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Después de haber recibido la llamada de agradecimiento de mis ex amigas que ahora se convertían en mis esclavas más recientes, hice escucharse dos palmadas sonoras que equivalían al chasquido, la diferencia es que el chasquido era para distancias cortas y las palmadas para una distancia mayor.
Las gordas se presentaron apenas se escuchó mi llamado, al llegar se postraron a mis pies y agachando la cabeza y preguntaron en que podían servir a su venerada Diosa, les ordené ponerse a limpiar toda la mansión como ya sabían, y que de camino a sus obligaciones le dijeran a mi sumisa principal que la requería de inmediato. Ellas me besaron los pies mostrándome el respeto debido para después retirarse sin darme la espalda y poder así cumplir con sus deberes domésticos. Apenas se retiraron fue informada mi sumisa principal o Ama de llaves.
Al ser notificada que su presencia era requerida, la sumisa se presentó a la brevedad y al llegar ante mí y besarme los pies, adoptó la postura de adoración en espera de que ordenaría su Alteza. Le ordené se encargara de todo lo necesario ya que esa noche habría otra reunión y debía tener todo preparado. También le ordené que llamara por teléfono a mis minas de oro (o sea mis ex amistades) y les dijera que mi casa necesitaba limpieza. La sumisa Ama de llaves solo dijo “Sí Alteza, como usted disponga”.
En cuanto a la otra mitad de mi grupo de amistad personalmente les llamé a sus celulares para informarles que había reunión esa noche y que no debía faltar una sola, todas sabían de mi manera de ser así que todas aceptaron, esto parecía un matriarcado y yo era monarca de todo mi grupo de amistades. Era más que obvio quien llevaba ahí la voz principal.
Estaba terminando la última de las llamadas cuando escuché sonar el timbre, eran mis nuevas perritas que llegaban a dejar como espejo la mansión. El Ama de llaves les puso al tanto de donde se almacenaban los utensilios de limpieza. Ellas se encaminaron en busca de toda la jarcería y comenzar a cumplir sus órdenes, en tanto que ellas aseaban la mansión, el Ama de llaves dispuso a las gordas que se hicieran cargo del menú que se daría esa noche.
Mientras mi sequito de esclavas se encargaba de sus tareas yo me dirigí al área de descanso de la mansión, en la cual solo yo podía disfrutar claro está, así que ordené fuera llenado de agua caliente el jacuzzi para yo tomar mi tiempo disfrutándolo. Llevé a una de mis esclavas gordas para que me abanicara con ese delicado abanico de pluma que mis esclavas usan para refrescarme en los días de mayor calor, y aunque esa mañana estaba fresca, el jacuzzi no, así que me la lleve para mantenerme fresca en cuanto al calor exterior que despedía los vapores.
Después de una hora de un delicioso momento en el jacuzzi me dirigí a mi sala de televisión, que más que eso parece una sala de cine. Ordene a mi perra me pasara el control remoto de mi sistema de cable así como el del amplificador que me daba un ambiente de sonido envolvente, mientras tanto ordene a mi esclava se pusiera en cuatro patas para yo reposar mis pies en su lomo.
El resto de mi sequito continuaba cumpliendo las órdenes previamente dispuestas para cuando llegara la hora de la reunión programada de esa noche. Faltando una hora para empezar la reunión, di la orden a las esclavas apestosas de sudor se fueran a bañar y no dieran una mala imagen, de esa forma mi reputación se mantendría intacta, yo vestía con la elegancia que solo la gente decente puede demostrar, y obviamente con la intención de vestir mejor que las invitadas.
Llegaron todas las invitadas puntualmente y quedaron con la boca abierta al notar quienes las recibían lamiéndoles los pies, efectivamente las saludaban de esa manera las que hasta hace poco eran parte del grupo de amistades, las nuevas esclavas solo besaron y lamieron sus pies, les recogieron los abrigos y las condujeron hasta la sala principal donde tendría lugar la reunión. Después de eso les fue levantado el pedido de que deseaban beber, hecho esto se retiró el sequito en silencio hacia el bar y regresar ya con las bebidas y entregarlas a cada una de las invitadas. Chasquee los dedos y en automático se retiraron para poder platicar con mis amigas cómodamente.
Fue hasta ese momento que mis invitadas pudieron salir de su asombro y me preguntaron ¿Oye acaso no son ellas?, interrumpí a media pregunta y respondí si son. Ellas me preguntaron ¿Cómo fue que lograste tenerlas a tus pies, y en tan solo unos días? Noté que ellas no apartaban la vista, no se sentían incomodas al mirarlas de frente y hablaban como loros, mejor dicho en este caso unas guacamayas. Era más que notorio que ellas no tenían carácter débil como las otras, por lo que decidí que este grupito dejaría de ser mis amigas para convertirse en mis primeras clientas (Todo esto solo me lo dije mentalmente).
Ya que había decidido que iban ahora a ser mis clientas les respondí cortésmente y sin que se dieran cuenta fui interesándolas y convenciéndolas de lo cómodo que era la vida teniendo esclavas a nuestros pies. Ellas me preguntaron cómo se lograba eso, yo les dije que en mí ya era la experiencia de años de practicar la dominación de personas y convertirlas en simples robots tal y como ellas eran testigos. La noche fue avanzando y las bebidas disminuyendo en las copas, mis futuras clientas me pidieron más de beber y que si podía llamar a la perra cantinera; le pregunte si ella misma deseaba llamarla y así comprobar lo cómodo y fácil que era este modo de vida, ella me pregunto cómo hacerlo y le dije con dos palmadas.
Al escucharse el par de palmadas, la esclava cantinera apareció al instante, mis invitadas ordenaron más de su bebida favorita, la perra cantinera no tardó en regresar con sus bebidas listas tal y como ellas habían ordenado, ellas asombradas del cambio tan notorio insistieron en decirles como lo logre, yo les dije haré algo mejor, “Les daré a estas perritas en modalidad de servicio doméstico y ustedes me pagan una mensualidad”.
Ellas me preguntaron si eso era ilegal, yo les respondí “Que va a ser ilegal, de serlo nadie tendría servicio doméstico y las empresas no tendrían servicio de limpieza”, ellas aceptaron y yo les dije “que tal si les explico cómo funciona esto durante la cena; propuesta a la que aceptaron sin dudarlo.
Fue entonces que hice sonar dos palmadas y al llegar la cantinera ordené llevar las bebidas al comedor, y de paso ordenar al sequito de meseras traer la cena enseguida. Mis ex amigas ahora clientas mías no dejaban de asombrarse cada vez más de ver como trataba ahora a las que antes eran sus amigas, y que ahora ellas mismas estaban en proceso de explotarlas también, en pocas palabras, “todos nos acostumbramos a ser servidos”.
Llegamos al comedor y ya estaban ahí las meseras esperando nuestra presencia para así retirarnos las sillas y nos pudiéramos sentar a degustar nuestra deliciosa cena mientras que las otras solo se dedicaban a ver como disfrutábamos y ellas solo servían. Mis ahora clientas preguntaron como funcionaba este estilo de vida, lo único que yo dije fue “todo depende del gusto y exigencias de cada una”, ustedes tienen el control remoto en la mano, solo deben presionar los botones adecuados a lo que se les ofrezca en el momento, ellas preguntaron ¿así de sencillo?, les invite a realizar la prueba.
Fue entonces que ellas hicieron escucharse dos palmadas y enseguida aparecieron las esclavas robots, mis clientas dijeron “perras al suelo, serán nuestros descansa pies durante la cena”, las perras enseguida acataron la orden, mis ex amigas se quedaron boquiabierta de ver como las que días atrás eran sus mejores amigas ahora eran sus mejores esclavas. Para no interrumpir el servicio de la cena asigne a otras esclavas para que sirvieran la cena mientras que las demás servían de cojines para pies.
Mis clientas se dieron cuenta que efectivamente solo era cuestión de saber que botones presionar para que fueran servidas adecuadamente y a la altura de sus exigencias, y una vez habiendo experimentado los placeres del poder preguntaron ¿Qué debemos hacer para tenerlas a nuestros pies a estas taradas?, a partir de hoy ya no las veremos cómo amigas, esa etapa ha concluido ahora mismo. Ahora serán perras a nuestro servicio definitivamente.
Habiendo escuchado que cerrábamos trato para renta de esclavas les puse en claro que las perras eran mías, que ellas solo serían sus patronas mientras me cubrieran la renta mensual correspondiente, y que debían cubrirlo en los primeros días de cada mes o las perras regresaban a mi poder, las ahora clientas aceptaron mis términos y firmaron el contrato y dejando por anticipado la renta del primer mes junto con el correspondiente mes de depósito.
Terminó la velada y mis clientas se retiraron con sus nuevas esclavas a sus casas para así entrenarlas en las que serían sus nuevas vidas ahora a sus pies. Para mí fue un día glorioso, había cerrado mi primer contrato de renta de esclavas, mismo que me iba a dejar muchas ganancias y con el tiempo ir creciendo mi negocio. La mina de oro empezaba a dar frutos, y esto apenas es el inicio.
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