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~Paco a sus 49 años estaba amargado; cuando tres años atrás y en apenas diez días un puto aneurisma se llevó a Ana cayó en un profundo vacío; solo quedaron fotos, muchos recuerdos y Raúl, hijo de ambos y puro reflejo de la madre a no ser por el cabello rojizo como el del padre. Después de muchos días de andar perdido trató de volver a la normalidad, comenzó a ir al gimnasio con la misma frecuencia que antes aunque se refugiaba en el trabajo; desde el último verano los amigos con los que mantenía el contacto insistían en que debía salir, conocer gente, rehacer su vida pero le costaba mucho vivir cada día sin su Ana.
Era la segunda ocasión en que su melancolía anunciaba una depresión; acudió al psicólogo por consejo de Raúl que a pesar de haberse liado con un zorrón con la que pasaba la mayoría del tiempo libre estaba muy pendiente de su padre.
Eran poco más de las siete de la tarde y había tomado una ducha, esa noche saldría a cenar ¡solo! Le resultaba imposible compartir mesa con los amigos con los que tantas veces habían estado con Ana; se estaba mirando al espejo recordando cuando sonó el timbre; se puso el albornoz y rezongando fue a abrir maldiciendo la puñetera costumbre de Raúl que picaba por no buscar sus llaves; ante él estaba Sonia, esa puta que trataba de arrebatarle a Raúl y que a juzgar por como babeaba el chico cuando los veía juntos lo estaba logrando; es una mujer más que guapa atractiva y además sabe como vestir para realzar todas y cada una de sus gracias. — ¡Raúl no está! —ella sonrió mostrando su perfecta dentadura antes de responder. — Ya lo sé, he estado con él hasta hace media hora; ha ido a ver el partido con unos amigos y esta noche la pasará con ellos, vengo a verte a ti — sin disimular la poca gracia que le hacia la invito pasar con un gesto, cerró la puerta y se encaminó al salón. — Voy a ponerme algo — Por mí no lo hagas, no quiero importunarte, solo quiero aclarar algunas cosas.
Paco se sentó en medio del sofá para no tener que mirarla pero Sonia después de dejar el gabán en una silla se sentó frente a él en la mesita de centro, la estrecha falda se subió mostrando gran parte de sus muslos y al inclinarse un poco, su nada discreto escote mostraba gran parte de sus domingas, en el tenue tejido destacaban los oscuros pezones; la muy puta no llevaba sujetador y los ojos de Paco, aunque lo intentaba no dejaban de escudriñar ese cuerpo cargado de lujuria que estaba hecho para el sexo; Paco no tomo conciencia de eso hasta que la voz de Sonia lo sacó de una especie de trance.
— ¡Mira Paco! los dos queremos lo mejor para Raúl; verte mal lo destroza, no la nombraré porque me pediste una vez que no lo hiciera y fue suficiente, trato de respetar tu dolor pero piensa que tu hijo que también la echa de menos, tenemos que encontrar la forma de que esto funcione; no quiero poner a Raúl en tu contra y por eso estoy aquí. — Paco apenas oía más que un rumor, veía como se movían los labios de Sonia y notaba una gran erección, en realidad la primera desde que Ana se fue; en ese tiempo no lo había logrado ni siquiera cuando el psicólogo le aconsejó que si no conocía a nadie ni quería recurrir a una profesional, se masturbara como parte de la terapia.
— Sonia calló esperando una reacción por parte de Paco, pero al no responder continuó hablando y en ese momento fue cuando se percató de la situación; los ojos del hombre no paraban, volaban de su rostro a los pechos, los muslos y vuelta a los pechos, se inclinó un poco más hasta mostrar un pezón y Paco quedó hipnotizado con las manos crispadas sobre el sofá y el capullo asomando entre los faldones del albornoz; Sonia supo que debía hacer, alargó una mano con la que rodeó el enorme falo que se mostró ante sus ojos al apartar la ropa que lo cubría, con movimientos lentos lo fue acariciando hasta ver que Paco cerraba los ojos; se arrodilló sobre la moqueta entre las piernas del hombre y con la otra mano tomo los huevos que fue acariciando suavemente mientras su mano subía y bajaba por el tronco; cuando notó que se tensaba aflojó y continuó así hasta que Paco desesperado y abriendo desmesuradamente la boca suplicó casi sin voz. — ¡Déjame acabar!
— Sonia dijo con convicción. — ¡Solo si me pagas cinco euros! Seré tu puta para que jamás pienses que quiero ocupar un lugar que no merezco. — Paco asintió y Sonia tirando suavemente de la polla consiguió que quedara casi tendido en el sofá, mojó en saliva el dedo medio de la mano con la que masajeaba los huevos y se lo metió delicadamente en el culo; localizar la próstata y comenzar a masajearla hizo que Paco bufara como una vieja locomotora y en esta ocasión, con mucha más calma Sonia lo llevó a traspasar el limite; un primer chorreón de esperma se estrelló en la cara de la mujer que sonrió al pensar que estaba resultando mejor de lo que esperaba; siguió con sus manoseos hasta que Paco dejó de manar y la mayoría del semen quedó sobre los pechos, cuello o blusa de Sonia ; al reponerse un poco y ver parte de su obra en el rostro de ella la atrajo hacia si abrazándola sin importarle mancharse con su propia lefa.
— Me has sido de mucha ayuda, pero ¿cómo miro ahora a mi hijo a la cara? — ¡Como siempre! para ti no soy más que una puta, solo has de tolerarme y entender que él quiere que estemos juntos.
Fueron juntos al baño donde se dieron una ducha, Sonia lo enjabonó y le hizo una media mamada que lo dejó listo para continuar; Paco juró no meter a nadie en la cama de Ana ni Sonia lo pretendió, conocedora de ese detalle tiró de Paco hasta la habitación de Raúl y allí estuvieron hasta la madrugada; el “viejo” como comenzó a llamarlo cariñosamente era una fiera; mientras recogía la ropa Paco preguntó. ¿Te acompaño a casa? — No, tengo el coche abajo pero me debes cinco euros; no es necesario que los busques ahora, tu estas de baja por depresión y yo no regreso al trabajo hasta mediados del mes próximo, el lunes a las once estaré aquí y espero encontrarte de mejor humor que hoy y recuerda serán cinco euros por cada día que pasemos juntos; no trabajo gratis. — ambos sonrieron y Paco la besó como hacía mucho tiempo no besaba a nadie.
— Fueron unos días de ensueño para Paco, había recobrado la alegría de vivir y al parecer el trato no le parecía mal, además el pasado domingo Raúl y su chica trajeron comida preparada y ver que su padre ya no mostraba desprecio por Sonia lo animó muchísimo.
Las sucesivas visitas descolocaron al pobre psicólogo, cuando la consulta era en miércoles Paco se mostraba eufórico porque iba después de pasar la mañana con Sonia y otras veces, cuando era los lunes se mostraba totalmente hundido ya que el fin de semana lo pasaba a solas con los recuerdos de Ana; eso hizo que le diagnosticara una psicosis maníaco-depresiva pautando un tratamiento; uno de sus amigos que es médico de familia lo acompañó a la consulta de un colega que tiene un gabinete privado y en una sola conversación afloró la causa de sus cambios de humor; el amigo no quiso averiguar quién era esa amante misteriosa que lograba ponerlo de tan buen humor, pero decidió no seguir el tratamiento aunque aseguró acudir a los sucesivos controles.
— Sonia, todas las mañana y de forma reservada realizaba un test de embarazo con uno de esos dispositivos electrónicos que indican incluso de cuantas semanas, por fin un viernes apareció el esperado positivo; Sonia preparó una cena romántica como solía hacer algunas veces y después sirvió a Raúl algunas copas de más; excitado como un toro la llevó a la habitación en brazos mientras ella no contenía las carcajadas; se dejó desnudar por él que cada vez estaba más y más salido pero se colocó un condón; ella comenzó a lamer su cuerpo y al llegar a la polla lo retiró; le gusta notar la leche entre los labios y a él verle la cara de viciosa que pone al correrse entre sus fauces; cuando estaban en lo mejor Sonia se apartó acostándose de lado; Raúl preguntó que pasaba y ella respondió con un simple.
— ¡Ya no me apetece! — eso enfureció a Raúl que poniéndola bocarriba practicante la violo; Sonia sonrió interiormente cuando al rato Raúl se deshacía en disculpas.
— ¡No sé qué me ha pasado! Perdóname, pero es que me has puesto a mil y al dejarme de ese modo se me ha nublado la mente. — ¡No te apures, también ha sido culpa mía! Además tampoco ha estado tan mal, tendremos que incluir en nuestro repertorio que me violes de vez en cuando.
— se durmieron abrazados y al siguiente lunes volvió la placentera rutina que de rutinaria no tenía nada pues en cada encuentro hallaban juntos algo diferente. — unos días después Sonia dijo alarmada a Raúl.
¡Estoy embarazada! — se quedó perplejo pero inmediatamente recordó el episodio de la Pseudo violación y abrazándola respondió. — ¡No te apures, ya saldremos de algún modo! Queríamos tener un hijo en el futuro pero si llega ahora adelante con él. — ¿Pero cómo? Tú ganas muy poco y yo solo trabajo seis meses al año por la puñetera reducción de jornada.
— Si es necesario mi padre nos ayudará, no sé como pero estoy seguro que lo hará.
— ese domingo fueron a comer a casa de Paco y antes del segundo plato Raúl muy serio dijo. — Papá, te vamos a hacer abuelo. — se hizo un silencio sepulcral en que todos escrutaban el rostro de los demás y que rompió Paco con una sonora carcajada. — ¡me alegro por vosotros! fue lo primero que dijo Paco cuándo logro parar de reír. — ¿Lo teníais planeado?
— fue Raúl el que respondió algo apesadumbrado. — ¡No ahora no aunque si más adelante! supongo que necesitaremos ayuda y solo conozco a alguien que pueda prestárnosla. — Paco se sintió emocionado y por un instante pensó en Ana; ella habría querido esa criatura por encima de todas las cosas y aunque Sonia lo había ayudado mucho no dejaba de seguir considerándola una puta pero era su puta y los ayudaría. — Me haré cargo de los gastos de vuestra casa y cuando nazca la criatura la sacaré a pasear cuando me la dejéis o para ir a trabajar o tener tiempo para vosotros, ahora con la incapacidad permanente a la espera de pasar el tribunal médico lo que me sobra precisamente es tiempo.
— Sonia hizo un gesto a Raúl que como un autómata recitó lo que había estado ensayando toda la mañana.
— Papá, he pensado que ahora que te llevas mejor con Sonia podríamos instalarnos contigo, esta casa es muy grande para ti solo, nosotros ahorraremos y tu dejaras de estar solo y te aseguro que no te molestaremos, y si un día decides rehacer tu vida y traer una mujer aquí nos podremos ir a otro piso pero entre tanto nos tendrás más cerca.
— la súplica en la mirada de Sonia era inconfundible y con alegría para todos Paco aceptó con una sola condición; se mantendrían fuera de la alcoba de matrimonio, aunque dispondrían del resto de la casa a su antojo. — aceptaron y terminaron la comida comentando pequeños detalles que solo servían para disimular lo que cada uno pensaba sobre la nueva situación; Paco tendría a Sonia más cerca, esperaba que eso no influyera en la relación con su hijo; este pensaba que era una suerte que por fin las personas que más querían se entendieran lo suficiente como para compartir la vivienda y Sonia; Sonia estaba satisfecha, pronto le resultaría mucho más fácil que hasta el momento disfrutar siempre que se le antojara del enorme ciruelo del viejo, le encantaba sentirse llena y ese hombre aunque maduro tenia cuerda para rato; habían sido muchas emociones en poco rato, después de comer tomaron café sentados en ese sofá donde había comenzado todo, también tomaron unas copas, ellos whisky y ella un chupito sin alcohol comportándose como una embarazada consciente, al rato marcharon a su pequeño apartamento convencidos que les quedaba poco de estar en él, esa mañana de lunes Sonia acudió como cada mañana a la casa que pronto seria la suya y después de que Paco le hiciera sexo oral hasta hacer que se corriera como una perra varia veces ella le correspondió con la mejor de las mamadas de que fue capaz. — después se dedicaron a preparar la habitación que ocuparía la pareja que estaba al otro extremo de la casa y antes de comer regresaron juntos al apartamento de los jóvenes donde Paco ayudó a llenar algunas cajas de cartón que bajaron al coche entre los dos; después de comer ninguno de los dos intentó nada y Paco marchó a su casa, descargó las cajas dejándolas en una de las habitaciones vacías y regresó a por más; tenían otras cuatro listas y llegó Raúl que al verlo casi todo recogido preguntó. — ¿Esto es todo? — ¡Solo quedan algunas prendas que irán en las maletas para que no se arruguen demasiado! — padre e hijo bajaron las cajas al coche y en esta ocasión Raúl lo acompañó con la moto para ayudarlo a descargar; al regresar cerca de las nueve de la noche estaba todo metido en las maletas; las bajaron al coche y Sonia subió al coche con Paco que condujo hasta uno de los restaurantes donde solía comer; por el camino ella puso una mano sobre su muslo sin pasar a mayores; después de una buena cena llegaron a casa y dejaron todo junto a lo demás.
— se retiraron cada cual a su dormitorio y Paco se durmió enseguida; a pesar de lo mucho que había dado de sí el día la pareja hizo el amor, rendidos y mientras descansaban tendidos bocarriba Sonia le recriminó. — ¡Me has dejado a medias y ya son demasiadas veces, seguro que tu padre lo haría mejor! — Irritado Raúl respondió — ¡Ya lo hablaremos en otro momento! No quiero discutir eso ahora, buenas noches. — se puso de lado dispuesto a dormir mientras Sonia sonreía; por la mañana se levantó cubierta con una bata prácticamente transparente, preparó café como cada día y esperó a que Raúl lo tomara, se besaron como si nada y él se fue al trabajo, a ella le quedaba una semana para reincorporarse por un mes, después tendría otro de pausa hasta el siguiente turno; se encaminó a la habitación de Paco y toco con los nudillos; oyó como respondía. — ¡Adelante! — pero insistió varias veces hasta que apareció Paco que al verla prácticamente desnuda le dijo. — ¡Eres una puta pero me encanta que lo seas! — Recuerda que me debes los cinco euros de ayer; eso no cambiará aunque nos permitas vivir en tu casa, soy tu puta y las putas cobran; decía eso mientras intentaba retroceder tirando suavemente de esa polla que tanto placer le había reportado hasta el momento y el que presumiblemente le seguiría dando. — ¿Dónde se supone que vamos? — A mi habitación; me dijiste que en esta no entraría. — ¡Una mujer como pareja jamás! Como puta ahora mismo. — la sujetó por los hombros y apenas traspasaron la puerta abrió la bata que resbaló por los brazos hasta el suelo mostrando su desnudez en la que no se apreciaba ningún signo de embarazo; la atrajo hacia la cama y allí dejó que ella se encargara de forma magistral de acariciarlo como aquella primera tarde; se había acostumbrado a las florituras que era capaz de hacer con su polla y cuando lo tenía desesperado, con la punta de la lengua terminó de enloquecerlo sin permitir que se corriera, después se empaló sin apartar la mirada y se fue moviendo lentamente primero y con más brío después adelante atrás y de lado hasta que enlazó una sucesión de orgasmos con suma facilidad, por fin la lefa la llenó hasta rebosar a pesar de lo cual continuó moviéndose oyendo el chapoteo de sus fluidos, se venció por fin sobre el velludo pecho de Paco y cuando se serenó un poco fue bajando por su cuerpo hasta apresar entre sus labios la pringosa verga cuyo sabor en todo momento le encanta; al quedar satisfecha se tendió junto a Paco que mirando al techo la tomo de la mano y preguntó.
— ¿Esa criatura es mía?
— ¡Sí! Desconozco si esto cambiará algo entre nosotros pero no me arrepiento de nada. — ¡No! No cambiará nada; seguiréis aquí como acordamos, seguirás siendo mi puta mientras quieras cobrarme los cinco euros que vales para mí y seré para esa criatura el mejor abuelo que pueda nadie imaginar.
— nunca pensé que fueras tan comprensivo. — ¡No es comprensión, es puro egoísmo! — ella se encaramó sobre el cuerpo de su amante y lo besó con desespero; al rato tomaron una ducha y después de desayunar se vistieron para salir, fueron a comprar para llenar la nevera donde lo único que no faltaba eran cervezas y pizzas; al regresar, Sonia preparó comida y desde hacía mucho tiempo Paco no tuvo que ir al restaurante; esa noche Paco se retiró temprano y Sonia se enroscó en Raúl y le pidió que la llevara a la cama deseosa de que le hiciera el amor; se desnudó en un santiamén y después hizo lo propio con Raúl acariciándole la verga con su maestría habitual; cuando estuvo a su gusto se encaramó en él cabalgándolo como una valquiria pero él no estaba por la labor y se corrió a las primeras de cambio; acariciándole el pecho con uno de sus pezones Sonia preguntó. — ¿Me vas a dejar así? Y él sin apenas mirarla le espetó de malos modos.
— ¡Déjame tranquilo! hoy soy yo quien no tiene ganas.
— Sonia supuso que era parte del juego y se sintió en la obligación de violarlo como en su día hizo él, pero al intentarlo y sin pretenderlo le dio un golpe que la hizo caer junto a él en la cama; más enfadada que dolorida exclamó.
— ¡Si te elegí fue porque me dabas caña! — un poco más sosegada agregó en todo conciliador. — Si piensas dejarme siempre a medias tendremos que encontrar alguna solución; estoy seguro que tu padre necesita algo que yo le puedo dar y si nos entendemos no tendré que dejaros, de verdad que me gustas pero necesito mucho más de lo que me das últimamente y sin apenas pensarlo Raúl respondió. — No te cortes porque a mí no me importaría compartirte con él si te acepta, pero si te rechaza es posible que tengamos que marchar los dos, o si cumples tu amenaza marchar sola aunque me gustaría formar parte de la vida de esa criatura.
— Sonia bajó de la cama y arrastrando la bata se encaminó a la alcoba de Paco y sin decir nada se cubrió con la ropa para empezar con una mamada que puso en marcha al hombre que cumplió todas sus expectativas; al rato y cuando estaban abrazados reposando el preguntó intuyendo la respuesta.
— ¿Raúl duerme o es consciente que estas aquí conmigo? — Sabe que he venido y a qué, pero no sufras porque no pienso humillarlo haciendo contigo nada delante suyo; sé que tampoco tú lo lastimaras y entenderás que me acueste prioritariamente con él cuando esté en casa pero seguiré siendo tu puta por el precio acordado siempre que haya oportunidad y sin que se moleste.
— Paco la besó consciente que ese acuerdo beneficiaba a todos y así abrazados se durmieron; a la misma hora de cada día, ella se levantó para tener listo el café a Raúl cuando saliera de la ducha; lo despidió en la puerta con un beso y regresó a la cama junto a Paco. La mayor parte del embarazo durmió con Paco que podía trasnochar y estar por ella y acurrucarla haciéndole el amor lentamente en la posición de cuchara en las últimas semanas. En la fecha prevista y sin que Raúl llegara a sospechar jamás que era su hermana nació Ester; la niña es preciosa y a los seis meses lucía una preciosa mata de cabello rojo una tarde mientras la paseaban preguntó el orgulloso abuelo. — ¿Será tan puta como su madre?
— Trataré de enseñarle todo lo que sé y que ella decida, pero con lo que me pagas cada día podrá ir a la universidad para cursar la carrera que elija; si lo cuentas serán más de treinta y dos mil euros. — ambos rieron y siguieron caminando.
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