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Pasaron dos semanas de sexo constante para Pedro. Sin embargo aun no conseguía tener relaciones con Ana Maria Sequera de Aristimuño.
El muchacho había asistido a los lugares y horas establecidas por Maria Elena en el cronograma de actividades, pero la mujer no asistía. El muchacho esperaba hasta dos horas después de la pautada pero sin resultado alguno. Teresa y Maria Elena al detectar la ausencia de Ana Maria, procedían a ocupar su puesto.
Los horarios y lugares que había diseñado Maria Elena, para sus amigas ya no se estaban respetando. Era casi común ver a alguna de las esposas de los Coroneles, salir de Media noche y colarse en la carpa que le habían asignado a Pedro.
Las mujeres estaban como locas, animadas y sonrientes a excepto una Ana Maria Sequera de Aristimuño.
Las otras tres esposas, se limitaban a cuestionar lo apacible del carácter de Ana Maria, su falta de espíritu aventurero o su desgano sexual ante la maravilla que significaba Pedro.
En las tertulias en el salón azul, se explayaban al contar los detalles de las relaciones con Pedro. Maria Elena, hablaba sobre la vez que Pedro le inserto una botella de wiskey en sus partes intimas. Mientras Teresa indicaba que, por lo menos, podía ya soportar la cabeza de pedro introducida en su ano.. Las risas siempre acompañaban en las tertulias, la alegría era el orden del día para las tres mujeres cogidas por Pedro.
Anastasia comentaba ya libremente lo placentero del sexo hecho con amor y alguna que otra vez hablaba de las posiciones con el muchacho. Ella siempre se limitaba a pronunciarse sobre el Amor que sentía hacia el muchacho. Amor que nació al florecer ella nuevamente como mujer.
Anastasia notaba en si misma un cambio abismal en el carácter. Seguía atendiendo normalmente a su esposo y realizando el jueguito de la faldita y la sirvienta para animar sexualmente al coronel. Pero llegado su turno en el cronograma, brotaba de ella una feminidad tal que con mimos, halagos, cariños y cuidados tenia sorprendido y rendido a sus pies a Pedro.
Muchas veces fueron los momentos en que Pedro y Anastasia desechaban el sexo en sus encuentros, para entregarse en los brazos de una hermosa conversación. Anastasia se dedicaba a enseñarle las cosas de la vida al muchacho y él atentamente la escuchaba, comprendiendo casi en su totalidad cada palabra de ella.
También fueron muchas oportunidades, donde los cuerpo de ambos quedaban exhaustos de tanta entrega sexual. El cuarto, el comedor de su casa, el lavado y el retrete fueron lugares donde Anastasia dejaba salir si feminidad ante el chico. También lo fueron el gimnasio, el riachuelo, el Jeep del sargento y la sala de vapor.
Cierto jueves en la mañana Anastasia realizaba una presentación a Pedro. La idea era lucirle todos los vestidos al muchacho y asi seducirlo. No tenia en mente hacer el jueguit de la faldita y la sirvienta como con su marido. La idea de Anastasia era realizarle un desfile de modas a su nuevo marido y así tentar a la seducción y a la locura del chico. Anastasia con mucha emoción y glamour abrió el baúl donde tenia guardado todos sus trajes de gala y uno que otro traje exquisito y seductor. Las manos le temblaban, trataba de controlarse, pero su mente ya se imaginaba a ella misma siendo despojada de la prensa para ser poseída por Pedro. Se tranquilizo, respiro y se quito el sujetador y el blummer. Se coloco una medias de seda negra y sus mejores tacones altos. Le quito un poco la naftalina al vestido y se encamino hacia el pasillo.
Pedro la esperaba sentado en la sala. No tenia emoción alguna, solo ansiedad por estar con Anastasia. Para él la mujer se había convertido en su la inspiración para llegar a ser militar. Una noche en el placido silencio del riachuelo, luego de una cabalgad furiosa y gloriosa, Pedro le dijo a Anastasia que quería vivir con ella en la casa de su abuela. Anastasia con muchas dudas en su cabeza le dijo
si amor si, ya veremos mas adelante.
Pedro continuaba sentado en una de las sillas. Esperaba que del pasillo saliera su "mujer", como insistía que la llamara Anastasia. El chico escucho una leve voz proveniente del pasillo. De allí salió arrebatadora y exquisita con un traje color vinotinto, Anastasia.
Pedro la esperaba en la silla. No sabia por que pero en su entrepierna un temblor impulso una creciente erección. Pedro no entendía por que esa reacción si solo estaba viendo a Anastasia vestida. Mas allá de lo elegante y bella que estaba, Pedro no comprendía la erección que se incrementaba con cada movimiento de la mujer en la sala.
Anastasia, escuchando una música producida por su mente, bailaba frente al chico. Poco a poco se fue despojándose del vestido Vinotinto mientras notaba ya la erección de Pedro. Se quito el cinturón y se lo lanzo al chico, este son contar esa jugada recibió la hebilla con su frente. Ambos sonrieron. Luego con majestuosidad recién adquirida, se separo de la falda para dejar toda su desnudes inferior a la vista del chico. La blusa no tardo en acompañar a la falda. Anastasia bailaba ahora únicamente con sus medias de seda. Se inclinaba ágilmente, para su edad, y colocaba sus nalgas en la cara de Pedro. La erección de este no podía ser controlada ya por el pantalón. Así que se apresuro a levantarse y tirar con poca gracia su pantalón sobre la mesa.
Mientras hacia esto, Anastasia se apresuro a ir al cuarto para colocarse el vestido Gris. Pedro se masturbaba en la silla. Sus pies estaba completamente estiradas para hacer mayor presión sobre sus piernas y lograr así una "mayor" erección. Esperaba nuevamente la salida de la mujer del pasillo.
Anastasia procedió a salir. Camino haciendo nuevas vueltas en el extremo opuesto de donde se situaba Pedro. Esta ves se quito la blusa para poder jugar con sus largos y duros pezones. Anastasia se extasiaba al sentir sus propias manos recorriendo sus senos. Jugaba con su cabello y con sus labios. Miraba a Pedro. perdida dentro de una nube de pasión y excitación. Su falda voló por los aires para caer sobre el vestido Vinotinto. Corrió nuevamente hacia la oscuridad del pasillo con el fin de ponerse otro traje para la vista de su marido. Así, pasaron mas de 7 vestidos, dos trajes par el baño, 9 sujetadores y 16 pares de medias de seda y Nylon.
En mas de una oportunidad, Anastasia mancho sus vestidos con sus fluidos de amor. Estaba tan embelesada en sus baile y en su varón, que el simple hecho de imaginarse penetrada, le hizo llegar a dos cortos pero fuertes orgasmos.
Pedro al final, le hizo el amor a Anastasia sobre todos los vestidos que estaban tirados en el suelo.
En la ultima caminata por la pasarela, Anastasia no lucia prenda alguna: Sus carnes estaban sin tela que la cubriera. Sus duros muslos acompañados de sus enormes nalgas estaban apoyadas sobre un caminar de puntas de pies, que realizaba la mujer para aumentar su esbeltez. Ella se acerco a donde estaba Pedro sentado, se la paro al frente, como ya lo había hecho durante toda la mañana, pero esta vez se dejo tocar por las, ya diestras manos del muchacho.
Con firmeza, Anastasia tomo las manos de Pedro y con un movimiento tenso y bien dirigido, las coloco sobre sus senos. En segundos la mujer se coloco de espadas a Pedro y nuevamente, pero esta vez abriendo sus piernas, coloco su culo y su vulva sobre el rostro del chico. Las piernas de Ana estaban totalmente rigidas ya que con suma gracia t equilibro aun estaba parada sobre las puntas de sus pies. Esto permitía que su ano y su vulva se convirtieren en un solo y suculento plato sexual para la boca de Pedro. Este con agilidad y el desespero sexual de un reo, tomo por los muslos a Anastasia para devorarle su intimidad. Los jugos amorosos de la mujer ya estaban por toda la cara del chico. Como siempre esto aceleraba al muchacho quien de un solo envión levanto el cuerpo de Anastasia, lográndola penetrar de espalda y de pie, para luego caer sobre los vestidos.
Entrada la noche, El Coronel se mostró extrañado al ver a Anastasia, limpiando muy alegre sus vestido de gala y toda su ropa intima.
Se dijo a si mismo el Coronel
En las ocasiones que Pedro estaba con Maria Elena, la embestía lo mas fuerte que podía. Pedro la penetraba con firmeza y dureza, sin muestra alguna de placer, así ella pagaría por esa amenaza de no alistarlo en el ejercito venezolano, si no le daba mas que a las demás mujeres.
En par de ocasiones la penetro analmente, pero solo para verla sufrir y llorar, debía pagar por su engaño. De esta manera él lograba controlarla, eliminándole así la postura "de gran señora" que la mujer de cabellos color sol, quería aparentar.
Para Pedro, Maria Elena era menos que cualquier mujer de las que conoció en la Casa Blanca. Ella, por su vileza e infamia, ya no era esa hermosa mujer que le atendió las heridas donde el doctor luego del accidente. No era esa mujer que a escondidas y junto a la esposa del doctor le acariciaban el pene, mientras él simulaba dormir.
Maria Elena, por su arrogancia y desprecio paso a ser ahora una mujer odiosa, vil, arrogante y petulante para el chico. Por eso Pedro aunque tenia que tratarla con respeto, la cojia como se coje a una burra o a un animal.
Pedro realmente no se estaba vengando del todo de Maria Elena. En momentos pensaba que gracias a ella su existencia se había transformado de un simple campesino a un chico dueño de una feria de placer. Llego a considerar que la vida dentro del regimiento si era mucho mejor que estar limpiando monte, arriando vacas o matando conejos. Adema su vida ahora era diferente, mas tranquila y placentera junto a Anastasia y estaba a un paso de poderse alistar en el ejercito venezolano. Y para desgracia de él, todo era gracias a Maria Elena.
Pedro siguió trabajando con Teresa. En sus ratos libres él le tallaba, en madera de cedro, ciertas figuras fálicas que luego le regalaba. La mujer estaba fascinada con las figuras tan sinuosas y con delicadas protuberancias, que el muchacho le construía para cada encuentro. Su Colección de "Juguetes" creció en mas de 36 artículos vaginales y anales. Eran ya tantos que tuvo que esconderlos en una pared falsa que construyó en el baño de damas que estaba diagonal a la alberca y al baño de vapor.
Teresa con la ayuda de Pedro lograba introducirse hasta 5 objetos en su vulva y cuatro, de los finos, en su ano.
Teresa, tomo una maña de masturbarse ella sola, mirando a pedro masturbarse en el extremo de la habitación. Esto le fascinaba, la excitaba mucho ver como Pedro sentado en una silla y sin ropa alguna, tomaba su miembro y se masturbaba son el simple hecho de verla. Teresa, al ver a chico, sentía como su vulva se derretía, sentía como sus carnes se calentaban. Teresa sentía como con el simple hecho de detallar los gestos de Pedro al masturbarse, volaban sus sentidos, enloquecía sus manos entre sus piernas, temblaban sus muslos y al final recibía enormes orgasmos. Pedro no llegaba a comprender como Teresa hacia el amor con esas "Vainas", es decir con esos objetos. Sin embargo, poco a poco le tomo afición y cierta emoción al juego de Teresa con sus bichos.
Una mañana estando con Teresa en el baño de Damas, acostó al muchacho boca abajo sobre unas toallas que reposaban en el piso. Le dijo.
- Hoy Pedro te voy a demostrar mis habilidades en el masaje. He notado que de tanto amor y sexo, tu cuerpo esta un poco tullio. Muy tenso y mis masajes te van a tranquilizar. Ya es tiempo que algunas de nosotras te devolvamos algo de ese placer que tu nos das.
Teresa, tomo aceite de un envase, se lo unto en las manos para así agilizar sus manos.
Teresa dijo – Muchacho, relájese, ponga la mente en blanco y deje que mis manos recorran todo tu cuerpo.
Con sencillos movimientos, las manos de Teresa dieron un recital de paz y relajación al cansado cuerpo de Pedro. La mujer el notarlo descansado, no perdió la oportunidad de recorrerlo con besos y caricias toda la espalda del muchacho. Llego paso a sus muslos y pantorrillas hasta llegar con su boca a los dedos de sus pies. Todo el cuerpo de Pedro paso por la boca de Teresa. Ella volvió a subir por la carne del chico, para ubicarse entre sus glúteos. Noto que aun estaba relajado casi dormido.
La mujer con un leve movimiento abrió las piernas de Pedro para dejar al descubierto su ano. La mujer aprovecho para lamérselo con mucha pasión.
Pedro respondió al atrevimiento de Teresa, apretando un poco los glúteos, para tratar de evitar el paso de la lengua de la señora. Pero la sensación era tan intensa que no pudo ofrecer mayor resistencia. Su pene estaba totalmente erecto.
Teresa tomo un poco de aceite natural y se lo coloco al chico en las nalgas. Procedió a darle un delicado masaje gracias a que sus manos se deslizaban aun por el aceite.
Luego, tratando de no dar señal alguna al chico, tomó unos de sus juguetes anales. Con un delicado movimiento vertical le acaricio el ano a pedro con el objeto.
La respiración de ambos estaba acelerada. Pedro levanto un poco la pierna derecha para permitir que su mano masturbara su pene, otro tanto hacia Teresa con su vagina. Luego de unos minutos Teresa coloco su cabeza sobre el hombro izquierdo del muchacho, lentamente acerco su boca a la oreja de él y la mordió en señal del inicio de un juego sexual. Teresa aun con la oreja de Pedro en sus diente le susurro.
- No te muevas, quiero intentar algo contigo-.
- Pedro asintió.
Teresa tenia calculado el ano de Pedro y con suma agilidad y poca delicadeza, le introdujo un pequeño juguete que el mismo había fabricado hacia tres días. El chico se sintió avasallado y el objeto dentro de su ano le causo una extraña mezcla de sensaciones: satisfacción, agravio, excitación y rechazo.
Aunque Pedro no tenia ideal alguna de la homosexualidad, le pareció desagradable no tanto las sensaciones que emergían de él, por el objeto que tenia introducido, sino la posición de dominio de Teresa ejercía sobre él.
Él noto como los gestos de Teresa cambiaron al utilizar el objeto. Teresa era otra de verdad que era otra.
Con un certero movimiento, se pudo quitar a la mujer de encima cayendo esta, sobre el piso frió del baño. Pedro se levanto, paso su mano hacia atrás para sacarse el objeto de Teresa y se lo tiro a la mujer. Enfurecido, cogió su ropa y salió por la puerta hacia el pasillo, donde se vistió. Mientras hacia esto, podía escuchar las carcajadas de Teresa que aun estaba en el baño. La mujer reía desenfrenada, su risa daba escalofríos.
Los coroneles agradecían la llegada del muchacho al regimiento. Ellos entendieron que sus mujeres habían cambiado con la presencia de Pedro. Por supuesto que ellos se imaginaban que sus mujeres estaba calientes ante el muchacho, pues su nueva disposición no se había presentado con anterioridad. Lo que nunca llegaron a imaginar los Coroneles, es que ese muchacho estaba gastando los últimos cartuchos sexuales de sus esposas. Ellos nunca se darían por enterado lo sexualmente activas que estaban sus mujeres, a excepción de Ana Maria Sequera.
Eran las 8:30 PM de un día miércoles del mes de Enero de 1958. Según el cronograma de actividades de Maria Elena, las siguientes dos horas serian de Ana Maria, pero dado el rechazo constante que esta le daba al muchacho, la mujer de cabellos color oro decisión tomar nuevamente su puesto, como hacia ya de costumbre.
El punto de encuentro era la Pozo cercano al regimiento. Antes de la llegada de Pedro al regimiento, Las coronelas despreciaban ese "charco", pero dada la presencia de Pedro en el regimiento estas solicitaron que en las noches de calor, pudieran acercarse al pozo a mojar sus cuerpos, sin la presencia de efectivos militares. El permiso fue concedido y Pedro en repetidas oportunidades hacia el amor con las mujeres en el agua fresca del pozo.
Efectivamente, Ana Maria no se presento ese dia en el pozo. Sin embargo Maria Elena estaba en el sitio y a la hora indicada en su cronograma, presta a sustituir nuevamente a Ana Maria. Llevaba un traje de baño ceñido a sus caderas y que permitía ver sus generosos pechos. Sin embargo Pedro tampoco llego.
Extrañada, Maria Elena se acerca a la casa de las otras coronelas y con una excusa tonta les pregunta por Ana Maria y por Pedro.
Pedro estaba Dormido en su tienda de campaña.
Ana Maria estaba dormida en su cuarto con su Marido. Esté ultimo con voz ronca y de recién levantado de la cama, le indica a Maria Elena que su mujer estaba bien dormida y no deseaba hablar con nadie.
Maria Elena se dirigió hacia su casa. Al caminar pudo observar que las luces de la casa de Anastasia estaban encendidas. Con un gesto de magnificencia, tomo el pomo de la puerta, la brío, procedió a ver el interior de la casa de Anastasia, dio media vuelta, cerrando luego tras de si la puerta.
Teresa y anastasia que estaban solas sentadas en el comedor, se dijeron - Esta mujer esta desesperada por que la cojan, se nota que esta buscando a Pedro-. El chico aun dormía en su carpa militar.
En la mañana siguiente Pedro sabia que era día de practicas militares y que por ende el regimiento quedaría al resguardo de 2 o 3 soldados. Con muchas ideas en su mente, esperó que el último jeep saliera por las puertas del lugar, para luego salir corriendo al baño de hombres. Se dio un prolongado baño. Salió de baño, entro a unos de los cuartelitos y tomó ropa de un teniente y se la coloco.
Con paso firme de militar, Pedro se dirigió hacia la casa de Ana María.
En la mente del muchacho estaba la idea de acabar con las tonterías de la mujer. Ella debia dejar de negarse y pasar a engrosar la lista de sus mujeres. A pedro no le Gustaba mucho Ana Maria, ella no era tan apetitosa como las otras mujeres, incluyendo a Maria Elena. Pero el simple hecho de ser rechazado en varias oportunidades impregnaba a la mujer un aroma de seducción y misterio, de pelea perdida y ganas de revancha. En otras palabras, la quiera coger y ganar como hombre.
No sabia en verdad lo que le iba a decir a la mujer. Puesto que en 4 o 5 oportunidades había entablado conversación con ella y las mismas no fueron nada agradables.
Mas allá de lo poco que lo contaban, en el entretiempo sexual, Teresa, Anastasia y Maria Elena, era casi nada lo que conocía de la cuarta Coronela.
Pedro llego a la puerta, toco con firmeza. En pocos segundos puedo ver que la puerta se abrió sola. Paso a la pequeña sala de la casa de Coronel Aristimuño. De la sala Pedro podía detallar muy poco, unas gruesas cortinas eliminaban el acceso de luz a la casa. La composición de la misma era completamente diferente a la de las otras mujeres. En poco tiempo, Pedro acostumbro a sus ojos a la oscuridad. Empezó a distinguir cuadros en las paredes, una mesa de 6 puestos, la entrada a la cocina y una puerta. De alli salió Ana Maria.
Pedro se puso de pie, llevo sus manos a la espalda en señal de respeto. Ana le dijo que se podía sentar. La Mujer tomo una de las sillas del comedor y se sentó a cierta distancia de muchacho. Llevaba un delicado vestido color crema, demasiado formal para la hora de la mañana. Unos zapatos de tacones color marrón claro que pedro ya se los había observado con anterioridad.
EL chico detallaba a la mujer, hasta donde se lo permitía la oscuridad. Ya conocía su delgadez y los prominentes senos de Ana. Su cabellera Negra como el azabache, sus ojos negros y de mirada profunda pero triste. Ana Maria era un poco mas pequeña que él. De fuertes caderas, hombros poco erguidos y vientre plano. Ana maria era bella por partes, pero la suma de ellas no era nada encantadora. Era una bellaza extraña.
Después de un momento de silencio la mujer dijo – Diga usted Pedro que desea hablar conmigo, pues para eso debe ser que usted esta aquí? ¿o me equivoco?
Pedro, respiro hondo, se sentía un poco intimidado, Ana Maria no era igual que las otras tres mujeres, o tal vez si, pero el simple hecho de no tener control sexual sobre ella, la hacia diferente.
Luego de una pausa dijo.
- Mi señora, hoy es día de practicas y el regimiento esta vació, vengo a mostrarle el interés que tengo en usted y por eso la quiero lleva al pozo o al salón de vapor.- Pedro miro por un segundo la cara de Ana Maria, para luego dirigir la mirada hacia un punto inexistente en la pared.
-Mire mijo, a mi no me hace alta estar en esa rochela. Yo tengo a mi marido y él me hace feliz como esposa. Además usted no me atrae, junto a mi marido usted es solo un muchacho y disculpe que sea tan sincera.
Pedro respiro profundo, el rechazo no era su orden del dia. Pero sin amilanarse se levanto del asiento y mirando fijamente a Ana Maria se bajo los pantalones dejando su pene afuera.
Ana Maria quedo con la palabra en la boca. Duro mas de 5 minutos viendo como poco a poco, Pedro con su mano, se levantaba aquella maravilla de miembro.
.- Mi señora no deseo entrar en comparación alguna con su marido, se que ella ama y usted a el. Pero solo quería decirle que esto esta a su entera disposición. Esto esta ansioso por entrar en usted.
En menos de 8 segundos, por la cabeza de Ana Maria pasaron todos los relatos que sus amigas le habían contado. Desde la probada que le dio Maria Elena, hasta la penetración anal de Teresa, desde los juegos en la cama con Anastasia hasta las lagrimas que dejaba salir Maria Elena cada vez que Pedro la Penetraba con desespero y pasión.
Ana Maria se levanto hipnotizada por el pene de Pedro, sentía como su vientre poco a poco se apretaba. Sentía como una corriente en su clítoris ordenaba a sus entrañas una rápida humedad. Fue una cateada de pasión la que recibió Ana Maria.
La mujer camino hacia Pedro. Traia consigo una de las sillas del comedor al pasar al lado del encendedor, prendió la luz de la sala. Se sentó en la silla frente a aquel espectáculo. Detallo las venas, los pelos pequeños de los testículos y la gran cabeza inflada.
Lo tomo en sus manos si mediar en el muchacho. Le sintió su peso, que era considerable y de un solo intento metió la cabeza del pene en su boca. Otro chorro de liquido la termino de humedecer, su pantaleta estaba la llena de liquido. La respiración nasal se le escuchaba en toda la sala, sus manos arropaban el pene con firmeza simulando delicadeza. Chupaba el pene con maestría haciendo juegos con su lengua. Ana Maria no imaginó el tamaño real de aquello hasta que estaba dentro de su boca. Con pericia logro meter un poco mas de Pedro en su boca.
En ese momento, olvido a su marido, su casa, sus secretos, su vida su futuro etc... solo lo quería era intentarlo meterlo adentro de su vagina. No hacia falta que Pedro la estimulara, pues sus entrañas estaban mojadas desde hace mas de 10 minutos.
Rápidamente voló el vestido crema, los zapatos, el sujetador y la braga. Desnudó también rápidamente a Pedro y lo sentó en la silla. De inmediato sin intercambiar palabras, mas si besos Ana Maria dejo entrar a Pedro en ella.
Inteligentemente busco esa posición, para controlar ella la penetración, la cual duro unos 6 minutos. Ya, la cabeza de Pedro libremente entraba y salía del sexo de Ana Maria. Con buena técnica la mujer tenia ubicados sus brazos de tal forma que, hundiendo un su vientre, podía observar los centímetros de Pedro que le entraban.
Pedro se limitaba a jugar con los grandes senos de Ana Maria. Era enormes en comparación con su estatura. Firmes redondos con unos pezones rígidos y delgados. Carne dura y piel fría. Entre sus manos los senos era bolas de pasión. Ana Maria ya se estaba acostumbrando a tener a Pedro adentro. Ella sentía como con cada penetración un manantial de fluidos salía de ella. Estaba sorprendida su cuerpo era controlado no por la pasión sino por el sexo puro.
Unos ruidos de motores de vehículos se escucharon en el centro del regimiento.
Ana Maria sin percatarse de ello y encantada de su nueva experiencia sexual, opto por levantarse de los muslos del chico, para lanzarse sobre el sofá. Respiro hondo al sentir a pedro nuevamente entrar en su vagina. El muchacho lo hizo con lentitud.
Los motores se apagaron justo en el momento de la penetración.
Voces alteradas se escuchaban afuera en el patio, al igual que ruidosos pasos de soldados corriendo por doquier.
Ana Maria y Pedro no reparaban en los ruidos, ni en las voces, ni en nada que no fuera de origen sexual.
Repentinamente la puerta de entrada a la casa se abre, para dejar ver a contra luz la figura de Coronel Aristimuño. El coronel llevaba un arma en la mano y su respiración estaba totalmente acelerada.
Uno de los cuerpos dejo de moverse rítmicamente. Era el de Pedro, que aun penetrando a Ana Maria, se quedo inmóvil al ver la silueta del Coronel.
Ana Maria continuaba sujetando a Pedro por la cintura. La locura la estaba embargando. El delirio producido por el sexo la tenia fuera de este mundo. Ella absorta de todo gracias a Pedro continuaba moviéndose cual potra, buscando que el pene la siguiera penetrando.
- Ana Maria!!!! - Grito Aristimuño apretando la pistola con su mano derecha.
Pedro se desprendió del cuerpo de Ana Maria y se coloco en posición militar de atención con la eterna señal de la mano en la frente, completamente desnudo.
Aristimuño le dijo.
.-Mira coño de tu madre vístete de inmediato...- pero se quedo prendido del enorme pene de Pedro.
Ana Maria salto del sofá pero en dirección a Pedro, se agacho y lo tomo por el pene. Cual desesperada se lo volvió a meter dentro de la boca y en frente de su marido.
-Por dios mujer, deja eso y vistete. Corre arregla tus maletas y recoge las cosas de Valor, Rapido coño.
Afuera se escuchaba aun el rebullicio y el alboroto. Todos los integrantes del regimiento estaban recogiendo sus pertenencias. Corrían para recoger todo el armamento, se podía ver soldados corriendo de un extremo al ptro del patio, cumpliendo las ordenes de los Coroneles y los tenientes.
Los depósitos de armamento y archivo Fueron Volados con explosivos. Se apreciaba que existía una orden re recoger todo lo posible del regimiento.
Las otras esposas de los Coroneles ya estaban recogiendo sus corotos, mientras aun Ana Maria chupaba enloquecida a Pedro.
Sonó un estruendo en la casa de Aristimuño, todos los coroneles corrieron hacia la puerta de la casa, para asombrados ver en el piso a Ana Maria, chupando a Pedro sin quererlo soltar. Ni siquiera las explosiones ni el disparo hecho por El coronel contra el piso logró apartarla del pene del chico.
Todos Los Coroneles quedaron boquiabiertos ante la escena. Castro todavía no comprendía como una mujer podía meterse aquel monstruo en la boca. De inmediato volvió su vista hacia Anastasia que se hallaba a unos paso de el. Al detallarla comprendió que su mujer ya había hecho lo mismo.
Arismendi, el Coronel marico, quedo encantado con Pedro. Sus retinas detallaron cada vena y cada dentimetro de piel del pene del chico.
Castro se limito a decir - ¡verga, burro de guevo se gasta ese coño...!
Pérez el esposo de Maria Elena, sin pensarlo mucho, comprendió también por que su mujer le dolía tanto las piernas y el culo, pues en mas de una ocasión lloraba por el cuarto tomándose el ano con las manos.
Los coroneles estaban sorprendidos. No podían decir nada, ninguna palabra valdria frente al pene erecto de Pedro.
Uno a uno se fue retirando a su casa. Las mujeres iban detrás de sus maridos.
Aristimuño levanto a Ana Maria del piso y con una señal le indico a Pedro que se retirara del lugar, cosa que el muchacho de inmediato hizo.
El coronel levanto del piso el vestido crema y los zapatos y le grito a Ana Maria.
- ¡Mujer tumbaron al Generalísimo!, callo el gobierno¡, todo lo hemos escuchado por la radio de largo alcance. En caracas los adecos liderizan una revuelta popular. El general esta planificando salir del país y nos requiere vivos para retomar prontamente el poder. Nos ha solicitado destruir cualquier evidencia administrativa.... Debemos huir hacia los Andes. La cosa esta caliente en caracas pero en unos poco dias será en todo el país. Así que apúrate recoge todo y nos vamos en el convoy, pero ya...!. -
Ana Maria no escucho ni una sola de las palabras del Coronel Aristimuño. Aun pensaba en Pedro. Luego de un rato, rompió su abstracción e hizo lo mismo que el resto de las mujeres.
A las 4:30 del día 24 de Enero de 1928, el regimiento estaba desierto en su totalidad. Quedaron destruidas solo las áreas administrativas y de función militar, es decir 4 depósitos. El resto, tanto las casas de los coroneles, las barracas, el comedor y el salón azul, los baños, el salón de vapor, el casino y los almacenes de vehículos quedaron intactos pero vacíos.
El ultimo camión del convoy traspaso el portón del regimiento a las 5:20 PM.
A las 5:55 pm un jeep regresó al regimiento. En el estaban Teresa, Ana Maria, Anastasia y Maria Elena. Esta ultima manejando y con evidencias de golpes en el rostro.
Anastasia fue la primera en bajarse del jeep. Corrió hasta el muchacho y lo abrazo diciéndole.
- Pedro mi amor, mi hombre cuidate por dios.- Le dio un beso en los labios y retorno nuevamente al jeep con los ojos llenos de lagrimas.
Ana Maria se acerco viendo el dorso del muchacho y su entre piernas. Lo abrazo y le apretó sensualmente su miembro, a la vez que le decía.
- Divino, divino.
Se devolvió al jeep para consolar a Anastasia que aun lloraba.
Maria Elena casi tropieza con Ana Maria cuando esta regresaba, y al llegar al muchacho le dijo
- Bueno Pedro trate de cumplir mi palabra a tu abuela. Por lo menos estuviste varias semanas en este lugar y aprendiste mucho. De verdad que no te olvidare.- Lo beso y se fue a unir a las dos mujeres montadas en el jeep.
Teresa por ultimo se acerco al muchacho, luego de bajar del jeep un bolsón pesado. Se lo entrego diciéndole.
- Mira mijo, aquí tienes un armamento para que te defiendas ante cualquier vainas. No te quedes en este lugar por mas de dos semanas. Trata de regresar a la casa de tu abuela. El famoso doctor Hernández el que te curo las heridas es el jefe de la sublevación civil aquí en el oriente. Revisa el bolso allí encontraras comida y algo que te servirá para tu futuro.
Teresa se quedo viendo al muchacho por unos segundos, dejando salir por primera vez su primera lagrima de los últimos 20 años vividos. Tomo las mejillas del muchacho con ambas manos y le dio un caluroso beso. Sin mediar nuevas palabras se voltio y volvió al jeep.
Al arrancar y rodar unos pocos metros, Maria Elena detuvo el jeep, se levando en el asiento y le grito a Pedro.
- Sabes por venir hasta acá, el coronel me dio una gran paliza: Pero ¿sabes que? mi amor, es la ultima...! no creo que se levante, de allí donde lo deje.
Se sentó frente al volante y el jeep desapareció tras la segunda curva de la vía.
Lo ultimo que vio Pedro del Jeep fue a Anastasia.
Luego de 8 horas, Pedro se acerco al bolsón. Lo abrió y saco de él: Un fusil, un revólver, municiones, 20 latas de atún, un destapador y una bolsa mas pequeña. En esta habían mas de 2.000 dólares americanos. Dólares que cada una de las mujeres le habían quitado a sus maridos.
Pedro dejo aun lado la bolsa con los graciosos papeles verdes y se apresuro a abrir la primera lata de atún.
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