Me jalaste al baño de la oficina con ansias. Nuestros cuerpos se encontraron ansiosos por empezar a disfutarse. Tu sentado, yo encima, de espaldas a ti, cabalgándote, enterrándome tu pene hasta lo más profundo de mi vagina, mordiéndome los labios para no gritar. De pronto se escuchan pasos, tú, acaricias mis nalgas, abriéndolas y lamiéndote un dedo me lo metes en el culo para dilatarlo, yo volteo a verte suplicando que no, mi culito era virgen y duele demasiado. Tú aprovechas que hay alguien en el baño y no podré hacer ruido, así que sacas tu verga de mi vagina y encajas la cabeza lubricada por mis líquidos en ese estrecho canal. No se como logré no gritar, solo derrame algunas lágrimas de dolor, pero tus suaves movimientos llegando más profundo y una mano agazajando mi clítoris, hicieron que empezara a disfrutar la culeada que me estabas dando. En cuanto salió la persona del baño, te volviste loco, brusco, ensartándome tu verga hasta el fondo, gozando con el ruido que hacian tus huevos contra mis nalgas, tomando mi cintura con tus manos para obligarme a moverme a tu ritmo. Se sentía tan bien, nuevas oleadas de placer desconocidas recorrían mi cuarpo, tu boca lamía, chupaba, mordía mi espalda mientras los dos al mismo ritmo nos moviamos unidos por un mismo objetivo. Tu respiración comenzó a agitarse, cada vez se hacía más densa, acompañada de quejidos y suaves gemidos, tu pelvis empezó a moverse desenfrenadamente contra la mia mientras me susurrabas al oido (ESE CULO ES MIO Y VOY A BAÑARLO CON MI LECHE), esas palabras me hicieron darme cuenta de lo que pasaba y el morbo ayudo, junto con la fuerza y profundidad de tus embestidas a que perdiera el control y me dejara llevar por un orgasmo, que por primera vez llegaba a mi desde esa apretada región. Al sentir mi susceptibilidad y el grito que escapó de mi boca, no pudiste más y dejaste salir intespestivamente cinco chorros de leche. Me recargue en ti para recuperar el aliento y disfrutar acústicamente del placer que también tú habias sentido. Fue cosa de cinco minutos volver a la realidad. Giré mi cuerpo para verte a la cara y con la mirada más agradecida del mundo te besé frenéticamente como si fuera la última vez que podría hacerlo.