Lola a sus 40 años era una bella mujer robusta con una gran melena negra y unos gruesos y sensuales labios.

Había conocido muy pronto el amor, pero quedó viuda a los 10 años de casarse. Tenía 3 hijos, Lola de 22, que tenía una bella niña de 10 meses llamada Angela, y Andrés y Ángel, los gemelos de 10 años. Ellos no la necesitaban, la mayor era casada con un buen mozo de carrera, y los pequeños vivían en una residencia de estudiantes. Loli se casó con 15 años, pues era tradición gitana.

Loli tenía un corazón bondadoso y grande, tan bonito como sus bellos ojos azules. Por eso, cuidaba de abuelitos y abuelitas en sus ratos libres, sin cobrar nada. Sólo lo hacía por la compañía, y un poco de comida. Ni ella misma sabía que el destino le deparaba un segundo amor.

Luis no era un hombre mayor. Era más bien un hombre solitario, que desde hacía más de 5 años sufrió una enfermedad de huesos que le postró en una cama. Tan sólo tenía 58 años. Era moreno, de ojos marrones y su sensibilidad le hacía más hermoso si cabe.

Loli, le cuidaba por las mañanas, le bañaba, le daba de desayunar, le afeitaba.., limpiaba su casa y le preparaba la comida. A la noche, volvía para meterle en la cama. Pero poco a poco, iban pasando los días, semanas.., y Luis casi sin pensarlo se iba enamorando de ella. Él era un hombre muy sensato, con las ideas muy claras y sentido común. No le importaba ni la raza ni religión de Loli, ni sus circunstancias, no quería saber el porqué de su vida anterior. Sólo existía una para ella y ésa era Lola. Y, era tal la calidad de sus sentimientos hacia ella, que Loli aunque seguía enamorada del recuerdo de su esposo, iba encariñándose con Luis cada día más.

Loli no era ninguna niña y se daba cuenta de que cuando le aseaba, su pene se erguía. Poco a poco Luis y Loli se fueron acostumbrando y siendo el uno para el otro. Loli cada día se quedaba más horas para cuidarle. Ninguno de los dos tenía que dar explicaciones a nadie. Así que, una mañana un mensajero llamó a la puerta de la casa.

Traía un gran ramo de flores rojas y un anillo de compromiso en una pequeña cajita. Loli quedó boquiabierta al ver aquello. Y Luis y Loli desde entonces ya no eran "cuidado y cuidadora", sino que eran pareja de hecho.

Loli se desnudaba para Luis, se ponía encima de él o le provocaba una eyaculación bien con la boca o con la mano. Porque según decía ella, "en el amor todo vale".

Y Luis y Loli vivieron felices hasta que una noche, el destino quiso llevarse a Luis.

Loli aparte de amar a su esposo, y a Luis, ya no tuvo que pasar nunca más hambre. Pues después del funeral, Luis le dejó su casa y sus pertenencias.

Loli hizo en su casa 2 habitaciones para sus niños más pequeños Andrés y Ángel. Los sacó de aquella residencia de estudiantes, y con el dinero que le dejó Luis les metió en un colegio de pago. Les compró nuevos uniformes, libros, e incluso juguetes que nunca hubieran imaginado tener. Les ofreció el cariño y respeto de una madre a unos hijos y los tres vivieron como nunca imaginaron recordando a Luis.