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En ocasiones no es que uno lo busque, pero encuentra mas cariño con la familia de la novia o esposa, que con ellas mismas y esto fue lo que me pasó a mí cuando andube de novio con quien posteriormente seria mi esposa.
Cursaba yo el tercer año de secundaria cuando conocí a Saraí, quien iba en primer año, a la semana nos hicimos novios y ante su mamá y hermanas me fue presentando como un amigo y compañero que le ayudaba con las materias que no le entendía, ósea, como asesor o tutor escolar. Nunca me presento con su padre, ya que me contaba, se negaba a que sus hijas tuvieran mucho amistad con compañeros varones, mucho menos tuvieran novio, por lo que iba cuando no estaba él. Tres años después falleció su papá, un año más tarde celebraban la boda de su hermana mayor, Angélica, quien es, cinco años mayor. Para ese entonces la mayor contaba con 21 años, la segunda, Leticia con 20, la que seguía era Esmeralda de 18, de ahí seguía mi novia Saraí que en ese entonces ya tenía 16 y por ultimo Claudia de 13. Yo en ese entonces contaba con 18.
Desde que Saraí me presento con su mamá como con sus hermanas mayores, ninguna se la creyó que éramos amigos, aunque no cuestionaron a Saraí, si hacían ciertos comentarios indirectos a nuestra relación. Revelándose la verdad de lo nuestro una tarde cuando su hermana mayor, Angélica nos encontró besándonos en la sala de su casa. Esto fue a los dos años de nuestro noviazgo. Desde que fui conociendo a sus hermanas mayores me di cuenta que no había una buena relación entre ellas, estaban algo distantes, las tres mayores contra la dos menores. Se atacaban, se mofaban las mayores de las menores de forma sutil pero algo cruel al más mínimo error o accidente de lo que fuera. Pero el trato de ellas para conmigo siempre fue cordial, amable, atento, de confianza y en ocasiones hasta cariñoso cuando no veía Saraí, por lo que me hacían estar hasta cierto punto incomodo e indeciso, ya que a veces eran más atentas que mi propia novia, mientras su mamá se mantenía callada, no decía nada, ni tomaba partido por ningún bando.
A la muerte de su padre, comencé a ir más seguido a su casa, por petición de mi novia y con más confianza por invitación de sus hermanas, así como de su mamá. Mí presencia en esa casa era cada vez más frecuente, ya que con la excusa de que no había hombres en ella y como yo era “ya de la familia” pues me pedían apoyo para cosas “pesadas”, como ayudarles a mover algún mueble de la sala, pintarles la cocina, comprarles el garrafón de agua, acompañarlas de compras al súper y ayudarles con las bolsas, “mover muebles de la recamara de alguna de las cuñadas”, eso cuando no estaba mi novia. Era tan aceptado en esa casa, que ya hasta en ocasiones encontraba a alguna de mis cuñadas mayores en pequeñas vestimentas como shorcitos y camisetitas ajustadas con sostén, pero muy reveladoras de lo que había debajo. No tanto así con mi menor cuñadita en su forma de vestir que era un poco más discreta, pero no por eso dejaba de ser coqueta.
Esta relación de confianza y hasta cierto punto cariñosa entre mis cuñadas y yo fue motivo varias veces de discusiones entre Saraí y yo, según ella eran celos, ya que me alegaba que era más atento con sus hermanas mayores que con ella, aunque en realidad era atento con todas por educación y por qué el cariño era reciproco como “familia”. Cuando estaba enojada me decía que yo me aprovecha de nuestro noviazgo, porque en realidad, me quería acostar con las putas de sus hermanas. Yo no entendía por qué se expresaba así de ellas y porque ese resentimiento, yo le decía que no se expresara así de sus hermanas, ya que hasta donde yo las conocía eran buenas muchachas, a lo que ella me respondía con una carcajada, pero nada más.
Mis cuatro cuñadas, junto con mi novia, eran realmente muy bonitas físicamente y no puedo negar que si me atraían sexualmente y que más de una vez me la chaquetee pensando en alguna de ellas, tomándolo como un sueño imposible, como fue el caso de Angélica. Unos meses antes del fallecimiento de su papá, fui a su casa, toque el timbre y salió su mamá a recibirme, ese día saldría con Saraí al cine, me dijo que pasara a la sala, que le avisaría a su hija quien estaba en su recamara terminándose de vestir. Subió la señora mientras me sentaba solo en la sala, en eso salió de la cocina Angélica, quien traía puesto solo un brassier blanco y una pequeña pantaletita color azul cielo, me vio y sin escandalizarse, me sonrió con una actitud de travesura, contoneándose rápido se me acerco, me saludo casi abrazándome, dándome un beso en la mejilla derecha, pero muy cerca de mi boca, para luego subir rápido las escaleras, más que por vergüenza, para que no la viera Saraí y hubiera algún pleito por su vestimenta y mi presencia. Ese día pude ver más de sus blancas y bien torneadas piernas, sus caderas y nalgas firmes, adornadas por esa estrecha cintura, su pequeño triangulito depilado muy marcado debajo de esa diminuta pantaletita azul. Sus firmes y redondos senos que amenazaban con romper ese brassier de encaje. Mi excitación exploto al instante, mi verga se me puso dura y erecta debajo del pantalón, la cual se llegaba a notar, pero que trataba de disimular aun con mi nerviosismo. Quien sí se dio cuenta de ello fue la señora cuando acompaño a su hija a despedirse, no dijo nada y pude notar que tan poco se molestó, solo una discreta sonrisa se dibujó en su cara. Esa tarde mi mente estaba más en el cuerpo semì desnudo de Angélica que con mi novia, quien noto mi excitación cuando la abrace en el cine, me cuestiono el porqué de mi excitación, solo le dije que era por ella y por lo bonita que se veía con el vestido rosa pastel que vestía, con el que al pegar mi cuerpo al de ella, podía sentir perfectamente sus nalgas, redondas y firmes, que me hacían recordar a las nalgas semì desnudas que Angélica me había mostrado unos instantes atrás, pero que no sabía ella. Saraí se molestó con lo de mi excitación y aunque no discutimos, si fue una tarde que no disfrutamos.
Saraí en casi tres años de novios, no me había permitido ir más allá de los abrazos, besos y caricias en su espalda, cabello y de la mitad de sus muslos a las rodillas, no vestía con ropas atrevidas ni sensuales, era algo seria en nuestra relación en la que más de una vez quise terminar pero en la que di marcha atrás, gracias a los lloriqueos de Saraí.
Ya en la noche, después de dejar a Saraí en su casa, ya en la tranquilidad de mí cuarto, me hice una chaqueta recordando el cuerpo semì desnudo de Angélica, su sonrisa pícara y traviesa, sus bellos y redondos senos, su estrecha cintura y esas caderitas bien formadas, sus nalguitas, pero sobre todo en el triangulito de su intimidad.
A la semana siguiente que fui a su casa a “ayudarle con su tarea”, como quien goza recordando sus travesuras y que se las ha contado a sus amigas, Angélica, Leticia y Esmeralda, a espaldas de Saraí y de su mamá, me sonreían y me guiñaban el ojo, mirando a discreción en dirección de Saraí. Angélica por su parte, ese día vestía una mini falda azul de mezclilla, con una blusita tipo camiseta, con la que dejaba muy poco a la imaginación. En más de una ocasión, ese día por “descuido” se agacho frente a mí, mostrándome muy de cerca sus bien formadas nalgas, así como también se sentó varias veces con las piernas separadas frente a mí en la sala mientras mi novia iba por agua, por lo que pude ver lo más íntimo de su pantaleta. Por su parte, Leticia y Esmeralda, comenzaban a comportarse similar a su hermana mayor, de frente a mí se agachaban para que viera sus hermosas nalgas, o se agachaban frente a mí para que pudiera ver parte de sus senos. Era delicioso todo eso. Mientras Claudia, la menor era cariñosa conmigo, me abrazaba con gran confianza, se recargaba sobre mi hombro y me pedía ayuda con sus tareas, pero hasta ahí.
Casi seis meses después de la muerte de su papá, estando yo en el último año de prepa, habíamos organizado una fiesta en casa de uno de mis compañeros, a la cual estaba indeciso de ir, ya que a Saraí no le gustaban dichas fiestas. Un día antes de dicha fiesta, al salir de la prepa y subirnos al camión varios compañeros y yo, íbamos platicando sobre ella y que muy seguramente yo no iría, cuando se subió Leticia, de quien debo describir como una pequeña belleza, ella es la más chaparrita de las cinco, tiene un cabello largo, lacio y castaño oscuro, piel blanca, de ojos cafés claros, nariz pequeña, unos labios carnosos de boca chica, de una figura envidiable, ya que tiene una estrecha cintura y caderas anchas, nalgas redondas y paraditas, piernas musculosas y bien formadas, con una sensualidad que despide por cada poro de su piel. Al verla, me dio una gran alegría, por lo que le hable y le ofrecí mi asiento, ya que iba algo lleno el camión, apenas me iba a parar cuando mí compañero que iba sentado a mi lado se paró y le dijo que se sentara a mi lado, ella agradeció el gesto y al sentarse me abrazo y me saludo de beso en la mejilla, su brazo derecho lo dejo sobre mi espalda y su mano izquierda agarro mis manos, mis compañeros quienes muy pocos conocían a Saraí como mi novia, creían que Leticia era mi novia por su actitud. Todos se quedaron callados, más que nada para escuchar lo que hablábamos mi cuñada y yo, que alababa lo linda que se veía con ese pantalón negro ajustado y su blusa floreada color café y un tanto transparente, que dejaba ver el color negro de su brassier. Leticia agradeció el alago con una sonrisa y un beso en mi mejilla, luego de unos minutos mis compañeros volvieron a continuar con la plática de la fiesta, al escucharla:
-¿Vas a ir?- Leticia me pregunta.
-No creo, a Saraí no le gustan las fiestas y menos con mis compañeros.- Le contesté.
-Sí, es una aguafiestas. Invítame a mí, yo te acompaño.- Me dice sonriendo.
-¿Y si se entera Saraí?- Le pregunte.
-Pues solo que le cuentes tú.- Me dice sonriendo pícaramente.
-¡Ok! te invito, vamos, serás mi pareja.- Le dije.
-¡Gracias! ¿Entonces te veo a qué hora y dónde? porque si vas por mí a la casa ardera Troya jajajajajaja- Me pregunta.
-A las cinco en la comer de las hamacas.- Le dije.
Poco a poco se fueron bajando mis compañeros, quedando al último Lety y yo, y antes de bajarse ella, se despide de mí con un beso muy cerca de mis labios. Esa noche nada más de pensar en ella y que sería mi pareja en la fiesta, me hice una chaqueta en su honor.
Al día siguiente, la mañana se me hizo larga, nada más de pensar en Lety y aunque trataba de no pensar en ella más allá de que era mi cuñada, no podía. Otra de mis preocupaciones era Saraí, ¿Qué le decía para justificarme de que esa tarde no iría a verla? Por qué si le decía que iba al convivió con mis compañeros tendríamos discusión y no tenía ganas de pelearme con ella. pero cerca de la una de la tarde mi problema se resolvió, me llamo ella, para decirme que su mamá quería que ella y su hermana Claudia la acompañaran al cine, al cual tenía tiempo de no ir, y pues termino por aceptar, que me hablaba el sábado a mediodía. Le dije con resignación que no había problema, ¿que aprovecharía la tarde para hacer algunos trabajos que tenía pendientes? jajajajajajaja. Asunto resuelto.
Ya en la tarde, llegué a mi cita unos cinco minutos antes, Leticia llegó puntual a las cinco.
-¡¡¡¡Ggguuuuuaaaaaauuuuu!!!! Qué guapa vienes.- Le dije con gran admiración y excitación.
-Gracias, que galante.- Me dice sonriendo, abrazándome y dándome un fuerte beso en ambas mejillas.
No era para menos, mi hermosa cuñada y pareja de esa tarde, lucía un vestido rojo, con un escote que hacia lucir sus bellos senos, ajustado a su estrecha cintura, con una cadenita dorada, con vuelo y a la mitad de sus hermosos muslos. Traía unas zapatillas que hacían lucir más sus bellas nalgas, paraditas y firmes. Su cabello largo y suelto, que el aire alborotaba la hacía lucir más sensual y provocaba la atracción de muchas miradas con lujuria. En ese momento a mí me hubiera gustado llevarla a otro lado, menos a la fiesta, deseaba que ella fuera mi novia y no Saraí.
Pare un taxi para irnos a la casa de mi compañero, donde sería la fiesta. Cuando llegamos, me baje y le di la mano a Lety, ella agradeció el gesto. Al entrar a la casa de mi compañero, ya habían llegado la mayoría, pero al entrar Lety, atrajo las miradas de todos, así como algunos piropos, otros callados, pero con la lujuria reflejada en sus ojos. De varias de mis compañeras algo de envidia y de otras, pues se notaba que también las atraía.
Nos juntamos en la mesa con quienes más amistad tenía, mi cuñada rápido encajo en este grupo y más porque su actitud fue como si fuera mi novia, al sentarnos juntos, ella me abrazo y se recargo un poco en mí. Luego comenzamos a bailar, tanto sueltos como tomados de las manos. En el relajo de la fiesta, ella me abrazaba y al mismo tiempo me daba algún beso en la mejilla, eso me iba calentando aún más. Cuando comenzaron a pasar botanas, Lety agarraba y me daba en la boca después de morderlas ella y como en toda fiesta de preparatorianos, no falto quienes llevaran algunas botellas, por lo que comenzamos a tomar algunos tragos, Lety quiso que tomáramos del mismo vaso, a lo que acepte con gusto, porque cuando nos dieron el primer vaso de licor, Lety lo tomo, le dio un suave trago mientras me miraba y luego me dio a beber en la boca del mismo lado que ella le había tomado y cuando lo hacía, se dibujó una sonrisa en sus labios. Los tragos, el baile, la alegría, la belleza de Lety y su cercanía me tenían ya excitado. En una de esas que cedió su silla para que se sentara una de mis compañeras, Lety se sentó de lado en mis piernas, acurrucándose en mí pecho, con su cara muy cerca de la mía, yo la abrace con la mano derecha, mientras la izquierda la coloque sobre sus lindas piernas que sobe despacio, ella puso sus manos sobre la mía y la apretó despacio. Quise que ella se diera cuenta de mi excitación y del el bulto que hacia mi verga en el pantalón, la sintió sobre su nalga izquierda, más porque la hice palpitar, entonces ella me miro y sonrió, le sonreí, no sé ¿si fue por el tragos, por la alegría o porque? pero en ese momento hubo una chispa, Lety se incorporó y mientras le tomaba con sensualidad al vaso, movió sus caderas como si fuera una niñas en las piernas de su papá, al tiempo que me sonreía, luego hizo de lado el vaso y se me acerco a darme un beso en los labios y al tiempo que abría los míos, me paso de su boca parte del licor que había tomado, cuando termino de pasarlo, abrió más sus labios y nos besamos con pasión, mis compañeros y compañeras habían observado todo y comenzaron a hacer algarabías por el suceso. En ese momento no me acordaba que era mi cuñada, la hermana de mi novia, es más, ni siquiera me acordaba de ella, en ese momento era solo Lety y yo.
La fiesta se fue apagando ya casi a las diez de la noche por lo que decidimos con Lety y otros amigos salirnos e ir a la playa a seguir la fiesta, por lo que pasamos a un minisúper y comprar unas caribes. Ya en la playa, solo nos quedamos Lily y Juan, quienes son novios, y Lety y yo, los otros tres amigos que iban decidieron irse. Nos quedamos a la altura de la Diana, estaba solo el lugar, por lo que a distancia nos separamos ambas parejas. Debajo de una de las apartadas y oscuras chocitas de palapa me senté en una silla de playa, de esas que son amplias. Lety se sentó sobre mis piernas, recargando su espalda sobre mi pecho, la abrace y con lo cual aproveche para aspirar el rico aroma de su cabello, tome un mechón de él, lo acerque a mis labios y lo bese, luego bese su cabeza. Estaba súper excitado de tener así a mi cuñadita, de sentir su cuerpo sobre el mío, mi verga estaba dura y erecta doliéndome dentro del pantalón. Entonces Lety se levantó, creí que me pediría que nos fuéramos, pero no, se volteo de frente a mí y coloco sus bellas piernas a cada lado de mi cuerpo, pasándolas por debajo del descansabrazos y se sentó sobre mí, la tome con la mano derecha de su estrecha cintura y con la izquierda de su delicado cuello, la atraje hacia mí y nos besamos, ambos lo deseábamos y nos necesitábamos. Sus dulces labios quemaban los míos con esa pasión que brotaba de su ser, su lengua ansiosa buscaba la mía y cuando se encontraron danzaron explorándose cada milímetro. Sus brazos pasaron por detrás de mí cuello, aferrándose a él, mientras mi verga se ponía más dura, palpitando donde podía sentir la calidez de su intimidad. Lety separo sus labios de los míos, me miro con picardía, sensualidad y lujuria, jaló la parte de enfrente de su vestido rojo, lo estiro y acomodo la parte más íntima de su cuerpo sobre el bulto de mi pantalón, entonces movió despacio sus caderas, de adelante a atrás, una, dos veces, nos volvimos a fundir en un profundo beso mientras metía por debajo de su vestido mi mano izquierda y acariciaba sus duras nalgas, sus caderas seguían moviéndose, tallándose sobre mí y arreciando sus movimientos, mientras los gemidos brotaban de los labios de Lety. Unos segundos o minutos después, separo de nuevos sus labios de los míos, miro a los lados, comprendí lo que ella deseaba, por qué era lo que yo deseaba. Solo a la distancia estaban Lily y Juan, en algo similar a lo nuestro. Metí mi mano derecha debajo de su vestido y acaricie su muslo izquierdo, que era suave y aterciopelado. Lo recorrí de abajo a arriba, una y otra vez, hasta que llegué al resorte de su pantaleta, ahí con la punta de los dedos le acaricie su ingle, llegando a su cálida intimidad.
Me dio un delicado beso con la punta de sus labios y luego acercó su boca a mi oreja derecha que mordisqueo con suavidad, sus gemidos eran suaves, podía escuchar el acelerado ritmo de su corazón.
-Dámelo.- Me dijo entre suaves gemidos.
-¿Lo quieres aquí?- Pregunte.
-¡Sí! aquí.- Me contesto.
Entonces se separó y sus manos fueron directo a mi cinturón, el cual no podía desabrochar, le ayude a hacerlo, mientras ella miraba para todos lados, viendo si no venía nadie. Me desabroche el pantalón y me lo baje abajo de mis nalgas junto con la trusa, saltando mi verga como mástil frente a ella, el cual acaricio unos instantes. Subió un poco más sus caderas y con la mano derecha se hizo a un lado su pantaleta, agarre mi verga con la mano derecha y la centre en su caliente y empapada cuevita, entonces bajo sus caderas sentando sobre ella, enterrándose la toda. Ya no era virgen, pero que importaba, su sensualidad, su lujuria y pasión las sustituías con creces, aun así se sentía estrecha y era delicioso estar dentro de ella. La punta de verga toco el fondo de su matriz, entonces Lety comenzó a mover delicadamente sus caderas, sus movimientos eran rítmicos y sensuales, de arriba abajo, mientras su boca se volvía a fundir con la mía en un apasionado beso. Volví a meter mis manos debajo de su vestido, solo que esta vez las metí debajo de su pantaleta para acariciar plenamente sus nalgas. La excitación que provocaba en mí el saber que estaba cogiendo con mi “cuñada” la hermana de mi novia, aunado al momento y lugar, dónde corríamos el riesgo que nos cayera la patrulla y nos llevara, era de locura.
Lety arreciaba los movimientos de sus caderas, sus gemidos casi no podía contenerlos con nuestros besos, aunque por momentos nos deteníamos para mirar a nuestro alrededor y ver que no viniera nadie, nos abrazábamos y dábamos besos de piquito. Volvíamos a fundirnos en un beso, siguió ella con sus movimientos, hasta que ya no pudo más.
-Ya no puedo, ya me canse.- Me dijo.
-Te ayudo.- Le dije que se levantara, jale otras sillas haciendo tipo casita, me quite la camisa y la tendí, Lety se recostó sobre ella, separo sus piernas, haciendo de lado su pantaleta, entonces me acomode entre medio de ella, centre mi verga en su cuevita y se la volví a meter de u solo golpe, llegando nuevamente hasta el fondo de su matriz, mientras con mi mano izquierda abrazaba su cuello y con la derecha acariciaba su pierna y su nalga izquierda. Al principio mis embestidas eran suaves, pero ella me pidió hacerlo más y más fuerte, estaba cerca de venirse, pero yo no, por lo que trate de hacerlo al mismo tiempo que ella embistiéndola con fuerza, mientras sus gemidos y jadeos eran fuertes y su respiración acelerada. Al fin, después de un buen rato, Lety estallo en un sublime orgasmo y yo en una fuerte erupción dentro de ella que le llene su cuevita de mi caliente leche. No quería sacarle la verga de su vagina, era placentero estar ahí, pero tenía que hacerlo. Nos seguimos besando hasta después de un rato, nos levantamos, nos acomodamos la ropa, antes de salir de la playa:
-No vayas a terminar con mi hermana, sigue con ella.- Me dijo Lety y la entendí.
Salimos de ahí y paramos un taxi, dentro de él nos seguimos besando hasta llegar a su casa, cuide que no me vieran hasta que entro ella, entonces me fui, llegando a mi casa cerca de las tres de la mañana. Y al día siguiente no me pare hasta como a las once de la mañana. Saraí me hablo como a las dos de la tarde, no nos vimos ese día, pero mis pensamientos estuvieron en Lety todo el día.
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