Nuevamente deseo complacer al amigo Cortes escribiendo un cuento con el tema que me ha enviado, espero poder complacerlo y que también les guste al resto de los lectores…Gracias a los que se han animado a enviarme temas para dar riendas sueltas a mi imaginación…
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Muchos de ustedes recordarán el cuento que recientemente escribí, titulado “Mirando a mi Madre” y los que aún lo han hecho es una buena oportunidad para invitarlos a que lo hagan y puedan seguir el hilo de esta historia. En aquel cuento narraba de cómo mi madre casi a diario se traía un hombre diferente a nuestra casa para follar, valiéndome de algunos ardides la espiaba en sus quehaceres sexuales y hasta había obtenido algunas ganancias a costa de eso.
Ya casi todos los varones y algunas chicas de mi clase habían pasado por mi casa y sentado frente a la pantalla de la computadora para verla como follaba con sus amigos, algunos lo hicieron más de una vez, al cabo de cierto tiempo aquello ya no despertaba el interés de los chicos ni de mi amiga con la que tantas sesiones de sexo tuve mirando follar a mi madre y les confieso que a mi también ya me aburría ver casi todos los días lo mismo, por lo que muchas veces ni prendía el computador y aprovechaba el tiempo para dormir y descansar.
Una de esas noches en que ya estaba dormida mi madre tocó en la puerta de mi habitación, al estar cerrado como de costumbre, a través de ella, después que le respondí me dijo que deseaba hablar conmigo y que me llegase hasta su habitación. Pensando en todo momento que su pareja ocasional se había retirado como de costumbre, pues otra cosa no podía imaginar, tal y como me encontraba fui para su cuarto, vestida solamente con mis braguitas como único vestuario. Al entrar en la habitación la observé completamente desnuda sobre la cama, bastante desordenada y que daba muestras las luchas que habían tenido en aquel lugar momentos antes.
La sorpresa mayor fue cuando sentí cerrase la puerta detrás de mi, pues yo la había dejado abierta, había un hombre detrás de ella completamente desnudo y con su verga que parecía una lanza. Mi madre me pidió acercarme a la cama y me explicó que aquel hombre varias veces se había fijado en mi y quería cogerme, quería follar conmigo sin importarle lo que le cobraran, estaba desesperado por follar con una chica tan jovencita como yo. Mientras hablaba con mi madre le mire su verga en dos o tres oportunidades y no era nada del otro mundo, ni grande ni gruesa, hasta me pareció pequeña y desproporcionada para su cuerpo. De otras mejor provistas que esa yo había dado cuentas en otras oportunidades. Lo que no me agradó fue la forma en que lo hicieron, pero un polvo más o menos no haría daño a nadie.
Me dirigí con paso firme hacia aquel hombre que me miraba con desesperación y extendiéndole mi mano le dije: --¡quiero el doble de lo que le darás a ella!—, sin titubear fue hasta donde se encontraba su pantalón y extrayendo la billetera puso en mis manos dos flamantes y hermosos billetes de $100.00, estaba segura de que si le hubiese pedido más lo habría hecho al instante. Le pedí me esperara un instante y regresé a mi cuarto para guardar el dinero. Cuando volví, estaba platicando con mi madre algo acerca de mí que no pude alcanzar escuchar porque inmediatamente cesaron en su plática.
Aprovechando que estaba sentado en la cama me paré frente a él, colocada entre sus piernas, como mi tamaño es pequeño mis teticas quedaron justo al alcance de su boca, las que le estuve pasando por sus labios hasta que decidió comérmelas, sentí el roce de su verga dura contra mis piernas y se la sostuve con las rodillas, apretándola bien fuerte mientras el seguía jugando con mis pezones y chupándomelas. Poco a poco sus manos no dejaron de recorrer ni un centímetro de mi cuerpo, tenía unas manos muy suaves, propias de una persona que no realiza trabajos fuertes, muy bien cuidadas, por lo que sus caricias pronto comenzaron a excitarme. Le tomé una de sus manos y la coloque encima de mi panochita, jugó también con ella por un buen rato, hasta que sus dedos buscaban mi rajita con afán, había logrado excitarlo bastante hasta ese momento. Mi madre desde su posición, acostada en la cama, viendo y no perdiendo un detalle de lo que yo hacía, comenzó a frotarse su chocha y buscaba su clítoris con afán.
Dando la vuelta puse mis nalgas a su vista, me las besaba y acariciaba, una de sus manos continuaba buscando mi rajita, pero como tenía bien cerradas mis piernas le dificultaba bastante meterme sus dedos. Cuando estimé que era el momento oportuno, me abrí de piernas inclinándome un poco hacia delante y su dedo inmediatamente penetró en mí, lo sacaba y lo metía buscando extraer mis jugos, hasta que lo logró, con el primer orgasmo apareció mi lechita y esa humedad facilitaba la penetración de sus dedos, que ya había logrado introducirme dos a la vez. Mi madre continuaba en su tarea y ya más que jugar con su clítoris, se estaba haciendo una buena paja mirando todo lo que yo hacía.
No quería que ante aquella situación quedara desamparada y pedí a aquel hombre entonces hacer el “Triángulo de las Bermudas”… extrañado me preguntó que era eso y rápidamente le explique en que consistía. Los tres debíamos acostarnos en la cama en una posición adecuada donde cada uno chuparía el sexo del otro, así yo me encargaría de chupar su verga, él el chocho de mi madre y mi madre mi chochito. Mi madre quedó asombraba ante mi propuesta, pues desconocía que yo conociera de esas cosas. Los tres empezamos a chuparnos por un buen rato hasta que logramos todos venirnos, aquella verga soltó unos chorros de leche que me tuve que tragar por la posición que tenía y mi madre, toda una experta metiendo y sacando su lengua en mi chochita y masajeándome el clítoris también logró que tuviera dos orgasmos más.
Aquella verga comenzó a ponerse blanda y antes que terminara de desfallecer la tomé entre mis manos y con ágiles movimientos logré volviera a endurecerse. Con sus espaldas sobre la cama me le subí encima y ayudándolo un poco yo misma me la metí en mi chochita… sentía que no estaba tan dura como al principio pero tenía que hacer mi trabajo bien y con calidad, por lo que con fuertes movimientos circulares y en todas las direcciones cabalgué buen rato sobre aquella polla que no prometía dar mucho más de lo que había ofrecido hasta el momento. Mi madre, metiendo su cabeza entre mis nalgas y sus piernas le chupaba los huevos con mucho afán, sentía como la polla empezaba a ponérsele dura nuevamente y aceleré mis movimientos, me puse en cuclillas sobre él, dándole mas espacio a mi madre y mientras subía y bajaba aquel hombre hacía movimientos desesperados por acabar de venirse y llenarme el coño con su leche, lo tenía al borde de la desesperación, en un instante confesó que mi madre nunca se lo había hecho de esa forma tan original como yo lo estaba haciendo, lo que le estaba dando mucho placer… abrazándome con fuerza y obligándome a caer sobre él, comprendí que se estaba viniendo, ya podía sentir el calor de mi leche en su interior.
Prácticamente no dejé ni que terminara de venirse, le dije que mi trabajo había concluido con su corrida, cuando me levanté me suplicaba no lo dejara así, por lo que mi madre ocupó la posición en que antes yo me encontraba y terminó de sacarle la leche. Antes de salir de la habitación escuché a mi madre reprocharle que la verga se le hubiera puesto flácida y ella quedarse con los deseos de correrse. El trató de complacerla pero todos sus esfuerzos fueron inútiles.
Después de ducharme entré nuevamente a la habitación y vi a mi madre tirada junto al hombre con su verga en la mano tratando de endurecerla, pero sin ningún resultado. En un momento sentí compasión por ella, pues bien sé lo malo que es quedarse con los deseos de follar, pero sabía que lo de aquel señor era un problema más psicológico que físico, ya mi madre no lo excitaba ni provocaba sus instintos sexuales, había quedado relegada a un plano inferior con mi presencia.
Para quedar absolutamente convencida que era así, me agaché sobre su cara y le puse mi coñito en su boca, no más había comenzado a pasar su lengua y sentir como se me había humedecido, su verga comenzó a subir de nuevo. Mi madre, colocándose detrás de mi se sentó sobre su polla y comenzó a cabalgarla sin perder un instante, lo dejé jugar con ella y chupármela hasta que los gritos y gemidos de mamá me anunciaron que se estaba corriendo. Abrazándome por detrás me dio las gracias y un beso. Era obvio que aquel hombre no contaba con la fuerza y la potencia suficiente como para complacer dos mujeres a la vez y tuvo que hacer un tremendo esfuerzo.
Me propuso hacerlo en otra oportunidad y acepté ante la mirada casi triste de mi madre, pero cuando habló sobre el tema de cogerme el culito, aproveche para decirle que de esa forma le costaría un poco más, ya que mi culo era virgen. Estuvo bien de acuerdo y fijamos fecha para tres días después. Lo que en un inicio había criticado en mi madre, ahora lo estaba haciendo yo, --¡me estaba convirtiendo en una putica!—, pero con la diferencia de que no era tan barata, ya que trataba de sacarles la mayor cantidad de dinero que podía. La mayoría de los hombres que se follaban a mi madre comenzaron a hacerlo conmigo, quedando para ella solamente lo que lo hacían por vez primera y no conocían de mi existencia, lo que ella trataba de ocultar lo más que podía.
En una ocasión me trajeron un señor ya bastante mayor y me contaron que las mujeres más experimentadas no habían logrado hacerlo reaccionar, les dije que si lo lograba quería una buena recompensa y el personalmente me confirmó que así sería. Esto debía ser el tema de otro cuento, pero como siempre se dice eso, terminaré por relatarles de forma bastante breve como lo logré.
Le hice a aquel señor todo lo que se me ocurría y había practicado anteriormente con mucha efectividad, pero no reaccionaba con nada. Ya con todos los recursos agotados y dispuesta a perder aquella jugosa recompensa, haciendo un último intento, le dije se acostara encima de mi y con la ayuda de mi mano, como pude fui metiendo aquella verga flácida en mi coñito, le pedí se moviera, que me follara, para ver si de esa forma reaccionaba, pero nada, por sus movimientos encima de mi llegué a excitarme, ya mi panochita estaba húmeda, nuevamente tuve que acomodar aquella cosa en mi coño para al menos quedar yo satisfecha. Mis manos lo ayudaban a moverse y acariciaba sus nalgas, hasta tal punto que uno de mis dedos fue a parar justo al centro su culo, pasé primero el dedo por mi chocha y después de mojarlo en mis jugos empecé a jugar con aquel huequito hasta que poco a poco fue entrando…dos veces más lo mojé bien y como no me decía nada seguí metiéndole mi dedito y sacándolo…¡¡¡MILAGRO!!!.... sentí como aquella verga poco a poco comenzó a revivir y ya sentía como se acomodaba dentro de mi, los masajes en su culo habían obrado el milagro, ahora me eché un poco de saliva en la mano y continué con mi juego, tardó un poco pero su verga se había puesto lo suficientemente dura como para follarme, comencé a gritar para que todos vinieran y dieran fe de lo que había logrado, abrí bien las piernas por encima de sus hombros y todos pudieron contemplar como aquel viejo me follaba, nadie perdió detalle alguno hasta que logró venirse, no de forma abundante, pero logró venirse, nuevamente aquella verga perdió su erección, pero el hombre estaba muy contento, daba saltos de alegría por toda la habitación.
La recompensa ofrecida fue mucho más de lo que yo podía imaginar, el viejo preguntando mi nombre me extendió un cheque por $1000.00. Debo comentarles que el señor era un poderoso comerciante dueño de varios establecimientos y almacenes, que derrochaba su dinero a diestra y siniestra. Desde hacía ya varios años había perdido su erección y prometió dar esa suma de dinero a quien lo lograra.
Nunca más volvió a mi casa, una o dos veces en el mes venía un coche a buscarme y me llevaba a su casa para hacerlo, lo hacíamos hasta delante de su mujer, quien no daba crédito a sus palabras. El señor poco a poco a recobrado su erección, gracias a mi y hasta su esposa puede disfrutarlo. El día de mi cumpleaños lo vi por última vez, un coche vino a buscarme como de costumbre, pero el venía conduciendo, se bajó y después de darme un beso en la frente extendió su mano y me entregó las llaves del coche…--¡Disfrútalo que bien ganado lo tienes!—, aún no puedo conducirlo pues no tengo la edad necesaria para obtener el permiso, pero mi madre si lo tiene y todos los fines de semana vamos al campo o a la playa, diariamente me lleva a la escuela en él y la vida se nos ha hecho más agradable.
Mi madre ya dejó de recibir sus visitas, ahora soy yo la que me encargo de hacerlo, pero no con cualquiera, me doy el lujo de seleccionar a los más hermosos y bien dotados, permitiéndole a mi madre participar con nosotros cuando me lo pide.
sería rico encontraa a una nenita asi de caliente