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Categoría: Incestos

Maduras Anónimas (Cap. 04)

El verano se acercaba a su fin y pronto tendría que comenzar a asistir a la escuela. Me preocupaba que pasaría si se realizaba una reunión y yo no podía asistir. ¿Perdería mi privilegiado lugar en el grupo? ¿Doña Elide seria comprensiva y me dejaría volver?



Mis miedos se vieron materializados cuando mi madre me informo que le habían dado vacaciones y quería que fuéramos a pasar un fin de semana en la playa. Al principio me emocione al respecto pero cuando me dijo las fechas me di cuenta que serían las mismas de la próxima reunión.



Era obvio que mi madre no me dejaría quedarme así como que tampoco podría cambiar las fechas.



Opte por ir a hablar con doña Elide y explicarle la situación y saber que pasaría conmigo.



Como siempre la encontré en su enorme departamento done me invito a pasar.



Le explique la situación, expresándole que no deseaba perder mi oportunidad de seguir participando en tan increíbles reuniones.



-Te agradezco me hayas informado de tu ausencia en la próxima reunión. No te preocupes, cuando regreses seguirás siendo parte del grupo.- dijo la señora.- y esta parece ser una agradable coincidencia pero también hay una inquilina que se encuentra de viaje y se perderá la próxima reunión. Tal vez podamos arreglar un pequeño encuentro fuera del día establecido. Has demostrado ser un jovencito muy capaz en el ámbito sexual, al menos eso opinan tus satisfechas maduras. Ella es una vieja amiga y es algo especial pero confió en que estarás a la altura de sus exigencias. Te advierto que es una persona muy estricta y demandante, tú decides si aceptas el encuentro.



Me quede pensativo varios minutos. ¿Qué clase de exigencias tendría está madura? ¿Sería capaz de realizar lo que me pidiera? Este encuentro se escuchaba un tanto intimidante pero si me rehusaba tendría que esperar hasta la próxima reunión para follar. Al final y como siempre las hormonas pudieron más y termine aceptando el reto.



-Perfecto. Tengo plena confianza en ti. Arreglare todo para el encuentro y cuando regreses te informare del día y la hora.- dijo doña Elide y nos dirigimos a la puerta.



-Te estas volviendo un amante capaz y servicial. Eso me excita mucho y me hace esperar con ansias cuando al fin pueda probar tus habilidades.- me dijo para luego darme un beso de lengua y frotar mi polla sobre mi pantalón.



Respire aliviado al saber que no perdería mi lugar en el grupo y que aun así podría follar. Además el hecho que mi madre estuviera fuera significaba que de haber entrado al grupo no participaría en esta sesión. Regrese contento a mi casa para prepararme para el viaje.



Mi madre y yo nos dirigimos a una playa cercana del lugar. Al llegar al hotel nos encontramos que estos habían cometido un error y nos habían dado una habitación con una sola cama en lugar dos. Para enmendar el fallo nos ofrecieron dos pases de entrada a una zona exclusiva de la playa del hotel.



La habitación era agradable y no hubo mucho problema al dormir juntos; ya antes había dormido con junto a mi madre. Esa noche, mientras dormíamos espalda con espalda pensé en lo que estaría sucediendo en el complejo. Me pregunte que madura me hubiera tocado y como seria la amiga de doña Elide. A mi mente también vino la plática de mi madre con la vecina. Al menos para este encuentro podía estar seguro que mi madre no participaría, ¿pero y que tal al siguiente?



Ya había decidido que no me opondría a que ingresara al grupo, claro que me cercioraría que le tocara un buen muchacho, ya conocía a varios del grupo por lo que pensé en un par de candidatos.



Al día siguiente nos dirigimos a la playa. Mi madre llevaba un pareo sobre su traje de baño el cual era uno de aquellos trajes de una sola pieza, algo conservadores.



La playa era agradable y llena de gente. Nos pasamos un rato en el mar, platicamos y nos divertimos. Poco después del mediodía recordamos que teníamos los pases de acceso a la zona exclusiva del hotel así que decidimos ir a ver de qué se trataba.



Llegamos hasta un área cercada de la playa y luego de entregar los pases entramos. Vaya sorpresa que nos llevamos al darnos cuenta que se trataba de una playa nudista.



Tanto mi madre como yo estábamos inseguros de que hacer, podríamos retirarnos pero el lugar se veía agradable y con buen servicio.



-¿Qué quieres hacer?- me pregunto mi madre.



-Yo no tengo problema en quedarme pero si tú lo deseas podemos marcharnos.- le conteste.



-Claro que no tienes problema en quedarte porque te darás un taco de ojo con todas las mujeres de aquí, picaron.- respondió mi madre riendo.



-Pues usted también tendrá para deleitarse la pupila con los caballeros de por aquí.- le dije riendo también.



Ambos nos miramos y estallamos en carcajadas, al final optamos por aprovechar la oportunidad de experimentar algo nuevo.



Pasamos a los vestidores para desvestirnos y salimos a la playa. Se sentía muy extraño estar al desnudo en un lugar público y tal vez si no fuera por todo lo que había vivido últimamente nunca me habría atrevido a hacer algo así.



Mientras esperaba a que mi madre saliera de los vestidores eche un vistazo a las personas en la playa. Hombres y mujeres de todas las edades, razas y complexiones. Había niñas pequeñas, chicas de mi edad, jóvenes veinteañeras y maduras. Había chicas muy bonitas de mi edad pero como siempre mis favoritas eran las señoras. Mi polla comenzaba a despertar con el espectáculo que tenía frente a mí, pero inesperadamente lo que termino por ponérmela dura fue mi propia madre.



La vi salir de los vestidores y solo pude quedarme con la boca abierta. En anteriores ocasiones la había visto en ropa interior por algún descuido al entrar en su habitación pero verla al natural era algo excitante. Tenía un par de grandes tetas, su coño tenía una mata de pelo no muy grande adornándolo, caderas anchas y un culo precioso.



Mi polla se puso completamente dura al verla y trate de ocultar mi excitación. Mi madre llego hasta mi lado mientras yo trataba de ocultar mi verga, estaba seguro que mi madre se había dado cuenta porque la vi sonrojarse.



Salimos juntos a la playa donde pude notar que el pudor no existía en aquel lugar. Vi a parejas de diferentes edades, hombres solos, grupos de amigas, incluso una que otra familia por ahí. Aunque no practicaban el sexo abiertamente si pude observar como algunas mujeres les hacían mamadas a los hombres o bien los hombres les metían un par de dedos por el coño. Incluso vi un par de maduros haciéndose una paja uno al toro y dos mujeres en un 69 sobre la arena.



Era algo indescriptible observar aquel erótico paisaje. No tenía ni idea de que opinaba mi madre al respecto pues no habíamos dicho nada desde que habíamos salido de los vestidores.



Encontramos un lugar y extendimos las toallas. Mi madre comenzó a untarse bloqueador para tomar el sol mientras yo seguía contemplando el paisaje y echando un par de miradas furtivas a mi madre que se untaba el líquido por todo su cuerpo. Estaba seguro que la polla me iba a estallar en cualquier momento.



Luego de un rato me pidió le ayudara a ponerse el bronceador por la espalda y se acostó boca abajo. Tome la botella un tanto dudoso y vertí su contenido en mis palmas para después dirigirme a su espalda y esparcirlo por toda el área. Me concentre principalmente en esa área, temeroso de ir más abajo pero poco a poco fui descendiendo hasta llegar al delicioso culo de mi progenitora.



Lentamente esparcí el bronceador en sus nalgas, amándolas suavemente. Tal vez había usado mucho líquido o tal vez había sido algo inconsciente, sea como fuera una de mis manos termino deslizándose por entre su culo y termine metiéndole un dedo en el coño.



Mi madre dio un pequeño grito de sorpresa y pego un salto de asombro. Luego de pedirle perdón salí disparado hacia el mar, esperando que el agua apagara la calentura que llevaba antes que terminara cometiendo una barbaridad.



Mientras estaba en el océano observe que una pareja se acercaba a mi madre. Era una pareja algo curiosa pues el hombre se veía mucho mayor que la mujer. Los vi hablar un momento con mi madre y luego se retiraron.



Una vez tuve la cabeza despejada, volví junto a mi madre y le pregunte por la pareja. Me contesto que había sido algo sin importancia. Estuvimos un rato más en la playa hasta el atardecer cuando muchos de los bañistas comenzaban a retirarse.



Nos disponíamos a marcharnos cuando mi madre noto que yo seguía con mi tremenda erección.



-Pero David, ¿es que aún no se te ha bajado, hijo?- pregunto mi madre.- bendita juventud. No puedo dejar que sigas andando por la playa la pija parada. ¿Qué clase de madre seria si lo permitiera? Habrá que hacer algo al respecto.-



Mi madre miro alrededor y luego de ver que ya casi no había nadie me agarro la verga por sorpresa. Me quede petrificado por la acción, ¡mi propia madre me estaba haciendo una paja! No sabía si esto era un sueño, una fantasía pero lo cierto es que no deseaba que terminara. Desafortunadamente con toda la excitación del día no tarde mucho y termine corriéndome a los pocos minutos, lanzando mi semilla a la arena.



Mi madre se levantó sin decir palabra y se encamino hacia los vestidores. La seguí aun si poder creer lo que había pasado. Una vez que estuvimos vestidos nos dirigimos de regreso al hotel.



Luego de que cada quien se dio un baño nos preparamos para salir a cenar. Antes de dejar la habitación mi madre me hablo.



-Hijo, espero que no pienses mal de mí, solamente lo hice ayudarte.- me dijo apenada.



-No te preocupes mama, lo entiendo. Y perdón por el incidente con el bronceador, fue un accidente.- le respondí.



Luego de dejar aquellos sucesos atrás salimos a la ciudad. Pasamos un rato agradable, cenamos, paseamos por las tiendas del lugar, compramos un par de recuerdos y regresamos caminando al hotel. Parecía como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros.



Pero las cosas nunca son tan fáciles de olvidar. Esa noche mientras mi madre dormía, vinieron a mí las imágenes de los eventos del día. No podía dejar de pensar en la mano de mi madre sobre mi polla, la cual comenzaba a levantarse.



La calentura fue más fuerte que yo y con mi madre dormida de espaldas a mi comencé a pajearme lentamente. Trate de imaginarme a las mujeres que había visto en la playa pero era caso perdido; todo lo que venía a mi mente era el cuerpo desnudo de mi madre, sus apetitosos senos, su peludo coño, ese culo increíble. Aumente el ritmo de la paja y nuevamente termine escupiendo mi leche a los pocos minutos. Respire entrecortadamente, atento para ver si mi madre había sentido mis movimientos pero sus leves ronquidos me indicaron que aun dormía ajena a lo sucedido. Una vez aliviada mi calentura caí profundamente dormido.



A la mañana siguiente mi madre salió sola por un momento para comprar un par de cosas más que había olvidado. Le pregunte si deseaba que la acompañara pero me dijo que no habría problema. A su regreso preparamos las maletas y emprendimos el viaje de regreso a casa.



El día siguiente recibí un mensaje de doña Elide, el encuentro programado seria aquella noche. El mensaje me indicaba que me dirigiera al departamento 509 y que fuera puntual.



Trague saliva al recordar a quien pertenecía aquel departamento, la señorita Ana.



La señorita Ana era una madura soltera de unos 52 años. Trabajaba en unas oficinas de la ciudad, donde se decía tenía un puesto importante. Tenía fama de ser sumamente estricta y severa. Casi no se relacionaba con las demás inquilinas y casi todo el tiempo estaba trabajando. En un par de ocasiones la había saludado al encontrarla y siempre respondía con un saludo seco y poco amigable.



Era de complexión delgada, siempre iba vestida con trajes formales negros, de falda larga, con su largo cabello negro recogido en un apretado bollo que no dejaba ningún cabello fuera de lugar.



Sin duda se trataría de una tarea exigente complacer a tan apretada mujer. Subí hasta el quinto piso y algo temeroso toque a la puerta.



La madura me abrió la puerta, con su estricta apariencia habitual, incluso la máscara que llevaba era un sencillo antifaz negro. Me dio la bienvenida y me hizo pasar al interior. El departamento era casi tan grande como el de doña Elide. Todo se veía ordenado e impecable.



Una vez que tomamos asiento comenzó a hablar.



-Seré directa. Ambos sabemos porque estás aquí pero antes de comenzar me gustaría aclarar ciertas cosas. Soy muy exigente en todos los aspectos de mi vida, incluso en el sexo. Espero siempre lo mejor y no tengo tiempo para desperdiciar. Soy una persona estricta y me gusta tener el control sobre todo, sin embargo en el ámbito sexual soy algo diferente, básicamente lo contrario. Busco un amante que sepa tener mano dura y firme conmigo, que pueda dominarme y hacerme suplicar. Está de más decir que mis practicas pueden parecerla extremas a la mayoría de las personas así que si no crees estar a la altura de mis solicitudes será mejor que te marches para que pueda buscar a alguien que si pueda.- dijo con un tono severo que me hizo sentir que estaba en una entrevista de trabajo.



Honestamente se escuchaba como algo muy complicado pero yo me encontraba muy necesitado de una buena follada y acepte el reto.



-Muy bien, entonces a partir de ahora me pongo tu disposición, podrás hacer conmigo lo que quieras, no te detendrás a menos que yo diga la palabra “Suficiente.”- me dijo la madura.



Recordando algo que había visto alguna vez en las películas porno puse manos a la obra. Para empezar decidí desvestirla de manera violenta. Abrí su blusa de golpe, arrancándole algunos botones en el proceso y luego hice trizas su falda dejándola desnuda. Para mi sorpresa pude notar que no llevaba ropa interior sino que tenía el cuerpo cubierto por sogas que recorrían su piel con intrincados nudos y marres, incluso alrededor de sus pequeños pechos. Su coño como supuse estaba completamente depilado sin un asomo de vello púbico.



Imagine que debía tener juguetes en su habitación la lleve a la fuerza hasta esta y una vez ahí la avente sobre la cama. Abrí el armario el cual era lo bastante grande para poder entrar en él, este se encontraba lleno de trajes y zapatos que se podía ver eran caros.



Abrí un par de armarios que solo contenían más ropa hasta llegar a un tercero donde encontré lo que buscaba, una vasta colección de artículos de bondage: cadenas, collares, látigos, paletas y otras cosas que me daba miedo preguntar para que podían servir. También había dildos, vibradores y demás juguetes sexuales, pensé que doña Norma y ella seguramente se llevarían muy bien.



Tome un collar con cadena y se lo coloque en el cuello para luego tomar un par de pinzas unidas con una cadena y apretar con ellas sus erectos pezones. Busque en los juguetes y encontré un consolador anal que introduje en el culo de la madura.



Creí que con eso sería suficiente tomándola por la cadena la hice caminar a cuatro patas por el lugar. Me saque la polla erecta y deshice aquel apretado bollo dejando que su largo cabello callera despeinado, tomándola por la cadena la obligué a chuparme la verga, se resistió un poco pero le introduje mi pene a la fuerza. Poniendo mis manos a ambos lados de su rostro le folle la boca con fuerza, le metí mi verga hasta el fondo de su garganta y luego la saque provocándole arcadas.



-Chupa zorra, vamos, chúpame la verga como la perra que eres.- le dije ya metido en el papel.



Le metí mi polla con fuerza un par de veces más en la boca con fuerza, era algo diferente a lo que había experimentado antes, el tomar a alguien por la fuerza.



Seguí follandole la boca hasta que sin previo aviso me corrí, lanzado chorros de leche a través de su garganta. Al sacar mi polla la vi toser y buscar aire pero aun así no dejo escapar ni una gota de semen.



Tome un par de sogas más del armario y la empine sobre la cama donde le amarre las manos a la espalda dejándola vulnerable.



Fui en busca de unos consoladores y vibradores para continuar con la faena. Me puse de rodillas detrás de ella y me acerqué hasta su coño el cual sorprendentemente estaba empapado, vaya que le gustaba este tipo de cosas.



Encendí el vibrador y lentamente lo pase por sus labios sin introducirlo, únicamente recorría su raja levemente con él, haciendo que las vibraciones la estimularan. Introduje la punta dentro de sus labios y lo mantuve ahí sin meterlo más allá.



-Por favor, métemelo, necesito sentirlo dentro, te lo suplico.- me dijo la madura retorciéndose.



Toma la cadena y la jale hacia a mi haciéndola doblarse hacia atrás.



-Cállate zorra. Yo decido cuando meterlo. No quiero escucharte hablar.-le dije.



Tome del armario una mordaza con una bola y se la puse en la boca silenciándola. Y luego regrese a mi labor de trabajar en su coño. Continúe un rato más atormentándola con los consoladores hasta que de improviso metí uno de ellos hasta el fondo de su coño. La escuche gritar contra la mordaza. Tome el otro consolador y también lo introduje dentro de su coño haciéndola gemir. Ahora tenía dos consoladores en el coño y uno más en su culo.



Volví al armario y tome una paleta, con ella le propine unas buenas nalgadas a su culo el cual quedo rojo de los azotes. Me dirigí hasta el frente de ella y vi que sus ojos estaban rojos e hinchados, con lágrimas recorriéndole el rostro.



Me preocupe que se me hubiera pasado la mano y le retire la mordaza esperando que me indicara que parara.



-Por favor, te lo suplico, ya no más, detente por favor.- me dijo llorando.



Al no haber escuchado la palabra “Suficiente” supuse que debía seguir adelante. Volví a colocar la mordaza y saque los consoladores de su culo y coño. Repetí lo que había hecho con el consolador pero esta vez con mi verga, pasando la cabeza por sus labios, haciendo el ademan de meterla para luego retirarla. La madura se retorcía y empujaba sus caderas hacia atrás buscando la penetración. Le propine unas nalgadas más con la palma de mi mano. Una vez que estuvo quieta le metí mi verga por el coño y la folle con todas mis fuerzas.



Tomándola del cabello la jale hacia atrás, mientras mi polla la penetraba con fuerza.



-¿Esto es lo que querías, verdad? ¿Querías una buena polla en tu coño? Es lo que te gusta, ¿no es cierto puta?- le dije mientras tiraba de sus cabellos con fuerza, podía escucharla gemir a través de la mordaza.- Si, no eres más que una puta hambrienta de polla. Pues gózala, gózala toda perra.



Saque mi polla de su coño y se la metí por el culo limpiamente. Seguí fallándola así, alternando entre su culo y coño. Tiraba de la cadena haciéndola erguirse contra mí y luego la empujaba contra la cama. Jalaba las cuerdas que cubrían su cuerpo hasta tensarlas alrededor de su piel.



Finalmente no aguante más y termine por correrme dentro de su coño.



Una vez hube descargado mi leche en su interior le desate las manos dejándola libre. Me encontraba completamente exhausto.



-Suficiente.- dijo la señorita Ana, quitándose la mordaza y dando por terminado el encuentro.- ha sido algo… satisfactorio. Tienes potencial, tal vez con algo de práctica y una buena maestra llegarías lejos en el mundo del sadomaso.



-Gracias, señorita pero creo que tendré que rechazar la oferta.- le respondí.



-Este mundo no es para todos, pues bien, te agradezco tu servicio y te deseo lo mejor en tus futuros proyectos. Pero si cambias de parecer no dudes en llamarme.- dijo mientras salía del lugar.



Nuevamente emprendí el camino de regreso a mi departamento asombrado por los hechos que acaban de suceder. Cada encuentro con estas maduras me dejaba siempre sorprendido de hasta donde había llegado y lo que había aprendido.



Aunque sinceramente aquella no había sido de mis practicas favoritas, esperaba que las demás maduras no fueran tan extremas como esta.



Al entrar a mi casa llame a mi madre para informarle de mi regreso pero no obtuve respuesta. Su puerta se encontraba cerrada con llave cosa que me extraño un poco pues siempre la dejaba abierta, seguramente estaba muy cansada y quería dormir sin ser molestada.



Mientras conciliaba el sueño recordé los sucesos ocurridos en la playa y mi último pensamiento antes de quedar dormido fue el cuerpo desnudo de mi madre.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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