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~No fue que me levanté con ganas de hacerlo con alguien que no conocía, es más ni pensaba en eso por lo menos cuando me desperté, al sentir al hijo de puta de mi marido, puyándome con su verga, mis nalgas. Ya como dicen en automático, me medio bajé el pantalón de mi pijama, y que no terminó de hacerlo cuando Fernando ya me estaba enterrando su verga, por mi coño. Y lo peor de todo, es que creo que aun no terminaba de abrir los ojos, cuando él ya había acabado, dejándome todo mi coño lleno de leche, y la tremenda frustración de yo no haber disfrutado nada en absoluto.
Para colmo de males, como es él quien me deja en el trabajo, me tuve que levantar, desnudarme, darme una buena ducha, a ver si se me quitaba, la calentura. Me asee, al mismo tiempo que yo misma me autosatisfacía. En fin, para nada, ya que al salir de la casa, en lo único que pensaba era en lo egoísta que era Fernando, y en como yo me había quedado sin disfrutar ni un ápice.
El resto del día, todo lo que veía, o escuchaba, de alguna forma u otra lo relacionaba con sexo en mi mente. Cosa que por lo general no me sucede, pero ese maldito día, yo estaba que si me cortaban no echaba sangre, por lo molesta que estaba con mi esposo. Que si iba a la cafetería y veía a alguien fumando, me imaginaba que el cigarrillo, era una verga y la boca, los labios de mi vulva. Hasta el simple movimiento de la cucharilla dentro del café, revolviendo el azúcar, yo lo asocié a mis caderas moviéndose a medida que una buena verga me atravesaba el coño. En fin hasta yo misma me di cuenta de que estaba muy mal. Además en mi oficina, debo cuidarme, pero cuando una es la jefa de personal, y la mayoría de los empleados son chicos, jóvenes, y muy apetecibles, la tentación es mucha. Me podrán creer que me visualicé teniendo sexo con todos y cada uno de los hombres de la oficina, incluso con uno que definitivamente es bien gay.
Por aquello de no caer en la tentación, decidí ir a correr, técnica que acostumbro usar cuando me encuentro muy estresada, me cambié de ropa, poniéndome la ropa que uso para ponerme a correr. Metí mi vestido, y mi cartera en el morral, y salí a la calle en dirección al parque donde acostumbro correr. Ya llevaba un buen rato corriendo, cuando una chica rubia, me dio alcance. Ocasionalmente la había visto corriendo por el parque, al igual que yo. Por lo que cuando me saludó, y me dijo llamarse Penélope, nos detuvimos a descansar. Ella me observaba detenidamente, cuando sin yo esperarlo me preguntó, ¿cómo qué te dejaron, sin satisfacer? Yo la verdad es que me quedé sumamente sorprendida, ni que llevase un letrero en la espalda que lo dijera.
Yo casi de inmediato pensé decirle que no sabía ni tenía la menor idea de que me hablaba, cuando ella tomándome por el brazo me dijo, antes de que te pongas a negarlo, te diré que te he estado observando, detenidamente, y me he dado cuenta la manera en que veías a todos los hombres que pasaban corriendo frente a ti, en particular el área de sus miembros. Yo la verdad no me había percatado de eso, pero era cierto.
Además a medida que corres con cierta regularidad, introduces tus dedos dentro del pantalón, y seguramente exploras tú clítoris mientras corres. Cosa que también era cierta. Y continuó diciéndome, la manera en que mueves la cabeza, y por consiguiente todo tú cabello suelto, cuando algún chico que te gusta pasa frente a ti, es señal de que le estás coqueteando, exponiéndote a pasar un buen susto, ya que desconoces, las intenciones de ellos, las supones, y eso te puede llevar a cometer un error, del que luego seguramente te vas a arrepentir.
Yo me quedé con la boca abierta, pensando y como sabe esta tipa todo eso de mi. Y nuevamente antes de que yo pudiera decir algo me dijo. En parte tu sudor también te delata, tu aroma me indica de que estas deseosa de tener sexo. Tanto como lo estoy yo. Yo la verdad es que me quedé loca y sin idea, hasta que Penélope, me dijo. No te asustes, no soy ni adivina, ni leo la mente, y mucho menos soy mentalista, simplemente te he observado, y como sencillamente soy analista de conductas, y debido a eso, y al mucha experiencia que tengo, y tras observarte, la única conclusión lógica a la que llegué fue esa.
Aunque algo avergonzada acepté que ella tenía razón, y de manera muy ligera le comenté lo que mi marido me había hecho en la mañana antes de salir a trabajar, y como me dejó completamente insatisfecha. Fue cuando sin llegar a soltarme del brazo melosamente, me dijo. Acompáñame, aquí cerca hay un lugar que aunque te parezca raro, nadie acostumbra a visitar. Yo la verdad es que me sentí algo rara, y aunque aquel sitio era completamente al aire libre, tuve que reconocer que nunca había entrado a esa área del parque. Donde Penélope tendió una colorida toalla sobre la verde grama, y me invitó a que me sentase a su lado.
Lo siguiente qu eme dijo fue, relájate. Al tiempo que con sus manos comenzó acariciar mi cuerpo, y con sus tiernos labios comenzó a besarme. Fui sintiendo su lengua dentro de mi boca, y en cierto momento me pidió, con su seductora voz, que la comenzara a desnudar. Yo en mi vida había tenido relaciones con otra mujer, es más hasta esos momentos, creo que jamás seriamente lo había contemplado. Pero al escucharla decirme que la ayudase a denudarme, me sentí tan confiada, a pesar de encontrarnos las dos al aire libre, que fui siguiendo todo lo que ella me iba diciendo con su acaramelada voz. Luego besé sus parados pezones, y al poco rato ya ella me estaba haciendo lo mismo. Poco a poco, lentamente nos fuimos quedando completamente desnudas.
Sin dejar de acariciarnos, besarnos, y tocarnos por todas partes. Cuando sentí su boca sobre mi coño, una ráfaga de electricidad recorrió todo mi cuerpo. Fue como si Penélope, al besar y lamer todo mi coño y mi clítoris, destapase una botella de felicidad dentro de mí. Ambas seguimos besándonos, acariciándonos, y tocándonos mutuamente. Hasta que ella logró provocar dentro de mi un increíble y magnifico orgasmo, como nunca antes lo había disfrutado.
Yo también hice lo propio con ella, mis labios recorrieron toda su desnuda piel, y bese su vulva, hasta la saciedad, restregué mi cara contra su coño, de la misma manera que ella lo hizo con el mío. Y al igual que yo también logré que Penélope, disfrutase tanto como yo.
Bueno no es que me haya convertido en lesbiana cien por ciento, ahora mi amiga y yo disfrutamos, mutuamente de nuestros cuerpos. Aunque estoy seriamente pensando en mandar muy largo al carajo a mi esposo si sigue con eso de los rapiditos.
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