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Ahí iba yo, en el asiento del lado, mi esposo, David, conducía, camino a cumplir una fantasía más de él: un trio con otra mujer. Era una compañera de su trabajo, con la que ya habíamos tenido un roce anterior, pero esta historia es de lo que le cuento a David en el camino a ese encuentro. Podía ver desde mi asiento como el jean le incomodaba a su gran verga, que estaba por explotar con solo escuchar lo que yo le decía. Y para ser sincera, yo también iba excitada de recordar todo lo que había pasado aquella vez. Llegaríamos aún más excitados, como si hiciera falta.
– Buenos días, decía yo el primer día de mi primer trabajo como profesional. Sin embargo, pareció que no muchos me escucharon, así que me dirigí a mi escritorio, acomodé mi silla y encendí el computador. Mientras cargaba, miraba a mi alrededor alguna cara amigable, alguien que tal vez quisiera sentarse a almorzar a mi lado para no sentirme como en el colegio, que nunca fui muy popular. A lo lejos, vi a un chico que no estaba nada mal, tenía barba que lo hacía ver serio, unos lentes que no permitían ver con claridad sus ojos verdes. “Seguro que es alto, se viste muy bien, no debe ser casado, sus zapatos son como de talla…..” pensaba yo mientras lo veía. De repente un vaso de icopor es colocado en mi mesa por unas manos delgadas, con las uñas pintadas en color rosa claro.
– Te recomiendo 2 cosas: la primera, que traigas tu propio mug para el café, la segunda que traigas tu computador, los de acá son una basura.
Voltee a mirar a quien tan atentamente me había ofrecido café.
– Me llamo Laura, y no te fijes mucho en ese tipo, es un perdedor.
– Emmm, mucho gusto, soy Katherine, muchas gracias, por el café, y muchas gracias por los consejos.
– Katherine?, ¿es muy largo no? Como te dice tu novio? Kata?, Kate?, Kat? Bebe? Princesa?, te puedo llamar princesa si quieres.
Rei, se veía muy amigable, – Kate está bien.
– Será Kate entonces, que te rinda y a las 10 me cuentas a que vienes. A esahora era el descanso. Volteo a ver el computador y aún no aparecía la pantalla de inicio. Realmente era lento. Busque con la mirada el puesto de Laura, era seguramente a quien iría a preguntar sobre cualquier cosa, pero no logre hallarla. Se acercaba de vez en cuando mi jefe a pedirme algún tipo de documento. A las 10 todo el mundo se levantaba y salía, pensé en salir a la cafetería y buscar a Laura, pero apenas me levante de mi silla vi al chico aquel de la mañana a mi lado:
– Tomas café?
– Si, bueno gracias, le respondí.
– Mucho gusto, me llamo Andres, no noté que había una compañera nueva con nosotros sino hace un rato que te vi. Como te llamas?
– Katherine, dime Kathe.
Salimos, me invito un café y empezó a preguntar sobre mi, sobre lo que hacía. Me pareció un chico agradable, y noté que sus intenciones eran las de cortejarme, en ese momento yo tenía novio, así que no me interesaba nada serio con nadie más, pero que rico se sentía ese picantico de aventura, – Vamos?. Se pasó el tiempo en un abrir y cerrar de ojos, eran las 10:30 – si no sabes donde almorzar me cuentas, conozco todo por acá. ¿Me esta invitando a almorzar? Realmente el tipo va rápido.
Llegaba yo a mi escritorio y detrás llego Laura, me pidió que la acompañara, así que la seguí, hasta una oficina a puerta cerrada, “¿era otra jefe?” pensé, así que ahora debía tener cuidado con lo que dijera y la idea de la amiga que había conseguido se desvaneció. En su oficina me hizo algunas preguntas de carácter profesional, que si conocía de estos temas, que si manejaba algunos sistemas, que si sabía sobre algún procedimiento. Mientras lo hacía me preguntaba el porqué de esta entrevista, ya había pasado la entrevista de ingreso. Pero no me atreví a preguntarle. Volví a mi puesto y terminé el día sin volver a saber de ella.
Pasaron los días y no la veía mucho, Andres que estaba pendiente todo el tiempo de mi, me había dicho que viajaba mucho y que era de otra área, que no me preocupara por ella. Yo dejaba que siguiera con sus coqueteos, me gustaba sentir que le movia el piso a alguien. Un día, tomando un café con él, Laura se acercó
– disculpa, te la robo un momento. Lo miro y le hizo una mueca que más que sonrisa parecía como de enojo. – que haces con ese tipo, es un tonto. Da igual, necesito que pases por mi oficina cuando puedas.
– Claro, ¿pasa algo?
– Nada, al menos nada malo, te espero.
No paso mucho tiempo después del break para que yo estuviera en su oficina, me tenía intrigada y asustada, ¿había hecho algo mal?, pero no era mi jefe, ¿tendrá que ver con Andres?”. Laura era la chica que va al gimnasio, tenía muy buen cuerpo, era bella, alta, inteligente y exitosa a sus 28 años, el tipo de mujer que muchos hombres desearían, así que tenía que ser por Andres, estaba segura. – Siéntate por favor, ¿quieres algo de tomar?, me preguntó, – No doña Laura, estoy bien, gracias. Tomó el teléfono y llamo a su secretaria, – Dile al señor Vásquez que si se acerca. “El señor Vasquez?, era el jefe de mi jefe, pero que tan malo había hecho”. Cuando llego saludo a Laura de beso en la mejilla y a mi de mano, se sentó a mi lado
– Y bien, Katherine, ¿no?
– Si, si señor, respondi asustada.
– Me ha dicho Laura que tienes conocimiento en comercio y manejo de documentación aduanera.
– Si, si señor, conocimiento más no practica. Estaba desorientada, no sabía a que iba todo esto.
– Y ¿que tal de ingles?
– Puedo mantener una conversación informal señor Vásquez, pero realmente no lo he practicado mucho a nivel negocios.
– Ah bueno, eso es lo de menos. Me ha informado Laura que requiere para su equipo de alguien que le ayude con todo este tema, ya he hablado con los interesados y no hay ningún inconveniente, solo si tu lo deseas claro, habrá un mejor sueldo, pero tendrás que tener una mayor disponibilidad, alguno que otro sábado y domingo, y tendrás que tener la disponibilidad de viajar eventualmente.
Todo esto parecía un sueño, un momento, llevo trabajando 3 semanas y ya tengo un ascenso, mejor sueldo, disponibilidad de viajar, ¿es un chiste? Obviamente acepté, mientras miraba la cara de Laura sonriéndome – espero que no te moleste tener a una mujer como jefe. – No para nada, le dije. En este momento yo estaba lejos de imaginarme que Laura me había pedido para su equipo por algo más que por trabajo, pero esa misma noche lo empezaría a descubrir. Llegaron las 4 pm y Laura paso por mi escritorio – vamos a celebrar, no acepto un no por respuesta, te espero en el ascensor. Llame a mis padres y llame a mi novio para contarles la buena noticia, y quede de celebrar con él en la noche, cosa que no pasaría, ya que, sin saberlo aún, perdería mi conciencia. Llegué al ascensor, Laura estaba esperándome con otros compañeros de mi nueva área, bajamos al parqueadero, subimos a su auto y fuimos a un bar en la zona rosa.
Todo comenzó con un par de cervezas, todos los chicos del grupo eran agradables, contaban chistes, incluso reían sin contar alguno. Me sentí muy bien con ellos. Después de un par de cervezas ya empezaba a sentirme liviana, me estaba haciendo efecto el alcohol:
– Ey todos, y es que solo se sientan a tomar?, vamos a bailar un rato.
– El baile no es lo de ellos, respondió Laura, – solo a las chicas nos gusta bailar. Eramos 3 mujeres y 5 hombres, pero igual, nos levantamos las 3 y fuimos a la pista. Esa vez había reido y bailado como hace mucho no lo hacía, al punto que olvide la hora, olvide donde estaba y olvide mi celular descargado, solo quería seguir pasándola bien. De repente, abría los ojos casi acostada sobre silla, me había pasado de tragos y ahora no podía sostenerme por mi misma. – Voy para mi casa, dije
– Pero como te vas a ir así, espera ya te llevamos. Acepté y volví a perder el conocimiento.
Desperté en mi cama, pero ¿cómo había llegado?, trataba de recordar, pero me faltaba gran parte en mi mente. Tenía algunos pantallazos de lucidez. Ah si, estaba bailando, pero ya no recuerdo con quien, había un hombre, pero cual. Siguiente escena, estaba comiendo algo en la calle, estaba sentada en el andén esperando algo. Siguiente escena estoy sintiendo unos labios cálidos en mi boca y unos ojos cerrados. Tambien recuerdo que subia a mi cuar….. que? Un momento, espera, regresemos un poco. ¿Unos labios calidos?, me había besado con algún tipo, Oh Dios mio, la he embarrado con alguien, no puede ser. Mis padres estaban de mal genio, pero mi novio estaba histerico, un problema más a los que ya teníamos.
El siguiente lunes llegue a mi nuevo cargo, mi nueva oficina, mis nuevos compañeros. Trataba de olvidar lo poco que recordaba de aquel incidente de besarme con alguien, pero tenia muy presente esa imagen, quería saber quién se había aprovechado de mi estado, de que más había pasado. Pasaban los días y realmente el trabajo con Laura era exigente, realmente viajaba mucho y podía pasar días sin ir a la oficina, sin embargo, hablaba con ella todo el tiempo, hasta los sábados tenía que estar pendiente de su llamada. Eso molestaba bastante a mi novio a quien sin intensión había dejado de lado, casi ni nos veíamos, y cuando nos veíamos yo estaba muy cansada como para tener sexo. Llego lo inevitable, me boto por andar con otra chica, eso me destrozo realmente. Quería salir con todos mis compañeros nuevamente, pero esta vez no quería bailar, quería tomar y que apareciera ese chico que me había besado, no importa cual fuera, quería tener sexo de venganza, sexo de odio y vaya si las mujeres somos putas en la cama cuando tenemos el corazón roto. Pero faltaban algunos días para la paga, nadie tenía dinero, ninguno quiso salir. Yo estaba decida a salir y así fuera sola lo haría.
A la hora de salida Laura me pregunto si quería salir por unas copas, como si supiera lo que necesitaba, así que le dije que sí. Fuimos a un bar, tomamos algo, y quedo sorprendida por la velocidad con la que yo estaba bebiendo
– Oye, oye, ¿te vas a emborrachar de nuevo?, esta vez no pienso llevarte hasta tu casa.
– ¿Como así, fuiste tu quien me llevo a mi casa esa noche?
– Pues no iba a dejar que ningún hombre medio borracho te llevara.
– Vale, ¿podemos seguir en tu casa?, no quiero ir a la mia, le dije, y sin dudarlo pidió la cuenta y nos fuimos. Por el camino a su casa recordé la imagen de los cálidos besos y quedé en shock, ¿había sido Laura la que me besaba? No puede ser, y ahora iba directo a su casa. Era la primera vez que me pasaba eso, sin embargo, al mismo tiempo que el miedo, me empezó a llegar a mi cabeza el morbo, comencé a imaginar lo que sería ser lesbiana, lo que me podría hacer esta mujer, me empecé a calentar y mis pulsasiones a acelerarse. Me daba asco, pero quería seguir imaginándolo, me excité mucho antes de llegar. Entramos a su apartamento, era muy lindo, se nota que esta mujer gana bien. Me senté en el sofa y ella fue por una botella de whiskey, la destapó y me preguntó – que te tiene así Kathe – los malditos hombres, respondi. Pusimos música de baile, bailamos juntas un rato, luego pusimos ranchera y comenzamos a cantar con rabia contra ellos. Estabamos sentadas tan cerca una de la otra que de un momento a otro se me abalanzó y me besó. Yo aun no estaba tan ebria, aún tenia conciencia de todo lo que hacia, así que todo el tiempo fui conciente de dejarla hacerlo, no solo la dejé, además le correspondí. Tenía unos labios carnuditos deliciosos.
Mientras me besaba, note como su respiración empezó a acelerarse, ya no estaba al lado mio, estaba sentada sobre mis piernas, yo me encontraba totalmente absorbida por el momento, sabia lo que hacía, pero no sabía el porque, solo me dejaba llevar. Laura paso su brazo izquierdo por detrás de mi cabeza, y con su mano derecha me tomaba por la cara y me apretaba fuerte, como asegurándose que no escapara, ni quería hacerlo. Sentí nuevamente esos labios deliciosos de la noche pasada, los miraba cuando tomaba aire y me saboreaba, hasta ahora notaba que tenía una dentadura perfecta, unos labios carnosos que daban ganas de morder tan duro como para reventarlos. De repente sentí un corrientazo por mi cuerpo, sin darme cuenta Laura había metido su mano en mi blusa y tocaba mis tetas, que rico se sentía, lo estaba disfrutando realmente, así que hice lo mismo, puse mi mano en su espalda y le quité su blusa, comencé a tocar sus tetas, sus pezones se sentían raros, de diferente contextura que los mios, lo que me gusto más. Duramos besándonos algunos minutos y de repente se separó unos centímetros, me miro y sonrió.
– ¿ya has estado con otra mujer, princesa? Me preguntó mientras soltaba mi sosten y me miraba con risa coqueta. – No, nunca. Trataba de responder yo con voz temblorosa mientras ella empezaba a pasar su lengua por mis pezones. En ese momento perdí todo control que me hubiese podido quedar sobre mis actos. Eche la cabeza para atrás en ese sillon y solo me dedique a disfrutar con los ojos cerrados. No hacía nada que mi novio no hubiera hecho antes, sin embargo, su lengua tenia un poder de darme satisfacción de manera impresionante, cada centimetro que recorria era un corrientazo de placer que me daba, cuando me di cuenta me estaba haciendo gemir solo con rozar su lengua. No me dí cuenta del momento que que solto mi pantalón, solo sentí de momento un frio aire que me hizo abrir los ojos y verla ahí, a centímetros de mi tanga con el pantalón aún por la mitad de nalga. Me miró – que rico hueles. Me bajó el pantalón hasta las rodillas y comenzó a besarme las piernas, no podía controlar mis gemidos, me estaba dando un placer realmente nuevo para mi. Besaba mi entrepierna, desde abajo y subiendo muy despacio hasta casi tocar mi vagina con su nariz, se retiraba y repetia la operación en la otra pierna, mientras subía, yo la tomaba de la cabeza llevandola hacia mi vagina para que me hiciera sexo oral, pero nuevamente se retiraba.
– vaya que estas arrecha bebe, estas como si te hubieses orinado. Ya en este punto no quería que hablara, solo que continuara. – pero aún no vamos a ir por el premio, me falta conocerte más, dijo y en ese momento me giro sobre el sofa quedando yo con el culo al aire y las tetas contra el sillon, recordé inmediatamente a mi novio, era una de sus poses favoritas, lo que me dio más placer, “desgraciado, acá estoy como te gusta, pero dándoselo a alguien más”. Laura comenzó a besarme la espalda, muy lento y muy suave, pero esta vez, sus manos comenzaron la acción, una de ellas me apretaba una de las tetas, la otra había encontrado camino hacia mi vagina, y alli se quedaría un rato, moviéndose de un lado a otro, untándose de todo lo que yo escurria, sus labios seguían rodando por mi espalda y yo, nuevamente estaba gimiendo como una puta y sin poder controlarlo. Quitó la mano que tenia en mi teta mientras bajaba lentamente con su lengua hasta encontrar mis nalgas, allí puso esa mano, me las apretaba con fuerza, me las lamia, yo estaba ida de placer, ya mi mente no estaba en este planeta, hasta que de un solo mordisco me hizo regresar. – Pero que putas te pasa, me dolió. – Lo sé, respondió, ¿pero no te gustó? No pude decirle que no, subirme como lo había hecho y luego bajarme con tal fuerza me había encantado, así que supuse que volvería a pasar. Continuó besándome las nalgas y apretándome con una mano, la otra nunca había dejado de jugar con mi clítoris, debía tener mis líquidos hasta el codo, de repente, pum, otro mordisco, esta vez ya no dije nada, lo disfrute, y me empecé a preparar para el siguiente, pero ese si no llego. A cambio, comenzó a pasar su lengua por mi ano, eso nunca me lo habían hecho, fue como llegar al cielo mucho más rápido de lo que me había bajado su primer mordisco.
– aaaaaaagggrr por Dios, que estas haciendo, me encantaaaagggrrr. Lo dije en voz alta, aunque al mismo tiempo pensaba en lo asqueroso que era, pero – aaaaaahhhhhhh, que ricoooo. Me di cuenta que ya no controlaba lo que decía, sentía corrientazos por todo mi cuerpo, estaba super tensa, todos mis musculos se contraían y ahí estaba nuevamente, – Siiiiiaaaaahhh oooooohhhh Lauuuraaa por Dios!!. No sé cuanto tiempo paso allí, pero se me hicieron los segundos más placenteros de toda mi vida. Se retiró, me puso boca arriba nuevamente – Oye putita, te tengo volando, ¿verdad?, te apuesto que quieres que te chupe el clítoris, puta. Nunca en mi vida me habían tratado mal durante el sexo, pero no me molesto para nada, – si Laura, por favor, hazlo, respondi sin dudar. Se sonrió, y al mismo tiempo que ella bajaba su cabeza hacia mi clítoris yo subía la mia hacia el techo, nuevamente me puso a gritar, sabía exactamente donde tocar y en que momento hacerlo. Movía su lengua alrededor de mi vagina, pasaba por el centro, subía, bajaba, realmente no sabía que estaba haciendo, yo me dedicaba a volar. Metió dos dedos en mi vagina, y comenzó a sacarlos y mételos a un ritmo suave, no dejaba de darme sexo oral, había tenido varios orgasmos, venían uno tras otro de manera más seguida cada vez.
Cuando terminó, se recostó a mi lado – ¿qué tal la has pasado princesa?. No le respondí, primero porque no tenía palabras, segundo porque así las hubiera tenido no hubiese podido pronunciarlas, mi respiración continuaba agitada, dejé caer mis brazos sobre el sofá sin fuerzas, quedé ahí tirada mirando al techo tratando de recuperarme. Unos momentos después la volteé a mirar, me sonreía así que le correspondí. Era mi forma de agradecerle. – Como es tu primera vez, no tienes que hacer nada, no te preocupes, solo quería hacerte sentir bien, dijo. Pero yo si quería compensarle, aunque no sabía si podría hacerlo al mismo nivel. – déjame intentarlo, le dije. Y de inmediato me arrodillé frente a ella. Comencé besándole nuevamente la boca, tenía ese sabor a mi fluidos que me pareció tan rico, así que la besé allí hasta que prácticamente le quite ese sabor. Seguí con su cuello, le besé bajo la oreja, pude sentir su perfume, sabía que iba bien por cómo se estiraba, le mordí suavemente el lóbulo y comencé a bajar hacia esos senos duros que había tocado hace unos minutos, su pezon era oscuro y un poco más grande que el mío, me los lleve a la boca y comencé a chuparlos, fuerte como si quisiera sacarles leche, los mordía suavemente, baje mi mano hacia su pantalón y comencé a desabrocharlo, bajé su cremallera y metí mi mano, estaba súper mojada también, comencé a jugar con mis dedos buscando su clítoris, cuando lo tuve, se lo apreté entre mis dedos.
Era una sensación extraña, ya que era la primera vez que tocaba una vagina diferente a la mía, pero la tocaba como si la conociera. Me entretuve besando su abdomen, se notaba que iba al gimnasio, era durito, le metía la lengua en su ombligo, bajaba hasta el borde de su ropa interior, la escuchaba gemir, eso me daba satisfacción y me excitaba nuevamente, le saqué la mano para poder bajarle el pantalón y la ropa interior que saqué totalmente y le empecé a besar la piernas, desde la pantorrilla hacia arrriba, por la parte interna, eso la hacía temblar y casi que me quitaba, lo hice varias veces y luego me detuve en su vagina, me sentía sucia, me sentía puta, ¿como es que estaba haciéndole sexo oral a otra mujer?, pero eso era lo que quería unas horas antes, ¿no?. Estuve jugando con su clitoris unos minutos, cuando empezó a gemir muy seguido y su respiración muy agitada decidí meter mis dos dedos por su vagina, los comencé a mover de manera frenética y tuve una gran satisfacción cuando la escuché tener otro orgasmo. La puse de medio lado, le besé las piernas en la parte externa y luego subí a su nalga, era supremamente sensible de allí, el solo pasar mi lengua la ponía tensa y me quitaba. Realmente no me sentía cómoda besar o pasar mi lengua por su ano, sin embargo, lo iba a hacer, pero con lo sensible que estaba Laura simplemente me quitó cuando besaba sus nalgas.
– qué pasa? Le pregunté – qué tengo una idea princesa, me respondió. Se levantó, me tomó de la mano y me llevó al cuarto, tenía una ventana que daba hasta el piso al lado de la cama, con una bonita vista de las luces de la ciudad, mientras revisaba algo en su armario me pidió que me acostara, lo hice a lo ancho de la cama. Cuando dio la vuelta, traía en sus manos un pene, se sentía muy parecido al real, eso si, de un tamaño muy superior a lo que me había tocado. Se paró dando la espalda a la ventana, y por el lado de mi cabeza – ya basta con esto de turnos, dijo, y se acostó sobre mi en un lindo 69. Yo estaba de acuerdo con todo lo que hacía y sin pensarlo dos veces comencé a besar nuevamente su clítoris, ella besaba el mío, era una sensación deliciosa, a los pocos segundos llegaron nuevamente los jadeos, los gemidos, la respiración acelerada, no lograba entender si la que se movía era ella o era yo, pero encajamos de una manera muy armónica, cuando yo comenzaba nuevamente a sentir ese caminito hacia el orgasmo Laura puso ese pene en la entraba de mi vagina, suavemente comenzó a empujarlo hacia adentro, ya no sabía si me besaba o me masturbaba con los dedos, pero se sentía muy rico, mientras ese miembro entraba en mí, mi clítoris seguía siendo manipulado, no pude seguir besando a Laura, el placer me hizo soltar sus nalgas, agarrar las cobijas y levantar mi cabeza, estaba viendo las luces de la ciudad al revés, era demasiado bello, pero inevitablemente tuve que cerrar los ojos porque Laura con su consolador me hacía ver otro tipo de lucesitas, mientras entraba ese pene en mi, descubrí realmente que tan grande era, me dolía mientras más entraba, pero no me importaba, no sabía cuánto había entrado, cada centímetro que empujaba ella yo sentía que era el tope, pero venía un centímetro más, no sé si entró todo, pero de repente comenzó a salir, no terminaba de hacerlo y volvía a entrar, todo mientras Laura tocaba mi clitoris no sé con qué. Aumentó el ritmo y en pocos segundos estaba yo ahí, tirada con las piernas y las manos abiertas, agarrando las cobijas tan fuerte como podía, la cara mirando hacia la ventana, los ojos cerrados y gimiendo como si estuviera en una porno, llegue al orgasmo y todo mi cuerpo se relajó, sentí como si no pudiera moverme, me quede totalmente quieta por unos momentos.
Laura se acostó a mi lado y me abrazó, nos quedamos dormidas. En medio de la noche desperté con cargo de conciencia, como si hubiera hecho algo malo, me sentía sucia, pero a la vez feliz, necesitaba estar sola y pensar sobre lo que hice, llorar o sonreír, no sabía que reacción tendría unas horas después, así que pedí un taxi. Laura me acompañó a la puerta y me besó nuevamente, está vez ya no le correspondí tan decididamente y creo que ella lo notó – Nos vemos el lunes, princesa, me dijo antes de cerrar la puerta. Cuando llegue a casa me sentía aún sucia, sentía que olía a sexo y pensaba que mis padres sentirían el olor también, así que llegue inmediatamente a la ducha, dure allí mucho tiempo, pensando todo lo que había pasado, diciéndome a mi misma que todo había sido un asco, pero el empezar a excitarme nuevamente mientras lo recordaba me confundía. ¿Como serían esos momentos en la oficina tan incomodos?, ¿le iba a seguir diciendo doña Laura? O ella me iba a llamar princesa. Que cantidad de cosas pasaban por mi cabeza.
Cuando terminé mi relato, el auto estaba parqueado al frente del edificio de la compañera de David, no sé cuánto llevábamos ahí, pero mi esposo no había tenido afán de detenerme. Estaba tan excitado que se había soltado el pantalón para que su verga pudiera tener libertad. Oh David, creo que no duraras mucho en lo que se avecina con tu compañera.
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