cómo perdiste la virginidad tú, querida Magda?
- Una pena, lo mío fue una pena, en un viaje de estudios a Irlanda, con dos compañeros de clase que se empeñaron en que hiciéramos un trío en el aeropuerto mientras esperábamos el avión, ellos sí que se corrieron y me dejaron la ropa perdida, pero yo, muerta de vergüenza y de miedo de que nos viesen y nos pillasen … encima no me enteré de nada
- Pues a eso habrá que ponerle remedio, vamos ahora mismo al aeropuerto.
Magda aceptó sin objeción la indicación de Alberto, había llegado a asumir que todo lo que aquel hombre le propusiese estaría bien. Ordenaron a un taxi que les llevase al aeropuerto y se sentaron juntos en los asientos de atrás. Magda no se pudo contener y sin importarle si el taxista los veía o no puso la mano en la entrepierna de Alberto, masajeando su pene y sus huevos sobre el pantalón. Él respondió llevando su mano también entre las piernas de ella, que se lamentó de que la falda del traje de chaqueta que se había puesto para causar buena impresión a los alemanes no fuese más corta.
Magda llega al aeropuerto caliente como una perra en celo, Alberto conserva la calma a pesar de su erección y, al bajar del taxi dice:
- Ahora tranquilidad, primero tenemos que observar, hay que elegir bien el lugar y el personal
- ¿Qué personal tenemos que elegir?
- A ver, querida, dijiste que fue un trío ¿no?, pues yo tengo sólo una poya
- ¡pero joder qué poya!- exclama Magda sin reprimir la tentación de arrimarse para tocársela con descaro.
Primero localizan un almacén donde los operarios del aeropuerto guardan material. Alberto utiliza el video del móvil para grabar y después con el ordenador portátil visualizar la contraseña que un operario utiliza para abrir la puerta. Se sientan en una cafetería próxima y analizan la gente que circula por el aeropuerto.
- ¿Qué buscamos?- pregunta Magda
- Salud, queremos un tipo sano y fuerte, que te dé fuerte, lo demás lo eliges a tu gusto.
A Magda se le hace la boca agua y la entrepierna le hierve a borbotones cuando ven aparecer un equipo de balonmano profesional, todos altos y fuertes, la mayoría rubios, dignos representantes de la mejor raza aria alemana, pero se le cae definitivamente la baba con uno de los dos negros de equipo, el número 10, dice, quiero el número 10. Dos metros de tío, obviamente debe pesar más de 100 kilos, todo músculo, pura fibra, perfectamente proporcionado, sin las exageraciones del culturismo y que demuestra una agilidad asombrosa. Para postre un bello rostro presidido por unos espectaculares labios carnosos y todo presidido por una bella cabellera negra rizada con rastas. Alberto ha buscado en Internet la página del equipo y le muestra a Magda la ficha de Bruce, que así es como se llama el nº 10, norteramericano.
- Ahora presta atención, tú no eres ninguna puta, tú nunca has pagado ni cobrado por sexo y tampoco eres ninguna buscona a la caza de la fama o el dinero de los deportistas. Tú eres toda una señora, que se note, sólo follas cuando quieres y con quien quieres, utiliza tus armas de mujer para hacérselo saber, que sea él el que se vuelva loco por echarte un polvo. Por último, ese tipo es un intelectual, ha estudiado siempre con becas, demuéstrale que también intelectualmente eres superior a él. Ahora ve a pedirle un autógrafo, para mí, que soy un forofo del balonmano y le invitas a hacerse una foto con nosotros y a un café.
Magda se levanta de la silla, se arregla la falda y la chaqueta y se desabrocha un botón de la camisa para mejor lucir parte de sus encantos. El avión del equipo tiene retraso y Bruce no tiene inconveniente en sentarse con aquellos dos “fans” tan simpáticos. Alberto va derivando la conversación hábilmente hacia temas sexuales de forma que el propio Bruce se sorprende reconociendo abiertamente los problemas que suele tener para quitarse de encima las lobas que intenta cazarlo, y a Magda se le abre el cielo cuando le escucha decir cuánto le gustaría poder relacionarse con una mujer interesante de verdad. El camino está andado, Bruce arrastra a Magda dentro del almacén cuando Alberto pulsa la clave que abre la puerta. Magda pierde totalmente las composturas cuando le baja los pantalones y los slips y un tremendo trozo de carne color chocolate queda al aire, incapaz de calcular cuánto puede medir aquello ni para qué quiere saberlo lanza su boca como una loca sobre aquel espectacular pene negro. Alberto va recogiendo la ropa que Bruce le quita a Magda y, cuando observa que aquel aparato negro ya está suficientemente endurecido le entrega un preservativo, condón que Magda le pone con la boca (es una habilidad que ha desarrollado en sus noches en el Eros). Bruce sube en el aire a Magda con la facilidad con que se coge un papel, rodea con las piernas de ella su cintura y la punta de su pene entra sola en su coño. Magda une sus labios y rodea su cuello con los brazos. Alberto mide 1’75, no es bajo pero le faltan 25 cms. para estar a la altura de Bruce, eso le viene bien para tener que agacharse menos al meter la lengua en el culo de de Magda, pero cuando ya está suficientemente lubricado necesita subirse a un cajón y coloca su pene en el ano de Magda. Tiene más dificultades que de costumbre para metérselo, aquella poya negra desborda más que llena el coño de Magda que, aferrada a aquellos grandes y carnosos labios de vez en cuando lleva una mano a su pene para notar el trozo que todavía no ha entrado y que, sin saber cómo, cada vez es menos, hasta que, milagrosamente, comprueba que esa inmensa poya negra está toda dentro de ella, lleva su mano hacia atrás tocando los testículos de Alberto, él también ha conseguido meterla toda, se siente morir de placer, el orgasmo es casi insoportable cuando los dos hombres aceleran el movimiento de columpio en que la tienen suspendida, acerca su boca al oído de Bruce y le dice
- No he probado nunca el semen de negro, quiero el tuyo en mi boca
Da una palmada en el culo de Alberto que sabe es la señal de que quiere que se corra ya y acelera el ritmo de sus acometidas para llenarle el recto de lefa momentos antes de que Bruce la suelte en el suelo para que ella se abalance sobre su pene, quitándole el preservativo y metiendo la punta en su boca sujetándola fuerte con los labios mientras con las dos manos la pajea con todas sus fuerzas. Los primeros chorros de aquella enorme manguera negra golpean directamente la garganta de Magda con una fuerza que a ella le parece descomunal, la cantidad también es enorme, lo traga todo, lo saborea, le parece más salado y amargo que los que ha probado hasta ahora. Cuando termina de dejar completamente limpio aquel inmenso manjar color chocolate se deja caer hacia atrás, rendida, para que la sujete Alberto, se vuelve hacia él para abrazarle y besarle y decirle Gracias en todos los idiomas que sabe decirlo.

Datos del Relato
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