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Categoría: Maduras

Madura

20 años tiene él, va borracho por ahí, ya no conoce nada y dando tumbos cruza la calle.



35 es su edad, ella sabe a lo que va.



Un par de magreos, los dos apoyados en la pared, ella no deja de comerle la oreja y antes de que él se haya dado cuenta de lo que esta pasando ya le ha hecho un chupetón.



Lo coge la mano y a su casa se lo lleva.



Unos cuantos besos más y en la cama ya ni te cuento.



Desnuda o vestida, ella gana siempre, no esta nada, nada mal. Sus pechos continúan siendo turgentes, su culo es firme, ni las estrías ni la celulitis han hecho mella en ella todavía.



Él con su piercing y su pelo alborotado disfruta siendo dominado, enseñado por una buena profesora, nunca se sintió mejor.



Entre sus piernas él y cuando ya empieza a flojear se oyen unas llaves moverse, sobresalto y al balcón, ha venido su marido, el chico sin moverse y medio desnudo.



Unas tontas explicaciones y gemidos agudos por doquier. El marido le da caña y ella no deja de pensar en el yogurin que en cuclillas y ropa interior se esconde como un imbecil en el balcón. Hace frío en la calle, sus pezones están duros y su polla ni te cuento, la piel de gallina y todavía hay fuerzas para cascarsela mientras ella de vez en cuando gira su rostro y por entre las rendijas de la persiana cree entreverlo, los dos se excitan.



¿Podría ser más sucio?



-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! –un par de bofetones a su marido y este cae rendido y en un momento es dormido.



-Anda, ven chaval –le dice ella y lo saca del balcón -. Estas fresco, dame un rato y te caliento.



El chico estaba algo aturdido pero la siguió a la cocina mientras miraba como su marido dormía aún con el condón en la punta de la polla, resbalándose por el peso de su esperma.



La mujer le deja la ropa sobre la mesa de la cocina y él como un tonto la coge y empieza a vestirse. Una de sus rastas se levanta como si fuera un rabo. Cuando ella ve que se viste, no se lo permite, le arranca de las manos como puede la ropa y vuelve a dejarla en la mesa. Lo sienta casi a regañadientes en una silla y le quita la ropa interior.



Su polla sigue dura, aparta su pelo de la cara y se la traga de un golpe, él extasiado no tarda en correrse y ella se lo traga todo, se limpia la boca con la manga de su camisón y de un bolsillo saca un condón.



-Niño, esto no ha hecho más que empezar.



Se vuelve a desnudar y a cuatro patas se pone. Le enseña bien sus agujeros, que sea él quien decida. El chico se pone el condón sin ni siquiera mirar y de un empujón se la mete toda por el culo, ella exclama pero más lo hace él. Tienen que morderse los labios, tienen que aguantarse por que su marido esta en la cama acostado y durmiendo placidamente. El chaval le agarra las tetas y las aprieta con fuerza, le manosea todo el cuerpo y las tornas se cambian, es él el que esta debajo y ella le cabalga con frenesí, retorciéndose, moviéndose sin parar y dándole en la cara con los pies.



Al cabo de media hora él tiene el condón todavía puesto y lleno de leche, toda su ropa y sus zapatos en la mano y tras de él se cierra la puerta que lo deja desnudo en la calle pero antes la mujer le dice:



-Soy Raquel, te llamaré...


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