Me resulto bastante dificil tomar la decision de hablarle. Ya de por si, el verla de movimientos tan suaves, de mirada tan dulce, de labios tan tentadores... me intimidaba, me volvia loco pero me paralizaba ante tanto despliegue de femineidad.
Atormentado por los continuos comentarios de mis amigos, tome el telefono de nuestra pequeña mesa del fonobar y llame al numero 9 que indicaba el cartelito de la mesa en la cual, entre varias muchachas, resaltaba ella en todo su juvenil esplendor. Entre los acordes de la musica de fondo casi no pude distinguir el timbre del telefono, pero mientras esperaba rogaba que fuera mi dulce diosa quien me respondiera.
-¿Hola?- dijo por fin su voz al mismo tiempo que sus brillosos ojitos buscaban entre la gente para descubrirme.
-Hola, soy Alberto de la mesa 6...-dije algo inseguro.
-Yo soy Laura.-y solto una pequeña risa dejando entrever su timidez.
Me apresure a decirle que me acercaba a su mesa, pero enseguida me respondio que ella vendria hacia la mia, que no queria tener a sus amigas pendientes de sus acciones. Vi como se levantaba, como movia una pierna, dejando que esta se asomase descaradamente entre los livianos pliegues de su falda de gasa. Venia segura hacia mi mientras su pelo lacio y dorado iba de un lado a otro de sus hombros siguiendo el compas de sus pasos.
Llego por fin, luego hacerme sumergir en un mar de tentaciones durante la espera. Se sento con toda confianza a mi lado y me saludo dandome un beso en la mejilla. Supongo que no habra notado que me puse colorado debido a la luz tenue del lugar, que apenas si me permitia descubrir que esos dos enormes faroles que coronaban su cara, eran de color verde.
De pronto, descubriendome frente a ella note que no le habia dicho nada, que solamente me habia quedado mudo, tieso, como hincandome ante su belleza. Rapido intente armar una frase, algo que saliera de mi boca y rompiera el hielo de la primera conversacion. Pero no fue necesario, con evidente elocuencia fue ella quien comenzo a hablar y a llevarme poco a poco a soltar mis reprimidas cuerdas vocales. Pasaron un par de horas y con cada segundo me acercaba poco a poco a una mistica tentacion. Tuve un impulso de tomarla entre mis brazos y besar sus labios, de sentir el movimiento de su lengua dentro de mi boca, de que mis manos pudieran recorrer libremente los recovecos de su escultural cuerpo... pero no, tuve que reprimirme una vez mas, luchar contra mis hormonas fuera de lugar.
Ella seguia con su conversacion, mas bien monologo, debido a que yo estaba perdido en un limbo de libido, sin saber qué elegir entre tanta hermosura, empalagandome en cada pequeño movimiento de sus musculos y derritiendome ante el calor de su mirada que me penetraba y me recorria con habilidad. Ya me habia convertido en su presa, me habia vuelto docil, solo esperaba sus ordenes para cumplir su voluntad, suplicarle que me deje tener algo de su sensualidad. Laura me miro confusa, dandose cuenta de mi ausencia y despues dibujo una sonrisa algo picara y levanto una ceja. Tomo con sus manos suavemente mi rostro y se acerco a mi con lentitud, recompensandome con el tierno roce de sus labios sobre los mios.
No lo podia creer, ahora me conducia entre la gente hacia afuera, era ella la que daba los pasos que yo seguia ciego ya de amor, ella, la que me guiaba y haria de mi su voluntad.
-¿A donde vamos?- le pregunte.
-Lejos de aca, subi.- me contesto abriendo la puerta de su auto.
No lo pense, simplemente accedi, indefectiblemente preso del deseo. Manejo una cuantas cuadras y finalmente se detuvo en los Lagos de Palermo, el lugar que muchos solian frecuentar con sus parejas, donde habia llevado a muchas mujeres, pero ninguna de ellas, hasta ahora, me habia llevado a mi.
Apago el motor, se recosto relajada sobre el asiento y se quito las sandalias. Yo unicamente la miraba atonito, con ansias de su ataque. Pero ella no hacia nada mas que mirar las estrellas a traves del parabrisa, creo que esperaba que yo fuera quien actuara esta vez. Decidi asi destrabar el freno que hasta ahora me impedia dar rienda suelta a mis impulsos y conduje mi mano lentamente hacia sus piernas. Su respiracion comenzo a volverse algo mas intensa e insisti, entonces, con el recorrido de mis manos, deslizandome con cautela por debajo de su pollera y tratando de alcanzar aquello que me esperaba bajo su ropa interior de encaje.
Me miro, fijando intensamente sus pupilas y dejando brotar su lujuria y soltando un leve “Al fin” entre sus exhalaciones. Estire mi otro brazo por detrás de su cuello y la atraje hacia mi para jugar entre sus labios, recibiendo una calida bienvenida de su boca que con suavidad me mordia y se entreabria dejando paso a su lengua que buscaba a la mia regalandome el nectar de su saliva.
Con su ayuda recline el asiento hacia atrás e hice que se sentara sobre mi, de frente. Con bastantes nervios, provocados por la ansiedad, desabroche su blusa dejando ante mi sus dos pechos que cabian perfectamente en mis manos. Senti como al acariciarla sus pezones se erizaban haciendola inclinar su cabeza hacia atrás y comenzar a gemir. Jugue con ellos, los bese embriagandome de su sabor y su suavidad.
Sin que yo lo notara, ya habia abierto mi pantalon y dejado al descubierto mi sexo que crecia y endurecia adorando a Laura. Lo tomo con ternura y lo dispuso ante su pubis humedecido y abierto de par en par, para que yo hiciera mi entrada triunfal a su interior. Asi lo hice, obedeciendo a mi diosa Laura, penetre haciendo que sus caderas se relajaran sobre mi y que sus manos buscaran apoyo en el techo del auto. Le hice el amor, la hice mia envuelto en un hechizo de exitante locura. Me regalo su magica sensualidad y la miel de sus labios, me hundio en lo mas profundo de su ser y de sus verdes ojos. Cayo rendida, desmayada sobre mi pecho que ya casi no podia contener mi corazon embistiendo con fuerza... pero yo tambien estaba cansado, y me relaje sintiendo el calor de su cuerpo laxo recostado entre mis brazos...
...Me quede dormido, no se cuanto tiempo y al despertar, ahí estaba ella todavia exhausta aferrando mis manos entre sueños, con su cabecita dorada como el sol, apoyada en mi hombro. Solo hasta ese momento supe que habia sido real y no una de tantas ensoñaciones que la soledad pone como espejismos ante aquellos que caminamos por el desierto de la vida hasta encontrar el oasis del amor.
¡Bravo! amiga: Es un buen ejercicio de escribir desde el punto de vista de lo que le ocurrió a otra persona. Un buen escritor debe imaginarse el mundo desde diferentes puntos de vista; igual que los artistas del pincel copian a la modelo desde su posición de observancia.