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Categoría: Lésbicos

Mabel descubre el Placer

Era media tarde un día cualquiera de un mes de julio caluroso de bochorno. Mabel tenía por entonces doce años y su hermana María 10 por lo que se aburría soberanamente con ella. Estaban las dos viendo un programa de la tele y Mabel decidio entonces marcharse a casa de Carmen (una amiga de catorce años) que residía en la casa de al lado. Cuando llegó, Carmen estaba tendida en el sofá y, aunque mantenía la tele encendida, se entretenía al menos aparentemente con una revista que cerró precipitadamente al ver entrar a Mabel. La invitó a sentarse a su lado para lo cual tuvo ella misma que recojer las piernas ya que estaba absolutamente estirada. Mabel se sentó a su lado y las dos dirigieron su atención hacia la pantalla del televisor. Entró la madre de Carmen y les preguntó si querian unos bocadillos ya que ella se tenía que marchar. Carmen rechazó el ofrecimiento y Mabel, aunque le hubiera gustado comerse el bocata, decidió por alguna extraña razón, solidarizarse con su amiga alegando que acababa de merendar. Carmen le sonrió y la madre se despidió de ambas. Nada más escuchar como se cerraba el portal, Carmen sacó la revista que tenía cuando entró Mabel y se la mostró a esta. Mabel nunca había visto cosa igual era una revista de contenido para adultos que mostraba hombres musculosos semidesnudos (o desnudos) y mujeres absolutamente desnudas. En algunas fotos, habia mujeres que se acariciaban intimamente. Mabel estaba arrebolada y una extraña sensación le atravesaba el cuerpo. Carmen se dió cuenta de la situación y sin aguardar la reacción de Mable, le pidió que se pusiera de pie delante del sofá. Mabel obedeció como una automata. Estaba plantada delante de su amiga Carmen con su blusa sin mangas que, aunque no era muy ceñida, marcaba perfectamente los pechos púberes de la niña-mujer que empezaba a nacer en ella. Llevaba una falda tableada y hacia el borde de la falda se dirigió la mano de Carmen que enseguida comenzó a acariciar el coñito de Mabel por encima de su braguita blanca. La sensación que tenía Mabel era indescriptible. Era un gozo sublime. Nunca antes la habian acariciado ni siquiera ella se había acariciado pero la mano de Carmen le estaba dando un placer inusitado. Como si adivinara sus pensameintos, Carmen le bajo un poco las braguitas para meter su mano por dentro y así acariciarla directamente sobre su incipiente vello públicopara, sin mucha prisa, descender la mano hasta los laios vaginales donde se detuvo apretándolos y frotándolos suavemente. Era tan intensa la sensación que Mabel abrió todo lo que pudo sus piernas deseándo ser penetrada por aquella mano divina de Carmen. Carmen tampoco parecía muy experta e intentó torpemente penetrarla sin que logrará pasar de los labios mayores, pero para Mabel era una autentica delicia. Cuando Carmen se puso de pie, le aplastó los labios sobre los suyos y eso tambien le gustó muchisimo a Mabel así como las caricias y amasadas sobre sus tetitas. Mabel pasó a la acción y tambien acariciaba y amasaba las grandes tetas de Carmen mientras se besaban sin lengua y la mano de Carmen seguía acariciando el coñito de Mabel. Carmen le pidió a su amiga que le acariciará su vulva y Mabel le sacó sus braguitas para poder acariciarla mejos. Carmen gemía mientras abría más y más las piernas para que Mabel le diara más y más placer. Asi estuvieron durante un buen rato hasta que el ruído del portal las obligó a vestirse apresuradamente y terminar la sesión.
Mabel estaba asombrado de loq ue había sucedido, y esa noche se acarició en la cama por vez primera. Era una sensación magnifica y nueva, le encantaba. Al día siguiente nada más quedárse a solas en casa, Mabel se marchó de nuevo a casa de Carmen y está vez su amiga estaba sola. Se sentarón la una al lado de la otra y se bajarón mutuamente las braguitas para acriciarse la una a la otra. El placer era muy intenso, los besos y caricias en las tetas se prolongaban sin sacar las manos del coñito de su amiga está vez Mabel comenzó a gemir pero aparentemente no llegaba al orgasmo. Regresó todos los días de la semana y unas veces en el sofá, otras en la habitación de Carmen realizarón largas sesiones de iniciación al sexo que a Mabel comenzaban a saberle a poco. Un sábado convenció a su amiga Patri para que se quedrá a dormir en su casa. A Patri le encató la idea pero Mabel tenía sus propios planes. Nada más apagar la luz, Mabel lanzó su mano hacia el coñito de Patri, pero, inexplicablemente, esta rechazó la caricia. Una y otra vez, Mabel intentó convencerla de las bondades de hacerlo, pero la niña se negó rotundamente llevando a la frustración a Mabel. Por la mañana del domingo, Mabel llamó a Carmen y las dos se metieron en un rincón oscuro de la bodega de la casa, y esta vez fue Mabel la que llevó la voz cantante, le quitó las braguitas sin mucho miramiento y comenzó a meterle el dedo índice en el coñito de Carmen con tanto impetú que está tuvo su primer orgasmo entre espasmos y gemidos de placer. Mabel mientras le amasaba sus (para ella) enormes tetas, le pidió que le hiciera lo mismo. Se quitó las braguitas y abrió bien las piernas pero estaba claro que Carmen era una gozadora sexual pero no una habil compañera y Mabel tuvo que conformarse con el gustillo que le daba su coñito y los magreos en sus tetitas.
El lunes mientras estaba en la playa con sus amigas, se llevó aparte a Cristina y le aseguró que había descubierto algo que seguro le encantaria. Cris le preguntó curiosa de que se trataba pero Mabel le prometió decirselo cuando ambas estuvieran a solas. En un momento en que se quedaron solas a proposito, Mabel se tendió en la misma tohalla que Cris y haciendo como si la limpiará de arena el ombligo, metió la mano bajo la tohalla que traia y mientras limpiaba la inexistente arena, la mano izquierda frotaba el púbis sobre el bañador de Cris. Está sorprendida pero indudablemente contenta, la dejó hacer un rato. Mabel le sonrió pícaramente ¿te gusta?, Cris acertó a decir con voz apagada, es una pasada. Entonces Mabel la convenció para quedar en su casa y hecerlo sin miedo y sin testigos. Esa misma tarde, Cris y Mabel se encerrarón en la habitación de la primera y completamente desnudas se acarciaron por todas partes. Cris aprendía rápido y enseguida supo como y donde dárle placer a Mabel. Esta trataba de enganchar a Cris haciéndo que disfrutará al máximo metiéndole el dedito y magreándo sus pequeñas tetitas. La besaba una y otra vez mientras Cris gemia y gemía entre estertores de placer. La pequeña putita abría las pienas muchísimo seguramente porque pensaba que así obtendría mayor placer y Mabel le pedía que le hiciera lo mismo que ella le estaba haciendo cosa que hizo sin hacerse de rogar. Estivieron hasta la hora de cenar frotándose tanto que se le irritarón su clitoris pero ambas tenian una cara de satisfacción total cuando Mabel se marchó hacia su casa. En los siguientes dias y meses, los encuentros diarios eran la tónica general y disfrutaban tanto que ambas se creían novias la una de la otra. Con el paso de los años, los encuentros se fueron espaciando pero hasta los deiciseis años en que ambas comenzarón a tener sexo con hombres, solian encontrase en la habitación de una de las dos al menso una vez a la semana para dárse mutuo placer.
Carlos Traste
Datos del Relato
  • Autor: Siol Anep
  • Código: 14263
  • Fecha: 19-04-2005
  • Categoría: Lésbicos
  • Media: 5.63
  • Votos: 81
  • Envios: 4
  • Lecturas: 2159
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