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Lo que quisiera hacerte, esta mañana, de contrabando, es meterme debajo de tus cobijas. Acariciar tus piernas, tus muslos y tu sexo con cariño. Con devoción buscar tu clítoris y apretarlo suavecito, como un capullo que nace entre mis dedos. Meter mis dedos en tus cavidades, explorar. Pasar mi lengua por tus pezones mientras que tú duermes o te haces la dormida. Diremos que fue un sueño, que nunca pasó. Mi lengua en ti. Recorrer con mi lengua de tu cuello a tu vagina. Pasando por tus senos, morderlos, chuparlos, lamerlos… Jugar con el pezón y tus gemidos. Lamer como un gato romántico tu vientre, suave y dulce, blanco y sereno. Chupar tu pubis, morder con mis labios tus labios inferiores. Meter mi lengua en ti, hacer que se arquee tu espalda hasta el infinito… que gimas, aún dormida, que tomes mi paso por tu cuerpo como un sueño o una pesadilla… El onirismo salvaje del que ambos somos inocentes ante cualquier juez. Incluso cuando saque la verga de mi pantalón y la pase por tus muslos, sin atreverme a metértela. Pasarla por todo tu cuerpo…Con mi glande haré circulitos pequeños en tus areolas para bajar de nuevo y friccionarlo contra tus muslos suaves.
Besar tu cuerpo, todo tu cuerpo, mientras te haces la dormida. Incluso escuchar tu respiración, ataráxica, como un vals de suspiros y gemidos resguardados. Provocarte con besos y caricias, presentir tus gemidos resguardados, apenas apretados entre los dientes. Disfrutar el contraste. Morder tus pezones con fuerza, clavar mis dientes bien hondos. Pero aun así no despiertas, te aguantas mientras continúo probándote bocado a bocado… Meter mi verga de golpe, con ahínco, como un toro embravecido: Meterla hasta adentro para sentir tu pequeño brinquito, lo inesperado. Meter y sacar de tu coño mojado. Metiendo mis dedos en tu boca mientras te penetro de noches salvajes y estrellas delirantes. Que sientas mi virilidad poniéndose gruesa entre tus muslos, apretada, abriendo tus paredes vaginales con suavidad y con rabia, en un contraste de matices alucinantes. Te cojo como a una puta, mordiendo tus labios hasta hacerlos sangrar. Mi pene entra en ti con soltura, un eclipse de sueños y lágrimas. Te ahorco mientras te cojo como un esquizofrénico, un mete-saca apocalíptico, la cama rechina, aprieto tu cuello… Finges, sigues fingiendo que duermes.
Te volteo y te empalo sin piedad, te bombeo el culo con la fuerza de un animal enloquecido, me sujeto de tus caderas para entrar hondo, más hondo, dejando caer mi pubis sobre tus nalgas erguidas… Atar tus manos en la espalda. Así tenerte, indefensa, y entrar en ti. Penetrarte con sadismo y lujuria. Hacerte aullar como a una perra en celo… Pasar mi cinturón por tu cuello y atraerte hacia mí y entrar en ti más profundo, más hondo. Hasta desgarrar tus entrañas con mi gruesa verga. Montarme a tus nalgas como un lobo en celo. Profanar lo más profundo de tu espíritu animal. Retuerzo tus pezones hasta casi arrancarlos. Detente, me dices. Tomo una de tus medias y la meto en tu boca, con la otra te amarro. Te tengo muda y sujeta de manos. Comienzo a culearte. Te nalgueo hasta dejar tu culo rojísimo como tus labios. Te jalo con mi cinturón y continúo sin detenerme. Eres mi esclava y no tengo piedad. Gimes y lloras. Tu entrepierna es un mar. Pienso en el lugar en que deseo eyacularte. Te levanto. Te abofeteo con mi verga en la mejilla. Y así, amarrada e indefensa, eyaculo en tus ojos, tu nariz, tu boca… Unas últimas gotas las esparzo con mi mano por tus pezones adoloridos.
Lo que quisiera es estar arrojado allí, al aullido y al canto, al arrullo de tu espíritu, al grito de tu sangre. Ser poesía y fuego, dulce onirismo disolviendo los miedos, descentrando los poderes. Quisiera estar debajo de tu falda, con mi lengua erecta, lamiendo el sudor desdibujado de tu deseo, recorriendo con lentitud y ternura tus labios vaginales, jugando a detener el tiempo cuando esa yuxtaposición de mares sagrados llena de sal mi lengua, de brisa fresca mis pulmones. Ser el cantar de los cantares, escribiendo el prólogo a una obra erótica en tu clítoris, mientras sujeto con fuerza tus piernas, para abrazarte, para que no te vayas. Lo que quisiera es estar allí, arrojado hacia a ti, envolviendo tus pezones, suaves capullos, en mi lengua para que florezcan dentro de mi boca, extraer la leche y la miel, la combinación de soles y lunas. Ser tu hombre, ser la luz que cae lentamente iluminando tu mirada, la mordida en tu boca, el chupetón en el cuello, la lamida en el hombro. Lo que quisiera es engendrar en tu vientre una constelación de deseos, chupar tu ombligo en pequeños círculos infernales, besar tus piernas en pequeños triángulos celestiales. Ser aquél que te invente, lienzo perfecto, que te recree en la conciencia cada centímetro de ti, porque eres la diosa, el poema, el pecado, la poesía.
Lo que quisiera hacerte, esta noche, es llevarte a un hotel, derribarte sobre la cama, abrir tus piernas y lamer y lamer como un loco, Que tu humedad me inunde la boca, que tus jugos jueguen en la tímida aurora de mi lengua. Y lamerte como un gato tomando leche, suavecito, tus labios vaginales envueltos en una etérea capa de saliva debido a que mi lengua te envuelve como un capullo de ternura. Jugar con tu clítoris, afinar la nota de tu gemido, hundir mi lengua en ti. Arquearte, poner una almohada bajo tu espalda para que tu sexo quede a la altura de mi nariz que ya te acaricia los muslos. Allí, haciéndote un cunnilingus es como si estuviera con un micrófono, diciéndole al mundo que me importa un carajo su moral y su religión, sólo quiero que te vengas en mi cara y me empapes de ti. Lo que quisiera es separarte las piernas de pequeña pecadora para meter en ti mi dedo índice, quedito, como las olas del mar, como un jazz que se desliza adentro de tu humedad. Luego meter también mi dedo medio, en la parte superior de tus paredes vaginales, buscando el punto de tu pequeña muerte. Masturbarte con ternura. Masturbarte, quisiera, meter mis dedos en ti. Agitar con fuerza tu clítoris mientras muerdo tus labios… Eres una perra, mi perra, te susurraría al oído. Quisiera morderte las tetas. Darles un mordisco, que tus pezones se pongan duros dentro de mi boca, en el infierno de mi saliva. Recorrer su circunferencia hermosa.
Meter mis dedos de la mano derecha en tu vagina, con furia, mientras con la izquierda te ahorco, me gustaría tenerte desnuda y vulnerable. Ver tu carita excitada y saber que es un disparo en medio de mi conciencia. Lo que quisiera es besarte los pechos hasta el amanecer, derramar alcohol por tu vientre y lamerlo de tu ombligo. Lo que quisiera hacerte, esta noche, es tratarte como a una puta barata y meter mi verga en tu garganta sin piedad, aunque llores, aunque se mojen tus ojitos. Quiero que sientas mi glande poniéndose grueso en tu garganta, en tu campanilla. Te sujetaría del cabello para clavarla cada vez más hondo. Ser tu perro, tu sueño, el perverso que late poemas de amor en las yemas de sus dedos para acariciarte con ellos en una elíptica lentitud. Mañana es ayer, y en ese ciclo de tiempos quiero amarte sobre una cama, sobre un escritorio, en público, en privado. Hacer de mis besos una obra de arte para plasmarte desnuda y excitada en el lienzo de mi memoria. Lo que quisiera es meter mi pene erecto en tus suaves labios, en tus delicadas comisuras dibujar horizontes de deseo con mi glande. Deslizar mis manos sobre tu cuerpo desnudo, con la muerte en mis huellas dactilares.
Lo que quisiera es penetrarte, una y otra vez en un juego de ajedrez sin estrategia, en una guerra sin cuartel. Quisiera hacerte el amor, hundirme en ti en repeticiones enfermas. Tánatos en la mirada y un poema que no nos deja de escribir. De repente sacaría mi verga de tu garganta para ponerte boca abajo y clavártela por el culo. Pondría una almohada bajo tu pubis y te daría durísimo, esquizofrénico y perdido, loco del deseo que siento por ti. Apretaría tus pechos, retorciendo tus pezones mientras te cojo rico. Luego me montarías, tú sobre de mí, succionándome, con tu cabello alborotado y tu boca entreabierta. Que sientas mi verga penetrándote…Quisiera que me sintieras, mi deseo, mientras apretaría con ambas manos tus nalgas y te atraería hacia mí para entrar más y más profundo… Acariciaría tus pechos, te tomaría del cuello, metería mis dedos en tu boca… Y tú irías y vendrías como las olas más bravas, sobre mi pene. Eres una niña traviesa, te diría y sonreirías mientras te imaginas montada sobre el toro mecánico que te desvirgó hace años… Eres mi puta, te diría y me cabalgarías cada vez más rápido, excitada y plena… Nos vendríamos al mismo tiempo, tirados y sudorosos, sobre las cobijas de ese sucio hotel de paso, te diría “¿Ahora qué le vamos a inventar a tu novio?” y reiríamos cómplices de la perversión.
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