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Durante mi vida he recibido muchas propuestas sexosas que no me espantan ni nada, nunca falta el idiota caliente que me propone coger con él a cambio de cada cosa, admito que a veces acepto y a veces solo me rio.
Recién había fundado mi propia empresa y necesitaba clientes para comenzar a crecer, así que me comencé a mover con mis contactos y poco a poco comenzaba a hacerme de una cartera de buenos clientes, pero había uno en especial, una empresa grande y me creí afortunada ya que el comprador era un viejo conocido, su nombre es Eduardo.
A él lo conocí en una empresa donde trabajaba de secretaria, siempre fue muy serio, pero a leguas se le notaba la cara de degenerado que tenía, pero bueno, el punto era que él había aceptado negociar conmigo, iba a ser el filtro entre mi empresa y la suya, yo me sentía con confianza, sentía que Eduardo me daría la entrada a esa empresa así que acepté reunirme con él en un típico lugar de alitas y cerveza, todo con tal de cerrar tratos.
Llegué puntual a la cita y él ya me esperaba, nos saludamos como si fuéramos amigos de años, inmediatamente ordenó unos tarros de cerveza y comenzamos con la charla, que al principio fue de cómo nos iba, me preguntó por algunos ex compañeros, todo bien y finalmente comenzamos a negociar, yo sabía que si nos reunimos era para que él se llevara algo, así que como buena negociante le ofrecí el 5 por ciento de cada compra, lo cual era un buen negocio para él, yo me llevaría unos 55 mil pesos y su comisión seria unos 5 mil pesos por no hacer nada, cualquiera hubiera aceptado, pero él tenía otra idea…
C: ¿Como ves? Es una buena cantidad-
E: No sé, es cierto, pero no me convences-
C: Jajá, avaricioso el muchacho, me gustaría darte más, pero estoy empezando así que lo único que te ofrezco es esa cantidad.
E: Bueno, viéndolo de ese punto, igual puedes ofrecerme algo diferente.
Estúpidamente al principio no pillé su propuesta, le ofrecí algunos clientes para su empresa y cosas de suministros, pero Eduardo tenía otra idea.
E: Bueno, esperaba que lo dedujeras, pero seré más directo, quiero cogerte-
Yo me quedé muda, solo miré alrededor a ver si no nos escuchaban, él con una gran sonrisa y mojándose los labios esperaba mi respuesta.
C: Vaya, pensé que eras más listo.
E: Cindy, tu ganarás más de cincuenta mil pesos en cada tracción, mientras tu ganes un millón yo apenas ganaría cincuenta mil, pero siempre me has gustado y acepto tus cinco mil con la condición de que cojas conmigo.
C: Así que no solo quieres dinero eh, vaya que si me saliste abusador.
Yo estaba molesta, sabía que él era un perro, pero me tenía contra las cuerdas, si él decía que no, no ganaría ser la proveedora de esa empresa, él tomaba su cerveza y sonreía sarcásticamente, mi respuesta significaría el futuro de mi nuevo negocio, así que pensando en el futuro tomé la siguiente decisión.
C: Sabes mover tus piezas, sabes que ahora no tengo de otra más que negociar contigo.
E: No lo veas así, una vez dentro igual puedes brincarme, yo también corro riesgo, por eso te propongo eso.
C: Bueno, creo que está bien, es solo sexo, así que te daré lo que quieres,
E: ¡Excelente decisión! Pero aun no te digo bien que quiero.
C: ¿Qué? ¡No me vengas con pen…!
E: Tranquila, no quiero trato de novios o así, de hecho, solo quiero anal.
C: ¡Diablos, que loco estas!! ¡Jamás!
E: Como veas, te confieso algo, jamás he hecho anal, mi esposa no se deja, dice que la lastimo y tú te ves tan cogible, tienes unas nalgas tan ricas, apuesto que aprietas delicioso, quiero estrenarme en ese rubro contigo.
Ahora solo tenía sentimiento de coraje y odio, ese cabrón me tenía súper enojada, ni con las personas que de verdad deseaba les daba mi ano, pero, por otro lado, tenía razón, una vez dentro yo ya me podía mover sola, así que como toda una puta acepté su propuesta.
Él orgulloso del trato que consiguió pagó la cuenta y salimos rumbo al hotel. El acuerdo era tener solo un polvo, sería anal y con eso él me compraría los suministros y me daría la entrada a esa gran empresa.
En el camino me iba contando que tuvo experiencias sexuales con varias compañeras, una de ellas es con quien Luis y yo tuvimos sexo y era nada más y nada menos que Elizabeth, también estaba Rosalba de ventas, una madura chechona que terminó cogiendo con él y la última era Rosalía, la encargada de logística una mujer nada agraciada, pero que también se la metió, en fin, al parecer había caído en su trampa y no me quedaba más que cumplir mi parte del trato.
Nos metimos en un hotel que estaba cerca de la plaza a la que fuimos, él estaba ansioso, le pedí se fuera a lavar y me dejara fumarme un cigarro, por primera vez en años estaba tensa.
Eduardo salió desnudo y vaya que me sorprendí y no porque tuviera una verga grande y hermosa, no, apenas alcanzaba los 14 cm de largo, pero era súper gruesa, jamás en la vida había visto una verga tan gruesa, más gruesa que las de Luis y Juan, más gruesa que la del negro que me cogió, de verdad era un verga gorda.
E: ¿Sorprendida nena?
C: ¡Para nada! ¡Bueno a lo que venimos!!
E: Espera, desnúdate, vamos quítate suavemente tu ropa.
Cumplí su orden, comencé a quitarme la ropa suavemente, primero mi saco, luego mi blusa, bajé lentamente mi pantalón quedándome en tanga y brasear, me di la vuelta modelándole mis nalgas y me quité mi brasear, él aullaba como perro, estaba súper caliente y me dijo que me dejara la tanga.
Subí a la cama, él trató de besarme, pero lo detuve, él sonriendo comenzó a mamarme las tetas, su lengua se encargaba de mis pezones que, a pesar de estar prácticamente obligada a eso, no podía evitar sentir muy rico cada que me chupaba.
Sus manos acariciaban mis piernas y mis nalgas, su boca iba de mis tetas a mis muslos y a mis nalgas, su lengua dejaba su rastro por todo mi cuerpo, la verdad poco a poco me comenzaba a calentar.
Me acostó boca abajo y su lengua me daba un rico masaje en la espalda, sentía su dura verga en mis muslos, él estaba disfrutando de mi cuerpo, lentamente me hizo a un lado mi tanga y su lengua comenzó a chupar mi coño, que reaccionó humedeciéndose todo.
E: ¡Que rico mamita!
C: ¿Ya vas a entrar?
E: Espera, ¡no llevo prisa!
Ahora mi clítoris era chupado y lamido, sus dedos comenzaron a sobarme mi ano, su lengua lamia mis nalgas y un par de pequeñas nalgadas acompañaban el acto, lentamente comenzó a lamerme mi ano, un rico beso negro recibía de su parte, mis pezones estaban duros como rocas, mi vagina escurría y lentamente mi ano se dilataba estaba a punto de ser penetrada por su gruesa verga.
Sacó de su mochila un lubricante y comenzó a roseármelo alrededor de mi ano que ya estaba dilatado, puso un poco en su cabeza, yo le recriminé y le exigí el condón, pero él sonriendo me dijo que ni loco, que si sería la única vez que sería sin condón, no me quedó de otra que voltear mi cara al frente y esperar su verga.
Eduardo abrió mis nalgas con sus manos y me empinó toda, colocó su cabeza en la entrada de mi ano, sentí su grosor y escalofríos me recorrieron el cuerpo, me iba a reventar literalmente mi culo.
Sentí como su cabeza entraba, lancé un enorme quejido, la respiración agitada de Eduardo delataba que le estaba costando trabajo entrar, me escupió en mi ano en repetidas ocasiones y de alguna forma logró que su cabeza poco a poco entrara, yo gritaba, el dolor era inmenso, claramente oía como todo se me rasgaba y se abría, me tomó de la cadera y se impulsó, finalmente su cabeza había entrado, yo sudaba frio, escalofríos me recorrían y gritaba como nunca antes lo había hecho.
E: ¡Ah, que rico, uhm!!
C: ¡Ah!!! ¡Me duele!!
E: ¡Tranquila, pronto pasara, una vez que entre todo!!
C: ¡Que!!! ¡No mames!!!
Eduardo cumplió su amenaza y me empezó a meter todo su vergón, yo gritaba y casi lloraba al sentir como entraba y me rompía mi ano, luego de varios movimientos finalmente la tenía toda adentro, no sé cómo soportaba estar tan abierta, el muy idiota había logrado su meta, me tenía empalada.
E: Ah, cariño, ¡esto es la gloria!
C: ¡Hay sácala, ah!!
E: ¡Ni madres, ahí voy!
C: ¡Agh!!!
Me tomó del cabello y empezó a moverse, sentía su verga mover todas mis entrañas, sentía que vomitaría, que me sacaría la popo, Eduardo me estaba destrozando mi ano.
Sus embestidas eran fuertes y rápidas, me daba de nalgadas, me jalaba el cabello, me trataba como una puta y al final creo que en eso ya me había convertido, poco a poco su verga se movía con más libertad y del dolor empecé a pasar al placer.
E: ¡Agh, si mi amor, que rico culo!!!
C: ¡Ah, que gruesa!!!
E: Muévete nena, ¡mueve tu rico culo!
C: ¿Ah, sí, así te gusta?
E: ¡Oh!!! ¡Qué rico, me matas!!
C: ¡Tú eres el que mata, ah!!!
Eduardo me tenía en la lona, yo babeaba las sábanas, me mordía el brazo, pero también movía mi cuerpo para gozar esa gruesa verga en mi culo.
Era su puta, ya le pedía más, me movía en círculos, aullaba como loba, le impedía salirse, me movía rápido y él también, de pronto comencé a escurrir de mi vaina, me había hecho correrme, el bastardo no solo me había abierto el ano si no que me había hecho tener un orgasmo algo que no creí que pasaría.
C: ¡Ah, dios mío!!!
E: ¡Asia mí, uhm!!!
C: ¿Ya te vas a venir?
E: ¡Si, ya casi, uhm!!!
Sus movimientos se aceleraron, me jalaba el cabello con violencia, me decía groserías, pero yo estaba gozando de sus embestidas, sentí como sus huevos se endurecieron y en un movimiento salvaje Eduardo comenzó a llenarme de semen.
C: ¡Si, uf!
E: ¡Cindy!!! ¡Ah, que rico!!!
Terminó exhausto arriba de mí, quedamos pegados como perros, una vez pasado el orgasmo y el placer me dolía el ano incluso no me podía levantar, el burlón me decía que estaría bien, pero que tenía que irse, que no me preocupara que el lunes recibiría mi contrato.
Me sentí una pendeja, él se atrevió a dejarme ahí, adolorida y llena de su semen, una vez recuperé mi sensación y pude caminar, me limpié y salí aun con dolor.
Pero Eduardo cumplió el trato y me volví la proveedora de suministros de su empresa y le daba su comisión, aunque tres meses después fue despedido debido a que una de sus trabajadoras lo acusó de acoso sexual, ni hablar, se quedó sin nada, pero al menos puede contar que me dejó el culo partido.
Con cariño Cindy.
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