Como muchas otras veces, ella se tumbó con las piernas abiertas y solo un pequeño tanga tapando su zona más íntima.
La besé, en la boca, en el cuello, en el pecho, lamí sus pezones, cada vez más duros y, poco a poco fuí bajando hacia su ombligo, sin dejar de tocar sus tetas y sus jugosos pezones, llegué a su rajita y la lamí sobre su tanga,acercando bien mi nariz para oler ese aroma tan dulzón, tan inconfundible, el olor de su coñito caliente y mojado.
le quité el tanga y ella separó bien sus piernas, lamí sus labios vaginales y se hincharon excitados, lami su raja, metí por ella mi lengua, llegué hasta su clítoris, pequeño y sabroso y poco a poco sus jugos inundaron mi boca. Hundí mi cara en su coñito y lamí, primero poco a poco, después más rápido, mientras mis dedos jugaban con sus pezones. Su cuerpo se tenso, y sin pretenderlo, estiré unpoco más de la cuenta sus pezones, gimió de placer, asi que decidí repetir y volví a estiralos, volvió a gemir, estiré más y más y ella no paraba de gritar lo mucho que le gustaba.
Estiré al máximo y fui dejando resbalar esas bolitas redondas que son sus pezones hasta soltarlas desde el punto más alto. Ella gritó de placer y yo, animado seguí retorciendo y estirando cada vez más sus pezones, sus tetas un poco caidas se estiraban y ella gemia y gritaba de placer, finalmente grito,-estírame más, por favor, una vez más-Estiré al máximo mientras hundia mi cara en su coño y lamia con fuerza su clitoris, ella arqueó el cuerpo y se corrió, al tiempo que estiraba hacia abajo su cuerpo para tensar aun más sus estirados pezones. Con cara de lujuria y los pezones doloridos, me obsequió con una tremenda mamada. Al acabar me confesó lo mucho que le gusta cuando le aprieto los pezones, el tremendo placer que le produce ese pequeño dolor en sus tetas, pero que siempre le había dado verguenza decírmelo y que aprovechando la situación había decidido lanzarse. Desde entonces, hemos ideado muchas formas diferentes de "machacar" sus maravillosos y sensibles pezones cada vez que follamos.