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Categoría: Confesiones

limpieza profunda

Era un día de fin de semana en el que mi esposo no estaría en casa a causa de un viaje de trabajo. Resignada a pasar sola en casa, pensé en aprovechar el tiempo y dedicarlo a limpiar y acomodar algunas cosas que estaban tiradas por la casa. Como caso nunca recibo vistas, opté por usar una falda cómoda y una blusa un poco ajustada.
Decidí empezar lavando la cochera, la cual estaba totalmente desocupada y en completo desorden, desde ahí pude divisar a Alicia nuestra joven vecina quien estaba vestida con ropa deportiva y se aprestaba a su rutina de ejercicios, sin mayor detalle procedí a contestarle el saludo que me hizo y sin más demora decidida a realizar la tarea que me había propuesto, pensó que era el mejor método para combatir la soledad del fin de semana sin mi esposo.
Después de casi dos horas de acomodar y lavar la cochera, estaba totalmente empapada donde se mezclaban el sudor y el agua que mojó mientras lavaba las paredes, estaba totalmente inmersa en las esas labores, cuando llamaron a la puerta, era mi vecina que había terminado sus ejercicios y al ver que mi marido no estaba en casa aprovechó para hacer un par de preguntas sobre temas del vecindario.
En ese momento estaba con mi ropa completamente mojada, pero como era mi vecina, no le di importancia al asunto y la hice pasar para charlar en la cochera, porque según mi parecer era un asunto de algunos minutos solamente.
Apenas Alicia entró, me preguntó por mi marido a lo que contesté que no vendría hasta el siguiente día, cosa que me pareció le tranquilizó, porque inmediatamente inició el diálogo diciendo que necesita de mi ayuda, para poder realizar su pasantía universitaria en la empresa de la cual Carlos y yo laboramos.
Le mencioné que sería un placer ayudarle con eso, porque la conocemos a ella y su familia desde que llegamos a esta ciudad hace alrededor de diez años. Alicia recibió mi respuesta con alegría y me extendió su mano para agradecer, a lo cual respondí de la misma forma, en ese instante sentí en mi vecina una mirada que me inquietó por un momento, inmediatamente supe la razón, mi falda y mi blusa estaban totalmente empapadas y se adherían a mi piel con una transparencia que mostraba perfectamente mis tetas y marcaba mis pezones. Eso no pasó desapercibido para Alicia, quien sin mucho reparo me dijo, que lindas tetas tienes y que sexy te ves con los pezones marcados; cuando ella dijo eso, me sentí confundida porque eran las mismas palabras que me dice mi esposo cuando está cachondo, pero ahora lo decía una chica y yo tenía muy claro que Alicia no es lesbiana.
En mi turbación quise contrarrestar ese halago con algo similar diciéndole, mira quien habla, si usted tiene unos bellos pechos y debe haber muchos deseando disfrutarlos, a lo que ella respondió, qué comparación el tamaño de los suyos con los míos, yo apenas tengo el tamaño para que no pueda quejarme, en cambio los suyos son bonitos y grandes y lo digo ahora que los veo de cerca y donde no queda nada a la imaginación. Seguí turbada, sentía la admiración desmedida de una jovencita de 22 años, por las tetas de una mujer de casi 35 años.
Para animarla le dije que casi estaba segura que mi marido en caso de poder escoger entre las tetas de ella y las mías, él iba a preferir las de ella que estaban más bonitas y bien puestas porque nada se había caído aún. Alicia dijo que no había comparación que había visto las mías y a ella misma le parecían fenomenales. No la dejé seguir y le pedí que me dejara verlas para compararlas y demostrarle que ella estaba equivocada. Sin pensarlo mucho se deshizo de la playera y el top que las sujetaba.
Como ya mencioné, la conversación de mi vecina me tenía turbada y lo que estaba viendo terminó por dejarme más confundida, el sentimiento que experimenté cuando encontré frente mí los pechos más bellos que había visto en mi vida, eran totalmente redondos, blancos con un bronceado precioso y los pezones rosaditos que los hacían parecer perfectos, por lo que con total seguridad le dije, creo que sus tetas son las mejores que he visto y los que cualquier mujer querría tener, tienen el tamaño, la forma y color perfecto.
Alicia se sintió un poco halagada y me dijo, usted vio los míos ahora quiero ver los suyos, esos que usted dice que están caídos, a lo que asentí e inmediatamente subí mi blusa mojada, inexplicablemente en ese instante me entró el morbo y quise que ella no solo los mirara, sino que también los tocara, así que sin decir palabra alguna los acerqué para que estuvieran al alcance de su mano. Ella las vio de cerca, las detalló, tomó las suyas y las arrimó a las mías para comparar, entonces tome las mías y como el pretexto de comparar tamaños, rocé mis pezones con los de Alicia, tengo que decir que el roce fue algo premeditado por mí, pero sorpresivo para mi vecinita que al igual que yo con el contacto se estremeció, no articuló palabra y ambas tuvimos un cambio en la respiración, creo que las dos sentimos el mismo estremecimiento, algo delicioso que nos motivó a restregarnos las tetas, provocando en mí un deseo descomunal de chupar desenfrenadamente las tetas de Alicia y morder esa delicia de pezones, cosa que sin meditar nada procedí a hacer.
Al sentir mi boca chupando y besando sus tetas, Alicia se sintió asustada pero no me impidió que siguiera y unos instantes después agarró mis tetas y dijo, si mis novios me hubieran mamado con esa pasión y delicadeza, nos los habría dejado marcharse,… Uyyyyy, estoy empapada, que rico, me siento en el paraíso, quiero, quiero esa lengua que me excita, me vuelve loca, que delicia.
Cuando la oía gemir, me excitaba increíblemente, entonces metí mi mano por su pantalón deportivo y agarré su panocha, rica, depilada, sentí su humedad, aquella sensación fue tan excitante que me provocó un increíble orgasmo, Alicia gemía, ahora yo la besaba, le mamaba las tetas y le agitaba el clítoris con fuerza y delicadeza a la vez, fueron segundos para que ella aflojara su cuerpo y disfrutara del primer orgasmo de su vida según que ella misma dijo.
Después de lo sucedido ninguna de las dos nos explicamos lo sucedido, porque ambas estábamos seguras de ser completamente heterosexuales, pero el gusto de una aventura lésbica resultó sin comparación, porque era de una intensidad distinta a cualquier otra.
Cuando creí que iba a pasar un fin de semana muy sola, tuve la compañía mas inesperada y deliciosa que uno se pueda imaginar, y eso provocó que las labores de limpieza no quedaran tan bien hechas.

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