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LUISINA EN EL INTERNADO
Cuando mi madre decidió ponerme en un colegio de pupilas el corazón se me detuvo unos instantes., Pensé que era lo mismo que morirse. Dejar está vida terrena y pasar a mejor vida.
Era una diabla, debo concederle a eso y ya no podía conmigo o al menos decía eso por aquellos años de espanto para mi.
Ella se había separado de mi padre y el hombre había desparecido de la faz de la tierra. Había emigrado al Japón o sea al otro lado del mundo y jamás lo volvería a ver.
Mi madre trabajaba mucho por aquellos días y yo era un verdadero desastre. estábamos sola ya que mis abuelos vivían muy lejos de la ciudad. Entonces, según ella, no le deje opción.
Era un colegio muy renombrado en la zona, por supuesto, de clara orientación religiosa.
Mi madre me acompaño hasta la entrada y yo agachando la cabeza fui recibida en la puerta por una sonriente monja de estatura baja, envuelta en sus ropas negras.
__¡Anda hija ven conmigo!!__ dijo con la sonrisa de oreja a oreja. El terror se apoderó de mi y eso que no era de atemorizarme fácilmente. Mire a mi madre y ella levantó tímidamente su mano.
__¡Soy la hermana Rosa!¡No tengas miedo aquí estarás bien!__ anduvimos por pasillos pintados de verde claro muy prolijo.
__¡Sabes que aquí tendrás una tutora!
__¿Qué es eso?__ pregunté de mal modo
__¡Alguien que te guiará en tu camino por la vida!__ contesto Rosa siempre de buena manera y sonriendo
__¿Y quién será?
__¡Ya lo designara la madre superiora!__ dijo seria por primera vez
__¿Podrías ser tu?__ pregunté de manera sensual, ella movió nerviosa sus manos lo note, sus grandes ojos grises brillaron con una luz distinta hasta ese momento. Supe que algo había ocurrido. Su respiración cambió. Sentí la excitación propia en su cuerpo. Seguimos caminando en silencio esta vez hasta que ella se recompuso.
__¡No sé tal vez!__ dijo deteniéndose en un cuarto.
Entramos y dos chicas se movieron rápidas de un lado a otro.
__¡Buen día sor Rosa!__ dijeron casi a coro. Ella las miró de modo serio pero dulce a la vez.
__¿Como están?¡Esta es su nueva compañera Luisina!__ dijo y me indico con el dedo una cama vacía y bien tendida.
__¡Bueno aquí es tu cama…Deja tus cosas…ordénate…tus compañeras te explicarán un poco las cosas!!!__ y las cosas eran rezar, comer, bañarnos, rezar, estudiar, comer y volver a rezar.
Pero poco a poco fui descubriendo algunas cositas interesantes, sobretodo desde el día en que sor Rosa me comunico con sus mejillas arreboladas que había sido designada mi tutora.
Ella vio mi sonrisa de felicidad, ya habían pasado dos semanas de mi estancia en aquel horrendo lugar, pero a pesar de todo me fui acomodando.
__¡Y que tutora te has echado niña!__ dijo Eri con sorna fatal
__¿Porque lo dices?
__¡Mira la zorrita se hace la inocente!__ acotó rendo de buena gana Ana
__¿Pero de qué hablan ustedes?__ pregunté sin darme cuenta de nada
__¡Pero acaso no has visto como te mira sor Rosa, te tiene unas ganas!
__¡Te come el culito con los ojos, dicho sea de paso, es hermoso, y yo que lo he visto sin ropas!!__ riendo me dio una palmada sonora en mi hermoso trasero de jovencita.
__¡Ya te llevara al cuarto de estudio!__ dijo amenazante Ana y las sonoras carcajadas de aquellas dos me dejaron pensando y ansiando.
Sor Rosa se presentó ante mi aquel día de setiembre. Estaba muy indo un día realmente de sol, hermosos. Se notaban sus mejillas acaloradas. Recordaba las palabras de mis compañeras de cuarto. "Conocerás el cuarto de estudio".
__¡Luisina veremos un poco de historia!
__¡Está bien hermana!
__¿Qué sucede?__ preguntó por mi forma desganada
__¡Nada, nada!
__¡Anda puedes hablar conmigo de lo que quieras!__ dijo ella sentándose a mi lado en la cama. Sentí su presencia a mi lado y me puse muy nerviosa, mas bien, cliente, debo decir definitivamente que me guastaba mucho esa mujer. De rostro redondo y sonrisa amplia, con una boca carnosa y n muy grande, pero que yo deseaba desde el primer día.
Mi vagina me hacía cosquillas, y esa era una señal inequívoca de que estaba muy caliente.
__¡Bueno me dirás o no!¡Puedes confiar en mi!__ dijo acercando su rostro al mío de manera muy sugerente. Yo volaba en las alturas.
__¡Cosas!__ dije yo
__¡Bueno cosas nos pasan a todas hermosa!__ dijo y se sonrojo aún más. Acaricio mis cabellos, algo que estaba prohibido estrictamente. Supe en ese instante en que ella también quería algo conmigo.
Mi corazón galopaba de calentura y emoción quería besarla ya, arrancarle sus ropas, convertirme en una forajida.
Al mismo tiempo me decía a mi mismo:"cálmate, cálmate". Ella me sonreía y me acariciaba el cabello largo hasta los hombros, apretado en mi frente por una ancha vincha azul.
__¿Tu crees que este bien si me gusta alguien?__ dije lanzándome
__¡Si te gusta!¿Cómo?
__¡Si si me gusta, si me parece bonito, si me gusta como se mueve y como habla, y sus labios!!
__¡Ohh, ohh, bueno!__ exclamó ella pensando y deteniendo sus caricias en mi pelo claro.
__¡Aunque solo conozco esos modos!
__¡Qué quieres decir?
__¡Por ejemplo, digo, a Eri y Ana las tiene loca la profe de literatura!
__¿Como?
__¡Vamos, tu sabes, ellas me lo han dicho!
__¡Bueno, tal vez…!
__¡No importa…ellas pueden ver sus formas, ves, ella está con ropas pero pueden ver sus formas, sus curvas!
__¿Y entonces?
__¡La que a mi me gusta esta siempre vestida solo puedo ver su hermoso rostro!!__ dije sin dar mas vueltas, ella sonrió, quedó pensando, me acerqué decidida un poco más a su rostro, ella apoyo su delicada mano en mi rodilla desnuda, mi pollerita a cuadritos verdinegro, quería levantarse ya.
Nuestro alientos se chocaron, era una locura, podría entrar alguien en cualquier momento y sería un total desastre. Me acerqué un poco más y ella no se corrió, por fin, nuestros labios se pegaron, luego abrimos las bocas y nuestras lenguas recorrieron el interior de las bocas. Estábamos muy calientes se notaba, las salivas chorreaban saliendo impúdicas de nuestras bocas, las lamíamos y volvíamos a cruzar nuestras lenguas fatales y alzadas.
Mordíamos nuestros labios, sus carnosos y los finos míos, mi boca deglutía la suya en un momento y en otro ella abarcaba la mía. Mis sentidos estaban a punto de estallar. Me sentía tan caliente. Tan fuego, era una braza, lava de volcán haciendo erupción. Ella apretaba mis muslos desnudos, subiendo, sin dejar mi boca. Hacía dibujos en mis carnes, apretando y pellizcando, parecía querer desgarrar mi piel. Yo apretaba su cintura, la tela no me dejaba llegar a sus carnes, que eran toda una incógnita para mi.
Pasaba mis manos inquietas por sobre sus tetas tratando de adivinar, como serían, mis jugos saltaban a chorros de mi húmeda cuevita, por fin ella llegó hasta ahí, mis gemidos empezaron a parecer aullidos.
__¡Mas bajo bebe, ohhh, mas bajo, que nos van a oír, ahhh, divina!!!__ gemía ella en mis oídos también caliente y a punto de explotar.
Sus dedos corrieron mi tanguita ajustada, metió sus dedos en mi vagina, luego el botón ya alzado y parado, erecto, lo acarició suave, muy lento, tomándose su tiempo, sin dejar de succionar mi boca y yo la suya.
Mientras con el pulgar rozaba el botón con los dedos clavaba ardiente mi conchita. Los sacaba y los metía. Yo gemía y ella también, de pronto sentí las convulsiones. Me estremecí, ahogándome, sentí que me moría, al venir un orgasmo tremendo, largo, intenso, como hacía tiempo que no tenía, estuve temblando por unos minutos, mientras ella terminaba de acariciar un poco más mi almeja abierta y babeante.
Nos separamos y ella se puso de pie al tiempo que se escuchaban voces en el pasillo y entraban al instante mis compañeras de cuarto.
Nos miramos todas, yo sonreía desmadejada. Sor Rosa estaba impecable como si nada hubiese ocurrido. Las chicas me miraron y sonrieron. Yo recuperé mi estampa, por supuesto, deseando nuevamente besar aquellos labios carnosos.
__¡Mañana continuaremos señorita Luisina!!__ dijo yendo hacia la puerta, abriéndola y perdiéndose al instante.
Me levanté y fui al baño a lavar mi cara y a meterme un rato más los dedos en mi vagina caliente.-
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