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Lo que me pasó por viciosa

~Hasta que me enteré que su esposa era una de las hijas del presidente de la empresa, así que después de un año, finalmente comprendí que todo era, un muy bonito cuento, pero nada más.

En esos momentos una amiga mía estaba por salir de viaje, y cuando llegó a mi pequeña habitación para pedirme que le cuidase a su perro, le dije que sí, pero de inmediato me acordé del inmenso tamaño de ese animal, un Gran Danés de raza pura. Fue cuando le dije que el único inconveniente era lo pequeño de mi habitación y que la dueña del apartamento probablemente no estaría de acuerdo. A lo que mi amiga me dijo, bueno te mudas para casa y sigues viviendo en ella como lo haces aquí, y lo mejor es que no tienes que pagarme renta.

Realmente la idea me agradó bastante, ya que de mi pequeño agujero de ratón, me iría a vivir a una tremenda mansión. Leal que es como se llama el gran danés, como ya me conocía se portó a las mil maravillas, mi compromiso era entre otros, sacarlo a pasear ocasionalmente, darle de comer, y velar porque hiciera sus gracias fuera de la casa. Los primeros dos días la pase bien, pero al tercero, al acordarme de lo bien que la pasaba con mi ex novio, mientras veía una telenovela, creo que de manera casual, y sin darme cuenta precisamente, comencé acariciar mi vulva por encima de la tela de las pantaletas que tenía puestas bajo la bata de dormir.

Hasta que de momento sentí la presencia de Leal a pocos pasos de mi, se había levantado de su rincón predilecto, quedándose observando mi entrepiernas, apenas cubiertas por las pantis. Yo de inmediato, lo regañé y lo mandé a su esquina, pero la manera en que se quedó viendo mis entrepiernas, me turbó. El resto de la noche no dejé de pensar en Leal, en innumerables ocasiones lo había visto lamer su cosa. Pero hasta esos instantes, no había reparado en ello realmente. Pero toda esa noche, la pasé imaginándome o quizás soñando despierta, como sería el probar eso. Al día siguiente, la idea no se me había borrado de la mente, y cuando regresé a la casa de mi amiga después de salir del trabajo, lo primero que hice después de darme una refrescante ducha, apenas cubierta por una toalla, fue buscar en internet información relacionada con el tema.

Para mi sorpresa, fue bastante información la que conseguí. Lo que por una parte me inclinó un poco más a contemplar la loca idea de dejar que Leal me penetrase. Tras leer no sé cuantos relatos, y temas relacionados, mi vulva estaba completamente mojada, nada más de imaginarme todo lo que pudiera suceder, al fin y al cabo, ya prácticamente me sentía toda una autoridad en la materia, después de leer todo lo que leí. En fin dejé la computadora y me senté en la butaca frente al televisor, nuevamente a ver la telenovela, y a manera de prueba, separando mis piernas comencé nuevamente a tocar mi coño. En cosa de segundos Leal se volvió a parar frente a mí. Pero en lugar de mandarlo a su esquina, lo dejé tranquilo para ver qué pasaba.

Y pasó, Leal acercó su cabezota a mi cuerpo y sacando su lengua sin que yo lo esperase me ha dado una tremenda y profunda lamida. Justamente sobre todo mi depilado coño. Si algo terminó de hacer que me decidiera hacer eso, fue esa profunda lamida. Algo nerviosa por supuesto dejé que Leal continuase lamiéndome todo mi coño, en cada ocasión su áspera pero húmeda lengua, penetraba más y más dentro de mí ser, haciendo que yo dejase escapar profundos y largos gemidos de placer.

No sé cuánto tiempo pasé, dejando que Leal me continuase lamiendo completamente todo mi coño. El placer del que disfruté fue algo completamente único y nuevo para mí, no es que nunca me hubiera yo misma auto satisfecho, pero definitivamente no es lo mismo un vibrador de goma que algo como la lengua de Leal. En esos momentos pienso que me sentí emborrachada por el placer, así que sin pensarlo mucho, decidí continuar explorando.

Como me encontraba completamente desnuda, lo único que hice fue dejar la toalla sobre la butaca, luego con toda mi calma y sin que leal prácticamente retirase su lengua de mi vulva, me tiré sobre el piso quedando en posición de gateo. Apenas pasaron unos pocos segundos, Leal simplemente me montó como si yo fuera una perra. Sentí su largo y duro miembro rozándome por unos segundos mi ano, lo que en cierta manera me dio un pánico tremendo, y quizás por instinto levanté ligeramente mis caderas, facilitando de esa manera que su miembro entrase fácilmente dentro de mi mojado y bien lubricado coño.

Sus largas patas delanteras me sujetaban con fuerza contra su cuerpo, mientras que yo borracha de placer, comencé a mover mis caderas sin detenerme ni un solo instante. El sentir su caliente cuerpo sobre el mío, sus pelos, su baba cayéndome sobre mi espalda, fue una experiencia tremenda. Yo no dejaba de moverme, y él no dejaba de meter y sacar su verga de mi caliente coño. Era definitivamente algo único, para mí. Hasta que después de un buen rato, comencé a sentir de momento, como si su verga continuase creciendo dentro de mí. Fue cuando me acordé haber leído algo sobre que los perros cuando están por venirse, su miembro se ensancha más, quedando a manera de tapón dentro de la vulva de la perra, para de esa manera asegurarse que el semen no se pierda.

Si momentos antes yo pensaba que disfrutaba de un placer inconmensurable, cuando comencé a sentir que el miembro de Leal comenzó a ensancharse, pensé que me moría del placer. Sus movimientos se fueron deteniendo poco a poco, hasta que finalmente dejó de moverse. Se bajó de mi cuerpo, y me acordé que también había leído que durante unos treinta o cuarenta minutos permaneceríamos abotonados. Una vez que Leal pudo retirar su verga de mi coño, me sentí la mujer más feliz del mundo.

Desde esa misma noche me convertí en una verdadera viciosa de Leal. Cuando regresaba del trabajo, apenas atravesaba la puerta de la casa de mi amiga, me desnudaba completamente y sin tan siquiera darme un baño, me tiraba al piso a jugar con mi nuevo amante. En medio de mis locuras, hasta llegué a mamar en infinidad de ocasiones su verga, y hasta en más de una de esas ocasiones, terminé tragándome todo su semen. Así como también finalmente dejé que me diera por el culo, aunque la experiencia no fue igual, en parte la disfruté bastante. En fin me había convertido a mi misma, en la perra de Leal.

Durante los días restantes a la llegada de mi amiga, ocasionalmente lo sacaba a caminar, aunque tanto él como yo deseábamos regresar a casa lo más pronto posible para continuar con nuestros juegos. Pero en una de esas caminatas, ya después de que había oscurecido, pasamos por el parque, como de costumbre. Pero quizás sería por la hora, la soledad de ese lugar y la oscuridad reinante, que de momento se me ocurrió, meterme tras unos arbustos con Leal. Donde me levanté la falda del vestido que cargaba puesto, después me deshice de mis bragas. Leal al verme de inmediato hizo el ejercicio de montarme, lo que lo dejé hacer. Bajo esa noche estrellada sin luna, ambos disfrutamos intensamente. Ya habíamos terminado, justo cuando Leal se ha separado de mi, que escuché una voz masculina que dijo. Quien fuera ese perro.

Yo completamente asustada, ni voltee a ver siquiera, Leal comenzó a ladrar, y sin soltarle la correa lo obligué a que continuase caminando. Al llegar a casa después de asegurarme que no nos seguía nadie, después de meter a Leal dentro de la casa. Se me ocurrió algo bien loco, decidí regresar al parque pero sola. Es que de paso con la prisa se me habían quedado los pantis, cuando me encontré nuevamente en ese lugar, no los vi por ninguna parte, y ya estaba por marcharme, cuando un hombre bien mayor algo sucio con pinta de vago, apareció mostrándome lo que sostenía entre sus dedos y de manera vulgar los olisqueaba.

Nuevamente lo escuché decirme, quien fuera ese perro, y sin más ni más me levanté la falda, al tiempo que me tiré al suelo sobre la tierra, separando mis piernas le hice señas, y en un abrir y cerrar de ojos el vago ya me lo estaba metiendo. Realmente fue el polvo más corto de mi vida, creo que no había terminado de introducírmelo cuando comenzó a venirse. Después de eso me levanté, le arranqué las pantis de su mano y regresé a casa.

Después de esa experiencia no volvimos a pasar por el parque ese, ni aun de día. Pero cuando llegó Julia mi amiga, desde que la recogí en el aeropuerto me fue contado todo sobre su viaje. Hasta que me preguntó cómo se había portado Leal. Yo por vergüenza no le conté lo que su perro y yo habíamos estado haciendo, por lo que solo le respondí que bastante bien. Pero al llegar a la casa, prácticamente Leal me delató. Ya que en lugar de ponerse alegre y saltar alrededor de su dueña, se escondió como si hubiera roto algo. Fue cuando mi amiga me volvió a preguntar, que había hecho Leal. Fue cuando armándome de valor le dije, llorando que yo en medio de un ataque de histeria, dejé que su perro me montase como a una perra.

Mi amiga se me quedó viendo, con cara de no te creo, hasta que comenzó a reírse como una verdadera loca, y me dijo. Ya descubriste el secreto de mi perro y yo, y por lo visto al igual que a mí también te ha gustado bastante. No podía creer lo que ella me decía, hasta que abriendo sus piernas y retirando sus pantis llamó a Leal. Quien de seguro al sentir el aroma de su ama, de inmediato apareció en la sala, y frente a mi comenzó a lamer divinamente el coño de mi amiga. Esa noche tanto ella, como Leal, como yo disfrutamos todos de una especie de orgía. Además yo no lo sabía, hasta que Julia me lo confesó, que desde hacía tiempo deseaba acostarse conmigo. Hoy en día los tres mantenemos constantemente nuestros particulares encuentros.

Datos del Relato
  • Categoría: Zoofilia
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2 comentarios. Página 1 de 1
Relator Recargado
Relator Recargado 29-07-2015 06:52:01

Tremenda realidad cómo experiencia teniendo sexo con animales en persona cómo en vivo y a todo color amiga eres toda una autora verdadera de zoofilia personificada sabias al 100 por ciento admirada y adicta de por vida.

Nan
invitado-Nan 27-07-2015 23:51:28

¡Qué tonta fui! Pensar que solo masturbé y le chupé la verga a mi perro en aquellos años. Nunca me atreví a que me lo metiera por el culito. La narradora bien se merece lo que gozó... con Leal y con Julia. Placer perfecto, la verga del perro y el coñito y las tetas de Julia.

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