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Categoría: Maduras

Laura y Diana

En diciembre siempre tengo mucho trabajo en la empresa. Hay que buscar la forma de desgravar -la empresa y sus clientes- antes del cierre del ejercicio fiscal. Por eso salí tarde, y cuando llegué al pub donde había quedado con mi pareja Mariá y dos amigos para tomar una copa, estaba cerrado. Un poco raro porque solamente era la una de la madrugada y solía estar abierto hasta las dos o más. Me fui para casa esperando encontrarlo allí. No estaba. A eso de las 2.30 me acosté rendida sin esperarlo más.



 



A la mañana siguiente no estaba en nuestra cama. Fui al trabajo y a la tarde noche ya nos vimos y le pregunté qué había pasado. Me contó:



 



Lo siento cariño, estaba en el pub con Pau y Jordi esperándote. Eran sobre las doce y entraron dos mujeres mayores que se sentaron algo apartadas de nosotros pero en un rincón cuya acústica hace que se oiga casi todo en el resto de la sala.



 



Al poco rato llamaron nuestra atención. Una estaba irritada y la otra intentaba calmarla. Oíamos cosas así:



 



- Mira Diana ... y no le soporto más ... hacerme cornuda ... con dos hijos que le he dado .... esa secretaria de mierda ... una anoréxica ... y lleva tiempo ... y no le he desatendido en la cama, al contrario ... y es que ya tengo pruebas ... le seguí ... y después la vi entrar ....



 



- Calma Laura. Eso es un tópico .... les ocurre a los 50 o 60 ... tu espera .... verás ..... pasajero ... esas niñas ... último intento ... sentirse machos ...



 



- Que no Diana, que no .... y yo con quien sea ... vamos que si se los devuelvo. Te repito con quien sea .... o, mejor ... ¡con quienes sean!



 



- Qué locura Laura .... y a tu edad ... estás histérica ... eso se te pasa ..... razona.



 



- Que no, Diana. Que no y no. Que yo también le pongo cornamenta.



 



. . . . .



 



Pues el caso, cariño, es que llamaron nuestra atención. Las dos estaban de perfil y pudimos apreciarlas sin llamar su atención. La que estaba agitada -por cornuda- y que se llamaba Laura, acaparó mi curiosidad. La veía agitar unas manos grandes de largos y fuertes dedos, cuidadas, con uñas pintadas de rojo como me gusta. Su pelo era muy corto y rubio a mechas y su cuello robusto. De lo que pude apreciar, así sentada, deduje que era una mujer alta, quizá de 1,75, de cuerpo atlético, generoso y macizo. Su interlocutora era de similar complexión pero de carnes más abundantes, con pelo largo castaño, manos iguales que su contertulia pero con uñas esmaltadas en nácar y un pecho muy prometedor aunque sentada no era posible apreciarlo. Las dos debía rondar la cincuentena aunque estaban muy bien conservadas y dignas de unos buenos polvos.



 



Veía las hermosas manos de Laura agitarse expresando muy gráficamente su indignación.



 



- Vamos, que cualquier tío que se me cruce hoy me lo follo.



 



- Estás loca hermana.



 



- Estaré loca, pero esta noche me lleno el coño de lefa.



 



Cariño, como comprenderás no me quedó más remedio que ofrecerme voluntario para los deseos de la señora, así que llamé a Xavi, el camarero y les dije que les invitara de nuestra parte a tomar lo que quisieran. Pau y Jordi, que también habían oído la conversación sonrieron con complicidad. Ya se imaginaban qué pretendía.



 



Xavi hizo lo ordenado y Laura nos sonrió agradeciendo la invitación e iniciando otra discusión con su hermana Diana sin imaginarse que las estábamos escuchando casi todo. En el local no había nadie más.



 



- Ni se te ocurra Laura.



 



- Cómo que no. Ahora mismo les invito a nuestra mesa y uno de ellos, o mejor los tres, le ponen esta noche los cuernos al hijodeputa de mi marido.



 



Nos hizo una seña para acompañarlas y obedecimos de inmediato. Me las apañé para sentarme al lado de Laura en el sofá corrido que rodeaba la mesa en semicírculo y Pau y Jordi se aposentaron uno a cada lado de Diana. Entablamos una conversación tópica de quienes intentan conocerse y no tuve ningún escrúpulo en pegar mi pierna a la de la cincuentona en menos de cinco minutos. Ella no rechazó el contacto.



 



Puesto que yo había tomado la iniciativa de ligarnos a las maduritas, Pau y Jordi me dejaron a Laura tácitamente y ellos se dedicaron a dar charleta a su hermana y a pedir consumiciones continuamente hasta que las dos –todos- estuvimos muy alegres por el alcohol.



 



En un movimiento innecesario para alcanzar su bebida, Laura se pegó más a mi de manera que sentía su muslo y su cadera presionando contra mi. Desde luego sus carnes se adivinaban prietas pero acogedoras. Su pierna bien recia se alineaba perfectamente con la mía.



 



Le tomé la mano mientras contaba un chiste y ella apretó la suya, suave, cálida y acogedora sin abandonar ya el contacto. Me animé pues, antes de lo que tenía previsto, a aventurar mi otra mano por su muslo palpando su maciza configuración. No hizo otra cosa que abrir sus hermosos jamones invitando a conducir la mano entre ellos mientras me guiñaba un ojo alegremente e incorporaba su otra mano a la prisión en que mantenía la mía.



 



Pero mi brazo no podía avanzar hacia si pubis por culpa del tirante borde de la falda. Tan solo podía acariciar la parte interna de su muslo protegido por unas medias negras.



 



Ella se dio cuenta y en un segundo levantó un poco sus poderosas nalgas del asiento para permitir que la falda se recogiese hacia arriba. En ese segundo se cruzó mi mirada con la de su hermana y noté la desaprobación más categórica. No me importó un rábano y volví a meter mi mano entre los muslos al tiempo que Laura se giraba hacia mi para facilitar la maniobra y pasaba un brazo por mi espalda mientras la otra mano se apoderaba nuevamente de la que yo tenía libre sobre la mesa.



 



Mis dedos alcanzaron la braga, sorprendiéndome lo exiguo de su tela y la humedad de la misma. No costó mucho apartar la delicada telilla y nueva sorpresa: La madura jamona tenía el coño pelado. Aquello me puso a cien y comencé a buscar su botoncito. Otra sorpresa: Su clítoris era gordo y duro como un dedo meñique y, por si fuera poco, estaba perforado por un anillo. ¡Qué golfa la señora! Se conoce que su marido era un cachondo.



 



La fricción sobre su jugosa pepitilla y los tironcitos de su anillo la puso frenética y comenzó a sacarme la camisa del pantalón con la mano cuyo brazo rodeaba mi espalda. Metió la mano bajo mi camisa para acariciarme la espalda. Su hermana echaba chispas por los ojos sin hacer caso de la conversación de mis amigos.



 



Mis dedos se hundieron en su enorme raja al tiempo que ella exhalaba un suspiro, más bien gemido, que no dejó de ser advertido por ninguno de los otros tres.



 



Tras unos minutos de penetración con mis dedos no pudo más y se abalanzó a besarme metiendo su lengua en mi boca y explorando toda ella. Me mordía los labios y yo le correspondía comiéndome literalmente su generosa boca babeando los dos como cerdos. La tía estaba desbocada y yo también manoseando el abundante corpachón.



 



Me dejé caer en el sofá y ella se colocó sobre mi sin abandonar mi boca –ni mis dedos su conejo- y me abrió la bragueta apoderándose de mi pilila que empezó a pajear con su deliciosa mano.



 



No tardó mucho en dejar de besarme para cambiar ligeramente de posición de forma que pudiera mamarme la verga y dejar que mis dedos –ya tenía tres dentro de su coño- la follasen y sobasen el depilado monte de Venus pellizcando de cuando en cuando el gordo clítoris y estirando del anillo.



 



Tiré de la falda hasta dejarla toda arrebuñada en la cintura y me apresté a retirar la diminuta braga. Ni falta que hacía: era un hilo dental. ¡Joder con la viejita!



 



A esas alturas su poderoso pandero desnudo era visible para su hermana y mis amigos. Sus caras eran un poema, no sabían qué hacer. Bueno, mis amigos si, mirar el hermoso culo. Para darles gusto agarré las inmensas cachas y las separé exponiendo bien los agujeros de la señora. Su hermana se santiguó. Seguramente al ver el anillo del clítoris.



 



La vieja mamaba mi verga como una experimentada puta. Me reafirmé en mi buena opinión sobre su marido. Debía haberle dado bastante caña, por lo menos hasta que se lió con la jovencita de la que habían hablado.



 



Se metía mi herramienta hasta la garganta como si nada y de cuando en cuando se la sacaba para comerse mis testículos. Noté como la cabrona me metía un dedo en el culo.



 



Tras un rato me dijo:



 



- Cómeme el coño.



 



La levanté, la desnudé ante todos sin que ella mostrase el más mínimo pudor y la tumbé de espaldas sobre la mesa de billar con el culo casi al borde. Entonces debió ser cuando Xavi echó el cierre al local.



 



Me recreé viendo su extenso y abultado papo completamente depilado, suave y con una raja larguísima pero herméticamente cerrada que ella me mostraba toda orgullosa sujetándose las piernas con las manos al máximo que podía abrirlas.



 



No pude resistir la tentación de meter un dedo en la raja para comprobar su calentura y humedad. Ella me miró ansiosa y me dijo:



 



- Más dedos.



 



Le metí dos mientras de reojo veía cómo Pau y Jordi se acercaban a presenciar el espectáculo que ofrecía la vieja golfa. Pau se había sacado la verga y se estaba pajeando ligeramente. Jordi mostraba su tienda de campaña al igual que Xavi.



 



Todos admiraban el excepcional cuerpo que presentaba aquella mujer para sus 50 años. No tenía un gramo de grasa a pesar de tener abundantes carnes. Lo tenía bronceado por igual. Incluso el papo lo tenía moreno. O practicaba nudismo o lámpara UV. Sus tetas eran comedidas y con un descuelgue muy atractivo que conservaba al frente unos gordos pezones rodeados de una aréola extensa y muy oscura.



 



- Cómelo, me suplicó.



 



Me agaché y comencé a lamer y chupar el suculento coño sin dejar de meterle y sacarle los dedos –que ya eran tres- y de jugar con el anillo de su clítoris con la otra mano.



 



Pronto la raja comenzó a destilar abundantes jugos que me bebí sin dudar los más mínimo.



 



Al levantar la vista vi que Pau había puesto su verga al alcance de la boca de la señora y ésta se había apoderado de ella mamándola glotonamente. Por su parte Jordi, sin ninguna invitación, estaba jugando con sus tetas de una forma un tanto impulsiva pero que no daba lugar a rechazo.



 



- La otra vieja se está masturbando –me susurró Xavi- voy a ver si me la llevo al huerto también.



 



Eché una ojeada y, efectivamente, la gorda se estaba desgastando el coño como una loca a la vista de sus movimientos. Retorné al trabajo con el coño de Laura cuando Xavi se acercaba a la gordi sacando su pene de la bragueta. Cariño recordarás las vergas de Pau y Jordi, que las has usado. Bueno, pues no son nada comparadas con la del camarero. Lo suyo es algo especial. La vieja gorda se quedó alucinada al verla.



 



Seguí comiendo el enorme coño hasta que la dama me agarró de la nuca con sus fuertes manos, cerró los macizos jamones en torno a mi cabeza y se entregó a unos fuertes estertores mientras lanzaba unos gemidos que yo no pude escuchar por estar aprisionado entre su muslamen, pero que Pau me contó que pareciera que le daba un infarto. Bueno, solo fue el primero de sus intensos y escandalosos orgasmos de aquella interminable noche.



 



- ¡Joooder! Menos mal que se la saqué a tiempo de la boca, que si no la tía me la muerde del parraque que ha tenido. No había visto a ninguna correrse así. –exclamó Pau.



 



Laura estaba como extenuada y en otro mundo, así que tácitamente la dejamos en su éxtasis para mirar los progresos de Xavi con la hermana gorda.



 



Xavi había conseguido dejar al aire las dos fenomenales tetas de Diana y ella tenía en su mano la descomunal porra del camarero sin saber qué hacer. Ella murmuraba.



 



- Nnno, nno debo. Yo siempre he sido fiel. …. Qué pensarían mis hijos.



 



- Anda gordi, frótamela y dale una lenguadita, que sé que te gusta –animaba Xavi.



 



Pero ella no se decidía y, tras una mirada cómplice nos fuimos a ayudar abandonando a Laura sobre la mesa de billar. Pau se colocó tras ella agarrando sus descomunales pechos, Jordi ofreció su polla al lado de la de Xavi y yo me senté en el suelo con la intención de explorar bajo su falda.



 



Acariciando por encima de sus medias desde los tobillos fui subiendo hasta unos jugosos muslazos que, si bien inicialmente se cerraron, pronto dejaron de resistir y me dieron paso a …. A la mierda. Allí había unas bragas casi de hierro. Pero no me dí por vencido e intenté estimular su coño por encima de aquella barrera o metiendo los dedos por los bordes. Saqué la cara de bajo las faldas para ver como iba el combate de los otros. No marchaba mal.



 



La gordi tenía una polla en cada mano que, aunque no se atrevía a llevar a la boca, al menos frotaba debidamente. Pau manejaba sus tetas libremente y pellizcaba sin contemplación los gordos pezones. En ese momento escuché:



 



- ¡Vamos hermana! ¿es que nunca dejarás de ser una pacata? Disfruta ahora, que nos queda poco. Al menos tuve la ventaja de tener un marido cachondo que me enseñó bien los placeres del sexo. Claro que, como desventaja, me ha colocado los cuernos a menudo. Pero el tuyo seguro que hace lo mismo y tu te lo tragas. ¡Anda y déjate follar!.



 



- Pppero … Laurita … yo … mis hijos … mi marido … nnno ….



 



- Serás una vieja amargada siempre y no te perdonarás no haber aprovechado tu última oportunidad.



 



Se puso de pié sobre la mesa de billar y comenzó a bailar con unas contorsiones y una sensualidad impropias de su edad mientras canturreaba:



 



Y aquí está este cuerpo



Que se ha de llevar la vida



Pero antes que sea cuero



Dejad en su interior la semilla.



 



Embobados veíamos la danza de su imponente cuerpo bronceado y acentuado por la iluminación de la sala a esa altura. En lo alto del pecho izquierdo lucía un bonito tatuaje que acentuaba su atractivo. Me levanté como un rayo, la tomé por sus magníficos jamones con mis brazos, la volqué sobre mi hombro y la baje de la mesa. Ansioso la apoyé contra la mesa de billar inclinándola y acerté en su acogedora vagina desde atrás a la primera. Me aferré a sus tetitas y comencé a bombearla como un loco.



 



De inmediato, el oportunista Pau se subió a la mesa y colocó otra vez su verga ante la boca de ella que la asumió en su interior sin más protocolo. Pau la sujetó de la nuca y, en lugar de dejarse mamar, se puso a follar su garganta con tanto frenesí como yo su coño.



 



No pasó demasiado tiempo sin que Xavi y Pau depositasen a su hermana, ya completamente desnuda, sobre la misma mesa y emprendiesen lo misma tarea. Al parecer, dentro de la pusilánime señora había vencido la lujuria a su estricta moral conservadora. Ahora tragaba la polla de Xavi por su peludo coño y la de Jordi por su boca. Y no parecía muy reacia a que su golfa hermana Laura la contemplase en tan impúdica situación.



 



La verdad es que la vieja gorda estaba también muy apetitosa. Sus grandes mamas rebotaban de un lado a otro bajo las embestidas de Xavi y sus mantecosas y blancas cartucheras que él tenía agarradas fuertemente eran de lo más atractivo. Me encontraba como un niño al que le gusta su juguete pero también quiere el ajeno. Grité:



 



- ¡Caaambio!



 



Xavi y Pau se hicieron cargo de Laura y Jordi y yo de la gordi. Jordi fue más rápido y se apoderó del coño. Así que metí mi verga en su boca y mis manos se dedicaron a amasar la prometedora vastedad de sus tetas y nalgas.



 



A la gordi se le notaba la inexperiencia y sufría nauseas y ahogos al meterla mi polla en la boca. En un momento dado soltó la pota sobre la mesa de billar y Xavi se cabreó muchísimo comenzando a darle azotes en las voluminosas nalgas.



 



- Será cerda esta gorda. Buena ha puesto la mesa de billar. Veréis cómo se pone el jefe. Ahora lo vas a limpiar so gorrina.



 



Se fue y regresó con un cubo de agua y unas bayetas y ordeno a la gorda que limpiase su vómito, cosa que hizo sin excusa mientras Jordi la seguía taladrando el coño sin descanso. Yo me agregué al grupo de la otra golfa que se lo estaba pasando de miedo. Aprovechando que Xavi había abandonado el coño de Laura para ir por el cubo, alojé mi rabo en ese agujero. Xavi se quedó algo desconcertado y se dedicó a las tetas.



 



- Tratadme sin miramientos como a una puta. Quiero ser vuestra puta hoy. Quiero ponerle a mi marido unos cuernos de alce.



 



Arrecié en el bombeo mientras le calentaba el culo a ella también propinándole sonoras palmadas.



 



- Sí dame fuerte, dale a tu puta. Soy una puta necia y perezosa que hoy no te ha traído dinero. Castígame duro.



 



Xavi, excitado por esas palabras comenzó a martirizarle sus adorables teticas y a retorcerle los duros y gordos pezones sin que ella protestase. En un momento dado gritó:



 



- ¡DADME TAMBIÉN POR EL CULO!. ¡QUIERO QUE ME ROMPÁIS EL CULO!



 



Su hermana la miró escandalizada y yo le dije a Laura.



 



- Ni hablar, seguro que lo tienes repleto de mierda.



 



- Pues límpiamelo, cabrón y después métela y destrózalo.



 



Quedé un poco indeciso pero Xavi, como buen camarero encontró la solución, con un guiño cómplice se fue y regresó con una botella de cava a la que desprendió el papel de aluminio, untó algo de aceite y después destaponó. Retiré mi empapada picha del rezumante coño y Xavi agitó la botella de cava para hundir seguidamente el gollete en el ano de la vieja bastante profundamente.



 



Ella acusó tanto la profunda penetración como el desparrame del burbujeante vino en sus intestinos y dejó de mamar la polla de Pau mientras mostraba signos de escalofríos.



 



- Joder, cabrones. Eso está muy frío. ¿Qué es?



 



- Cava, vieja puta malograda , más de lo que tus tripas merecen. Pero hay que limpiarlas si quieres que alguien meta su polla en tu caja de mierda.



 



Se quedó callada hasta que el líquido comenzó a hacer efecto.



 



- Ya me duele. Quita la botella cabrón. Tengo que cagar.



 



- Aguanta más. Vamos al aseo, te la quitaré allí.



 



Ella se irguió y se dirigió a los servicios seguido de Xavi que sostenía la botella insertada en su culo y yo, que no quería perderme el espectáculo de verla soltar el chorro. Sentada en la taza, Xavi retiró la botella y de inmediato surgió su mierda a presión mezclada con el dorado vino.



 



- Y tengo las tripas limpias, dadme por el culo.



 



- Ni hablar –objeté yo-, hay que dar otras dos pasadas más.



 



Con cara de contrariedad apoyó las manos en el lavabo de espaldas a nosotros, levantó su espléndido pandero y dijo.



 



- Venga, cabrones, si seréis remilgados.



 



Dos veces más soltó el chorro y la tercera salió decentemente limpio, así que los tres regresamos a la sala.



 



Esta vez ella se colocó apoyada en una mesa normal ya que la de billar aún olía al vómito de su hermana y ofreció diligente su culo para la sodomización. Pero yo tuve otra idea. Me tumbé sobre la moqueta y la invité a autopenetrarse ella sentada sobre mi verga. Lo hizo con facilidad ya que tenía el agujero lubricado por el aceite de la botella y, obviamente, aquel conducto debía haber sido visitado asiduamente por la herramienta de su marido.



 



Una vez se acopló y comenzó el sube y baja mientras se frotaba el clítoris o tironeaba de su piercing, Xavi puso su apreciable polla al alcance de su boca, pero yo la agarré de los pechos y la tumbé sobre mi dejando indefenso su conejo.



 



- Xavi, métesela por el coño.



 



Ella se sorprendió un poco pero reaccionó como su lascivia le dictaba.



 



- Si Xavi, métela en mi coño. Destrozadme los dos agujeros a la vez. Aprovechaos de esta zorra caliente y dispuesta.



 



Cerca de nosotros se encontraba Pau sentado sobre el mostrador dejando que la hermana oronda aprendiese a mamar una polla como dios manda mientras Jordi seguía usando su peludo coño agarrado ora a sus demenciales tetorras, ora a su acogedores michelines.



 



Primero fui yo el que se derramo dentro de las tripas de Laura y esperé a que Xavi eyaculara por fin en su vagina. Cuando extrajimos las vergas de su interior, el desalmado de Xavi tuvo una ocurrencia:



 



- Vamos guarrona. Vamos donde tu hermana a que se coma la lefa que te hemos dejado dentro.



 



Laura no puso inconveniente, pero su hermana dijo que ni hablar al tiempo que sufría un merecido orgasmo bien trabajado por Jordi que no tardó en eyacular dentro de ella. Xavi propuso entonces una alternativa:



 



- Laura, cómete el semen que Jordi ha dejado dentro de la gordi.



 



- De eso nada. Yo no me como ese coño tan peludo.



 



- Pues se lo afeitamos. Tengo maquinilla y espuma en el vestuario. Voy por ella.



 



- Ni hablar, dijo la gorda. ¿Qué le iba a decir a mi marido?



 



- Anda ya Dianita, estoy segura de que tu marido hace años que ni te mira, y no digo ya soltarte un polvo.



 



- Bruja.



 



Xavi regresó con los útiles de afeitar y dijo:



 



- Anda cerdita sube al mostrador que te vamos a dejar un coño muy lustroso.



 



La gorda resignada hizo lo que le pedía y se tendió sobre el mostrador no sin ayuda de Jordi y mía que empujamos el grandioso culo.



 



Laura se dispuso, sin que nadie la designase, a afeitar el chumino de su hermana, pero antes Xavi le taponó el coño a la gordi con un vaso para que se le saliese el esperma de Jordi. Pau protestó porque se había hecho la idea de follársela entre las tetazas y se quedaba de momento a dos velas.



 



Mientras Laura trabajaba el pubis y el ano de su hermana con la maquinilla, Xavi recogió con una cuchara el semen que escapaba de su ano y su chocho y lo vertió en un vaso. Que idea tendría el retorcido camarero.



 



La verdad es que el chumino de la gorda quedó tan encantador como el de su hermana y ésta, por propia iniciativa, retiró el vaso que taponaba el acceso al semen de Jordi en el interior de la gorda y acopló su boca al chumino de su hermana para sorberlo. No solo se lo comió sino que trabajó con su lengua y labios el fraternal clítoris hasta que la opulenta madurita se corrió escandalosamente.



 



Cuando se recuperó se soltó a lloriquear.



 



- Laura, esto ha sido incesto. Es antinatural. Eres una perdida y me has llevado a esto.



 



- Déjate de majaderías y disfruta lo que te queda. Por cierto ¿has disfrutado alguna vez de una penetración anal?



 



- No, de ninguna manera. Eso no me lo haréis.



 



- Venga Dianita. Te aseguro que disfrutarás enormemente y, una vez que le cojas gusto, no dejarás de probarlo cada vez que tengas ocasión. Yo te preparo, anda ponte a cuatro patas.



 



- Que no Laura, que no, eso si que no.



 



Esta vez fue Jordi el expeditivo. Le metió el pulgar en el culo a la gorda y tres dedos en el coño y le soltó:



 



- O te pones a cuatro patas o te junto el culo y el coño en un solo agujero.



 



La amenaza fue contundente y la gorda se puso como se le requería. Pero ahora fue su hermana quien encontró impedimentos para iniciar al soberbio culo en los placeres de la sodomización:



 



- Si vosotros sois tiquimiquis yo tambien. Limpiadle de mierda el culo a ella como habéis hecho conmigo. Si no yo no meto ahí mis dedos.



 



Hubo que limpiar las tripas de la gordi con el mismo método, pero esta vez se necesitaron dos botellas de cava y cinco irrigaciones para conseguir que el espumoso vino saliese limpio. La gordi pasó mucha vergüenza por ponerse a cagar delante de tres hombres extraños y cinco veces nada menos. Un color se le iba y otro se le venía. De la palidez y sudores fríos por los dolores de barriga pasaba a enrojecer como un tomate por la vergüenza de defecar ante nosotros.



 



Entretanto laura se ocupó de ordeñar los testículos de Pau que era el único que aún los mantenía totalmente llenos. Una vez eyaculó en la vagina de la deliciosa madura, que no se cortó en gritar lo que quiso cuando también ella se corrió, Pau recogió en el vaso el semen por indicación de Xavi, que se lo recordó cuando escuchó la escandalosa corrida de la mujer.



 



Subimos a la gorda en una mesa normal, más cómoda que el mostrador para la tarea que se iba a ejecutar, y la colocamos a cuatro patas. Sus colgantes tetazas se apoyaban en la superficie pese a que, de momento, estaba con los brazos estirados. Desde luego, era un pecado que nunca se hubiese utilizado la entrada que sus blancas y enormes nalgas guardaban entre ellas.



 



Xavi separó con sus manos las impresionantes cachas para facilitar la tarea de Laura. Los demás mirábamos alrededor acariciando la grupa y las tetas de la mujerona o bien sus excelsos jamones. Tampoco Laura se libraba del sobeteo y siempre tenía algunos dedos alojados en su coño o en su ano.



 



Xavi le entregó a Laura la botella de aceite quien lubricó la virgen entrada trasera de su hermana y, ni corta ni perezosa, le metió directamente dos dedos ya que antes le había metido el camarero el pulgar y no se había quejado.



 



Laura comenzó a meterlos y sacarlos con movimientos rotativos e intentando separarlos para aumentar la holgura. Al mismo tiempo dirigía palabras a su hermana recomendándola relajarse y no temer nada.



 



Cuando metió el tercer dedo la gorda comenzó a quejarse y yo, para entretenerla le metí mi polla, ya recuperada, en la boca. Convenía adiestrar también ese agujero que tan mal se había comportado.



 



La angustia de la gorda por mamar dignamente sin arcadas ni vómitos hizo que se olvidase del trabajo en su ano hasta que Xavi sacó una botella de coca cola que había calentado en su bolsillo y se la entregó a Laura con sonrisa cómplice. Ésta comenzó a retirar los dedos del agujero mientras los sustituía con el gollete de la botella. La gorda ni se enteró del cambio de herramienta.



 



Laura comenzó a meter la botella con su conocida forma hasta que superó la parte ancha y se quedó en el estrechamiento que tiene a la mitad.



 



- Querida hermanita, ahora un ratito de descanso así para que tu esfínter se acostumbre y ya estarás dispuesta para que los caballeros te cepillen por tu culazo.



 



- Laura, me molesta mucho.



 



- Cariño tu atiende con tu boca la polla del caballero, que yo me encargo de tu clítoris y verás como se te pasa la incomodidad.



 



Al cabo de un rato, Laura extrajo la botella, Pau se subió a la mesa y fue el que tuvo el honor de estrenar el ano de la gorda. Su hermana, sin reparo alguno, le metió en el coño la botella de coca cola entera en medio de las protestas de la agredida.



 



- Deja de chillar y acaríciate el clítoris, histérica.



 



Diana obedeció y debió empezar a gustarle el asunto porque ya no protestó hasta que Pau se corrió en sus tripas y ella también alcanzó un orgasmo. Y había pasado mi polla a la boca de su hermana y Xavi ocupaba su ano. Por su parte Jordi esperaba impaciente su turno en el culo de la gorda.



 



- ¡Ahivadios! Gritó Laura. Que tarde. Diana ¿ha visto la hora?. Lo mejor es que llamemos a nuestros maridos y les digamos que cada una está en casa de la otra y pensamos pasar la noche en ella.



 



Tuvimos que suspender la deliciosa orgía para que sacasen sus móviles de los bolsos, pero mientras hablaban con su maridos yo incliné a Laura sobre la mesa y se la clavé en el ano. Jordi hizo lo propio con la gorda y así mintieron a sus maridos mientras eran deliciosamente sodomizadas.



 



Las jodimos hasta altas horas de la madrugada no sin antes tener un ligero percance. Cuando yo probaba por fin el agujero trasero de la gordi con toda su inmensa humanidad tumbada de espaldas sobre mi y Pau iba a meter su herramienta en la vagina, se encontró dentro la botella de coca cola que le impedía obtener su merecido placer.



 



Metió resueltamente los dedos en el obturado coño y sacó la botella. En ese momento, no sabemos debido a qué, la gordis se empezó a mear inconteniblemente.



 



Xavi se cabreó con ella otra vez y la hizo limpiar todo lo que había manchado, pero no contento con ello la llevó a empujones al baño, la sentó en la taza y la meo por toda la cara mientras la señora lanzaba grititos y risitas histéricas pero no hacía nada por impedirlo. Los demás seguimos el ejemplo de Xavi y también empezamos a mearla.



 



En ese momento su hermana se puso al lado de ella con la boca abierta intentando hacerse con nuestros caudalosos chorros. Dirigí el mío a su boca y vi con asombro como la muy puerca se bebía mi orina.



 



Acabamos resentidos con Xavi porque pretendíamos seguir follándolas y no íbamos a hacerlo con aquellas cerdas empapadas de maloliente orina. Xavi encontró la solución nuevamente. Las sacamos al patio trasero y las regamos con la manguera de limpiar los cubos de la basura.



 



Una vez secas retomamos el trajín y mantuvimos la orgía hasta altas horas de la madrugada en que quedamos tendidos en el suelo agotados todos y ellas con los agujeros totalmente irritados e inflamados. ¡Que mujeronas depravadas oye! De las que ya no se encuentran, sobre todo la bronceada. Tengo sus números de teléfono para repetir cuando queramos.



 



. . . . . . . . .



 



- Pues sabes lo que te digo, Maríá. Que mientras tu te tirabas a las Mujeronas, yo me tenía que volver a casa y acostarme sola después de haberos ido a buscar al pub que estaba cerrado con vosotros divirtiéndoos dentro. Así que, cariño, esta noche le voy a dar una alegría a un cliente del bufete que me tira los tejos hace tiempo. Mañana espero que mi jefe y su esposa no tengan inconveniente en que comparta su cama y pasado mañana iré por casa de Pere cuya polla hace tiempo que no cato. Así te vas a quedar un mesecito entero sin probar mis carnes, salvo que llames a las Mujeronas y las traigas a casa para conocerlas yo también. Hace tiempo que tengo ganas de una gorda y no se me ha cruzado alguna potable y viciosona.



 



FIN.


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