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"Acudo a un bautizo muy especial y al final mi gran amigo se ha soltado del todo y quiere cumplir un deseo para su mujer, eso dice, pero él tiene más ganas aunque su mujer."
No podía empezar mejor la semana después del fin de semana que había pasado. La semana seria corta, porque sería hasta el jueves, que me había pillado un día para ir al bautizo. La semana se pasó rápida porque tuve varias salidas por trabajo. El viernes llegue a mitad de la mañana a Valencia y Juan Carlos que se había tomado también el día libre me estaba esperando. Como estábamos solos quise tener una conversación con él, no quería que nada ni nadie interfiriera en lo que tenía que decirle.
- Mira Juan Carlos estamos a tiempo de que me vaya a un hotel y no quedarme en tu casa. Sabes que puede ser muy “peligroso” y me entiendes.
- ¿Vamos a volver a la conversación de la última vez? Que pesado eres, ya te dije que no pasaría nada por nuestra parte y si pasara, ¿QUE?
- No sería tan sencillo, te lo dije y te lo digo, todo iría de forma distinta hermano, hazme caso, me voy al hotel del otro día y ya está.
- Jaja, si al final va a tener razón Amparo, que te has tirado a alguna de las dos.
- No te equivoques, que no ha pasado nada con ninguna, que lo pasamos bien, pero solo eso, sin ningún tipo de relación sexual. Tu mujer que es muy mal pensada.
- Vale, vale, si eso se lo he dicho yo. Pero a lo que vamos, no puedes hacerme ese feo.
- Tu veras, lo que tu decidas, pero luego no quiero lamentos.
- Lamentos ninguno.
Ya dejamos la conversación y nos fuimos para su casa. Amparo no estaba, porque se había ido a ultimar los últimos preparativos del día siguiente. Mi habitación era la contigua a la de ellos. Y en ese momento me dio la sorpresa Juan Carlos, “En las otras dos habitaciones están mis suegros y mis padres, ves cómo es imposible que pase nada, jaja” lo que me dijo me alivio un montón. El padre de ella y el de Juan Carlos, eran socios en algunos negocios. Cuando llegaron se enrollaron conmigo, sobre todo el padre de Juan Carlos, que tanto el cómo su mujer me trataban como a un hijo más. Hasta el punto que me ofrecieron una vez que terminara en Madrid, que no quedaba mucho, para que pidiera la excedencia y me fuera a trabajar con ellos, me ofrecieron de todo y si no hubiera pasado lo que paso con sus respectivos hijos, hubiera aceptado sin pensármelo. No les di un no rotundo, pero les dije que estaba ya medio comprometido y me parecería muy mal faltar a mi compromiso. Lo entendieron y me dijeron que si no salía por lo que fuera, me acordara de ellos. Hasta Juan Carlos me animo y también se dio cuenta de que los estaba esquivando y ya no dijo nada más.
Luego llegaron las madres y la hija con la hija. Hubo saludos, encantadas con la nieta y volvían a sacarle parecidos a Juan Carlos y a Amparo, yo a todo decía que sí, les daba la razón. Amparo seguía mirándome con bastante inquina, no lo podía disimular. Un poco antes de comer dijeron de irnos, porque comíamos fuera y en compañía de los otros dos matrimonios. Cuando llegamos al restaurante, tanto Carmen como Marta, fueron muy efusivas y se pusieron muy alegres. Contaban lo bien que lo habíamos pasado el fin de semana anterior, que no paramos de bailar y más cosas, omitiendo algunos “capítulos” de esa noche. En la comida me senté junto a ellas y estuvimos de broma, risas y algún roce que otro con las piernas y las manos, pero todo sin llamar la atención. La “risa” me dio cuando los dos abuelos hicieron un brindis conjunto, brindaron por su nieta y para que pronto le dieran un hermanito. Brinde con el resto y no quería mirar a nadie.
El único que dijo algo fue Juan Carlos, que decía que era muy pronto para pensar en más niños. La madre de Amparo se lo recrimino, porque decía que su hija si quería tener más y la madre de Juan Carlos lo refrendo. Amparo no dijo nada y se puso tan colorada y nerviosa como Juan Carlos. Luego vino la parte en la que se metían conmigo por no tener ni novia. Tampoco quise hacer ningún comentario y dejé que dijeran lo que querían. La noche anterior dormí poco, madrugue y conduje hasta Valencia, no es que estuviera muy agotado, pero en previsión a la salida nocturna que ya estaba programada, decidí darme una pequeña siesta. Aproveche que Juan Carlos y su mujer iban a su casa para que la niña descansase un poco, mientras el resto se iban a tomar algo por ahí. El camino a su casa hablábamos Juan Carlos y yo y ella nos ignoraba descaradamente. En el camino la niña se enrabieto y no había manera de que se callara, al llegar a su casa Amparo dijo que iba a su habitación a darle el pecho y a ver si lograba que se durmiese. Mi amigo quería que nos tomáramos un café y yo quería echarme un rato, aunque no durmiera.
- ¿Te has dado cuenta de cómo tienes a Amparo?
- Ya he visto que ni me habla, me ignora descaradamente, pero como no le he hecho nada malo, es un problema suyo.
- Macho, si es que ni la has dado dos besos cuando la has visto, has sido a la única que no has saludado. (Me di cuenta de que era verdad)
- ¡ES VERDAD!, no ha sido intencionado, que metedura de pata. Tratare de arreglarlo aunque no sé cómo.
- Si quieres ves ahora y le dices que no fue intencionado.
- No jodas tío, que ahora está dando de mamar a la niña y no es plan.
- Ante los demás tienes que disimular, pero entre nosotros no, es tu hija también y no más a ver nada que hayas visto ya.
- Deja, deja, esperare que salga.
- No te conocía esa faceta de miedoso (Me cabreo oírle decir eso)
- Yo tampoco conocía tu faceta de cornudo, ya estamos iguales (Se lo dije para devolvérsela)
- Estoy de acuerdo contigo, yo tampoco conocía esa faceta mía, pero la diferencia que lo he asumido y tú no lo asumes.
Llego Amparo y nos preguntó de que hablábamos porque teníamos cara de cabreo. El que tomó la palabra fue su marido.
JUAN C.- Nada que aquí mi hermano, me decía que desconocía mi faceta de cornudo y yo le decía que lo tenía asumido y que el no, porque es muy miedoso.
YO.- Sabes que lo has sacado de contexto, no he pretendido ofenderte y lo sabes.
AMPARO.- No te equivoques, que no se ofende y lo tiene asumido. Que lo hemos hablado tranquilamente.
Y.- Me parece muy bien que lo tengáis hablado. Oye Amparo, antes de seguir hablando mil perdones por no haberte saludado, ha sido imperdonable, pero que no fue con intención. (Mostro un indicio de sonrisa)
J.C.- A lo que íbamos, nosotros tenemos asumido todo ya. No nos asusta nada de lo que pueda venir. Lo único que ella no quiere ir pasando de mano en mano. Además los que le he propuesto han sido un no rotundo, porque dice que le tienen que gustar a ella.
Y.- Es que así tiene que ser. Lo primero que le tienes que preguntar es cuál es su tipo de hombre, que seguro que no lo has hecho.
J.C.- Es verdad no se lo he preguntado. Nena, ¿Cuál es tu tipo de hombre ideal?
A.- Alto, fuerte, dominante, que sepa cómo tratarme en cada momento, que no se crea que soy de porcelana, que no haga falta que le diga cómo tiene que hacerlo, resumiendo un perfecto CABRÓN (Cuando dijo esta última palabra me miro intensamente)
Viendo el cariz que tomaba la conversación y para evitar más tentaciones, dije que me iba a echar un rato. Los deje solos y me marche resoplando. Había esquivado una buena. Porque si hubiera seguido con ellos hubiera pasado algo. A Amparo el ser madre le había sentado muy bien, estaba mucho mejor que antes, se la veía más morbosa. Oí hablar a Juan Carlos por teléfono y deduje que era su madre, acabo la conversación diciéndole, “No que va no te preocupes, es por saber si veníais ahora, que nos íbamos a echar y como no lleváis llave por esperarme” luego se oyó poco más y se acabó la conversación, silencio en toda la casa y si se distinguía algún murmullo en la habitación de ello, porque las paredes eran muy finas.
Al rato oí en mi puerta que daban muy suavemente con los dedos y me hice el loco. Silencio. Murmullos. Silencio y nuevamente golpecitos muy suaves en la puerta, esta vez decían mi nombre, me preguntaban si estaba despierto y era Juan Carlos. Hice lo mismo guardé silencio. Estaba tumbado y solo con los slip. Volvió el silencio y unos minutos después, alguien como mucho cuidado abría la puerta, era Juan Carlos, se puso un dedo en la boca para que no dijera nada. Cerro se me acerco y le dije en voz baja pero con tono serio, “¿Qué coño haces aquí? No ves que no he querido contestarte cuando has estado llamando antes” me miro con una mirada distinta, nunca antes se la había visto y me respondió, “Estoy ejerciendo de cornudo y Amparo quiere que la folles” después de oírle eso sabía que todas mis buenas intenciones se habían ido a la mierda, mire a mi amigo diciéndole, “Mira que te lo advertí, dile a la puta de Amparo que por interrumpir mi descanso la voy a azotar hasta cansarme y luego veré si me la follo, pero antes, quiero que seas tú quien la prepare, quiero verla muy zorra y me la entregaras” ni me contesto salió disparado.
Tardaron un poco, pero oí como llamaban a la puerta y Juan Carlos abría la puerta, entro dio la mano a su mujer y joder como la traía, menuda imaginación tenía mi amigo, había acertado de pleno. Amparo venia solo con ropa interior de encaje, toda de color blanco. Medias, braguitas, porque eran mini, sujetador que no podía aguantar esos melones que se le habían puesto y UN VELO, todo era lo que llevo el día de su boda. Mi rabo se salió por la parte de arriba de mi slip, quedando la cabeza de mi capullo pegada a mi ombligo, estaba a reventar. Ella venia con cara de puta salida, pero muy en plan vergonzosa, que lo hacía muy bien. Juan Carlos la ayudo a darse la vuelta y el culo estaba prácticamente al aire, lo dicho eran una mini braguitas.
Me levante estire una mano y ella me dio la suya. La atraje hacia mí, le quité el velo. Como ya avisé a mi amigo, no iba a ser condescendiente, ahora no sería ni Juan Carlos, ni mi amigo. Le dije, “CORNUDO, desnúdala, que hay que darle un castigo primero” ella iba a decir algo, supongo que por lo de cornudo, pero le puse un dedo en sus labios para que se callara. Cuando su marido empezó a desnudarla, su expresión cambio, puso cara de zorra. Lo último que hizo fue quitarle las braguitas y le dije, “¿Huelen bien cornudo?” y Juan Carlos con voz cachonda me dijo, “Me ha puesto hasta cachondo” le dije que se desnudara mientras castigaba a mi puta. Le hice que lo hiciera delante de ella, que estaba a cuatro patas sobre la cama.
- Mira lo cornudo que es tu marido. Si esta empalmado solo de vernos. ¿Te das cuenta? (Le di varios azotes en su culo)
- Ah, ah, ah, ya me doy cuenta, es un cornudo.
- (Zas, zas, zas) Te gusta que lo sea ¿Verdad? (Zas, zas, zas)
- SIIIIII, me vuelve loca.
- (Zas, zas, zas) Estabas deseando esto y lo que viene, ¿A que sí? Díselo al cornudo.
- Si lo deseaba, te echaba de menos. El cornudo no me da lo que tú.
Juan Carlos tuvo que parar de hacerse la paja que se hacía, porque vi que se corría y eso que acabábamos de empezar. Mira cómo va a hacer el cornudo. “Cornudo ven y termina de desnudarme” se acercó se agacho y me quito el slip. El rabo quedo delante de su cara y Amparo se mordía el labio mirando a su marido, que la miro y ella le hizo un gesto con la cabeza, se metió mi rabo en la boca y su mujer soltó un gemido solo de verlo, le acariciaba la cabeza y le decía que verlo le ponía cachondísima y era verdad, me comió la boca muy ardientemente. No me escandalizaba, pero si me sorprendía porque siempre había sabido la opinión de mi amigo en cuestiones sexuales. Tuve que quitarle porque en algunos momentos me hacía daño y era por el nerviosismo, mezclado con la excitación. Amparo que tenía el culo bien colorado, pedía que le metiera el rabo, pero le dije que no le iba a follar el coño, que la iba a dar por culo. Trataba de convencerme y no cedía en mi empeño, le ordene a Juan Carlos, “Venga cornudo prepara el culo de esta zorra, cómeselo bien” era asombrosa la obediencia de Juan Carlos, que metió su morro entre las nalgas de su mujer.
Amparo ya aceptaba todo lo que le decía, lo único que me pidió, “Por favor ponme algo para que entre mejor, no seas malo” le conteste que me lo pensaría, pero no quise ser malo como ella decía. Cogí una crema que tenía para las manos y también cogí un condón. Ella al verlo respiro y me sonrió. Nuevamente tuve que hacer que Juan Carlos parara que se ponía el solo como una moto. Le pase la crema y el condón. Se me quedo mirando y esta vez su mujer que estaba cachonda como una perra le dijo, “No te quedes embobado, pónselo y luego le pones la crema y no tardes que mi culo no puede esperar más”, otra vez que Juan Carlos se puso más cachondo, le costó ponerme el condón, pero por los nervios y luego si no le vuelve a cortar su mujer más que untarme la crema me hacia una paja. Ella estaba a cuatro patas, pero cuando me subí a la cama, pego lo que es el pecho sobre el colchón y el culo quedo bien empinado. Cuando iba a empezar a follarla, suena un timbrazo corto en la puerta de la calle y nos quedamos parados, Juan Carlos va corriendo y vuelve corriendo, se pone a vestirse deprisa y corriendo, diciendo, “Joder, son NUESTROS PADRES, COÑO”
Amparo bufando de cabreo se iba a bajar y le di un azote bien fuerte, “Tu quédate como estas, que mi rabo no se va a quedar con el calentón, tu cornudo, abre los entretienes y que ella esta acostada con el niño, que no den voces y yo estoy echando la siesta, VAMOS VES” se quedó mirando a su mujer y se oyó otro timbrazo, Amparo le dijo “Ve, él es el que manda, te quiero”. Mientras oíamos voces como lejanas, empecé a follar el culo de Amparo, que se tapaba la boca con la almohada. Seguía teniendo el culo bien apretado, entraba bien y cuando ya está mi rabo metido dentro por completo, me quede parado y ella en voz muy bajita me pedía que me moviera, le di un pequeño azote y le dije, “No, serás tú quien se folle el culo” y al principio, empezó a moverse en círculos, pero poco a poco fue cambiando el movimiento.
Empezó un saca y mete ella sola, ella lo hacía muy despacio, como si alguien fuera a oír como entraba y salía mi rabo. El sonido de fondo eran algunas voces y la televisión. Me incline un poco sobre ella, lo suficiente para que una de mis manos pudiera llegar hasta su clítoris y eso la desato, porque se empezó a follar con violencia, los culazos que me daban eran monumentales, hasta que se quedó pegada a mi cuerpo apretando su culo y aunque la almohada lo anulo prácticamente se oyó un fuerte y prolongado gemido. Saque suavemente mi rabo y se veía su culito super abierto. Me quite el condón, mi rabo se guía completamente empalmado, me baje de la cama y me quede de pies delante de ella, que se sentó en el borde de la cama y se puso a hacerme una mamada, paro un momento y me dijo, “Deja que me siente encima de ti, túmbate, ya verás como no te arrepientes y te correes dentro, que no hay peligro” agarre su cabeza y la lleve de nuevo a mi rabo.
Mientras le decía en voz baja, “Te follare el coño y me correré en él, esta noche cuando salgamos, te follare donde vayamos y por eso no llevaras nada debajo”, me corrí de golpe sin avisar y ella se lo trago todo como buena glotona, estuvo un buen rato limpiándome bien el rabo, cuando termino me dio una de las imágenes más excitantes, que fue mirarme y pasarse toda la lengua lentamente por sus labios. Ahora entre susurros le dije.
- ¿Cómo vas a salir ahora? Porque no creo que vayas a salir con el velo, jaja.
- Jaja, que gracioso esta mi niño. Pues no quedaría bien. Que más de una le provocaría un ictus. Me pondré un pantalón corto y una camiseta de Juan Carlos, que en este armario hay alguna. (Efectivamente abrió y se colocó lo que había dicho)
- Ves como no tenía que venir a quedarme en vuestra casa.
- Pues yo lo estaba deseando, pero me he dado cuenta que lo mismo tu amigo lo deseaba más. Y ahora que caigo, lo de esta noche lo decías en broma, ¿Verdad?
- Te puedo asegurar que no lo he dicho en broma, lo único que no sabrás es cuando te voy a follar, si en la cena, en las copas. Estarás atenta a una seña e iras a los aseos de donde estemos.
- Tu estas muy loco.
Salí yo primero y al llegar al salón saludé de nuevo a todos los presentes y ellos a mí. Unos cinco minutos después salió Amparo fingiendo que se acababa de despertar y con los pelos revueltos, nos regañó por el ruido. Juan Carlos se acercó y le dio un leve morreo, por su cara casi se corre. Ella se fue a la cocina y Juan Carlos detrás, al volver los dos, Juan Carlos me miraba con ojos encendidos pero llenos de deshonestidad. Sin embargo Amparo los tenia de golfa. Su marido se sentó en un sillón y ella en el reposabrazos, me miraba mientras acariciaba la cabeza de su marido y me decía menudo zorrón la mosquita muerta.
En cuanto pudo y nos quedamos apartados de los demás Juana Carlos se me acerco, “Oye ya me ha dicho Amparo lo que pretendes esta noche y entiéndelo, pero eso no se puede” mi respuesta fue seca y directa, “OK vosotros mismos” sé que esperaba que hubiera puesto alguna pega, que le hubiera tratado de convencer de lo contrario, pero no lo hice. Desde ese mismo instante empecé a “tontear” más con Marta y con Carmen, que entraban más al juego. Lo que llevaba a que Amparo pusiera malas caras. Nos fuimos de cena y ya hice yo por estar cerca de Carmen y Marta, no me resulto difícil. La cena fue bastante rápida y paso como la otra vez. Suegros y consuegros se marcharon a casa con la niña y el resto nos dispusimos a ir de marcha. Fuimos al mismo sitio. Esta vez sí venia el marido de Carmen, ni en la discoteca perdió su estado anodino. Se pego a Paco y Juan Carlos.
Marcelo que así se llamaba el marido de Carmen, era muy anodino, pero bien que el daba al codo, parecía que venía de recorrer el desierto. Los comentarios de Carmen y Marta me dejaron claro que era muy habitual en ellos, porque según ellas no había fin de semana, ya fuera en casa de uno o de otros, al final de la noche se tenían que quedar allí a dormir de la borrachera que se cogían sus respectivos como ellas lo llamaban. Eso sí, durante la semana ni una cerveza. Nosotros bailando y aunque costo Amparo también se animó y allí estaba con las tres. En uno de esos roces del baile toque el culo de Amparo y note que llevaba bragas, le dije al oído, “Me has defraudado, me tendré que buscar a otra para follar” me echo una sonrisa como de desprecio, como diciéndome, iluso, con quien vas a follar.
Empecé mi avance con las dos maduras, pero me decante en un principio por Carmen, porque era su tía, le daría más rabia. Carmen no se cortaba para nada y en cuanto noto mi rabo empalmado su entrega fue mayor. La situación se puso de tal manera que Amparo, entre cabreada, asombra y escandalizada le recrimino a su tía, “Tía, que te estas pasando, que estas casada, que ya eres mayorcita y sobre todo que tu marido y tu familia están aquí, CÓRTATE” y Carmen que estaba bastante encendida por su calentura le dijo, “Hija no seas aguafiestas que no pasa nada, solo estamos pasándolo bien, no seas mojigata, parece mentira que tengas la edad que tienes”, la cara de Amparo se congestiono más y quiso volver a recriminar a su tía, quien la corto en seco diciéndola, “Oye, ya bien, soy tu tía y no me vas a decir lo que puedo y no puedo hacer, si no te parece bien, ya sabes lo que tienes que hacer, irte a sentar con los hombres o hacer como la otra vez, irte a casa”
Amparo se fue a sentar y nos quedamos nosotros bailando, las dos me vacilaban provocándome y yo me dejaba querer. El ambiente era muy bueno, porque además las dos sabían que me había follado también con la otra y esa complicidad lo hacía más morboso. A las dos en distintos momentos les dije lo mismo sin que la otra lo supiera y como si fuera un secreto, era que cuando les hiciera una seña, quería decir ir al aseo a follar. Estando las dos de acuerdo. Eran dos “artistas” hacían beber a los maridos, aunque a Marcelo no le hacía falta ayuda. El que estaba más castigado era Juan Carlos, también porque nunca había sido bebedor. Me acerque al oído de Amparo para contestarle a una pregunta que me hizo, pero en vez de decirle lo que ella esperaba, le lamí la oreja y le dije, “que pena que no quieras follar” puso una cara de compromiso como si nada hubiera pasado.
Era el momento apropiado, hice las dos señas acordadas a Carmen y Marta, me levanté y me fui. Justo en ese momento Marta dijo que iba a la barra, que era un camino distinto al que yo llevaba. Me quede mirando en el pasillo de los aseos. Vi como Marta daba la vuelta para ir hacia los aseos y también vi como Carmen venia en mi dirección. Las dos al verse llegar y yo esperando se echaron a reír y me dijeron que era un “cabroncete”. Marta se nos quedó mirando, pero más a su prima y pregunto, “Bueno y llegados a este extremo qué hacemos, ¿Lo echamos a piedra, papel o tijera? o ¿Qué hacemos?” y fue Carmen quien sin decir nada marco el rumbo, me agarro de la muñeca y le dijo a su rima, “Vamos y no perdamos el tiempo” y nos fuimos a los aseos de mujeres. No vimos a nadie, pero si se oía a varias que hablaban prácticamente a voces, cada una desde su reservado.
Nosotros nos metimos en uno que estaba abierto. No era muy grande pero tampoco estábamos incomodos los tres. Nos teníamos que aguantar las risas, sobre todo ellas porque se veía que era la primera vez que se les daba esa situación y los nervios afloraban. Según empecé a acariciarlas, las risas nerviosas fueron desapareciendo y cuando todo cambio, fue cuando besé a Marta que la vi más nerviosa, el morreo que nos dimos fue de órdago. Luego se lo di a Carmen que no quiso quedarse atrás. Las dos me iban tocando y note cuando entre las dos me sobaban el rabo y como me desabrochaban el pantalón entre las dos. Quise que nos besáramos los tres a la vez, pero no lo logre. Eran remisas a acercar sus bocas a ellas mismas. No forcé nada, de momento.
Marta se sentó en el váter y empezó a comerme el rabo, lo hacía muy tranquila pero Carmen estaba más incómoda estando de pie. Si me lamia una la otra se apartaba, era un coñazo tanto escrúpulo. Hice que le hiciera un sitio a Carmen y se sentaron las dos, pero seguían igual, con cada mano agarre una barbilla, levante sus caras y les dije en voz baja, pero serio, “Os dejáis de tonterías o me salgo de aquí, no sé a qué viene tanta necedad” agarre sus cabezas y las acerque a mi rabo, ahora seguían con algo de escrúpulos, porque cada una me lamia el rabo por un lado pero sin tocarse. Hasta que las di otro achuchón con mis manos, para que lamieran el capullo y allí hubo algún roce de lenguas y alguna retirada instintiva, pero al final prevaleció la calentura y ya no me hacía falta hacer nada, sus lenguas se tocaban ya sin problemas, se les escapaba alguna risa vergonzosa pero seguían. Les daba hasta igual oír entrar y salir mujeres.
Ya fuimos cogiendo un buen ritmo y sin nada de tonterías. Carmen quería ser la primera en ser follada, pero cambie el orden, porque para lo que quería veía a Carmen más lanzada, con menos prejuicios. Por eso quise empezar con Marta. Que se levantó y no le quedó más remedio que apoyarse sobre los hombros de su prima. Le metí el rabo y se aguantó el decir nada, pero se notó que el gusto. Hice que Carmen me diera la mano y le dije, “Venga ayuda a tu prima, que lo estas deseando” y lleve su mano al coño de Marta. Se hizo la remilgada uno segundos y luego se puso a tocarla. Marta que no había mostrado el más mínimo rechazo, se limitó a bajar la cabeza y a moverse más. Agarre su melena y tire para atrás, para que quedara encarada a Carmen, que la miraba con mucha lujuria. Carmen estaba muy excitada porque tocaba sus tetas por encima de su ropa y sus pezones estaban duros y grandísimos.
Carmen de pronto e inesperadamente dejo de tocar el coño de su prima, le agarro la cara con las dos manos y empezó a tratar de besarla, su prima se quiso resistir pero al final se dejó llevar y se daban unos morreos inmensos y volvía a tocar a su prima. Pararon de besarse y Marta estaba a punto de correrse y cuando lo iba a hacer le pidió a su prima que la besara, se fundieron en un gran beso y se corrió brutalmente. Carmen no la dio ni un respiro, se levantó y la quito. Estaba chorreando y quería follar, cambiaron las posiciones y mi rabo entro suavemente en su coño. Marta le desabrocho toda la delantera y sin más se puso a comer esas grandes tetas. Carmen acariciaba su cabeza mientras me la follaba.
De pronto nos llevamos un susto enorme, porque sonaron unos golpes en la puerta y era Amparo, “¿Estáis ahí? ¿Qué hacéis? Abrirme” ninguno decía nada, hasta que hablo su tía. “Amparo, ahora no puedo abrirte, que estoy haciendo mis cosas. Luego hablamos, vete con los demás” y ella dijo “No me jedáis que sé que estás ahí con Pelayo” le hice una seña a Carmen de que no hablara más y seguimos a lo nuestro. Pero Amparo cada vez se ponía peor, no paraba de dar golpes. Carmen ante el cariz de la situación le dijo, “Vale ahora salgo, pero espérame fuera, si abro la puerta y estás ahí, la vuelvo a cerrar” ella dijo que vale y nos arreglamos, Marta se quedó dentro, si no la había descubierto no quería que se enterara. Salimos los dos y Amparo estaba en plan moralista, “De verdad tía como me has defraudado y tú, vergüenza te tendría que dar liarte con una mujer mayor”
Me moví para que nos apartáramos de allí y así pudiera salir Marta. Efectivamente Marta logro salir sin ser vista. Al final tanto su tía como yo la cortamos en seco y Amparo se fue muy cabreada y nosotros nos quedamos a medias. En un momento se llevó a Juan Carlos aparte y vi como hablaban, mi amigo miraba en nuestra discreción y mientras oía a su mujer, tenía un leve movimiento de cabeza, en plan resignación. La verdad que esperaba que se marcharan y así tener el campo libre, pero no, aguantaron hasta el final. Esta vez me toco ir con ellos en el taxi. Íbamos todos muy callados y Amparo me miraba de reojo, sé que esperaba que dijera algo, pero me limite a mirar mi móvil y a sonreír. Veía que eso la cabreaba más. La realidad que tenía un calentó encima exagerado.
Al llegar a su casa entramos con mucho sigilo y sin hacer nada de ruido para no molestar a los padres. Yo me fui a la cocina a tomar un vaso de leche, Amparo dijo que iba a llevarse a la niña a su habitación y Juan Carlos se vino conmigo, lo primero que me soltó, “Tío ya te vale, mira que zumbarte a la tía en los baños, ¿Es que no tenías a otra? Menudo disgusto que tiene Amparo, porque le preocupa que su tío se entere” mi contestación fue muy sincera, “Juan Carlos, que no ha sido por eso, esta cabreada porque no era ella. Se cree que soy de su exclusividad y además la tía ya sabe lo que se hace. Y tú de verdad, ¿Crees que el marido no sabe cómo es su mujer?” Juan Carlos me decía que no quería entrar en discusiones, que posiblemente tendría razón, pero que no sabía. Vino Amparo que ya estaba cambiada y traía una bata puesta, nos dio las buenas noches y le dijo a su marido que no hiciera ruido cuando fuera a acostarse. Nada más irse le dije, “Amigo esta noche por culpa de tu mujer me he quedado a medias, así que ahora me lo va a pagar ella” Juan Carlos con cara de espanto me pregunto, “¿Qué me quieres decir con eso?” puse una sonrisa malévola y le dije al oído acercando mi boca, “Que ahora mismo voy a ir a follármela y tú te quedaras en mi habitación”
Me encamine a mi habitación y mi amigo venia detrás tratando de hacerme ver que no era el mejor momento, estando sus padres y sus suegros. Me quede en pelotas delante de él y al ver mi erección le dije, señalando mi rabo, que alguien lo tenía que solucionar y para calmarle le hice ver, que nadie podría oír nada, al estar las otras habitaciones más apartadas. Con cierta resignación y mucha calentura, Juan Carlos me dijo, “No la conoces, te va a mandar a tomar por culo y no quiero un escándalo. Así que si se enfada hazme el favor de salir” le volví a mirar esta vez con indulgencia, “¿De verdad crees que la zorra de tu mujer me va a echar?” y el muy seguro me dijo que si, vi que lo decía muy convencido, tanto que hasta dude de mi opinión.
Me fui a la habitación con un pantalón corto y una camiseta como únicas prendas. Abrí la puerta con mucho cuidado y me dirigí a la cama. Antes de meterme en ella me desnude completamente. Cuando entre la vi tumbada de lado, mirando hacia la cuna y de espaldas a la puerta y a mí. Lo pude ver porque había una pequeña luz para la niña, una luz muy tenue. Al oírme y pensando que era mi amigo, dijo, “Y mañana Juanca, hazlo como quieras, pero que tu amigo se vaya, buscar cualquier excusa, que se vaya al hotel con sus amiguitas”, levante la ropa de cama y me acosté. La toque y llevaba un camisón cortito. Nada más notar mis manos levantando más su camisón me dijo secamente “Estate quieto, que hoy precisamente no está el horno para bollos, así que olvídate o ves a chupársela a tu amigo”, me costaba no reírme, menudo cabreo que tenía.
Me fui acercando a su espalda y me preparé para colocarle el rabo entre las piernas, pero también para agarrarla y que no saliera corriendo. Ya estaba preparado y metí por detrás el rabo entre sus muslos, no llevaba bragas y lo note enseguida, igual que ella noto que no era el rabo de su marido y antes de que pudiera reaccionar le dije, “Está bien zorra, mañana me iré, pero esta noche te voy a follar sin descanso y me da igual lo que digas” no me mando a tomar por culo, ni tampoco monto ningún follón, simplemente y sin girase me decía, “Por favor, no es el momento, hay mucha gente en la casa, cualquiera nos puede oír, además no quiero nada contigo. Si hubo algo alguna vez esta noche se acabó” seguía diciendo muchas más cosas, pero lo que era un hecho, es que mi rabo cada vez estaba más mojado por su coño. Moví mi cuerpo para que el rabo fuera de atrás para adelante, así durante bastante rato y en su momento justo, encaje mi capullo en su coño, pero sin hacerlo del todo, se tensó, se le escapo un gemido y cuando sentí como colocaba el culo hacia atrás, para darme facilidades en mi penetración, me pare, no continúe, pero no me salí.
“¿Ahora qué es lo que quieres puta? ¿Quieres que te meta el rabo hasta el fondo? Lo que sea me lo tendrás que pedir y si no me marchare” le dije, aunque sabia de sobra la respuesta. Ella no me decía nada y entonces hice el paripé de hacer que me iba a ir, seguía sin decir nada, pero echo un brazo para atrás y me agarro mi culo, indicación de que me quedara. Le dije que eso no me valía, que quería oírla y entonces con la voz entrecortada me dijo, “Te tenía que haber hecho caso, era a mí a quien tenías que haberte follado en los baños y me vuelve loca que me hagas sentir tan puta, FÓLLAME” me puso cachondo y empecé a follarla, lo hacíamos en la posición de cucharita y mientras sobaba bien sus tetas y sus pezones. Le dije que se tocara para mí y me obedeció en el acto.
Mientras me la follaba le contaba lo que me había dicho Juan Carlos de que me iba a mandar a tomar por culo y me dijo, “Yo soy inocente, pero el mucho más, que sabrá el” y las palabras cada vez se le entrecortaban más y nuestros movimientos iban en aumento, pego su culo contra mí, respiraba de forma acelerada y la embestía porque sabía que se iba a correr y vaya que se corrió. No quería correrme todavía, por lo que hice que se pusiera encima y nos pusimos a hacer un 69. Que delicia de mujer, como se entregaba y pude percibir como alguien abría la puerta y echaba el cerrojo. Amparo paro de comer mi rabo y dijo, “Ya estabas tardando cornudo, sabía que no aguantarías sin vernos, anda acércate” y ella se incorporó pero sin quitarse de mi boca, note una boca que no era la suya, ella le animaba, “Vamos cornudo, cómetela, métetela más, como me pone viendo cómo te comes un pollón, aaahhh, que guarrete que eres, sigue, ordéñalo que estás loco por que se corra en tu boca y te llena de leche” ella según hablaba se ponía más cachonda y me pegaba con más intensidad su coño en mi boca, era un rio y Juan Carlos no se quedaba atrás, era oír a su mujer y ponerse como un loco con mi rabo.
No quería correrme en la boca de mi amigo, quería correrme en el culo de Amparo, Amparo dejo de hablar y se empezaba a tensar todo su cuerpo, ya conocía de sobra cuando se iba a correr y no se pudo aguantar, se corrió de tal manera que no me pude quitar y tampoco aguantar, me corrí en la boca de mi amigo, que no despego su boca de mi rabo. Amparo que se había corrido ya y se dio cuenta le decía, “Vamos putita cómela bien, no le dejes escapar ni una gota y ven a besarme” y cuando él se quitó, ya se había quitado también Amparo de encima mía, le garro la cara y se comieron la boca. Cuando terminaron Amparo muy caliente le dijo a su marido, “Que ganas tengo de ver cómo te rompen el culo, para que seas tan puta como yo”, Juan Carlos no dijo nada, se limitó a comerle la boca de nuevo.
Juan Carlos una vez estamos reposando todos, le dijo a su mujer con mucha complicidad, “Que puta que eres, nunca imagine que lo fueras tanto” ella se echó una sonrisita y yo le replique, “Lo que tú dices de que es tan puta, solo es la punta del iceberg, tu mujer es mucho más puta aun, solo falta emputecerla un poco más y saldrá todo” ella me decía que era un exagerado y que más no se podía ser, le decía que se equivocaba, pero que no era el momento, Juan Carlos no hizo ningún comentario. La celebración fue como la seda y todo acabo perfectamente. El día que me marchaba, Juan Carlos me dijo que antes de irme quería hablar conmigo y lo que hice fue despedirme de todo el mundo antes de la hora que tenía prevista y Juan Carlos se bajó conmigo a acompañarme al coche y aprovechamos para tomar algo y hablar.
- Desde anoche llevo dándole vueltas a algo que dijiste.
- Pues amigo al grano, que no hay mucho tiempo y confianza tenemos de sobra y mucho más que antes.
- ¿De verdad crees que Amparo puede ser aún más? Ya me entiendes.
- Jaja, era eso. Pues yo creo que sí, la veo potencial, entrega y muchas ganas. Eso te pasa por abrir la puerta.
- Llámame pervertido o enfermo, pero me gustaría hacerlo realidad y quisiera que fueras tu quien lo consiguiera. Quiero verlo.
- No te voy a llamar nada, porque me lo llamaría entonces a mí mismo. Lo único que te digo que ese es otro camino “peligroso” porque hay que estar muy preparado. Y no sé si sería lo mejor ni para ti ni para ella.
- Por mí no te preocupes, que sabes que si en algún momento no me gustase, lo diría y lo cortaría. Ahora si lo dices porque a Amparo no le vaya a gustar, entonces te entiendo.
- Estoy muy convencido de que tu mujer si pusiera algún reparo, seria por apariencia, pero en cinco segundos estaría haciendo lo que fuera.
- Pues vamos a intentarlo, le daremos una sorpresa. Vente un fin de semana y ya está.
- Déjame que lo piense, pero si lo hiciéramos seria en Madrid, lejos de ojos que nos pudieran conocer y para que así estuvierais más tranquilos.
- Mira eso es buena idea. ¿Pero para cuándo?
- Déjame que lo prepare, pero ya te digo que no será para ya, paciencia, mucha paciencia.
Quedamos en eso y cuando me fui ya iba pensando durante todo el viaje en preparar algo, no tenía ninguna duda, pero quería que fuera algo especial, morboso, que no se esperase en ningún momento nada de lo que pudiera suceder. Tenía que ser todo un abanico de sorpresas. Había que tomarse un tiempo en preparar todo muy bien. Por lo menos tenía que desarrollarse en dos días. Por ejemplo un viernes y sábado noche.
Este relato va dedicado a Whbonny y su hermosa mujer.
Aun sabiendo que tendré más de una crítica, Whbonny a tu mujer le digo que, la felicidad de un cornudo pocas personas la entiende, porque hay mucha falsedad y la gente no es sincera. Muchos se “indignan” por ver a su esposa interactuar libre y alegremente con otros hombres, aunque en el fondo están cachondos. Solo el que es cornudo consentido sabe, entiende, disfruta, goza, se llena de placer viendo a su mujer con otro. Así que esposa de Whbonny, no pierdas el tiempo, haz disfrutar al cornudo de tu marido y tu gozaras como nunca lo imaginaste. Solo piensa en el momento que te estén follando y veas la cara de tu marido. ¿Te lo imaginas?
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