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Lujuria en sueños

Estábamos en el cine rodeados de gente que parecía entretenida mirando a la pantalla pero yo quería entretenerme de otra forma contigo. Estábamos sentados al lado comiendo palomitas. Entonces aproveché el momento para llamar tu atención y te tiré una a la cara, me la devolviste, sonreí y me quedé mirándote con deseo. Sentía muchas ganas de tenerte más cerca, mis labios estaban pidiendo un beso tuyo. Me quedé un momento mirándote, bueno más bien comiéndote con la mirada. Fue entonces cuando te acercaste a mí y me diste el primer beso, aunque después perdí la cuenta. Tus besos me provocaban una sensación muy placentera, sentía escalofríos por todo mi cuerpo, es algo difícil de expresar con palabras. Fue como si el tiempo se parase de golpe y en el cine solo nos encontráramos los dos solos besándonos, rozando tu lengua con la mía. Era demasiado para mí y sentía ganas de más. Sentía las bragas húmedas debajo de la falda. Casi no nos conocíamos pero aun así me gustabas demasiado. Tú también querías jugar conmigo. Empezaste a tocarme. Primero me pellizcaste los pezones disimuladamente mientras yo te besaba el cuello y te susurraba al oído que me encantaba. Bajaste un poco más y metiste la mano por debajo de la falda acariciándome mis partes más húmedas.



Cerré los ojos y empecé a suspirar... quería sentir tus dedos debajo de mis braguitas, quería sentirlos muy cerca. Cada vez estaba más excitada y tenía mucho más deseo de que lo hicieras. Entonces apartaste un poco las braguitas y sentí tus dedos. Mi parte más sensible junto a tu piel era lo que más estaba deseando en ese momento.



Estaba muy mojada y tú estabas muy juguetón. Me metiste primero un dedo, después dos mientras nos besábamos apasionadamente impidiendo que se escaparán gemido de mi boca. Nunca antes había sentido tanto placer. Me excitabas demasiado y solo con tus dedos me trasladaste a otro mundo. Estaba a punto de correrme en tu mano... Me súplicas te al oído que me corriera encima de ti. Sabía que tú lo estabas deseando. Aumentaste el ritmo de tus dedos con más intensidad y no aguante mucho más. La combinación de tus palabras y tus agiles dedos me hicieron explotar de placer.



Estaba demasiado excitada. Tenía muchas ganas de hacerlo contigo. Quería sentirte dentro de mí, algo más que tus dedos. Tu cuerpo y el mío desnudos en la cama era mi mayor sueño



Salimos del cine y te pedí que fuéramos a mi casa, que estaba sola... Tu aceptaste sin pensarlo nos metimos directamente en la cama. Quería tocarte, besarte, chuparte, jugar con tu cuerpo y experimentar cosas nuevas que aún no había sentido. Sólo de pensarlo se me erizaba la piel. Te quite la camiseta y te tiré a la cama besándote. Baje haciendo una línea de besos desde tu cuello hasta tu barriga y te baje los pantalones y los calzoncillos. Entonces empecé a acariciar tu pene mientras lo besaba y tú me mirabas con los ojos ardientes. Mi boca estaba juguetona y quería sentirte. Me la metí un poco y después más, moviendo la, intentando hacerlo lo mejor posible, mirando tu cara de disfrute, era lo único que me importaba. Cuanto más te excitabas, me parecías más sexy, aumentabas el calor de mi cuerpo y las ganas de hacer travesuras... Me quite la camiseta y me tumbaste en la cama para morder y chupar me los pezones, que se quedaron con las ganas de algo más que tus pellizcos del cine. Fue muy excitante y estaba totalmente preparada para que estuvieras dentro de mí, llevaba rato estándolo y no podía esperar más. Me brillaban los ojos de deseos y me mordía los labios con ganas diciendo "follame". Entonces tu cuerpo se pegó más al mío, introdujiste tu pene y te empezaste a mover dentro de mí. Primero fue un poco doloroso pero a la vez excitante.



Pensaba que estaba soñando. Nunca había gemido tanto. Pero no era un sueño, eras tú. Tú eras quien me hacía sentir mejor que nadie. Aumentabas el ritmo mientras yo me retorcía de placer y te susurraba cosas al oído.



Me encantaba y me encantabas tú. No podía pedir nada más. Sólo te pedía que no pararás. Quería sentirte dentro, estaba muy caliente y quería correrme. Quería llegar contigo al cielo. Quería demostrarte lo mucho que te deseaba. No paraba de gemir y tú cada vez me empujabas con más fuerza, sintiéndote más cerca que nunca... Envueltos de placer acabamos llegando al orgasmo. Tú encima de mí, sintiendo el calor de nuestros cuerpos desnudos y calientes. Rozando tu piel y mezclando el sudor en nuestras sabanas.


Datos del Relato
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