Sebastián era el cura de un pequeño pueblo de Catalunya. La mayoría de las muchachas iban detrás de él, y al ser él un cura de 23 años, las entendía. A Sebastián se sentía atraído por una joven de su pueblo, Helena. Pero su amor por ella era imposible, ya que era el cura del pueblo, y no quería abandonar la iglesia. Pero una tarde de verano cambio todo.
En aquella tarde el cura estaba dentro del confesionario cuando por sorpresa se arrodilló Helena:
- Que dios le vendiga padre. Pero me gustaría confesar un pegado.
- ustéd dirá hija.
- Estoy enamorada del cura.
- Tranquila, reza tres padres nuestro y serás perdo... ¡¿Cómo dices?!
- Sabía que esto le iba a asustar padre.
- Le puedo confesar algo a ustéd, Helena?
La chica no supo que decir, pero dijo un "sí" entre susurros.
- Yo me enamoré de ustéd hace tiempo, Helena.
Ella quedó sorprendida, y al mismo tiempo locamente contenta.
- Abandone la iglesia y vayamonos juntos muy lejos.-le contestó la chica.
- Eso no puedo hacer, pero siempre me ha interesado mucho lo de, lo de... sexo.
Ella dijo que se ofrecía ante él, para hacer el amor, ya que los dos se amaban.
- No abandonaré la iglesia, pero quiero estar junto a ti, escondidos de la gente.
Ella entró en el confesionario. Y le bajó los pantalones al cura Sebastián. Ella quedó sorprendida, tenía una verga enorme, y aquello era nuevo para ella. Ella empezó a darle lametones en su tranca, y se metía el miembro hacia el fondo de su boca con largos lametones. No tardó en correrse en la boca de la muchacha, empapándola. Aquello al cura le había encantado. Desnudó brutalmente a Helena, tumbándola en el suelo del confesionario con las piernas abiertas. Se tumbó sobre ella, clavándosela brutalmente mientras la chica gemía de dolor. Nunca se había imaginado al cura sobre ella. Este empezó a bombearla brutalmente mientras esta gemía y le gritaba:
- Oh, padre, sii, asíi, hazme el amorrr!!
Una anciana se asustó al ver el confesionario dando tumbos y se fue espantada.
El cura Sebastián agarró las nalgas de Helena mientras se la clavaba muy bestialmente y la estrellaba contra la pared del confesionario. La llenó de semen y salían hilillos de sangre por la tranca de Sebastián.
- Es una bestia padre.
Este le dio la vuelta a la chica muy brutalmente, haciendo que pusiera su culo en pompa, y esta chilló para que no se lo hiciese, pero el cura ya se la había clavado hasta el fondo y no paraba de darle muy bestia por detrás. Los huevos del cura chocaban contra el trasero de Helena. Ella no paraba de chorrear sangre. El semen se mezcló con la sangre de la joven, y este al terminar la vistió. La chica no se despidió de Sebastián y se fue cojeando de la iglésia. El cura salió medio vestido, con la sotana colgando. Se arrodilló ante la cruz mientras decía:
- Que Dios me perdone.

(me gustaría saber la opinión de esta narrativa)