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Llevo semanas sin verte

Llevo semanas sin verte, sin tenerte... que contrariedad!... Ya pase por la frustración, la desesperación, el enojo hasta llegar finalmente a la aceptación...
la aceptación?... mmm ... no, no creo...

Que sí tus ocupaciones, que sí mis ocupaciones; que sí tus compromisos, que sí los míos... todo forma parte de la misma pesadilla, necesitamos días de 36 horas; pero basta con decir basta para poner una solución a este deseo de ti, a esta necesidad infinita de tu aliento, de tu carne en mi piel y es así como esta mañana me he decidido a que no pasa de hoy que este disfrutándote.

Me levanto con buen ánimo, siempre hacer planes maquiavélicos para crear sorpresas me pone de buen humor, por lo que hoy no es la excepción y eso facilita mis planes.

Lo primero un buen baño de tina, con agua tibia y mucha espuma... Lujurioso, es cierto… no es que necesite ponerme a tono ya que con solo pensarte me humedezco, pero me ayudara a relajarme para poder disfrutarte justo como yo quiero más tarde.

Mientras estoy en la tina te llamo a la oficina para reconocer el terreno, me dices que estás muy ocupado terminando artículos e investigaciones para cumplir con fechas límite de fin de año... Yo, no te escucho, cierro los ojos mientras dejo que tu voz acaricie mis sentidos, mi corazón da un vuelco, mi respiración se agita un poco.

Doy un cambio a la conversación comenzando a describirte como te estoy sintiendo, como me acaricia tu voz, como la acompaño con mi mano libre acariciando mis pechos lenta y suavemente, mis pezones están duros, cada poro de mi piel está alerta a tu voz, a ti, poco a poco mi mano se desliza por mi vientre hasta llegar a mi sexo.

Tu respiración se hace pesada, con voz entrecortada me pides que me acaricie el clítoris con uno de mis dedos. No solo te obedezco sino que te describo paso a paso lo que hago y lo que siento al ir deslizando ese dedo desde mi clítoris hasta el ano, una y otra vez; te describo en un susurro y con la respiración ya entrecortada, como con la misma pasión que pusiste en poseerme la ultima vez, me estoy acariciando en ese momento mi húmedo sexo, que se abre de par en par ansioso a recibir mis dedos tal y como había recibido tu duro pené aquel sábado por la noche.

Las yemas de mis dedos acarician frenéticamente mi clítoris, y la otra mano deja el auricular en mi hombro para tocar mis pechos, en mi mente tu estas besándome los pechos y los pezones, mordiéndome el cuello, los hombros y tu pené esta frotándose contra mi clítoris...

Empiezo a gemir casi sin darme cuenta, y casi sin darme cuenta también mis dedos empiezan a hundirse en mi húmeda y caliente vagina, mientras mi espalda se encrespa y mis pechos se mueven al ritmo de mis pequeñas embestidas con esos dos dedos. Mi cuerpo va a estallar. Un cálido y abundante chorro de humedad se desliza por mis dedos al momento de platicarte mi orgasmo.

Me despido de ti dejándote anhelante, excitado, lamentando que no podremos vernos en mucho tiempo más por la carga laboral.
Pero tu no has leído mi mente, así que no sabes lo que te espera.

Aprovecho la pausa para salir de la tina, arreglarme con detalle y vestirme con un vestido negro, escotado al frente, entallado, que tiene una abertura en la falda que me llega a medio muslo, medias de seda de esas que rematan en un elástico con encaje, brassiere y tanga de encaje negro a juego y un bonito liguero del mismo material con detalles en rojo, aretes y gargantilla de perlas, un poco de perfume y lista.

Así, vestida para matar, con tu esencia en cada poro de mi piel, más allá de tu recuerdo en mi mente, parto decidida a tu encuentro, a sorprenderte en tu oficina.

Tomo un taxi para obviar los problemas del estacionamiento del coche, ya que en donde esta ubicada tu oficina eso es algo complicado. Afortunadamente, cero trafico, a los quince minutos he atravesado de Tlalpan a San Ángel y estoy cruzando el portal hacia la recepción. La recepcionista me hace las preguntas de rigor, cambia mi identificación por una tarjeta de visitante, me anuncia.

Todo este tiempo el deseo, la excitación, mi necesidad de ti y la ansiedad me están consumiendo.

Sorprendido, sales a recibirme, que bueno que te da gusto, eso me hace sentir mejor, más confiada para lograr mi objetivo. Sugieres tomarte un breve descanso y salir a un café cercano, pero yo me niego con el pretexto de conocer tu oficina, de vivir lo que haces día a día, compartir tu creatividad...

Te encanta la idea así que subimos a tu oficina y en el instante mismo que estás entrando tu, yo cierro la puerta empujándote contra ella mientras te envuelvo en un fuerte abrazo. Tu boca busca la mía, nuestras lenguas comienzan una ardiente danza sin fin. Con voz entrecortada me dices:

- Estamos en mi oficina, por favor queridísima Luna compórtate.
- Calla Sol mío, tan solo siénteme... Te contesto al oído.

Y sigo besándote con todo mi deseo para acallar tus dudas, tu respondes con toda esa pasión que ha estado guardada, esperándome. La razón ha desaparecido cediéndole el terreno al deseo.

Mis manos van bajando suavemente, casi sin tocarte, - en sensual caricia – por tu pecho, sobre la camisa, hasta llegar a tu cadera en donde se detienen a acariciar tu pené prisionero, que para estos momentos ya tiene una erección considerable.

Con toda la pasión que has estado guardando subes la falda de mi vestido hasta mi cintura acariciando mis nalgas, apretándolas, deteniéndote a apreciar con el tacto el tanga, el liguero y el contorno de las medias. Estas muy excitado, susurras palabras entrecortadas en mi oído, pero yo ya no escucho, solo tengo capacidad para sentirte, te quiero todo en ese momento, para mí, en mi.

Me volteas contra la pared, acaricias delicadamente mis pechos, te detienes a jugar un momento con mis pezones sobre la ropa, al mismo tiempo que tu boca muerde y besa mi espalda, yo ya estoy gimiendo levemente.

En un solo movimiento me bajas el tanga y levanto primero un pie y luego el otro para que lo saques de mi cuerpo sin dejar de estar inclinada contra la pared con las piernas bien abiertas y el culo parado, concentrada en todos tus movimientos, en tu respiración, en tu tacto, en tu olor.

Tus manos siguen tocándome por todas partes. A pesar de mi respiración cada vez más agitada, yo no dejo de morder mi mano, concentrando en este acto toda mi excitación.

En ese momento una de tus manos entra por mi escote y toma entre tus dedos uno de mis pezones y la otra recorre mi espalda, bajando hasta mi sexo y dos de tus dedos entran en él. Tu cabeza, mientras yo apenas puedo lograr que tus movimientos no me obliguen a dejar de morder mi mano, encuentra mi cuello mordiéndolo para después recorrerlo hasta los hombros con tu lengua.

Te desabrochas el pantalón sin dejar de morder y besar mi cuello, lo dejas caer al piso junto con el slip, me tomas fuertemente por ambos lados de la cadera y en un solo movimiento me penetras desde atrás sintiendo como me estremezco con tu posesión, tus movimientos son fuertes y a cada embestida me instalo más firmemente en la pared.

Retiro la boca de mi mano para dejar escapar un fuerte gemido acomodando mis palmas abiertas contra la pared, mi espalda se arquea, mi vientre se tensa al momento de tener mi primer orgasmo.

Una de tus manos va a tu boca en donde es lubricada con saliva para luego insertar primero un dedo y luego dos en mi ano con movimientos circulares y embestidas paralelas a las de tu pené en mi vagina, mientras tú otra mano acaricia mi clítoris y siento como mi ano se abre solo, esperándote. Lo adviertes y tus dedos dejan de acariciarme para que nuevamente me tomes por la cadera sacando tu pené de mi vagina para entrar por completo en mi ano, firme y suavemente.

Estamos gimiendo entrecortadamente a dúo, acompasados en el placer y empezamos a movernos atentos a ese placer que nos damos, facilitándolo y aumentándolo; yo aferrada a la pared, tú, aferrado a ambos lados de mi cadera.

- Sol, ay, Sol mío... -digo entre suspiros y lamentos.
- Luna, ay, Luna mía... -dices entre suspiros y lamentos.

Nos corremos juntos en medio de movimientos salvajes, apasionados; me doy la vuelta y nos llenamos nuevamente de besos.

Nos arreglamos la ropa exhaustos, satisfechos en la complicidad de lo prohibido, y abrazados, sin cruzar palabra, ahora sí repasamos tus últimos artículos.
Datos del Relato
  • Autor: Luna Azul
  • Código: 5187
  • Fecha: 08-11-2003
  • Categoría: Hetero
  • Media: 5.2
  • Votos: 51
  • Envios: 11
  • Lecturas: 1557
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
LunAzul
invitado-LunAzul 10-11-2003 00:00:00

Tu clase sobre Maquiavelo estuvo de más: a reseñar el "Discurso sobre la primera década de Tito Livio" en otro lado (je je je).

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