Se puso en cuatro patas, alzó la falda y abriéndose el culo con las manos dijo:

-¡Ay negrito, destrózamelo, anda!, qué estoy toda mojada, anda.

 Mi verga mostraba la cabeza en el patalón, que casi explotaba sin sacármelo.

-Negrita, ten compasíón. Si te cogí tres veces anoche.

-¡Mi negro, no puedo más!

Y dio un grito de placer mientras se venía. Sus dedos entraban y salían de la vagina humedecidos, chorreando.

-Allí te voy, negra.

con una mano, saqué mi verga del pantalón, y con furía le penetré el culo. Ella gritaba de placer, mientras lo empujaba hasta el fondo.

-¡negro!

-¡con todo, negra!

Me vine completo en su culo, vomitándolo instántaneamente y chorreaba su vagina. Al sacarlo, la sangre quedó en mi verga: como cuagulosa, medio negrona. Y al voltearse lo introduce en su boca.

-Déjame limpiarte, negro, que me toca.