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Categoría: Maduras

Las Maduras del vecindario 5

En mi vecindario llegó a vivir un pareja de casados, Jacinto de 80 años de edad, ya jubilado que en su vida laboral fué gerente por muchos años de un conocido Banco. Lydia de 50 años, ejecutiva de una empresa de bienes raíces. Lydia era una mujer exageradamente hermosa, con todo en su lugar y bién hecho y proporcionado. Hicieron amistad con mi madre casi desde que se aparecieron por el vecindario, yo los conozcó por una reunión de un club social al cual nos invitaron, yo tenía 20 años de edad, y esa noche todo hablando de negocios y yo practicamente aburrido, ya que los pocos adolecentes que estaba en la fiesta era desconocidos, y estaba bailando y divirtiéndose entre sí. Lydia se dió cuenta de mi aburrimiento, y dice a los presentes que para que no me fuera a dormir iría a bailar conmigo. Ya bailando me dice que mis ojos era muy hermosos, que eran del mismo azul que de los de mi madre, y preguntó que si padre también los había tenido de ese color, le dije que los de él eran verdes oscuro según me cuentan agregué, porque el falleció cuando yo tenía 3 años. Me preguntó por el gimnasio al que yo iba, ya que mi cuerpo estaba muy bién esculpido, y le dije que pesaba muy poco y que lo había hecho a base de abdominales y lagartijas en el gimnasio de karate. Hacía un poco de calor y salimos a una pequeña terraza, tomando una coca-cola. Me preguntó que si yo podía acompañarla, al día siguiente por la tarde a mostrar una suite, ya que una pareja de recién casados, tenía tenía interés en rentarla. Al día siguiente pasó a por mí, la pareja vió el lugar y quedaron de acuerdo en todo, y se pasarían en unos días, y se retiraron. La suite estaba completamente amueblada, y al quedarnos solos nos sentamos sobre un sofá, y fué cuando ella me dijo que me había invitado a acomprarla, pués durante el tiempo que me había visto yo le atraía mucho a ella y que ella notaba que cuando yo la veía lo hacía con cierto deseo, cosa que ella le agradaba mucho y sobre todo sentirse deseada por un joven como yo. Ella ya hacía tiempo que no sentía la cercanía de un hombre sexualmente, ya que su esposo eso no le intrsaba ya a sus años, y que ese día quería que la poseyera, y podría ser el inicio de nuchas tardes de sexo sin compromiso. Como dije anteriormente estaba amueblado completamebte todo, y cuando sentimos estábamos en la cama fundidos en un tremendo beso, mi boca y mi lengua recorrieron todo su cuerpo centímetro a centimetro saboreé las bonsades de su cuerpo hermoso, sus pechos duros y morenos, su deliciosa vagina depilada especialmente para ese día, la hize correrse en mi boca como loca, mamó mi verga desesperadamente, cuando la pernetré me pidió que se lo hiciera muy despacio y tiernamente, ya que el tamaño y el grosor podían lastimarla, cuando termine de penetrarla, tuvo un orgasmo sensacional, pero su vagina yo la sentía hirviendo, apretadita y humeda, la llené de leche dos veces, ya partir de ese día ella prefiere mostrar los bienes wue renta o vende por la tarde de los sábados, para darnos gusto hasta el cansancio.
Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 5.37
  • Votos: 35
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