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Le cuento a mi marido que soy la puta de los viejos

Hola queridos… les escribo por tercera vez sobre como mi marido me ha convertido en la puta de viejos asquerosos y de como he dejado salir la perra caliente que llevaba bajo mis calzones.

Mi marido me estimuló primero oralmente y luego me convenció que sedujera a la pareja de mi mamá, eso lo conté en mi primer relato, sigo a la fecha comiéndome la rica verga de Jorge y lo disfruto cada día más. Después mi esposo me guió para seducir al Ernesto el viejo y asqueroso chofer de la compañia en la que trabajo, aún le abro las piernas y me corro sintiendo su sucio y gordete cuerpo sobre mi, sobre todo cuando me hace su mujer en la camioneta de la empresa a sólo unas cuadras de mi casa.

Después les contaré, en otro relato, de mis partusas con Jorge y Ernesto, nunca imaginé que tendría dos miembros para mi y tampoco cuanto me harián gozar… pero ese será en otra oportunidad. Ahora les quiero contar cuando me comí al viejo jardinero de mi barrio.

Vivimos en un tradicional barrio donde la mayoría de la casas tienen un pequeño antejardín y un buen patio posterior, es un sector de clase media acomodada, los jardines se cuidan y valoran. Desde hace años don Jaime es el jardinero que atiende a todas las casas del barrio, pasa cada 3 semanas y deja todo todos los patios impecable, lo conocemos tanto que cuenta con toda nuestra confianza. Don Jaime debe tener más de 60 años mal cuidados, chico, panzón, negro y muy peludo. Si lo miras con detención delata que es un tipo bien degenerado, hasta hace poco yo no me había dado cuenta de lo que tenía enfrente de mi y menos imaginaba lo que me esperaba.

Una tarde don Jaime trabajaba en mi patio tracero, yo estaba en el segundo piso y me asomé a una ventana y lo descubrí oliendo mis calzones que como siempre estaban colgados justo en ese lugar… fue una imagen fulminante para mi verlo con uno de mis colalles en su nariz disfrutando como un salvaje, me mojé entera, me tuve que tocar sintiéndome una perra en celo y me corrí tapándome la boca para que no me escuchará, quería salir al patio a ofrecerme pero me aguanté. Cuando mi marido llegó le conté lo que había pasado, se calentó como nunca, me lo metió por el culo diciéndome que ya sabía lo que tenía que hacer.

Al día siguiente don Jaime volvió a terminar su trabajo, yo herbía desde muy temprano, lo recibí con un vestidito ajustado y bastante transparente, disponía de variadas prendas para cumplir con mi fascinate rol de puta para viejos. El viejo me vió con deseo cochino y lo acompañé al patio y me dediqué a mostrame con poca sutileza, tenia mis grandes tetas durísimas, mis pezones parados, mi zorra chorriando y mis labios hinchados. Simulaba ordenar el patio lo que me permitía agacharme repetidas veces y exponerle mi tracero y mis pechos que a esas alturas gritaban ser chupados.

Ya no aguntaba más, le ofrecí una cerveza, fuimos a la cocina y me incliné en la nevera y don Jaime ya enloquecido me rozó el culo, yo me hice para atrás y lo apreté contra la pared… me tomó por las caderas y me dijo que era una caliente, solté mi primer gemido y él entendió que me podía hacer de todo. Subió mi vestidito, yo seguía agachada, me bajó el colalles completamente mojado, se hincó atrás de mi y me chupó el choro y el culo… yo gritaba y le movía todo mi culo en su cara.

Don Jaime se paró, me sacó a tirones el vestido, me dió vuelta y me chupó violentamente las tetas, tuve mi primer orgasmo mientras le gritaba “quiero ser tu puta”. Le abrí mis pierna lo más que pude y le supliqué que me ensartara su verga. No se hizo de rogar, es la verga más grande que me he comido hasta la fecha.

No sé cuantos orgasmos tuve, sólo sé que esa mañana me llenaron de leche el sapo, el culo yla boca.

Fue puro placer. Me vuelvió loca como me trataba Jaime, las cochinadas que me dicía me ponían a mil… me arrastró hasta mi cama y me dió durísimo por el ano, lloré de dolor y de placer.

Mi dejó marcas en las tetas con sus mordidas y en el culo con tantas nalgadas que me dió.

Entre Jorge, Ernesto y Jaime prefiero al Jardinero.

Ahora me pide que le deje un calzón usado en el patio para disfrutar de mi olor de puta cuando no pude montarme y cuando se va encuentro un colalles lleno de su leche, lo tomo y me lo pomgo para ir a trabajar o lo chupo entero.

Para que les cuento como se puso mi marido cuando le conté.

Datos del Relato
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