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Las tetas de Camila

Camila es de esas chicas que aunque quieran parecer angelitos su cara dice que si coges con ella, te va a dar la revolcada de tu vida. Y vaya que lo sé. Es del tipo que me gusta, delgada, cabello oscuro, cara lujuriosa y linda, sin mucho culo pero tiene de dónde agarrar y lo que siempre la ha identificado: senos grandes, de esos que no puedes evitar ver.



Yo sabía que muchos se la habían cogido y que se movía muy rico así que quise comprobarlo y planeé invitarla a salir y cuando fuera a recogerla vería la forma de quedarnos en su casa a coger. Cuando abrió la puerta me recibió con una blusa blanca de tirantes que a pesar de no estar tan escotada dejaba ver el canalillo de sus senos y obviamente lo grande de ellos.



-Pásate, voy por mi bolsa y bajo - me dijo al tiempo que subía las escaleras y se perdía de vista y me quedé parado en el recibidor esperándola.



-Wow- le dije cuando bajó corriendo y vi sus nenas rebotar.



-¿Qué? - me preguntó mirándome con extrañeza.



-Las tienes bien grandes - le dije con naturalidad sin dejar de mirarlas.



-No mames - dijo en tono de molestia.



-Es que están bien grandes, ¿me dejas verlas?



-¡No! - exclamó - estás idiota.



-Anda, sólo quiero verlas.



Entrecerró los ojos y me miró por un momento. Al final me tomó de la mano, me llevó al sofá de la sala y me sentó a un lado de ella.



-Sólo verlas, ¿ok?



Asentí con la cabeza, ansioso por ver a sus nenas y se bajó la blusa dejando al descubierto su brassiere blanco, el cual también bajó y desnudó sus senos. Se me hizo agua la boca al verlos, tan suculentos y grandes, acentuados por sus rosados pezones. Acerqué mi mano hacia ellos pero Camila se alejó.



-Te dije que sólo verlas.



-Y tocarlas poquito, anda.



De nuevo me miró pensando en su respuesta.



-Tocarlas poquito y ya, ¿ok?



-Sí, sólo poquito.



Las tomé en mis manos y las apreté suavemente; las recorrí de arriba a abajo y me detuve en sus pezones, los acaricié con los pulgares y poco a poco se pusieron duros invitando a probarlos. Ella soltó un leve suspiro dejando claro que le gustaba lo que hacía; me acerqué a su seno derecho y metí el pezón en mi boca, ella en vez de oponerse apretó mi cabeza contra su teta, acarició mi cabello suavemente y apretó mi otra mano contra su otro seno y lentamente la movió para que lo acariciara.



-¿Te gustan? - me preguntó con la respiración entrecortada.



-Me encantan.



Mordí levemente el pezón provocando en ella un sobresalto, tomó mi cabeza y la colocó entre sus tetas y la apretó, lo que aproveché para lamerlas, besarlas despacio y darles pequeños mordiscos. Comencé a bajar las manos por su espalda hasta llegar a su culo, lo tomé en mis manos y la jalé poniéndola encima de mí sin quitar mi cara de entre sus senos.



-No pares - dijo ella respirando agitada.



Comencé a apretar su culo mientras ella se quitaba la blusa y el brassiere. Nos levantamos y empezamos a besarnos furiosamente, nuestras lenguas se encontraban y entrelazaban; apretaba más su culo acercándola hacia mí y le bajaba el pantalón junto con la tanga blanca. Era una delicia ver su vagina desnuda que invitaba a comérsela sólo con un pequeño triángulo de vello. Me quite la ropa y dejé ver una fuerte erección causada por saborear sus tetas, tomó mi miembro con una mano y lo jaló lentamente de arriba a abajo hasta llegar a mis huevos y acariciarlos suavemente; lentamente deslicé mi mano hacia su vagina y con los dedos la recorrí con lentos movimientos que llegaban hasta la entrada de su sexo a la par de nuestros labios envueltos en una lucha frenética llena de deseo. Comenzó a besarme lentamente y con suavidad recorrió mis labios despacio dándome pequeñas mordidas; sin dejar de tocarnos, recorrió mi mejilla con pequeños besos hasta llegar a mi oreja.



-Hazme tuya.



La jalé hacia mí agarrándola por las nalgas y me recosté en el sofá, ella subió en él y se arrodilló sobre mí dejando su vagina al alcance de mi boca y pude sentir la delirante fragancia de su sexo. La tomé por el culo y la acerqué a mi boca para saborear su vagina; al instante ella dejó escapar un leve gemido. Lamí lentamente los labios de arriba a abajo a abajo saboreando sus fluidos. Poco a poco subí mis manos por su abdomen hacia sus senos y los apreté suavemente, los acaricié despacio con toda la palma; mientras seguía comiéndome su deliciosa feminidad y moví la lengua hacia el clítoris y al mismo tiempo apreté fuertemente sus tetas, a lo que ella respondió con un gemido apretando fuerte mi cabeza contra su sexo.



-¡Qué rico! no pares - gritó ella.



Le imprimí fuerza a mis lamidas y a la par comenzó a frotarse contra mi cara haciendo que sus fluidos resbalaran hacia mi boca, mientras mis manos se encontraban dibujando círculos en sus pezones y por momentos me detenía para pellizcarlos y tirar de ellos suavemente provocando en ella leves gemidos y expresiones de placer en su rostro que después se convirtieron en movimientos más furiosos sobre mi boca. De repente, deslizó su mano por mi abdomen y la llevó hasta mi miembro jalándolo con suavidad y con rapidez cuando mis lamidas eran más furiosas; sentí mi miembro lubricar aprisionado en su mano, la vi llevársela a la boca y lamer la palma para probarlo; me excitaban su cara de niña buena y su actitud de zorra, de nuevo llevó su mano a mi pene y siguió jalándolo hasta que sentí que lo apretaba con fuerza y su cuerpo se tensaba por un furioso orgasmo que pude notar por su humedad mojando mis labios.



-Quiero mamártelo - dijo con la respiración entrecortada.



Poco a poco se levantó y se arrodilló frente a mí tomando mi pene con una mano y jalándolo suavemente; bajó la cabeza y comenzó dando pequeños besos en el glande para después envolverlo con la lengua y lamerlo mientras con la otra masajeaba los testículos, poco a poco lo metió en su boca y sin dejar de jalarlo empezó a mover su cabeza hacia arriba y abajo. Acaricié su cabello y guie sus movimientos; sentía sus labios y lengua envolver con maestría mi herramienta y recorrerlo por los lados hasta llegar a mis huevos y sin dejar de jalarlo, chuparlos y meterlos en su boca para después volver al ataque sobre mi miembro y envolver con la el glande y succionarlo.



-Ya quiero metértelo - le dije.



-¿Me quieres dar bien duro? - me dijo ella en un tono de voz lujurioso mientras seguía lamiendo mi verga.



-¡Ay, chiquita! te quiero dar durísimo.



Me acomodé sobre el descansabrazos del sofá y poco a poco recorrió su cuerpo hasta que mi pene quedó a la entrada de su vagina, lo tomó con una mano y lo introdujo lentamente sintiendo cada centímetro y poniendo los ojos en blanco de placer; entraba fácilmente por lo mojada que estaba. Se acomodó y deslicé mis manos hacia sus nalgas y las apreté con fuerza; saqué un poco mi miembro para volver meterlo de una embestida tan dura que hizo temblar sus senos y que un gemido escapara de su boca. Con mis manos en su culo guie el ritmo de sus movimientos y lentamente la penetré llevando mi miembro hasta dentro; las paredes de su sexo aprisionaban mi pene y podía sentir su calor y su humedad resbalar sobre mí. Las expresiones de su cara, su respiración entrecortada y sus manos apretando mi pecho que estaba disfrutando el momento. Se inclinó sobre mí y me besó lentamente recorriendo con suavidad mis labios y mordiéndolos.



-Dame más duro - me dijo en un susurro.



Me detuve por un momento y al instante la embestí con fuerza jalándola hacia mí metiendo la cara entre sus senos y sosteniendo fuerte sus nalgas mientras ella apretaba mi cabeza contra sus nenas. No le daba tiempo de respirar, cada penetración era seguida de un gemido. Deslicé mi boca hacia uno de sus pezones y lo chupé a la par de mi verga entrando en ella. Se incorporó y comenzó a mover su cadera moviendo en su interior mi pene, deslizó su mano al clítoris y lo masajeo con fuerza a la par de sus movimientos; sus senos temblaban ligeramente con cada movimiento, los tomé en mis manos y jugué con ellos apretándolos con fuerza y acariciando los pezones. De repente, su vagina se sintió más húmeda y caliente; a pesar de los temblores que le provocaba el orgasmo no dejaba de moverse ni de masturbarse ni yo de jugar con sus nenas.



-Qué rico te mueves - le dije - me gusta que te mojes.



Me sonrió y poco a poco disminuyó el movimiento de su cadera. La tumbé en el sofá, metí mis dedos en su vagina y la penetré con facilidad debido a lo mojada que estaba mientras ella tomaba mi pene con una mano y rápidamente lo jalaba; cerraba los ojos para sentir mis dedos dentro suyo y dejaba escapar gemidos de placer.



-Métemelo bien duro otra vez - me ordenó.



Me acomodé, tomé mi miembro y se lo metí con fuerza penetrándola sin problema y provocando en ella un grito de placer. La tomé por la cintura y comencé el furioso vaivén que hizo temblar su cuerpo; sus senos se movían descontrolados y sus manos se aferraban al sofá con frenesí con cada embestida; el calor y la humedad de su interior no me permitían parar.



-¡No pares! - gritaba ella - ¡sigue!



Aumenté la fuerza de mis penetraciones tomándome el suficiente tiempo en cada una y haciendo que su cuerpo temblara y viendo sus expresiones de gozo.



-¡No me lo saques! - gritaba - ¡vente adentro de mí!



Sus manos se aferraban a la tela del sofá mientras las mías aprisionaban sus senos y los apretaban con fuerza; sentía que estaba cerca de venirme y no quería sacárselo, quería llenarla. Lejos de bajar la velocidad, la penetré más y más rápido, mis jadeos se mezclaron con sus gemidos y entre temblor de su orgasmo y mi esperma llenándola sin dejar de penetrarla estaba como un animal en celo. Acerqué mi boca a sus senos que todavía tenía en mis manos y chupé sus pezones lentamente mientras seguía moviendo mi miembro dentro suyo y ella apretó mi cabeza contra sus nenas. Su cuerpo estaba cubierto por el brillo perlado de su sudor y temblaba por el orgasmo que había tenido a la par de mí terminando dentro de ella. Saqué mi pene de ella y el gran chorro de mi esperma fluyó lentamente hacia afuera, tomó mi miembro con una mano y lo jaló con suavidad llenando su palma con restos del semen.



-Qué rico - dijo ella con la respiración agitada - sigues duro.



Mi pene seguía erecto, con suficiente energía para penetrarla de nuevo o para que me diera una buena mamada. Pero me sorprendió con lo que hizo.



-Recárgate en el sofá - me ordenó mientras se levantaba - esto te va a encantar.



Untó en un seno el semen que tenía en la mano con la que me lo había jalado, lo que me hizo pensar que era la chica más puta que había conocido. Se hincó frente a mí dejando sus deliciosas nenas a la altura de mi pene. Sin necesidad de tomarlo, lo cubrió con sus senos y apretó sus manos alrededor de ellos; su piel se sentía muy suave sobre mi pene y la sensación de sentirlos apretarme la verga hizo que casi me viniera pero me contuve ya que quería sentirlos por más tiempo.



-No mames, se sienten bien ricas - le dije.



-Tu verga se siente bien rica - me respondió sonriéndome con esa cara de zorra que me excitaba tanto.



Suavemente, movió sus senos de arriba a abajo tomándose su tiempo para que sentir mi pene entre ellas; lo liberaba y lo tomaba para acercarlo a uno de sus pezones y rozarlos con el glande y frotarlo por completo sobre sus nenas y después volverlo a poner entre ellas para seguir masturbándome



-¿Te gustan mis tetas? - me preguntó.



-Me encantan - dije con la respiración agitada - las mueves bien rico



Entre sus dedos sobresalían sus pezones así que los pellizqué lo que hizo que soltara un leve gemido mientras seguía moviendo sus suaves y grandes senos sobre mi pene. Por momentos los movía lentamente y liberaba mi miembro para jalarlo con la mano y meterlo a su boca para lamer el glande haciendo círculos. Volvió a ponerlo entre ellas y comenzó a moverlas con más fuerza mientras tomaba sus pezones y los jalaba; la suavidad de sus senos alrededor de mi miembro me estaban haciendo gemir, sentía mi verga a punto de explotar.



-¿Quieres venirte en mis tetas? - me preguntó con una voz sexosa y casi infantil.



En vez de responderle, aferré mis manos al sofá y de mi boca salió algo parecido a un rugido y mi esperma comenzó a salir a chorros y a caer sobre sus senos y a resbalar hacia sus pezones y hacia el canalillo sin dejar de moverlos de arriba a abajo. Fue hasta que ya no salía nada de mi miembro que lo liberó y untó el semen en sus tetas con delicadeza tomándose su tiempo para jugar con sus pezones.



Se levantó y se recostó en mis piernas; sus nenas tenían un ligero brillo por mi gran chorro de esperma. Estaba exhausto, pero había logrado cogerme a Camila y hacerle todo cuanto había querido y me había dado una cogida para recordar.



Nos quedamos platicando desnudos sobre el sofá hasta que nos vestimos y me fui con la promesa de que la siguiente vez que cogiéramos me lo mamaría hasta tener la última gota de mi esperma en su boca.


Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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