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Los empeños de Griselda, I
El repentino llamado de su teléfono celular que insiste la sobresalta, llama una, dos tres veces, hasta que Griselda alcanza su bolso y toma el aparato mientras se aleja un poco de la sala y de la demás gente: "¿bueno?... ¿Moisés?, ¡hola!, cómo estás, ¡qué milagro que me llamas!… ¿vernos?... no se… con eso de que te desapareces sin decir nada, no, tú te enojaste, ¿ya se te olvido?, ¿hoy, mañana?, no puedo… porque… bueno… estoy saliendo con alguien…, no, no es mi novio, es… un amigo, digamos que casi novio, no se todavía… no eso no, ya sabes, los novios no hacen eso… tú sabes… algunas cositas pero nada de… nada, no… oye, no digas eso, no, te lo juro, no me acuesto con él ni con nadie, si no te lo permití a ti… ¿para eso llamaste?, para insultarme, yo no tengo la culpa de que te enojes y me dejes, así, sin decirme nada, ¿me extrañas?, ¿a mi, u otras cosas?, jijiji, yo también te extraño, pero, no se, tengo que verlo a… él, tal vez mañana, veré cómo hago, tengo que ir a la escuela, si… sigo trabajando de miss de inglés… saliendo… a las dos… en el mismo lugar, si, ahí… ¿al hotel?, los novios no llevan a sus novias a hoteles, ji ji ji, no se, tal vez, no, eso no, ya sabes que no… si quieres platicamos un rato y ya… es que la verdad… no se que quieres… si ya se, pero no… bueno mañana platicamos… si quieres… bueno… mañana ¿eh?, no vayas a dejarme plantada, como la última vez, ¿eh?".
Y la madura suspirando guardó su teléfono, por momentos se sumergió en románticos recuerdos y fue hasta que sintió sobre ella las miradas de interrogación de sus hermanas y su madre que comenta en voz alta: "lo dicho, la Chiquis de nuevo anda de loquita, ¿verdad Chiquis?"; ella reacciona con nerviosismo y trata de evadir el interrogatorio materno: "nnno se a qué te refieres mamá, la verdad", pero las miradas insistentes de las tres mujeres la hacen sonrojarse y girando la cabeza a otro lado escucha a la madre: "mmm, pues no estoy segura, pero tú andas rara y cuando eso pasa ya sabemos en lo que andas, ¿eh?, así que no mientas, y ya estás vieja para andar de calenturienta, ¿eh?"; la madura guardó silencio y pensó que en realidad su madre tenía razón, y mucha, pues ya cercana a los 50 no era correcto que anduviera con calenturas juveniles pero… "no lo puedo evitar", se dijo suspirando.
Al día siguiente Gris ya había decidido poner fin a su noviazgo platónico con aquel jovenzuelo y cuando con piernas temblorosas iba a su auto estacionado, lo vio, estaba recargado en el coche, la madura miró a los lados por si alguien conocido de la escuela andaba cerca y miró a dos mamás que llevaban a sus niños de la mano y de pronto, él rodeando su cintura con los brazos y buscando sus labios con la boca, como pudo evitó el beso y "¡oye, no!, ¿cómo crees?, no me beses aquí, nos puede ver alguien de la escuela y… el problema en que me metes… no sabes". Ya dentro del auto la madura tomó aliento, miró a los ojos al chico y: "mira… la verdad no está bien que vengas a buscarme, así que… por favor ya no me llames ni vengas aquí… no está bien que salga contigo, ¿entiendes?, `por favor entiende que…", pero no puede seguir, pues el adolescente le acaricia los muslos por debajo de la falda.
La madura intenta frenar los avances del chico, le toma la mano para evitar que siga subiendo por sus piernas e intenta seguir: "para por favor, no sigas… debes entender que yo… una mujer mayor… no puede andar en estas cosas… y menos… con un chiquillo… como tú", dice Gris sintiendo que su respiración se agita, intenta cerrar las piernas y así evitar que el chiquillo le acaricie la entrepierna, pero los deseos la traicionan, mira el bello rostro del adolescente, su mirada llena de deseo y la madura siente que se contagia de la lujuria juvenil; por momentos deja que la traviesa mano del chico le acaricie la entrepierna, lleva puestas sus pantys y ella piensa que nada pasará, que todo quedará en caricias furtivas por encima de la seda, en eso escucha la vos terminante: "quítate las medias".
--"¿Aquí?, ¿cómo crees?, a plena luz del día y en la calle, ¡estás loquito!, nunca haré eso… y ya deja de estarme manoseando, ¿sí?, quedamos en que íbamos a platicar y ya me estas torteando, eres un chamaco imprudente".
Y como sin querer la madura abre las piernas, ahora el chico puede alzarle la falta y mirar al fondo la entrepierna y bajo las medias el calzoncito azul con bordados, alza la mirada y en silencio parece insistir, Griselda lo mira con la misma ansia, gira el rostro hacia la calle que luce desierta y añade: "siquiera llévame a otro lugar".
--"No, quiero aquí, quiero acariciarte aquí mismo y que me enseñes la panocha", dice el chiquillo.
--"¿Panocha?, ¿qué es eso?, no seas grosero… no se dice panocha, se dice sexo, vagina, pepita, pero ¡panocha!, ¿a poco así de dicen los hombres al sexo femenino?", dice Griselda mientras lentamente baja la pantimedia.
--"¿Qué no sabes?, le decimos panocha, pepa, zorra, pucha, conejo y más palabras, ¿a poco no sabes?".
--"Hummm, si… una vez cuando pasaba por una construcción unos albañiles groseros me gritaron ¡quisiera mamarte la panocha!, ja, ja, ja, pero… si quieres tócame bajo la falda, pero si quieres ver… aquí no se puede… me puede ver alguien, eso no…", contesta la mujer cuando ya ha bajado sus pantis hasta los tobillos.
Y cuando la mano ansiosa se le mete entre las piernas hasta tocar su calzón, ella acerca el rostro para besar ansiosa al adolescente diciendo en voz baja: "¿de verdad quieres que seamos novios?, ¿sí?, bésame rico, ¿sí?", y las bocas se pegan y se refriegan, las lenguas golosas danzan toqueteándose, en tanto la mano del novio acaricia la raja peluda y tres dedos se deslizan en la cueva caliente y viscosas, la mujer gime un "hummm, qué rico, más, quiero más", y la mano del chico parece meterse entera en el hoyo caliente de la madura que abre las piernas en compás, sin importarle que alguien pase por la calle y la mire dejándose manosear, hasta que la madura bufa del orgasmo, "hummm, ya, ya, viene, me viene, hummm" y los dedos furiosos se le meten una y otra vez, hasta que queda suspirando con los ojos cerrados, dejando que el chiquillo le abra las piernas para mirar con ojos lujuriosos la panocha mojada y abierta, los vellos pegosteados de líquidos olorosos, como en sueños la mujer escucha: "te quiero coger, quiero meterte la verga".
--"No… ya sabes… los novios no hacen eso con sus novias… solo caricias atrevidas, pero… coger… no… además no digas esa palabra fea, se dice hacer el amor, pero coger se oye muy feo", y la mujer sonríe mirando al chico que intenta sacar el miembro erecto del pantalón.
--"Mira… no hagas eso… te puede ver alguien… que… le estás enseñando el miembro a una señora… no seas grosero… mira… no… espera… aquí no… si quieres vamos al Martí y allá me la enseñas y si quieres… te la chupo un poquito para que eches los moquitos, pero… aquí no… por favor", suplica Griselda, pero ya el adolescente le muestras la verga erecta, bien parada, gruesa, escurriendo babitas por el prepucio, mira en silencio la obscena circunstancia y no puede frenar el impulso de alcanzarla con la mano, rodea el grueso tronco y confiesa: "la tienes bien dura y… crecida… ¡estás bien caliente!, ¿verdad?". La mujer ve hacia la calle, dos o tres autos pasan veloces, y sobre la banqueta… nadie, luego se acerca al joven que la espera ansioso y sin más agacha la cabeza, abre la boca y rodea la gruesa cabezota de la verga erecta, los labios rodean el tronco y lame, succiona, por momentos libera la verga: "le tienes riquísima, pero las novias no hacen eso… no le andan chupando el miembro al novio".
--"¿Ah, no?, ¿a poco nunca mamaste verga?, ¿no te gustaba mamarle el pito a tus otros novios?, ¿a tu esposo?, ¿no?".
--"No digas esas cosas feas… y sí… siempre me gustó chupar el miembro… pero no digas nada de eso, ni me preguntes, ¿sí?" y la madura sigue mamando, disfrutando del excitante rapto, hacerle una mamada a ese chiquillo y… en plena calle y a la luz del día. Griselda se afana, lleva la mamada al máximo, sume la cabeza en la entrepierna del chico, la verga le llega hasta la garganta y ella succiona, chupa ansiosa, sintiendo que el novio no tardará en eyacular, pero se equivoca, el adolescente le saca la verga, ella se queda con la boca abierta y con gesto de incertidumbre, él insiste: "quiero cogerte, te la quiero meter, vamos a tu escuela".
--"¿Qué?, oye eso no… ¿cómo crees?, puede estar alguien todavía, los empleados que hacen la limpieza a veces se quedan más tarde, además ya sabes… no quiero que la metas, eso no, los novios no cogen con sus novias, además ni siquiera se si vamos a ser novios, no me haz dicho nada… nada más me quieres para esto… es calentura lo que traes conmigo y yo… siento mucho cariño por ti, pero… no podemos… hay muchas cosas que lo impiden, por favor no insistas".
--"Te quiero coger, meterte la verga hasta adentro y que me saques los mocos".
--"Hummm, no, no debemos… mira si quieres veo en la escuela si ya se fueron todos, pero no quiero que me… cojas, al menos que no termines adentro… me puedes… embarazar… mira… déjame ver", y la mujer se acomoda la ropa antes de bajar del auto y caminar con paso presuroso hasta la reja escolar, por momentos forcejea con la llave al tratar de abrir y momentos después desaparece, el chico la espera ansioso dentro del auto, y de pronto Griselda se asoma por el portón negro y metálico, le hace señas para que se acerque, luego los dos desaparecen dentro del edificio escolar.
Los dos van nerviosos, presurosos, la madura lleva de la mano al chiquillo, entran a un salón, pero la madura corrige: "no, mejor aquí no… vamos a los baños". Cuando entran a los sanitarios la mujer cierra la puerta con seguro, para luego abrazarse de su joven amante e iniciar los apasionados besos por momentos, hasta que se obligada a darle la espalda, se apoya en uno de los lavabos y siente que la dura verga se le desliza entre las nalgas, suspira, el chico le abre los mofletes del culo y desliza el tronco erecto más abajo, donde está la velluda panocha, olorosa, mojada, caliente, y la mujer deja escapar un hondo suspiro de satisfacción cuando el garrote la penetra: "huummm, ssssí, hummm, todo… lo quiero todo… muévete papacito lindo, hummm, así, pero… pero… no me eches los mocos así… por favor… apúrate que puede llegar alguien, sí, así, fuerte", y los ruidos del amor se hacen intensos, las carnes que chocan, las nalgas carnosas de la madura que vibran, la verga que entra y sale llevando a la renuente mujer al orgasmo, "huuummm, si, si, más, me viene, me viene… sí, aaahhhh" y la vagina pulsa, se contrae en espasmos deliciosos, pero el joven sigue arremetiendo, Griselda sigue gimiendo y cuando otro orgasmo parece llegarle, el lujurioso novio le saca el pito, la mujer le ofrece las nalgas que abre con ambas manos animándolo: "anda papi, termina en mi cola, dámelo por el culo, anda, ya, lo quiero".
Y el adolescente arremete contra el culo floreado y prieto, los escasos pliegues se deforman y dejan entrar el grueso mástil, que entra todo, la mujer gime de dolor, contiene la respiración, dejándose sodomizar, el dolor parece insoportable, Gris siente que la tranca la parte en dos, pero sumisa deja que el pito entre todo, completo, y suspira cuando siente entre las nalgas los vellos del chico, "¿ya, todo?, ¿sí?, hummm, lo siento todo adentro", y el novio inicia al trajín, el metisaca doloroso que hace que el ano dolorido de la madura de de sí, se abra, se afloje, varias metidas más y ya el tronco se desliza con aparente facilidad, los gemidos se convierten en placenteras exclamaciones, "huummm, aahhh, sí, todo, más, sí, así, todo, dame todo el pito, lo quiero todo, lo siento todo, anda lléname de mocos ¿sí papi?", y el adolescente se aferra a las nalgas carnosas y furioso arremete una y otra vez, "si, quiero mocos, dame la leche niñito lujurioso, anda, dame leche la quiero, toda, lléname de mocos, ya, anda, dámelos", instantes después la mujer siente los chorros llenándole el culo se semen, intenta contarlos, pero el intenso placer le hace perder la cuenta, su ano responde y se contrae en espasmos deliciosos, siente que se viene de esa forma antinatural, sucia, pero fantástica. Cuando el amante le saca la verga goteante de leche, Griselda se apura a chupar el miembro mojado y oloroso a excrementos, se hinca ante él, como suplicando perdón, y golosa lame y succiona.
Un rato después, de manera furtiva y apurada abandonan la escuela y la madura insiste:
--"¿De verdad quieres ser mi novio?, ¿sí?... pero sabes, procura no llamar a mi casa, mi madre sospecha que ando con alguien, será mejor que no sepa nada, ella cree que ya no estoy en edad de andar de novia, ¿entiendes?, además… si me llevas a algún lugar, procura comprar condones… me puedes embarazar, todavía me llega la regla y no vaya a ser que me hagas un hijo, ¿entiendes niñito caliente?".
El chiquillo encoje los hombros y contesta: "cómo quieras", y distraído mira hacia la calle cuando la madura propone: "¿cuándo nos vemos?, ¿me vas a llevar a un hotel? Él sigue en silencio.
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