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Después de cinco años casados, mi mujer y yo llegamos a la conclusion de que para tener una vida feliz, y una vida sexual saludable no podíamos restringir nuestras fantasías. Recuerdo una noche, después de, aproximadamente, tres años de matrimonio, en la que hablamos de todo por lo que teníamos curiosidad. Resultó que mi esposa tenía bastante más ideas de lo que su aspecto sugería…
Ese viernes volví del trabajo sobre las tres de la tarde y me encontré en la mesa del salón un muestrario de nuestra juguetería; un consolador, un plug anal, un strap-on, lubricante y una nota que decía:
Mi Amor:
En la mesa hay unos instrumentos que indican qué es lo que pasará esta tarde. Por favor guárdalos todos y prepárate en consecuencia. Yo llegaré a las seis. Tus instrucciones son estar perfectamente preparado, y con el plug metido desde las seis menos cuarto.
Si te da tiempo, prepara una jarra de margarita.
Deberías ponerte ropa cómoda y fácil de quitar.
Si quieres seguir adelante, mándame un mensaje que sólo diga “ok”.
Te quiero.
Sara
Sólo dos horas y cuarenta y cinco minutos, ya voy tarde. Inmediatamente recojo todo, le mando el mensaje a Sara y me meto en el baño para afeitarme los huevos y el culo, y para lavarme a conciencia. Lo que empezó como una fantasía por mi parte, que mi mujer me follara el culo, se ha convertido en una práctica habitual que si bien placentera, requiere minuciosa preparación y limpieza. Ella no me pide que me afeite el culo, pero tras ver numerosos videos, yo lo prefiero.
Una vez duchado y limpio saco los licores, preparo dos copas y la jarra de margaritas, que se queda en la nevera enfriando. Las cinco y media. Tiempo récord. Saco el plug y un consolador mediano y comienzo a ejercitar mi culo despacito, con mucho lubricante. A menos cuarto, me lo termino de meter, con una sensación de apertura anal muy gratificante, y me visto con unos vaqueros y una camiseta.
A las seis en punto, como un reloj Suizo, Sara entra por la puerta.
—Hola, está todo en orden?
—Tal como me lo pediste, creo
Se acerca a mi, me da un beso y me agarra el culo para comprobar si tengo el plug metido.
—Perfecto, he invitado a una pareja del gimnasio a venir a tomar unas copas
—¿Pareja del gimnasio?
—Julio y Verónica, hablé con ellos de una cosa que quería probar y les interesó mucho. Saca un par de copas más y sirve unas margaritas para todos mientras me cambio
Sara y yo probamos algún local de intercambios y participamos en alguna de las orgías que organizan pero no nos terminó de gustar, así que lo dejamos. Esta idea que tiene es, cuanto menos, inesperada. En cualquier caso, sirvo las bebidas cuando llaman a la puerta.
—Hola, somos Julio y Verónica, tu debes ser Sergio
—Sí, correcto, encantado. Pasad, pasad y poneos cómodos
Son una pareja bien parecida, de unos 35 años ambos, y con los cuerpos de alguien que va al gimnasio tres veces por semana a hacer ejercicio, y no a mandar mensajes de teléfono y tomar fotos. Sara es asidua y yo, aunque no voy al gimnasio, tengo dos o tres partidos de tenis y padel por semana, así que tampoco estoy gordo, aunque ni mucho menos defino abdominales.
Tras 10 minutos de presentaciones, en los que averiguo que Verónica trabaja en una multinacional de muebles mientras Julio es agente publicitario, Sara entra en el salón vestida sólo con un conjunto de lencería blanco y una bolsa con nuestros juguetes
—Caramba Sara – dice Julio – no te andas con chiquitas
—Hoy es mi día y hago lo que quiero – dice Sara mientras va sacando los distintos juguetes y poniéndolos sobre la mesa – de qué estabais hablando?
—De todo y nada. Podrías haberme dicho que tu marido trabaja en banca, ya sabes que la publicidad está pasando por momentos malos…
—Bueno – dije yo – tampoco es que tenga control del presupuesto…
Hablamos de todo un poco cerca de media hora, y sinceramente, tener un plug metido en el culo está bien al principio, pero a eso de veinte minutos empieza a molestar.
—Cariño, ven siéntate conmigo – me dice Sara, que se ha sentado en el sofá, dejando a la pareja en el tresillo
Según me siento me abre el pantalón y suelta los botones para sacar mi polla al aire. Mientras empieza a tocarla, bajando y subiendo la mano lentamente para conseguir una erección, ella sigue hablando como quien cambia canales de la tele.
—Vero, por qué no haces tú lo mismo que yo?
—De acuerdo – dice Verónica abriéndole los pantalones a Julio, y sacando una polla ya medio empalmada y, lamentablemente, considerablemente más grande que la mía
Así estamos durante unos cinco minutos, en los que tanto Sara como Verónica nos torturan meneándonoslas lentamente.
—Es lo que te decía, si no practicas no sale bien – dice Sara – levántate mi amor
Según me levanto, dándole la espalda, me baja los pantalones, dejando mi erección y mis huevos depilados a la vista de la pareja.
—Mira, cuando está así de excitado, nada le gusta más que o bien mandar, o bien recibir instrucciones, a que sí, mi amor?
—Hombre, Sara… eso…
—Date la vuelta – me dice mientras me acaricia los huevos por detrás y agarra el plug. Yo obedezco
—Caramba – dice Julio – llevas eso metido desde que llegamos? Yo no puedo aguantar eso
—Sí, le pedi que se lo metiera antes de que llegarais para que lo tuviera preparadito
—Tenemos que probar eso, Julio – dice Vero
—No sé, no sé – dice Julio
—Quitate la camiseta, cariño. Julio, siéntate a mi lado y tú, Vero ven aquí y empieza a acariciarme
Ambos obedecen de inmediato. Mi mujer agarrando una polla más grande que la mía y Verónica, sentada en el suelo, sobando su esplendido cuerpo mientras con la otra mano sigue agarrándome los huevos. La visión es espeluznante.
—No, así no Vero, te quiero a cuatro patas, y con tu cara en mi coño. Cariño, ponte detrás de ella, levántale la falda y chupale el culito bien chupado
Me arrodillo tras Verónica y le levanto la falda para descubrir unas braguitas rojas que con mucho cuidado retiro. Verónica levanta las rodillas para que se las pueda sacar por completo. El culo es musculoso, bronceado y prieto, y su coño empieza a estar levemente abierto, indicando que estamos todos en la misma frecuencia. Una delicia.
Le empiezo a comer el culo, tocarle la espalda, darle mordisquitos en las nalgas, que parecen de madera y, cuando Sara no mira, le doy algún lametón furtivo a su coñito, rasuradito y palpitante. La sensación de estar a las órdenes de mi mujer es liberadora. No tener el control, hacer lo que pida, sin preguntar.
—¡Ah! Qué guussto. Vero, quítame la braga y empieza a chuparme. Julio, quítate los pantalones. Cariño, sin dejar de chuparla empieza a quitarle la ropa
Julio no pierde ni un segundo, y además de los pantalones se quita la camisa, quedando completamente desnudo. Yo no me entretengo y hago desaparecer falda, blusa y sujetador lo más rápido posible. Verónica tiene unas tetas pequeñas pero de tamaño justo, con pezones rosas totalmente duros. Parecen de mármol.
En esto, Sara se levanta, y se da una vuelta observando a su harén privado. Majestuosa y con una cara lasciva que claramente indica que ha pensado en esto durante mucho tiempo.
—Vero, túmbate en el suelo con las piernas abiertas. Boca arriba. Cariño sigue comiéndole el coño. Despacito hasta que no pueda más. Hazle ganarse el orgasmo
Se acerca a mí y se arrodilla a mis espaldas. Me acaricia la espalda y me da unas palmaditas en el culo. Con mucho cuidado, me saca el plug y se va hacia la cabeza de Verónica. Se pone justo encima de su cara y, lentamente va bajando, dándome un primer plano de su culo, hasta que queda arrodillada sobre Verónica.
—Vero, muéstrame lo que sabes hacer con este coñito. Tanto tiempo hablándome de tus experiencias lésbicas, enséñame lo que sabes
No se lo tiene que decir dos veces, Verónica se aferra a los muslos de mi mujer y empieza a lamerla como si fuera a salvar el mundo. Lo cual Sara agradece con gemidos cada vez más desesperados.
—Julio, ven – dice con la voz entrecortada – follame la boca. Despacio y no te corras
Julio se pone delante de ella, me mira como si me pidiera permiso, a mí, al tipo que le está comiendo el coño a su mujer, pero Sara no necesita mi permiso. Le agarra la polla con una mano y los huevos con la otra y comienza a hacerle una mamada de las de antología.
Verónica, con el coño de Sara en la cara, y viendo cómo se la están comiendo a su marido no aguanta más y empieza a levantar las caderas y a restregar su coño desesperadamente contra mi boca. Yo la agarro, le meto dos dedos en el coño y acelero mi lengua contra su clítoris. Verónica es un huracán. En medio minuto se ha corrido como una catarata.
—Ah no, querida – dice Sara poniéndose lubricante en la mano – mi marido sabe muy bien cómo chupar un coño, pero a ti todavía te falta trabajo. Toma un poco de esto, quiero que me chupes y me metas un dedo en el culo. Y quiero correrme. Quiero correrme con tus dedos en mi culo mientras yo se los meto a tu marido
Sara empieza a meterle el dedo en el culo a Julio mientras sigue chupándosela y a él le empiezan a temblar las piernas. Verónica, todavía mirando desde abajo se empieza a retorcer contra mi cara y a follarle el culo a mi mujer. Cada vez más deprisa. Después de un dedo viene el segundo y después el tercero. Julio jadea como un animal y está a punto de correrse.
Sara parece poseída, clavándose como una loca en las manos y cara de Verónica. Tragándose la polla de Julio hasta la garganta se empieza a correr gritando, arqueando la espalda, poniéndose a cuatro patas y terminando su orgasmo con sus propias manos.
—¡Uff! Guau. Eso ha sido fantástico. Vero, eres una artista. Ah! – jadea Sara – A quién le toca follar? Ah, ya me acuerdo. A Verónica. Lo siento chicos, esta es mía.
Sara se levanta, se pone uno de los strap-on y se sienta en el sofá.
—Ven aquí mi niña, mami tiene la polla tiesa. Ponte encima y clávate. Mi amor, estás otra vez en servicio de culo. Ayúdala a moverse que yo estoy cansada
Parecemos hipnotizados al son de Sara. Verónica se levanta con gotas de sudor cayéndole por la espalda y el culo y se encarama al sofá. Se pone en cuclillas y, muy despacio y con mi ayuda empieza a meterse el strap-on de mi mujer en el coño. Ha escogido el mediano, de unos 4cm de diámetro y 20 de longitud y una vez dentro empieza un leve vaivén acompañado de unos gemiditos parecidos a los de una gatita.
—Así, despacito, no hay prisa. Cariño, ponte aquí a nuestro lado y tócanos las tetas. A las dos
Abandono el colosal culo de Verónica para arrodillarme al lado de Sara y empiezo a tocarles las tetas a ambas, a chupar los pezones rosados de Vero, y los morenos de Sara. Gloria bendita.
—Julito, cómo vas?
—Bien
—Quieres ayudarme? Quieres follarte a tu mujercita? Tiene el culito libre
—Si, por favor – suspira Julio
—O prefieres follarme a mí? Mis tetas son más grandes y mi coño no está acostumbrado a pollas tan grandes como la tuya
—Sí, a ti
—Bien, bien
Julio se empieza a acercar a Sara
—Pero dónde vas?
—Eh, no sé
—No, no, no, no. No me vas a follar todavía
—¿No?
—No, ven, acércate a mi
Sara le agarra la cabeza, se la acerca a sus pechos y le susurra al oído
—Follatelo a él
—¿Qué?
—Follate a mi marido. Enseñanos a las dos cómo te lo follas
A mí me ha entrado un escalofrío. Esto no lo habíamos hablado nunca. Julio me mira, se me acerca, me pasa la mano por la espalda y me acaricia el culo.
—Cariño, chupasela un poquito, que se ha puesto nervioso
—Sí, por favor, chupasela un poco – dice Vero moviéndose lentamente
Sin pensarlo dos veces, me alejo de ellas, acerco mi cabeza a la polla de Julio y se la agarro. Está un poco blanda, pero con palpitaciones que indican que la flaccidez es temporal. Con la otra mano le sujeto los huevos, miro a las chicas que ni parpadean, elevo la mirada a la cara de Julio y me la meto en la boca sin dejar de mirarle a los ojos. Vero se derrite placer sobre la polla de mi mujer y Sara me empieza a acariciar la cabeza mientras la polla entra y sale de mi boca.
—Ya vale – dice Sara -, fóllatelo. Ponle a cuatro patas para que le veamos el culo y fóllalo
—Si, que lo veamos – dice Vero
Julio me coloca en posición y se acopla a mi espalda. Con una mano sujeta mi pecho y con la otra me unta el culo de lubricante. La sensación es tan confusa como excitante, sintiendo la respiración en mi espalda, su mano en mi culo y sujeto.
Mi polla está tan tiesa como nunca lo ha estado. Somos es show de nuestras mujeres, que extraen placer de nuestra actuación. Muy despacio, y con dos dedos de Julio abriéndome el culo y preparándome para lo que viene, me empiezo a masturbar.
De repente, la polla de Julio empieza a presionarme. Muy lentamente, mi culo se va abriendo para hacerle sitio a este pollón. Su manos se acomodan en mis caderas, y muy lentamente termina de metérmela.
—Ya esá la mitad dentro cariño – dice Sara -. Disfrútala entera, métetela tu solito. Enséñanos cuánto te gusta
Todo es maravilloso. El culo está abierto, dándole placer a mi mujer, y pidiendo actividad. Con cuidado, porque esta polla es tan grande como la que tiene Vero metida, empiezo a sacarla y meterla en mi culo. Despacio, sintiendo las manos de Julio en mis caderas acompañando el movimiento. Al poco tiempo se empiezan a escuchar los jadeos tanto de Julio como de Vero. Miro a mi mujer y su cara lo dice todo. Además de mirarnos sin perder detalle, con una mano está tocando las tetas de Verónica y con la otra masturbándose.
Decido tomar la iniciativa, me saco la polla del culo y le pido a Julio que se tumbe en el suelo. Me pongo a cuatro patas otra vez, mostrando mi culo abierto a las mujeres, que se ponen como locas, y me meto la polla de Julio en la boca. Subiendo y bajando la cabeza para que vean cómo yo también puedo hacerlo.
Me levanto, me pongo encima de la polla de Julio y me bajo en cuclillas hasta que su enorme aparato está en disposición de partirme en dos. Me meto la polla sin pensarlo para extraer sonidos guturales de Julio.
—Follame Julio – le digo -. Fóllame el culo
Julio empieza despacio pero al de diez segundos está desbocado. Agarrándome la polla y metiéndomela hasta el fondo, con mi culo siendo la fuente de tanto placer para todos. Las chicas han parado y han venido a vernos, con Vero sentada en la cara de su marido y Sara chupándome la polla como si fuera lo último que hiciera en su vida.
Julio se corre como un caballo. Todo dentro de mi culo y una vez fuera, Sara dice:
—Ah no, así no se acaba. Vero, comete esta polla que me toca follarme el culo de mi marido
Sin cambiar de postura, ahora es Sara la que está debajo de mí, follando mi culo con todo lo que le da el strapon. Vero alternando entre mamada y mano. Cuando por fin me corro, me caigo al suelo, sin fuerzas. Gastado. Usado. Satisfecho.
—Bueno, bueno – dice Sara -, ha estado bien, no?
—Ha estado genial – dice Vero
—Grfxt – digo yo
—Al final no te follé – dice Julio
—Siempre queda mañana – dice Sara -. Duchas y pedimos unas pizzas?
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