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Hola, soy Mar. Ya les conté en tres relatos cómo fue mi primera y única relación de infidelidad. No les dije el nombre de mi amante, aquí lo llamaré Bernabé. Cuando escribí mis relatos lo hice con el fin de revivir las más bellas experiencias sexuales que he tenido y su recuerdo me es recurrente en las noches que necesito masturbarme al no tener a mi marido en la ciudad. También esas acciones que viví surgen frecuentemente en mis sueños, y cuando está mi marido esto también es muy rico, porque invariablemente despertamos cogiendo. Mi marido me dice “¡Qué esposa tan caliente y tan rica tengo!”, le respondo “Sí, me gusta estar caliente para ti y me gusta coger así, dormidos”. Si él supiera lo que me lleva a ser así… Bueno, tal vez mi esposo, dormido se me acerca y percibe las ganas que me causa el sueño, se le para y si mi panocha está cerca se ensarta y…
Pero cuando mi marido se encuentra afuera, hay otro elemento que uso para masturbarme: mi álbum fotográfico. Casi todas las veces en que Bernabé y yo fuimos a coger a su departamento de soltero me tomó fotografías, desde que me empezaba a desvestir hasta que me volvía a poner la ropa para irnos. ¡Hay de todo! Las que más me gustan son donde su cabeza está entre mis piernas, o donde yo estoy cabalgándolo ¡En todas tengo una expresión que delata a leguas mis orgasmos! Me doy cuenta que hay muy pocas fotos donde él yo estamos reposando de la cogida y se vea el semen sobre mí. Yo le tomé unas con la verga goteando semen y él otra a mí donde se ve mi panocha escurriendo de su amor.
Mi álbum también puede utilizarse como inventario de toda mi lencería, modelada por mí, claro. También abundan las de cuerpo completo en las que poso para la cámara. Nunca he dudado de que mi amante tomara las fotos sólo para sus ojos. Una vez le pregunté si me daría una copia. Él titubeó un poco y argumentó que podría verlas alguien de mi familia. “Yo también quiero ver cómo me has cogido”, le dije dándole un beso y jalándole el prepucio de arriba abajo varias veces y no pudo decir que no. Me pidió que las guardara siempre en archivos comprimidos con clave de encriptación y después les cambiara la extensión, además de marcarlos como archivo oculto y los guardara en una de las carpetas de los archivos del sistema, así nadie husmearía. Lo único malo es cuando tengo que abrirlos… gasto unos minutos en hacerlo, pero ¡vale la pena! Me empiezo a mojar desde que voy a la carpeta y cuando empiezo a ver las fotos ya tengo varios dedos adentro de mi raja…
A propósito de las caricias que me hago, una vez me dijo Bernabé “Muéstrame cómo te masturbas” y yo le obedecí. Me tomó varias fotos con acercamientos, luego cambió al modo de video ¡mi cara se transforma mucho!, parece que sufro y se escuchan mis gemidos transformándose en pequeños gritos que culminan en un fuerte y último grito que doy donde aparezco con una sonrisota enorme y luego la paz de la satisfacción. En esa misma secuencia, siguen más fotos donde se ve cómo trabaja la lengua de Bernabé para limpiar mi mojadísima panocha. También están otras fotos donde yo estoy masturbando a Bernabé. Una mano está jalando a gran velocidad (sale movida) y la otra apretándole los huevos y se me mira feliz con una cara de… De eso que ¡no me gusta que me digan!
Abundan las fotos donde yo estoy chupándole el caramelo, o atragantándome con uno de los testículos el cual jalo con mis labios hasta que se me sale. Mi boca se mira enorme y, a pesar de eso, nunca pude meterme más de uno de Bernabé, en cambio sí puedo con los dos de mi marido al mismo tiempo. Otra foto que yo le tomé desde los pies, me gusta porque Bernabé aparece con los huevos enormes, como de semental; una vez hice cálculos de que me dio casi un litro de semen en ese tiempo de gran felicidad para mí.
Otro video que le tomé a mi jefe cuando yo pedí que se la jalara para mí; lamentablemente después de que empieza a salir el primer chorro quién sabe para dónde apunté el objetivo, porque el mío era que no se desperdiciara esa rica venida que él tenía, ¡me supo riquísima!
Bernabé me tomó fotos desde el primer día en que decidí “aventarle las pantaletas”, como decimos aquí. En esa foto, con mi blusa sin mangas y un sugerente escote, se notan mis intenciones en la mirada. Hay otra secuencia, también en el trabajo, donde se ve que llegué de “entrega inmediata”: sin brasier ni calzones. ¡Yo lo que necesitaba ese día era palo, entre más pronto, mejor! Mis prendas interiores las traía en el bolso y Bernabé me tomó la foto sacándolas para ponérmelas cuando acabó la acción, miro sonriente a la cámara y las muestro.
Abundan las fotos de mi panocha peluda y muy pocas donde estoy rasurada. En esa ocasión me había rasurado porque como familia iríamos a un balneario y así se lo expliqué a Bernabé cuando me preguntó por qué me quité la mata. “Ya sabes: antes de la playa debe una pasar con el peluquero”, le dije mientras él se atragantaba con la leche que mi marido me dejó todo el fin de semana. No sé qué haya sido lo que le gustó más a mi jefe: que desde el viernes en la noche no me hubiera bañado y que mi marido regara bien mi panocha el sábado y el domingo, o que estuviera pelona… ¡Yo me vine muchas veces ese lunes con la boca de Bernabé! De cualquier manera, nunca supe si yo le gustaba más peluda o rasurada, cuando se lo pregunté, él contestó “¡Me gustas encuerada!”. “¡Qué casualidad, a mi marido también!”, le contesté.
Hay otra foto donde estoy acostada, reposando con las piernas bien abiertas y con la cabeza recargada en mis brazos para que se vean bien mis chiches, estoy esperando su boquita, luego él está dando lengua en la panocha y yo me estoy abriendo los labios para que la foto salga mejor. En la siguiente, está su cara entre mis piernas y yo deteniéndosela, en realidad lo montaba y restregaba su rostro en mi panocha; luego se ve la cara sonriente de Bernabé llena de mis excreciones y a su lado mi tamal con los labios y el clítoris muy hinchados. Una vez descansados, la foto es de mi trasero, estoy agachada con la panocha toda roja e hinchada pidiéndole que me coja de perrito. ¡Qué día tan ricooooo, oh, oh!... Perdón, pero es difícil contener mi mano cuando veo las fotos y recuerdo las sensaciones…
Otro archivo más, empieza haciendo mi streap tease que culmina bajándome el calzón. Yo me inclino para mamarle la verga a mi jefe y otra más, mientras estoy mamando, se ve que Bernabé usa mi anillo en su dedo cordial, ¡qué rico explora las paredes de mi vagina! Después un 69, por pedazos porque la cámara no tiene gran angular; y le sigue otra de mi panocha llena de saliva de él y jugo mío. Luego las tomas donde Bernabé está acostado con el pito bien parado, Al fondo, fuera de foco, estoy yo coincidiendo mi triángulo como fondo de la verga, después me volteo y el foco va a mis nalgas cuando yo me acomodo para sentarme en su verga. “¡Qué ricas nalgas tienes!”, dicen mi marido y él al tomarme de las caderas para metérmelo hasta el fondo (cada quien en su espacio y su tiempo, cuando me cogen así). Yo me lo creo, si no fuera así, ¿cómo coincidirían ellos, tanto en sus expresiones como en sus movimientos? Una de las fotos donde estoy bien ensartada, la recuerdo bien, al verla me vuelvo a escuchar que claramente que le gritaba a Bernabé “¡Cógeme papacito!” (lo mismo le digo a mi marido en ese preciso momento y circunstancia). Terminamos juntos, varias fotos donde estoy dormitando (acercamientos a mi rostro, mis chiches, mi ombligo, mi panocha y una de cuerpo completo donde se aprecia que estoy reponiéndome de la cogida). De esas fotos sigue otra donde trato de meterme su pene lánguido sin que aún se reponga totalmente “¡Dame más!”, le gritaba. Por fin me acostó y me la metió en la posición de misionero. Al calor de mi vagina y con el beso de lengüita se le terminó de parar y me pudo hacer venir otra vez… (Perdón nuevamente, mi mano me volvió a dar otro orgasmo.) En las dos siguientes me estoy poniendo el brasier (una es la de mi avatar, tomada en picada), luego el calzón. En la última de ese día, en ropa interior, busco visualmente la ropa de él para dársela y decirle “Vístete”.
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