Un día cualquiera en el que ambos estamos ávidos de sentirnos, tu me invitas tomar un café. Vacilas en entrar en el tema por miedo a que te rechace, pero haces todo lo posible por enviarme señales de que me deseas ardientemente. Me miras profundamente, haces chistes , me sonríes, me tratas como a una reina , me dices lo bella que estoy hoy. Yo sigo tu juego jugando la clásico “no pero sí”, te provoco con gestos, me mojo los labios, bato el cabello, me acomodo la camisa que descuidada asoma parte de mis senos, y cuando más excitado te siento te digo que me tengo que ir. Pagas la cuenta, salimos del café que maliciosamente has escogido, pues queda cerca del motel donde muchas tardes y noches nos llegamos disfrutar el uno al otro hasta quedar exhaustos. Caminamos por la acera , y justo al frente del motel me tomas por la cintura y me obligas suavemente a entrar. Yo accedo en silencio con cara de confundida, pero por dentro me estoy quemando por la emoción de lo que vendrá en lo próximos minutos. Subimos al primer piso y abres la puerta. Estoy temblando. Ya adentro me pides que me relaje y te echas en la cama. Yo te sigo. Me agrada que te tomes tu tiempo para el amor, me excita tu tranquilidad, haces que te desee más. Al poco tiempo, luego de decirme lo mucho que has deseado tenerme de nuevo te volteas y me comienzas a besar en la boca con tu lengua prodigiosa. Mientras me besas - o me lames, se podría decir- comienzo a sentir que un tibio río sale de mi intimidad, e inunda mi ropa interior. Te estoy deseando más intensamente. Y tú a mí, lo puedo sentir en el duro bulto que roza mi vientre. Rápido te apresuras en sacarte el pantalón y puedo observar tu miembro aprisionado en tu ropa interior. Yo te ayudo liberarlo sacándote la última tela que lo cubre. Allí está, erecto, grande, hermoso como siempre, listo para ponerme a gozar al máximo. Haces lo mismo conmigo, me quitas todo , no sin antes haberme mordido los senos y mi monte de venus por encima de la ropa. Cuando ya has logrado desnudarme vuelves a lamer mi lengua con la tuya y te vuelves a acostar sobre mí, aún sin penetrarme. El peso de tu cuerpo caliente me excita, estoy mojando la sábana, y tu me mojas con un hilo de líquido transparente que sale del orificio de tu hermoso glande. Hace demasiado que no nos unimos en sexo y eso puede palparse. Estás que revientas y yo casi tengo un orgasmo sin que me penetres, con solo sentirte sobre mí. No es momento de jugueteos previos, no hace falta porque nuestra espera ha sido larga , ambos deseamos sentirnos profundamente. Y así, sin más preámbulos, insertas tu delicioso miembro en mi acuosa intimidad. No puedo describir lo que siento, me has penetrado, estás dentro de mí, disfrutas ese primer contacto. Llegas hasta el fondo, esperas unos segundos, quieres saborearlo. Luego empiezas a mover tus caderas lentamente hacia atrás y luego otra vez hacia delante con más fuerza. Yo cierro los ojos y te expongo mi lengua para que me la chupes al mismo tiempo. Lo haces, tus movimientos son profundos y lentos, yo sé que es para no irte rápido, pues estás que te revientas. Cada penetración tuya me hace aguarme más , como nunca antes. De pronto decides cambiar el ritmo, deseas llegar ya, sabes bien que yo estoy a punto, porque he comenzado gemir suavemente. Ahora quieres sentirme completa, te arrodillas , levantas mis caderas, yo abro las piernas y las echo hacia atrás , hacia la cabecera de la cama. Ya allí tienes mi vulva completa a tu merced. Y así, sin compasión, me entierras tu miembro hasta el fondo. Siento cierto dolorcito porque la penetración es total, pero me agrada esa sensación, busco pegarme más, hasta que todo está dentro de mí. Tus testículos rozan mi trasero. Gimo más duro a medida que aceleras el ritmo. Gotas de tu sudor resbalan por todo mi cuerpo, tu olor se intensifica...Ya no puedo más... ¡Ah! ¡Sí!¡ Me estoy yendo!, un grito impresionante sale de mi garganta, no puedo parar, mi intimidad se esta contrayendo y dilatando con fuerza. Estoy en pleno orgasmo, te estoy bañando con mis fluidos. Mi sexo se ha amplificado en sensibilidad unas diez veces más. Mi orgasmo te enloquece y por fin en un último empujón tienes un orgasmo larguísimo y delicioso, con el que me bañas en mi interior. Es increíble, puedo sentirlo... ¡Nos hemos bañado en nuestros líquidos! Estás más delicioso que nunca.
Ya exhausto y sudoroso caes desplomado y te duermes , aún dentro de mí.
Descansa , que la noche aún es larga ...y soy toda para ti, mi hombre.
No, no, tu no sabes lo que siente una mujer