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Me miró a los ojos con una mirada sumisa y se agachó hacia mi para sacar de su prisión a mi pene que ya estaba más que tieso.
Me propinó la mamada más espectacular que me hayan dado en mi vida, mientras gemía y acariciaba su clítoris a toda máquina. Nos hubiéramos metido en un verdadero lío si algún vigilante del estacionamiento nos hubiera pillado, por fortuna no ocurrió. Siguió mamando hasta que terminé por venirme en su boca, fue una abundante corrida que terminó por derramársele de la boca. Le ordené no se tragara mi lefa ni se limpiara los restos de mi semen que le habían quedado en los labios, mentón y cuello hasta que yo se lo indicara.
Le pregunté si seguía deseando que me la cogiera, asintió con la cabeza ya que no podía hablar por tener la boca llena de mi leche. Entonces le dije que fuéramos a un motel que me la cogería hasta que me doliera la verga. Cambiamos de lugar en la camioneta, tomé yo el volante, y le pedí que en el trayecto al motel se siguiera masturbando y se detuviera cuando estuviera a punto de venirse y que además en cada semáforo que nos topáramos con una luz roja tendría que abrir la boca y mostrarme que aun tenía mi semen, sin duda una deliciosa tortura. Así lo hizo, cada vez que abría la boca para mostrarme la leche en el interior esta se le escurría por el mentón y llegándole a caer en las tetas, vi su cara, además de excitación, de preocupación al ver que la blusa se le manchaba con mi semen, así que le dije que no podía limpiarse y que tenía dos opciones o se quitaba la blusa para no mancharla o dejaba que esta se manchara, optó por la segunda opción, seguramente temía ser vista con las tetas al aire. Muy puta pero decente.
Llegamos al motel y la primera instrucción que le di fue que dejara de masturbarse y que se tragara mi leche y después me enseñara la boca. De verdad parecía una puta de película porno y la tenía toda para mi para las próximas horas. Estaba nervioso porque estaba a punto de cumplir mi fantasía de cogerme, hasta el cansancio, a una fogosa madurita, y a su vez porque jamás había estado en una situación así de amo dominador y esclava sumisa, no sabía hasta donde llegar, cuál sería el límite tolerable para no caer en un exceso que terminara echando todo a perder, y a su vez quería cumplir sus expectativas, por lo que no debía mostrarme inseguro o muy suave. Hasta el momento había cumplido con todo lo que le había pedido, sin importarle los riesgos así que decidí jugármela y dejar que ella me marcara los límites, si es que los tenía.
Una vez dentro de la habitación le ordené arrodillarse y sacarse las tetas de la blusa y le dije:
Yo: Dime que es lo que quieres puta.
Ella: Precisamente eso, que me trates como a tu puta.
Yo: Quieres que te de mi verga?? Pues gánatela. Bájate los pantalones y mastúrbate. Pídeme que te coja, puta.
Ella: Si mi amo, mi macho, cogete a esta vieja caliente, hazme lo que quieras, soy toda tuya. Ahhh si, ya cogeme me estoy muriendo de tanta calentura, dame tu verga yaaaa.
Yo: Chúpamela otra vez!!.
De verdad que era una experta mamadora, hizo que se me volviera a poner tiesa la verga en muuuy poco tiempo. Mientras lamía mi glande y me pajeaba me miraba fijamente a los ojos con una carita que nadie pensaría que es un ama de casa. Pero vaya, a quién no le gusta el sexo, la diferencia está en quienes viven reprimiendo sus deseos y quienes disfrutan cada momento que la vida nos da, como en este momento hacíamos Bety y yo.
Ella seguía mamando, haciendo mi verga desaparecer literalmente dentro de su boca mientras su mano derecha seguía dando placer a su clítoris. Yo le acariciaba las suculentas tetas, le pellizcaba los pezones, se las estrujaba, ambos gemíamos intensamente. Le saqué entonces la verga de la boca y un hilo de saliva y líquidos preseminales quedaron como formando un puente entre su boca y mi pito. Le dije que me hiciera una rusa (o cubana como gusten llamarle).
Era delicioso sentir la suavidad de sus tetas aprisionando mi verga, además del placer que me causaba su lengua con la que me acariciaba el glande cada vez que este sobresalía por entre sus dos globos de carne. Hizo un trabajo de 10, por lo que pensé en recompensarla. Me senté en la cama y le pedí se parara de espaldas a mí, inclinándose hacia el frente y abriendo las piernas. Acaricié sus aún firmes y enormes nalgas y zambullí mi cara entre ellas para lamerle su hirviente concha. Comencé lamiendo suavemente sus labios menores, luego introduje mi lengua dentro de su raja llena de jugos que me empaparon la cara casi de inmediato; sus jugos se escurrían por las piernas y su aroma a mujer caliente no tardó en inundar la habitación. Sus gemidos cada vez eran más fuertes, le di un tremendo azote en el culo, que hasta tuvo que dar un paso adelante para no caerse, para mi sorpresa no protestó, estaba totalmente inmersa en su mundo de placer, así que le di otro azote en la otra nalga, sucedió lo mismo. Sus gemidos se aceleraron, me pedía que no me detuviera y cuando toqué su clítoris con mi lengua parecía que había sufrido una descarga eléctrica, se contorsionó de una forma impresionante, y daba unos verdaderos alaridos de placer, me bañó con sus jugos, parecía que se había meado por la cantidad de liquido que había expulsado, las piernas le temblaron al punto de no poderse sostener más de pie y terminó por caer sobre sus rodillas.
La levanté y puse en la misma posición en la que estaba y reanudé mis lamidas a su clítoris, las piernas le temblaban, sus jadeos me ponían la verga a reventar, recorrí con la lengua cada rincón de su vulva, posteriormente hice círculos alrededor de su ano, se estremeció y me dijo:
Bety: Ahh que delicia nunca me habían hecho eso.
Yo: Qué bueno que te gustó porque esto es solo el comienzo, te voy a meter la verga hasta los huevos por este agujerito, así que más vale que lo vayas relajando.
Bety: MMMM si hace mucho que no me cogen por el culito.
Yo: Pues nena desde hoy tu culito me pertenece y haré con él lo que me plazca.
Dejé de hacer círculos alrededor de su culito y comencé a aplicar la caricia directamente su hoyito al mismo tiempo que le metí dos dedos en su vagina. Sus bramidos retumbaban en la habitación, volví a aplicar mi caricia bucal a su clítoris y ahora le introduje un dedo en el culito, pronto volvió a tener otro intenso orgasmo.
Volvió a caer sobre sus rodillas, esta vez me puse un condón rápidamente, y antes de que se repusiera del orgasmo que acababa de tener le clavé mi verga hasta el fondo. Comencé con un mete-saca intenso y un par de minutos después ya acompañaba mis envestidas con movimientos de sus caderas. Nos envolvimos en una cópula salvaje, parecíamos poseídos y quizá lo estábamos, poseídos por la lujuria.
Después de unos 10 minutos en esta posición de "perrito", detuve mis envestidas y le ordené que ella misma se clavara mi verga. Vaya mujer, era una verdadera hembra en celo, se clavaba a un ritmo asombroso al tiempo que movía su cabeza de un lado a otro (su cabellera increíblemente sexy volaba) y gritaba de placer, nuestros cuerpos se bañaron en sudor, y comencé a darle azotes en el culo, en ambas nalgas, no miento le dejé pintadas mis manos en el culo y en vez de detenerse incrementó su ritmo, hasta que sentí que me venía le ordené que se detuviera, por primera vez en la noche protestó, así que me salí de su vagina y me puse pie.
-Ella: No amo no te detengas!!!.
-Yo: Perra aquí el que manda soy yo y si quieres gozar de esta verga tendrás que obedecer todo lo que te diga, te queda claro???
-Ella: Si mi señor, haré lo que me ordenes.
Yo: ok, entonces ponte de pie.
Una vez los dos de pie, le empecé a mamar las tetas, "vocato di cardinale". Jugué con sus duros pezones, incluso llegué a morderle uno, dio un pequeño grito, y con sus manos aplastaba mi cabeza sobre sus tetas. Le metí un dedo en su chochito y cuando me cansé de mamar sus pechos la recosté sobre la cama y me la cogí en posición e misionero por unos 5 minutos, después le pedí que cambiaramos posiciones y ella me cabalgara.
Que rico se movía la muy perra, y más rico apretaba mi pito con sus músculos vaginales. No sabía que me calentaba más si la penetración o la forma en como sus tetas brincaban a pocos centímetros de mi cara. Las tomé con ambas manos, ella estaba perdida de placer, no dejaba de gemir y gritar ni un solo segundo, la acerqué hacia mí para seguir mamando de sus tetas al tiempo que ella bajó un poco su ritmo, movía sus caderas en círculo y en forma de cruz, le metí un dedo en la boca para que me lo chupara para que después le acariciara el culito con él, hasta introducírselo, reanudó su fogoso ritmo hasta que ambos explotamos en un inmenso orgasmo.
Quedamos desfallecidos en la cama, esta estaba empapada de nuestros fluidos, ella parecía se había meado nuevamente pues me había empapado a mi y a la cama.
Estaba totalmente satisfecho, me dolían los testículos por sus sentones, pero estaba decidió a no dejarla ir hasta perforarle ese culito tan ricamente apretadito y ardiente.
Continuará…
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