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Categoría: Confesiones

Los secretos de mi esposa

El nombre de mi esposa es Rosa, es medio guapa pero no mucho, lo que me conquistó de ella fue el atractivo de su cuerpo, delgada, de 1,50 mts, pechos medianamente grandes y bien firmes, no es piernuda pero su tracero pequeño está bien formado. Como a los dos años de casados ella me provocó un trauma, que aún hoy me persigue. En aquellos tiempos eramos muy jóvenes y con suma frecuencia peleabamos, un poco por sus celos otro tanto por los míos, el caso es que siempre me pareció extraña la convivencia que tenía especialmente con sus tíos. Incluso me comentó que acostumbraba ver pornografía con uno de ellos antes de conocernos y no eran tíos de la edad de ella, si no mayores como sus padres.
Para ésto antes de casarnos Rosa me confesó que había sufrido una violacion a los catorce años, tratándose de un tema tan delicado y habiendome dicho que no le gustaba hablar de eso jamás hice preguntas.
En una ocasión en que nos dábamos hasta con la cuchara, hizo alarde del como me había mentido acerca de la violacion y que se había acostado con uno de sus tíos. Obvio deduje que era su tío Beto, que era con el que veía pornografía, pero resultó que se trataba de otro tío, uno que en realidad era su tío abuelo pues era tío de su papá, un señor de 65 años. Salí de la casa muy molesto para tratar de tranquilizarme, pero no pude hacerlo, regrese aún furioso y le obligue a que me dijera todo. Me dijo que desde que ella era adolescente, aquel tío le hacía comentarios subidos de tono y que un buen día la convenció de aceptar dinero a cambio de un rato en su cama. Con lujo de detalle me contó cómo aquel viejo panzón, la arrodilló para que chupara por primera vez una verga, luego se la sentó en las piernas y succionó sus hermosos pezones, la puso en cuatro sobre la cama con sus rodillas al borde de ésta y le bajó los calzones a media pierna, para penetrarla con mucha dificultad, sujetandola por las caderas, mientras se la follaba él le preguntaba, quien es mi putita y que ella contestaba, yo soy tu putita. No se explicar como o porque, pero escuchar todo eso me prendió como pocas veces. La arroje en la cama y la coloque exactamente como Rosa me lo describió, y le di una cogida que nos hizo olvidar porque peleabamos.
Ya tiempo después me aclaro, que aquello se repitió en muchas ocasiones.

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  • Categoría: Confesiones
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