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A la mañana siguiente se me ocurrió decir a las gordas que el día anterior habían puesto mucho empeño en su rutina, por lo que las iba a premiar mirando un video de relajación corporal, ellas agradecieron ese gesto de amabilidad de mi parte, lo que no les dije es que era un video hipnótico que me permitiría dejar programada una palabra clave en sus diminutos cerebros, la cual me daba el control total de su cerebro hasta llegar el momento en que perdieran por completo su voluntad y no pudieran resistirse estar a mis pies.
Después que terminaron las gordas de mirar el video les pregunté si se sentían más relajadas, ellas me dijeron que se sentían relajadas pero algo extrañas, supe entonces que desde ese momento tenía el control absoluto de sus diminutas y débiles neuronas y que bastaría con chaquear los dedos para que su voluntad fuera mía con solo desearlo, el fin y el comienzo de sus vidas iniciaba; el fin de una vida propia que bien pudieron tener de no haber nacido tan brutas, sin embargo empezaba su nueva vida, solo que está sería estando a mis pies y listas para servirme en todo lo que yo como su reina les ordene.
Con ese video hipnótico les dejé de manera permanente la idea de que yo había sido su mayor logro en la vida y que no había otra cosa mejor que no fuera servir a mis pies. Ya sin voluntad propia y con solo los recuerdos que yo les había implantado ellas me veían como su salvación en la vida, una Diosa a la que debían adorar. Esas gordas ya estaban perdidas, ahora su vida era mía y ellas comían totalmente de mi mano, sin tener voluntad ni opinión de nada.
Para mí era el paraíso y para ellas era como estar en un sueño maravilloso en sus diminutos cerebros, ya que así se los había hecho creer, aunque en la realidad, su realidad era una totalmente distinta pero que ellas ignoraban, por tal motivo yo era para ellas toda una Diosa, su única opción de vida.
Mantuve tanto tiempo en blanco sus cerebros con solo la idea de yo ser su única forma de vida y desarrollo personal para ellas, que llegó el momento en que ya no me hacía falta estar chasqueando los dedos, ellas ya actuaban por su propia iniciativa, obviamente ellas ignoraban que su forma de actuar era resultado de haberlas forzado hipnóticamente a ser como ya se habían convertido, ocho chicas sin voluntad y que ya ni siquiera estaban seguras de tener o no una familia.
Se habían convertido en esclavas robots que se encendía su programación al momento de abrir los ojos y que en la noche al entrar en sus jaulas se mantenían en “stand by” pero conservando la idea de que debían ser útiles a los pies de su Ama, o sea yo.
Mi vida se convirtió en un modo de vivir bastante cómodo, pero para las gordas era bastante complicado, ya que yo no acepto la menor falla en lo que yo dispongo se debe hacer, para las gordas es estar pendiente 100% en todas mis órdenes a cada momento y siempre darme la excelencia de su servicio como esclavas. Poco tiempo después de que cayeran a mis pies esas perras gordas, mis amistades me notaban más relajada y de mejor humor lo que generó la duda de que había hecho para lograr ese cambio, yo solo les dije que había cambiado mi estilo de vida.
Mi selecto grupo de amistades me preguntaron cómo logré tal cambio, ellas saben que soy algo dominante pero la verdad no saben hasta que nivel he llegado con mi manera de ser, así que se me ocurrió una idea, misma que llevé a cabo y ya que mi grupo de amistades es extenso decidí invitarlas a la casa pero en días distintos; pensé que podría enseñarles mi mundo por dentro y demostrarles la maravilla que es estar a mis pies. En la primera reunión mis amigas quedaron con los ojos abiertos de solo ver lo cómodamente que vivía con esas ocho gordas totalmente dominadas.
Estábamos en plena reunión y de la nada me di cuenta que ese grupo de amigas empezaron a hablar muy poco, prácticamente solo si yo les hablaba, y su mirada empezaba a bajar de nivel, algunas empezaban a incomodarse si las miraba directo a la cara, ellas se agachaban con cierta timidez. Con mi experiencia en el ámbito de dominación me di cuenta que a ese grupo les había excitado el ver humilladas a las gordas, quise comprobarlo haciendo una prueba y a unas de mis amigas les dije con firmeza “vayan a la cocina y ayuden a mis perras con las charolas”, increíblemente sin decir más ellas se pusieron en pie para tomar rumbo de la cocina, me di cuenta que había aptitudes serviciales en esas amigas.
Teniendo todo el tiempo que yo quisiera ya que mis gordas solo vienen a mi orden y habiendo dicho a esas amigas que fueran a la cocina, yo sabía que ellas no se acercarían hasta escuchar el chasquido, eso me dio tiempo de observar a mis otras amigas de ese día, pensé en fingir que me quitaría los zapatos diciendo que ya llevaba mucho con ellos puestos y que mataría por un masaje de pies pero que mis esclavas estaban ocupadas en la cocina y los deberes domésticos.
Bastó decir eso para corroborar lo que pensaba, un grupo de mis amigas presentes conmigo se pelearon por descalzar mi pie, parecían perras peleando por un hueso, pero esa vez eran mis zapatos, y el otro mini grupo de las amigas presentes se lanzaron como perros tras un filete queriéndome sobar los pies, eso no me sorprendía, ya que desde hacía una media hora que todas ellas solo hablaban después de mí, ese día yo les dije “basta no se peleen, a ver ustedes lustren mis zapatos y ustedes pueden sobar mis pies, al fin que tengo dos. Al sepáralas ellas se quedaron tranquilas y contentas al estar cumpliendo con sus tareas. Estaba dándome cuenta que mis amigas estaban pasando de ser amistades mías a ser una mina de oro, ya que unas cuantas se peleaban por dar por terminado mi supuesto dolor de pies mientras que las otras lustraban mi calzado, y que las otras no tuve que decirles dos veces vayan a la cocina. Claramente tenían espíritu servil y yo iba a explotar eso a mi favor en su totalidad.
Decidí terminar la prueba hecha y solo me bastó decir “PERRITAS A SUS LUGARES” y las que me sobaron los pies, así como las que lustraron mis zapatos retomaran sus lugares, era increíble como nunca me había dado cuenta de ese carácter sumiso que ellas tenían. Chasqué los dedos y enseguida aparecieron tanto las gordas como mis amigas que salieron de prisa desde la cocina y al llegar ante m preguntaron si se ofrecía algo, con voz firme dije “ustedes gordas a la cocina para mantener caliente la cena”, ellas sin decir palabra se retiraron a su lugar, enseguida les ordene a mis amigas que había enviado a la cocina que ellas serían mis meseras esa noche y que por lo tanto debían desnudarse debiendo tener una servilleta de tela en su brazo para estar limpiándome la mesa entre cada platillo que se servía a mis llamados.
Ellas sin saber porque se apresuraron a obedecerme y por último pero no menos importantes les ordenaba a las que lustraron mi calzado y sobaron mis pies que ellas comerían en el suelo, la mitad a mi izquierda mientras que la otra mitad al lado opuesto y que no tenían permitido hablar a menos que yo les autorizara ese privilegio, ellas obedecieron una vez más y tomaron posiciones.
La velada fue perfecta cada una en el lugar que les correspondía o sea sirviendo a mis pies, por lo que decidí dejar de verlas como mis amigas y empezarlas a tratar como fuente de ingresos. Esa noche decidí después de ver su manera de servir a mis pies, que yo podría ofrecerlas como servicio de limpieza y así explotar su falta de carácter y ponerlas a trabajar como esclavas domésticas en distintas casas.
Esa noche estuvo llena de agradables sorpresas para mí, terminada la velada envié a mis ex amistades a sus casas y les aclaré que no hablaran entre ellas hasta llegar a sus casas correspondientes, pero antes de eso les implante la orden de que al entrar a sus autos solo podrían recordar lo bien que la pasaron en la cena.
Ellas así lo hicieron y al día siguiente me llamaron para agradecerme la velada, se la habían pasado muy bien, tenían una sensación algo extraña pero que les hacía sentirse completas con ellas mismas. Las gordas solo me dijeron “bien hecho Ama, ha conseguido nuevas esclavas”.
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