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Sus tetas opulentas se balanceaban de atrás para adelante, mientras su rostro estaba apoyado en la alfombra, Flint, el dálmata de dos años, la estaba follando y trataba de llenar su chocho con su bola, sus labios vaginales venían forzados más y más, dentro su vientre sentía esa sensación como si fuese a orinar, Magda sabía muy bien los que estaba sintiendo, dentro de ella un gigantesco orgasmo con origen al centro de su chuchita, disparándose como un relámpago a su endurecido clítoris, la estaba colmando … y … explotó, tan pronto como la bola venció la resistencia de la abertura de su chocho, ella grito y grito, chillo y chillo, convulsionando todo su cuerpo en sacudidas violentas, su chocho se contraía absorbiendo todo el pene de Flint, sus gemidos y grititos se subseguían, mientras las ondas orgásmicas la golpeaban sin descanso, en un momento de lucidez ella aferró las patas de Flint para no dejarlo salir de su colmada chuchita.
Magda adora al mágico pene de él que continua a pulsar dentro de ella, ella estará abotonada por otros quince minutos y se regocija que así sea, sus hinchados labios vaginales restan sellados por la bola de Flint, es ahora cuando él frena su frenesí y comienza a eyacular dentro el chocho de su ama, llenando todas sus cavidades de lechita acuosa, ella aprieta sus muslos sin dejar escapar una gota de su líquido seminal, sintiendo todavía los temblores orgásmicos, ella recuerda como comenzó todo esto.
Ella tenía solo nueve años cuando sus padres le regalaron para su cumpleaños un cachorro dorado y adorable, un Golden Retriver, su nombre Freddy, fue un amor a primera vista, parecía tan pequeño y desamparado con sus dos meses de nacido, pero rápidamente comenzó a crecer y a tomar confianza, un gran macho, se adueñaba de todo y mordía todo, también quería follar cosas, su madre le dio un ultimátum, o lo controlas tú en tu habitación o se va a la perrera.
Ni por más que Magda lloró e imploró a su madre, ésta mantuvo su decisión, así que Magda opto por llevar a Freddy a su cuarto, muchas veces durante el día ella lo sacaba a pasear y para hacer sus necesidades, Freddy se había acostumbrado a dormir en su cama junto a ella y parecía no molestarle, ella también se acostumbró a dormir con el animal cerca sintiendo su olor y tibieza de cuerpo, muchas veces amanecía abrazada a él como si fuera un peluche.
Sus menstruaciones comenzaron poco después que cumplió sus once años, pero su chochito se había despertado a los diez y ella desde entonces que había comenzado a sentir esas cosas extrañas que la perturbaban y la hacían sentir bien, tanto placer, muchos deseos y todas esas sensaciones nuevas la confundían y no podía aplacar más que con sus infantiles deditos, había presunción y malicia en su actuar, pero no había maldad, ella todavía era bastante inocente.
Magda sentía un hormigueo en sus pliegues vaginales, había mariposas en su vientre, su pequeño clítoris se hinchaba muy a menudo y ella sabía cómo calmarlo, bajó sus braguitas hasta sus tobillos y dobló sus piernecitas abriendo sus muslos para tener fácil acceso a su coñito lampiño, comenzó a refregar su minúsculo clítoris con sus deditos, sus ojos estaban cerrados y se mordía su labio inferior sintiendo ya el placer que invadía su cuerpecito, estaba muy concentrada en procurarse el máximo de placer, había abierto sus piernas de par en par percibiendo la cercanía de su orgasmo, repentinamente y muy asustada cerró sus piernas, algo había barrido su chochito abierto y excitado.
Abrió sus aterrados ojos azules y vio a Freddy que olía su sexo e intentaba lengüetear su exquisito néctar, Magda se calmó y primero trató de alejarlo, pero un segundo lengüetazo a su chuchita la hizo estremecer, entonces ella se acomodó abriendo sus labios vaginales y Freddy lamió su vagina para procurarle dos tremendos orgasmos casi consecutivos, con un sentimiento de culpa por haber involucrado a su amadísima mascota en sus jueguitos, Magda se adormeció profundamente.
La niña se sentía en culpa por haber permitido los lengüetazos ardorosos y ávidos de su perrito, así que la siguiente vez que se sintió cachonda, amarró a su Freddy a la manija de la puerta de su cuarto, lejos de su cama, luego se desnudó y comenzó a acariciar sus pequeños labios vaginales que iniciaban a bañarse, la sensible nariz del animal percibió inmediatamente los aromas emanantes de su chochito, así que se alzó y trató de dirigirse hacia su ama que con sus piernecitas abiertas era la fuente de donde se emitían esos olores tan apetecidos por él, su tironeo incesante a la manija de la puerta se había transformado en ruidosos actos.
La pequeña se levantó contrariada y lo soltó, inmediatamente Freddy empujo su nariz entre los muslos de ella, un palmetazo lo hizo calmarse y la chica pudo volver a su cama, el perro no podía resistir estar alejado de las sustancias volátiles que inundaban el cuarto y su sensible nariz, puso una pata en la orilla de la cama y Magda a baja voz le dio una reprimenda y los hizo acomodar a su lado.
Ella continuó acariciando su chocho ardiente, con una mano estimulaba su sexo y con la otra controlaba a su mascota que había apoyado su hocico en su muslo izquierdo a centímetros de sus labiecitos hinchados y gozosos que comenzaban a palpitar con vida propia, su chuchita caliente la hacía gemir en éxtasis, estaba al ápice de reventar en un orgasmo, abrió con las dos manos su sexo en ebullición y una vez más el perro hundió su hocico en su chocho haciéndola convulsionar de pies a cabeza, lanzando gemidos y grititos acallados con una de sus manos en su boca, pero ya no luchaba contra él, había aferrado una oreja de su mascota y lo tironeaba para que no cesara de lamer sus carnes rosadas virginales que se estremecían como jamás lo habían hecho.
Sin respiración y sin fuerzas para reaccionar, Magda aceptaba la violación lingual de su mascota, no cesaba de rotar sus caderas dejándose follar por esa lengua larga exquisita que se perdía en la profundidad de su chocho de niña, tuvo dos orgasmos más, Magda jamás olvidará esa noche, desde entonces su mascota se convirtió en su juguete sexual favorito.
Magda descubrió un mundo de sexo nuevo junto a Freddy, un mundo ilícito y prohibido, contra natura, pero a su corta edad no tenía suficiente criterio para discernir, lo importante para ella eran las increíbles sensaciones que este animal le procuraba, el deseo sexual que sentía durante todo el día esperando estar a solas con su mascota por las noches, el roce del suave pelaje del perro en sus muslos, la fría nariz en contacto con su clítoris hinchado y agitado, su chocho henchido de esa lengua acariciando una y otra vez su carne vaginal.
Había experimentado muchas cosas con Freddy, pero se limitaba a las tocacíones, él la había intentado montar muchas veces, pero a ella le causaba solo diversión, a sus juveniles doce años, todavía no sentía deseos de ser penetrada, lo masturbaba todas las noches y aceptaba su lengua todas las veces, también durante la noche él la despertaba y la hacía gozar, una noche de verano que ella dormía desnuda, su excitación sexual era tal que acomodo al perro sobre su cabeza y procedió a mamar su pija, Freddy también hiper excitado saco su verga al completo, incluida su bola, era gigantesca.
Magda prácticamente se dejo follar su boca por su amante peludo, su pequeñísima boca nunca hubiese logrado más de la mitad de la polla inmensa y la aguzada punta del pene de Freddy tocaba su garganta, sonidos de ahogo y tos la hacían casi desistir de tan erótica práctica, pero el deseo de satisfacer a su macho podía más, cuando sintió los cálidos flujos caninos descendiendo por su garganta, agarro su pelaje y engulló todo lo que pudo de su pija colosal, sintiendo como su lechita bajaba por su esófago.
Ella con una activa vida sexual con su perro, no tenía interés en fijarse en los muchachos que la cortejaban, con sus trece años, se estaba convirtiendo en toda una mujercita bella y deseable, sus senos ya se pronunciaban cuando vestía alguna remera ajustada, sus caderas se estaban desarrollando cada vez más, dando a su culo esa forma de corazón tan apetecida por sus compañeros adolescentes, vestía con atuendos masculinos, pero sus formas femeninas eran imposibles de ocultar.
A los catorce años Magda era todavía virgen, quería donar su himen a su amante, había elegido a Freddy para que rompiera su chuchita, pero no se había presentado una oportunidad apropiada, hasta que un día sus padres la llamaron y le comunicaron que asistirían a una fiesta a beneficencia de un granjero que había sufrido daños a causa de un incendio, Magda supo en ese instante que esa era la oportunidad que tanto había estado esperando, ella y Freddy solos en la casa.
Magda esa tarde llevo a Freddy a pasear por la granja para que hiciese sus necesidades, luego dieron un gran paseo, cuando regresó sus padres estaban ocupados preparándose para asistir a la velada de esa noche, ya llegando el ocaso, sus padres se despidieron recomendándole de estar atenta y de cuidar de la casa en su ausencia, un beso en la mejilla de papá y un abrazo de mamá dieron por concluida la despedida.
Con su vagina en ebullición, ella espero que la camioneta de sus padres se alejara y corrió a su cuarto en busca de Freddy, él se encontraba sobre su lecho adormecido ignaro de lo que su ama le tenía como obsequio, Magda se preparó, tomó su bata y fue a darse una ducha para estar fresca y limpia para su amorcito, enjabono sus senos grandecitos y duros, gimió lavando su vagina, sintiendo la excitación del momento, secó acuciosamente su cuerpo adolescente y desnuda totalmente se dirigió a su cuarto.
Freddy la observaba desde la cama, al verla así desnuda, alzó su nariz al aire y olfateó la dulce esencia que emanaba del chocho de su ama, de un salto y casi resbalándose en el piso, llego con su sensible nariz directamente sobre la chuchita de Magda, un gemido escapó de la boca de la muchacha, su macho la esperaba y estaba listo para ella, ella avanzó hasta su lecho y se sentó al borde de la cama, Freddy se ubicó entre sus muslos y comenzó su ataque frontal a la vagina de la chiquilla, sus extremidades se abrieron sin resistencia al ardor de los lengüetazos de él.
Magda palpaba sus pechos con ambas manos y jalaba sus pequeños pezones, acariciaba todo su cuerpo intensificando el placer que le estaba causando su mascota, se dejó caer hacia atrás y alzo sus piernas, los lengüetazos se centraron por un momento en la pequeña ranura de su culo que jamás había sido tocado por nadie, ni siquiera ella había nunca estimulado ese pequeño orificio, la lengua de Freddy se había apropiado de esa hendedura anal y ella lo disfrutaba abriendo sus nalgas para él, su macho.
Sus gemidos y jadeos comenzaban a hacerse más intensos, el placer se hacia más apasionado, Magda se sintió lista para su amante perruno y ordenando las toallas bajo sus rodillas, se puso en cuatro y se dispuso a esperar la tan anhelada, querida y ansiada penetración, Freddy se ubicó en su trasero y continuó a preparar el chocho de su hembra, Magda sentía unos escalofríos que la recorrían desde sus tetitas hasta su almejita en medio a sus muslos, había comenzado a mover su chocho contra la lengua danzarina de Freddy que no se cansaba de lamer su coño.
La chica se sentía pronta, se había puesto también un viejo vestido entorno a su cintura para no ser arañada por las uñas de su amorcito peludo, Freddy saltó sobre su espalda y ella sintió las contracciones de su coñito y un hormigueo en toda su zona pélvica, inmediatamente arqueo su espalda con placer y lujuria, Freddy tironeaba sus caderas y su polla rebotaba en sus muslos y nalgas, se bajaba y giraba alrededor de ella, también para él este era su primer chocho, su primera follada, su primera hembra humana.
Freddy al cuarto intento centró el objetivo y su polla se adentro en el estrecho chochito virginal, destrozando el himen de la muchacha que dejo escapar un grito largo y agónico, por un momento hizo el intento de escapar, pero él había aferrado esa cinturita con ahínco y todos los forcejeos de ella fueron inútiles, el perro continuaba ahondando su verga en ella, los chillidos y sollozos de Magda eran muy fuertes, pero Freddy continuaba con sus poderosos embates a su vagina adolorida, ella estaba resignada, resentida y un tanto humillada, había perdido el control de la situación, era a merced de la pija de su mascota y su cuerpecito venia machacado sin piedad por su otrora juguete favorito.
Magda pendía de la verga de Freddy y los embates de él habían cesado, su chocho todavía estresado por las dimensiones de su mascota, ya no le dolía, la lechita caliente de él, parecía haber cauterizado sus llagas, el ardor quemante había disminuido, la sensación de estar siendo abusada estaba dando paso a un efecto diferente, las contracciones de su chocho acariciaban la verga y la bola de Freddy, casi imperceptiblemente su cuerpo comenzó a reaccionar con lascivia, su mente se concentro en lo bello de tener semejante pene enterrado en lo profundo de su ser.
Su zona pélvica comenzó suavemente a empujar hacia atrás, su cuerpo le ordenaba de aprovechar la fricción de carne canina con carne de vagina y gozar, moverse hasta correrse, y lo hizo, luego su humanidad se estremecía en un orgasmo potente, sus movimientos hicieron que el perro comenzara a bombear más semen dentro de su chocho, lo que le provocó otro y otro orgasmo, ahora Magda quería más, Freddy se había girado y estaba trasero con trasero con su ama, ella aferró sus patas y comenzó a jalarlo para que su miembro se moviera dentro de su chuchita que lo aprisionaba fogosamente.
Los gritos de dolor se habían transformado en chillidos de lujuria, Magda quería ser follada por su macho, pero las condiciones las colocaba ella, volvía a tener el control y eso la excitaba aún más, habiendo apresado las patas de Freddy, ella ejercía un dominio sobre él, alzaba su culito y apretando sus muslos, hacía que la polla de él se restregase en sus paredes vaginales y ella convulsionaba en espasmos que sacudían su cuerpo entero dejándola en un estado eufórico de embriaguez, mareada, atolondrada por las fuerza con que su amante perruno la hacía correrse.
Era demencial ver a la chiquilla contorneándose bajo el perro que casi ya no la follaba, Freddy estaba casi inmóvil, pero bastaban los roces y fricciones de piel para mandarla una y otra y otra vez a sobrepasar el límite de la coherencia y la razón, haciéndola gemir y gritar el nombre de su amado … ¡ooohhh! Freddy … ¡aaahhh! sí, amorcito …. Hazme tuya … fóllame, más fuerte amor mío …. ¡ooohhh! ssiii que rriiiicooo … mientras tironeaba las sabanas y su culo vibraba imparable.
Incontables minutos la verga de él se mantuvo soldada firmemente y palpitante dentro de su estrecho chocho, Magda aflojó una pata y luego la otra, Freddy jaló y parte de su bola asomó blanquecina entre los labios hinchados de su chocho, la niña se sintió desgarrar y atrapó una pata del animal, hubo un forcejeo prolongado de gritos y gemidos hasta que con un sonoro “floosch”, la bola de Freddy forzara el boquete de la pequeña en salida, permitiendo a un chorro de esperma acuoso derramarse como una lluvia, sobre su lecho y comenzara a escurrir por sus nalgas y muslos, la pija empequeñecida del perro resbalo fuera de su chocho goteando esperma canino.
Magda se derrumbó hacia adelante, mientras su galán moviendo su cola comenzó a lengüetear los cándidos muslos de ella, junto con su chocho y la rajita de su culo, ella se giró levemente para dar mejor acceso a sus carnes impúdicas, la pose quizás indecorosa y obscena, le procuraba ulteriores estremecimientos de placer y lujuria chillando y mordiendo lascivamente sus labios.
Magda había superado los momentos de pánico y dolor, estaba cierta que la polla enorme de Freddy le procuraría aun muchos orgasmos más, se giró y vio que su amado se había echado sobre el lecho y estaba limpiando su pene enteramente fuera de su forro, lengüeteaba esa carne rosada, húmeda y brillante, con renovados bríos la chica se enderezó arrodillándose al lado de su amado, tomando su polla con ambas manos, se inclinó diciendo … ¡oh! cariño deja a mami … amorcito mío, esta pollita riquita es mía … deja a mami limpiarte como se debe … amorosamente la niña comenzó a lamer la pija de Freddy, mientras este lengüeteaba sus cabellos y la miraba con adoración
Poco a poco la verga gigante se adentró en su vaina, quedando solo uno o dos centímetros fuera de ella, Magda mantuvo su boca pegada a la pija de Freddy, luego se recostó en medio a sus patas y bajo su barriga, tomó sus cojones con una mano, acariciándolos con ternura y mirando esa punta aguzada y rosada de su pene, cerró sus ojos y se durmió como una bebita con su chupete al alcance de sus labios.
La beba fue despertada con los lengüetazos que Freddy daba a su vientre, el perro giraba en torno a ella que se encontraba todavía en una posición fetal con su chuchita escondida entre sus piernas, Freddy danzada en torno a ella buscando su conchita, esa almejita que había probado por primera vez, ese cálido envoltorio que acogía a su verga y lo estimulaba con su estrechez, humedad y calor, el perro olía el vaho que emanaba esa hendedura angosta, y olía que la muchacha estaba cachonda y deseosa de pija de perro, los gemidos de ellas eran elocuentes, quería ser jodida una vez más.
Freddy no se equivocaba, Magda se sentó en la cama abriendo su sensible chocho con restos de sangre y esperma de su amado, se dejo lamer por largo rato, hasta que los lengüetazos la hicieron estremecerse y juntar sus muslos regordetes y lujuriosos, ella quería más pija, se arrodilló sobre la cama y su amado le rondaba e intentaba montarla, la chica ordeno las toallas bajo sus rodillas y se plegó hacia adelante, rápidamente Freddy la atrapó por las caderas y sapientemente comenzó a buscar su chuchita con la punta de su semen, parecía como si supiera o recordara la altura y el ángulo apropiado para enterrársela toda entera, porque bastaron dos segundos para escuchar el grito de ella al ser penetrada por segunda vez.
Freddy había entrado con prepotencia a su almejita y ella se acomodó para gozar de la follada, sentía un pequeño ardor, pero la sensación de esa polla que rápidamente estaba creciendo dentro de ella, superaba todo malestar, solo gemidos y grititos salían de su boca mientras su adorado amante pistoneaba su chocho frenéticamente, el delirio, furia, pasión y desenfreno de la cogida, la hacían una vez más aferrar la sabanas con fuerza para mantener su chocho alineado con la polla lujuriosa que removía todos los pliegues de su vagina henchida y colmada con ese trozo de carne perruna.
Magda gemía, levantaba y estiraba ligeramente primero una pierna y después la otra, gozando y corriéndose en la verga de Freddy, su sabroso y jugoso coño palpitaba obscenamente, el goce era tremendo, la chica con voluptuosidad y erotismo desbordado, movía y arqueaba su espalda azotando su trasero contra la verga de Freddy que continuaba con sus furiosos embates, la muchachita esta entrando en un estado de euforia sintiendo las palpitaciones de ese vergón enorme en el interior casi virgen de su chocho, Freddy comenzaba a inseminar a su perrita.
Borbotones de esperma hirviente fustigaban las paredes rosadas de su vagina y la hacían descontrolar, su cuerpo venía golpeado por descargas electrizantes que la hacían tiritar salvajemente, los chillidos de Magda venían aplacados por la almohada que ella mordía con fuerza, aún cuando la escena parecía ser violenta, la gracia y el erotismo expresado por la muchachita eran insuperables, sus gemidos, sus grititos, sus temblores, el arqueo prolongado de su espalda regalando su chocho por entero a su amante, sus ojos cerrados y su boca entreabierta con un pedacito de lengua saliendo por la comisura de sus labios, era como para grabar un video porno profesional, mas cierto que nunca, que la realidad supera a la ficción, esta realidad era totalmente cachonda.
Magda apretaba sus dientes cada vez que las oleadas orgásmicas se apoderaban de su cuerpecito adolescente, ella vibraba de pies a cabeza, la lujuria era demencial, su chocho sellado por la bola de Freddy no dejaba escapar una gota de la abundante chorreada de esperma que su macho continuaba a expeler en su interior, ella tocaba su vientre hinchado de semen canino, se complacía de ser la depositaria de tanta jugosa masculinidad, su chocho de hembra saturado y rebosante de espermatozoos caninos nadando hacia su matriz le provocaban una sensual cosquillita.
Cerca de veinticinco minutos de goce desenfrenado, llegaron a su cabo cuando primero la bola resbaló fuera de su coño seguido por la aguzada pija liberada de su rosada y húmeda celda, la niña se descolgó del vergón cayendo sobre su cama casi sin fuerzas, pero todavía contorsionándose con lujuria, queriendo refregar sus tetas contra el genero de las sabanas y mordiendo obscenamente la almohada, el coito había finalizado.
Las secreciones y flujos vaginales de la chiquilla, mantenían a Freddy buscando la apertura de esa fuente de néctares irresistibles a su sensible olfato, tratando de insertar su lengua y saborear tan apetitosos zumos de chocho, Magda rendida a las alucinantes sensaciones, se giro sobre el lecho y abrió sus piernas de par en par, Freddy enterró su hocico en su pequeña fisura vaginal provocando gritos y chillidos de la muchacha que movía su zona pélvica para dar espacio a esa lengua que horadaba sus entrañas, otra serie de orgasmos la golpearon haciéndola revolcarse de placer y agarrando a su amante peludo de las orejas para mantener sus prolongados placeres.
Exhausta, después que Freddy se echó a limpiar su vergota, ella se acurrucó en su peludo lomo y con su mano acarició sus cojones que también venían lamidos con acuciosidad, su lujuria había sido apaciguada y se sentía como en un edén, muy tranquila y satisfecha como hembra canina, era una perrita y le encantaba sentir que su almejita despedía el olor de su amante, se bañaba abundantemente con su lechita, y la sensación en los labios de su chochito húmedos y rebosantes de esperma era lo que más ansiaba.
Después de ser desvirgada por su amante peludo, Magda yació con él en incontables encuentros, a veces maratónicos de folladas sin descanso, ella pertenecía a esa verga rosada, tórrida, maravillosa, ella era esclava de esa vergota aguzada, ella vivía en razón de las cogidas diarias de Freddy, jamás ella lo rechazaba, al contrario, lo buscaba y lo amaba de verdad.
Completó su enseñanza secundaria loablemente y se entristeció mucho cuando tuvo que dejar su hogar e irse a la universidad en otra ciudad no pudiéndose llevar consigo a su amante, pero sus vacaciones eran de lujuria desenfrenada cogiendo con esa verga que tanta falta le hacía.
El día que su madre le comunico que Freddy no estaba más en esta tierra, estalló en sollozos y enfermó de nostalgia, solo el tiempo y la entereza de su juventud, la hicieron superar este triste impasse, estaba sola en este mundo su Freddy había emigrado al paraíso de los perritos y es donde se meritaba de estar, por haber sido un perro bueno.
Magda logró su diploma en veterinaria y su sueño era tener una clínica canina en la ciudad y se había hecho el propósito trabajando duramente para ello, haciendo practica en las veterinarias locales, conoció a su próximo compañero, Flint un adorable dálmata.
Ahora ella vivía en la ciudad, hacía solo un par de días que vivía junto a Flint, él la adoraba, por lo mismo ella estaba desnuda empalada en la vergota caliente de Flint, tenía que recuperar el tiempo pasado sin una polla perruna, estaba otra vez enamorada, estaba otra vez feliz … absolutamente este iba a ser un futuro de amor.
LocoXmaduras 10-10-2024 20:58:37
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invitado-raul godinez 08-06-2023 04:52:28
excelente relato casi sublime narrado desde un punto de vista perruno, te felicito tienes mucha imaginación |
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Excelente relato