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Es un tormento diario. Después de haberla visto accidentalmente, su imagen me persigue a todas horas.
Llegué cansada, tirando el bolso sobre la mesa, junto a las llaves; con la mente agotada me dirigí al baño buscando refrescarme un poco. Pero al abrir la puerta me consigo a mi hijo menor todo desnudo e imponente saliendo de la ducha, con la toalla secando su rostro y dejándome a la vista ese monstruo entre las piernas! Sólo pude ahogar un grito y cerrar la puerta pidiendo disculpas... pero ese instante bastó para perturbarme toda.
Llegué a mi cuarto temblando un poco por la impresión del susto, y luego por lo que vi. Mi mano instintivamente fue hasta mi pubis, necesitaba acariciarme y bajar esa calentura imprevista. Se me agolpaban pensamientos de remordimiento (¡es mi hijo!), de deseo, las ganas tanto tiempo acumuladas después de mi viudez... me imaginaba ese tronco en mis dos manos, quemándome, penetrándome profundamente... ya no era uno, sino dos y hasta tres dedos que invadían mi orificio sin darle descanso tampoco al clítoris… AHHHH... siii..AHHhg!!... UHMMMMMMMM... empiezo a correrme con descargas fuertes de electricidad... otra vez... AYYYY!! Sii... SII… SIIIII!
Descanso mis manos y las llevo a mi pecho. Me acaricio suavemente mientras busco recuperar mi ritmo de respiración normal. Quedo agotada y me relajo tanto que quedo dormida. Despierto luego a las horas y me doy cuenta de mi estado impropio a la vista de cualquiera, con la falta subida y sin ropa interior y los pechos fuera del sujetador. Me paro y me dirijo a la puerta de la habitación porque veo que no está totalmente cerrada. Dios qué vergüenza! La cierro entonces y busco cambiarme de ropa y reordenar mis pensamientos. ¡Es mi hijo! Sé que a sus 18 años es ya todo un hombre (y vaya que si lo es!) pero es mi pequeño.
Trato de buscarlo discretamente por la casa, pero me doy cuenta que salió. Seguro con la novia. Trato de seguir en mis cosas pero me cuesta.
Al día siguiente, tras un sueño agitado pero como si nada, nos vemos a la hora del desayuno. Nos damos un beso y le sirvo su café. Un cambio noto, ligero... como una extraña sonrisa, pero lo vuelvo a ver y no noto nada. Cosas mías. Le pregunto qué tal su noche y me contesta que bien, pero que hoy está algo cansado, así que le dirá a su chica que venga para la casa a pasar la tarde. Me pregunta por la mía y volteo a verle: Mi noche? en casa, descansando. Se me queda mirando y tengo que bajar la vista a mi taza, pues los colores se me suben al rostro.
Me despido y me dirijo al trabajo todo el día. Trato de distraer mis pensamientos, pero me cuesta. Al llegar la noche llego y los consigo, mi pequeño y su novia viendo la tele en el salón. Los saludo y pregunto por su hermano y me dice que está arriba en su cuarto. Me despido y subo a saludar al grande y lo consigo dormido. La habitación está algo calurosa y lo consigo sin arroparse y en interiores. Mi hijo mayor tiene 22 años y es muy alto. Le gusta hacer ejercicios y tiene también un cuerpo bien definido. Veo su pecho sudoroso y sus pezones muy rosados y erectos. Una fina pelusa de vellos parte desde éstos y baja por sus abdominales hasta el ombligo, donde luego se van poblando un poco más y siguen bajando. Su piernas fuertes y velludas siempre han sido hermosas y sexy para mi gusto.
Duerme con unos boxers cortos y holgados, incluso me parece ver que sobresale por una pierna parte de la cabeza de su pene. Mi mano no se resiste y acaricia muy sutilmente el contorno de su verga, y mi uña roza luego lo que empieza a sobresalir un poco más. Me siento en el piso muy cerca de él y vuelvo a tocarlo, con un poco más de presión que me permita sentir el calor de su pecho, el pulso de su corazón, el ascenso y descenso de su estómago plano, con esas ligeras curvas de sus músculos abdominales... hmmmmm (ya me siento mojada) hasta que sobre su interior vuelvo a recorrer con una suave paja toda su herramienta. Es gorda, bastante gorda... Puedo ver perfectamente en la oscuridad su glande brillante y liso como una manzana. Empiezo a salivar pero no me atrevo a besárselo. Viendo que sigue dormido, pero algo más agitado, me acerco hasta su verga y exhalo mi aliento cálido. Percibo en mis dedos cierta humedad viscosa que brota de su ojete. ahhhhhj, lo reparto un poco por esa cabezota y pruebo un poco llevando los dedos a mis labios.... riquísimo!
Siempre viéndolo al rostro, pendiente de cualquier cambio que lo despierte vuelvo a mi paja lenta y torturadora. Mi otra mano hace mucho rato que está acariciándome por encima de mi hilo (no sé por qué se me ocurrió ponerme eso para ir a trabajar). Estiro la cuerda para que entre en mis encharcados labios y froto con una cadencia profunda y continua. Su verga ha crecido mucho y tensa la tela de su interior con el trozo que queda oculto.
Me limito entonces a frotar solo el pedazo largo que ha salido y el glande. Está muy caliente y como un leño ardiente me va abrazando desde mis dedos hasta el centro de mi entrepierna. Ya mi consciencia desaparece por completo y es suplantada por el deseo!... No me resisto y acerco mis labios en un beso sutil a su ojete… mmmm... trato de ser muy sutil en esto y mis labios arropan su cabeza por completo... me cuesta por la posición y el tamaño... ya mis dedos comienzan a penetrarme y a repartir todos los flujos por los labios y vagina... su movimiento se acelera... vuelvo mi vista y noto sus ojos fuertemente cerrados y apretados pero su sueño sigue siendo profundo... qué será lo que sueña? Vuelvo nuevamente a su verga, y no bastándome besarla, uso mi lengua para jugar desde dentro con su glande y su ojo llorón... me cuesta por no tener mucho espacio, pero es tan delicioso el calor y lo liso de su piel que le doy algo de succión... no puedo evitarlo!.
Fue el detonador de sus sensaciones porque el tronco empieza a palpitar con fuerzas... su tamaño aumenta más de lo que me podía ya imaginar y empieza a escupir fuertes chorros de leche espesa... golpean mi garganta, y en un instinto de no toser ni hacer ningún ruido alejo mi cara y todo viene a parar a mis ojos, nariz, mejillas... Dios! cuántas descargas!... No quiero que nada se pierda y pongo también mis manos a recibirlo. Finalmente empieza a decrecer ese hermoso miembro y limpio lo que puedo con mis dedos y labios... Mi corrida también fue impresionante, tanto que me tiré un rato en el piso para relajarme mientras iba comiendo todo los restos de semen que tomaba de mi cara y manos... qué delicia!... Lo terrible es el retorno de la consciencia y de darme cuenta dónde estaba y lo que había hecho... salí rápidamente de la habitación y entré en la mía cerrando con seguro.
En la habitación a oscuras me senté al pie de mi cama. Mi cuerpo aún temblaba de las últimas sensaciones, y mi piel, mis manos y rostro estaban impregnadas de su fuerte olor. Agotada como estaba, sin embargo, mi cerebro y puntos de placer eran estimulados por este olor.
Mis pezones erizados dolían con el roce de la ropa, y los sentía hinchados queriendo ser apretados, frotados... besados. En mi lengua el sabor del semen degustado, espeso en mi garganta lo sentía llegar hasta mi estómago. El hambre de sexo me devoraba y mis pensamientos me reprochaban mis actos. Algo se había desencadenado en mí luego de un largo letargo y despertaba con ansias acumuladas. Mis sentidos ahora se sentían alertas ante cualquier cambio en el ambiente, y a mis oídos llegaba un débil gemido ahogado. Abro mis ojos en la oscuridad más alerta y vuelvo a escuchar otro murmullo en la casa. Salgo de manera sigilosa hasta las escaleras y noto todo a oscuras levemente iluminado por la televisión. Bajo poco a poco y siento los sonidos más de cerca hasta que bruscamente me detengo. Veo sus jóvenes rostros perlados de sudor y con sus ojos cerrados sintiendo todo lo que desencadena la penetración. Ella está montada frente a él cabalgándolo en el sofá. Sus labios brillante formando una O en un estado de ahogamiento pleno, entre mezcla de dolor y placer. Mi hijo, por su parte ayuda con sus manos en el acoplamiento al sostenerla por la pequeña cintura. Trata de hundirle todo el tronco pero es realmente imposible. Si antes me había perturbado su tamaño en reposo, verla en todo su esplendor brillante por los jugos y atacando con furia a ese pobre coñito fue realmente terrible! Las punzadas en mi entrepierna eran tan fuertes que casi pierdo el equilibrio. Las piernas me traicionaron y me tocó sentarme en los peldaños, lejos de su vista. No podía retirarme. La suave curva de su espalda delicada era recorrida cada tanto por las fuertes manos de mi hijo.
Estaban parcialmente vestidos, pero sus ropas estaban todas mojadas y el calor en la habitación se hacía presente. Mis manos se asían fuertemente de las barras de la escalera y cada espasmo de mi coño me hacía apretar con fuerza cada barra, cual si de dos vergas se tratasen. Abriendo los ojos nuevamente, esta vez noto que una de las manos de mi bebé se acerca al orificio del culo, y uno de sus dedos de forma sutil empieza a rozarlo al ritmo de sus contracciones. Humedece el dedo con los flujos que brotan de su vagina y vuelve a insistir, lentamente hasta que consigue penetrarla con el dedo medio. La niña arquea toda su columna hacia atrás como si hubiese sido apuñalada, pero luego con sus mejillas más coloridas se regresa a besar a mi hijo. Él insiste con el dedo y la doble penetración nos trae enfebrecidas. Por curiosidad yo también pruebo humedeciendo mi dedo con mis propios flujos y penetrando mi virgen culito. Ufff! la sensación es única! Es una mezcla de dolor y placer adictiva. Ahora son dos los dedos y yo también los imito; nuestra respiración se hace cada vez más irregular y el corazón se me agita de manera más brusca cada vez. Ella se saca entonces todo el vergón de su entrada y busca acomodarlo en el ano.
Mi hijo gime ante el primer intento, pues son muchas las ganas pero se hace también doloroso. Aunque quiero ver más, me oculto en las sombras para que no me vean. Entonces escucho un corto y apagado grito de ella cuando él logra introducir el glande. En ese momento sucede mi primer orgasmo y en mi mente se disparan imágenes de esa terrible penetración! Muerdo mis labios para ahogar cualquier gemido y sigo insistiendo con mis dos dedos en el ano. Para poder imaginarme un poco la situación pruebo ahora con tres dedos... Ihhhhg, me sacudo toda y no me doy cuenta que ellos detienen la penetración. Ella se disculpa por no lograr soportar su herramienta dentro de su ano y el dulcemente la tranquiliza. Así que vuelven a la penetración vaginal. Al acercarme nuevamente a mi zona visual los veo acomodarse en una nueva postura.
Ella, doblada, recuesta su estómago en uno de los laterales del sofá y abrazando un cojín. Sus nalgas resplandecen suaves y hermosamente curveadas, incluso arqueando un poco la cintura para darle una mejor visión a mi bebé. Éste, disfruta de la vista que se le ofrece de ese culito tentador, las dos nalgas prietas y entonces arremete completamente por la vagina: una mitad primero para que se acostumbre, y luego un mete y saca cada vez más acelerado y profundo. Mi hijo se vuelve toda una máquina de placer, y la situación se me hace de un morbo único. Se saca la franela y veo todo su pecho musculoso y anchos brazos tomando posesión de la chica. Se nota que ella lo disfruta al máximo no solo por la sonrisa que expresa sino por lo brillosa y mojada que entra y sale la verga en su concha. Los sonidos de la cópula me tienen loca y ahora son mis dos manos las que me van penetrando al mismo ritmo que los chicos.
La niña y yo nos corremos como locas: ella soltando una serie de calladas incoherencias y yo reprimiendo mis gemidos en lo posible. El placer me ciega y cierro mis ojos, así que no puedo ver a mi hijo eyacular, pero si lo oigo y me lo imagino descargando toda su leche en la espalda y nalgas de ella, dándole golpes con ese pedazo de verga en esas duras nalgas y volviéndola a penetrar para hacerla venirse nuevamente mientras a él lentamente se le va relajando toda la sangre acumulada en el tronco. Voy subiendo a gatas hasta mi pieza y cerrando la puerta caigo agotada en mi cama. Ya no pienso en nada, solamente me concentro en mi respiración y en cada palpitación de mi concha relajándose. Y a ese suave ritmo me duermo plácidamente y con el último orgasmo a flor de piel.
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