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Las clases de gimnasia ritmica 2º parte

la noticia se extendió muy rápido, los chicos de mi clase habían oído esa noticia con lo cual fui objeto de burla, mis amigos (o al menos, los que creía amigos), los había perdido por culpa de esa estúpida noticia, tal vez lo peor es que la gente me creía gay, todos aquellos ex amigos que me veían, se alejaban disimuladamente, eso me dolía, aquellos en los que creí mis amigos como me han dado la espalda, la verdad es que esto me dejaba bastante dolido, pero lo único que podía hacer de momento era aguantar, esto tenía un cierto parecido con lo que le pasaba a Karen, sabía que tarde o temprano yo también me iba a derrumbar, tenía que aguantar, decidí no parecer afectado ante mis padres para no preocuparles, era lo que menos me haría falta en estos momentos, usando parte de mis ahorros, compré algunas mantas e hice del sótano mi lugar de entrenamiento, tal vez no fuera el lugar más preparado para entrenar, pero estaba dispuesto a entrenar al coste que fuera, me encontraba con mucha ira reprimida, no podía soportar aquella situación por mucho más, estaba al borde de un ataque de nervios, vi a un bicho arrastrándose por el suelo, yo tenía que descargarme de alguna manera, así que hice que la cinta fuera para atrás y haciendo fuerza moví el brazo adelante, como resultado, el bicho fue aplastado por la cinta, en ese momento sentí algo que me recorrió cada parte de mi cuerpo, esa sensación era poder, me sentía más fuerte, con esta cinta entre las manos me sentía con fuerza para hacer frente a todos aquellos que se rieron de mí, me las pagarán, toda la tarde la pasé intentando usar mi cinta como arma, lo único que llegué a conseguir fue darle un uso como látigo, nada más, al caer la noche estaba exhausto, miré el mango de la cinta y la voz de la razón vino a mí, “realmente…¿realmente es necesario luchar para hacerse respetar?, ¿he de rebajarme hasta su nivel para conseguir su respeto?”, entonces, tuve una aclaración, solo estaba confuso, pero ahora lo veía todo claro:
- ¿Para qué su respeto?, su respeto no tiene ningún tipo de valor para mí, ellos no son nada frente a mí, que se metan su respeto por donde les quepa, ¡entrenaré muy duro sin importarme las opiniones de aquellos que me dieron la espalda, destino, me has planteado un duro reto, pero, ¿sabes qué?, voy a superar todos esos obstáculos y todos los que me pongas, porque llegaré a ser un gran campeón.
Me sentía más aliviado, sabía que no me iba a reducir al mismo nivel de esos brutos, pero de todas formas, veía conveniente practicar la técnica del látigo en caso de necesidad, tras pegarme una ducha y cenar, al acostarme me sentía realmente bien conmigo mismo, pero esa tranquilidad se iba a desaparecer pronto, un fuerte flash me indicó que volvía a estar “allí” (llamo así a este raro sueño), me encontraba sobre el tejado de la primera planta, frente a una ventana, dentro, veía a Karen sobre una cama, escondía su cabeza entre sus rodillas, al parecer no había pasa mucho desde el ultimo sueño, podía a quienes suponía que eran sus padres, abrí levemente la ventana para intentar oír algo de lo que estuvieran diciendo:
- Vamos pequeña, hay cosas que cada persona no puede hacer o no se le da, está visto que la gimnasia rítmica no es lo tuyo.
- Me es igual, estoy dispuesta a ir al campeonato nacional y ganar el trofeo para la escuela.
- Pero, pequeña, sabes los problemas que tienes, el doctor ha recomendado que no practiques ese deporte, es más, el ve conveniente que no practiques ninguno.
- Mamá, soy consciente del riesgo, pero quiero ser reconocida, demostrar que valgo.
- Nosotros sabemos que vales, y mucho, pero no creo que sea conveniente que te hagas reconocer por ese método.
- ¡Me haré reconocer al precio que haga falta!.
Ella fue corriendo a la ventana y lo poco que la abrí, la cerró de golpe, yo perdí el equilibrio y rodé por el tejado hasta caerme, estaba a pocos milímetros del suelo hasta que un flash me indicó que había acabado mi tiempo “allí”, como cada vez que soñaba con ese lugar, amanecí empapado de sudor y con la respiración agitada, no sabía cuanto iba a durar a este ritmo, por otro lado, tenía curiosidad sobre como iba a seguir esto, de todas formas, tenía que prepararme para irme al instituto, en la mochila metí mi cinta, la que en gran parte de esos días fue mi única amiga en el instituto, cuando estaba en clase, todo parecía normal, pero los problemas aparecerían luego, yo me encontraba en una parte del patio, sentado, tranquilo, moviendo la cinta con ligereza, era más entretenido de lo que se podía pensar, pero entonces, alguien apareció:
- Vaya, así que aquí estas, afeminado Mike.
Era Jack, uno de mis amigos que se pusieron en mi contra, venía con una especie de pandilla, con un simple movimiento de muñeca, recogí toda la cinta, la verdad es que ahora había que enseñarle que no soy tan fácil de enfadar, ni tampoco de dañar:
- ¿Qué quieres, Jack?.
- Quiero que te maquilles y vayas contoneando las caderas para que todos nos podamos reír de ti.
- Ya, seguro.
- ¿Ahora te haces el chulo?.
- No me hago nada, a los problemas no se les vence huyendo, se les vence plantándoles cara.
- Muy bonito, ¿dónde lo has leído?.
- Realmente no conseguirás nada, me tomas por afeminado por practicar un deporte de chicas, esa es tu opinión, la cual para mi no es más que basura.
- Bien, ahora podremos reírnos tanto como queramos de ti.
- Podréis hacer lo que queráis, para mi ya no sois nada.
- ¿Ya no buscas nuestro respeto?.
- ¿Vuestro respeto?- solté una pequeña risa- ¿es que acaso tenéis respeto?, de ser así, no lo quiero, yo solo pienso buscar el respeto de aquellos que son importantes para mi y vosotros no llegáis a nada de eso.
- ¿Estás buscando pleito?.
- Mira primero quien busca qué.
- Te voy a enseñar.
Vino dispuesto a pegarme, pero gracias a la gimnasia rítmica tenía mucha más agilidad por lo cual, esquivar sus golpes resultaba asombrosamente fácil, me separé un poco y solté la cinta:
- Ahora me toca a mí.
Levantando la cinta, apliqué la técnica del látigo contra él, un par de golpes bastaron antes de que cayera al suelo:
- Es imposible.
- Esto para que veas que una cinta de este tipo no solo sirve como instrumento, sirve para algo más, ahora si ninguno más también quiere recibir, ¡os recomiendo que os valláis ahora mismo!.
Eso bastó para que levantaran a Jack y salieran corriendo, la verdad es que me había sentido mucho mejor, seguro de mis posibilidades, una voz a mi espalda me sorprendió:
- No estuvo nada mal.
Me di rápidamente la vuelta para ver quien era, su cara la reconocí enseguida, era una de las chicas de mi clase de gimnasia rítmica, esto último puede parecer absurdo, pero todavía tras varias semanas no he conseguido recordar el nombre de ninguna chica:
- Tú eres una de las chicas de la clase de Helena, ¿cierto?.
- Si.
- ¿Fuiste tú quien extendió la noticia de que yo practicaba gimnasia rítmica?.
- Realmente no esperaba que tuviera estas consecuencias, a decir verdad, solo se lo conté a una amiga, nada más.
- Me supongo el resto, una se la cuenta a otra, esa otra se lo dice a otra persona y así hasta que se entera todo dios, por un lado estoy enfadado porque no me gusta que se cuenten cosas sin mi consentimiento, pero por otro lado estoy agradecido, porque he descubierto que no tengo aliados aquí, solo- con un movimiento de muñeca, recogí la cinta- esta cinta, nada más, para ver la verdad a veces hay que verla desde el dolor, pero ese dolor te acaba haciendo más fuerte, así que supongo que he de agradecértelo, gracias.
- Pero, ¿en realidad no me odias por haber hecho que tus amigos te dieran la espalda?.
- No, porque esos en realidad está visto que no eran mis amigos, a un amigo se le apoya en lo bueno y en lo malo, si no eres capaz de apoyar a un amigo cuando más te necesita, entonces, no eres su amigo.
Dicho esto, me di la vuelta y me fui con ritmo lento, calmado, finalmente le había hecho frente al problema.
Al día siguiente, me encontraba en el mismo lugar, jugando con la cinta, era mi único entretenimiento durante el descanso, pero, al poco rato apareció la chica de ayer, se sentó a mi lado y me dijo:
- Hola.
- Hola.
- ¿Sabes?, vengo a hacerte compañía.
- Realmente, el hecho de estar solo no significa que esté mal, si lo haces por que te doy pena, mejor vete.
- Es que tengo curiosidad de conocerte, hemos estado mucho tiempo trabajando en las clases de gimnasia rítmica, incluso a veces juntos, pero jamás nos has dicho una palabra a ninguna excepto a Helena.
- Simplemente, no lo he visto necesario.
- Pero, ¿cómo pretendes conocer gente si no entablas conversación con ellas?, por otro lado, tengo curiosidad sobre como haces para tener tanta destreza con la cinta.
Solté una sonrisa y dije:
- Es un don.
- La verdad es que tú aprendes todo más rápido que nosotras.
- Yo tampoco lo entiendo, pero, al tocarlo es como si supiera de años atrás como se maneja, es algo rarísimo, porque yo es la primera vez que practicaba este deporte.
- No hay duda, tienes un don.
- Lo sé.
- ¿Sabes?, podríamos vernos aquí todos los días y hablar un rato, ¿no crees?.
- Este es el único lugar tranquilo donde puedo estar lejos de esa gente.
- Si te molesto, me lo dices.
- No me molestas, es bueno volver a hablar con alguien que no te insulta, ni te intenta picar ni va de malos rollos.
Ella sacó una sonrisa, con lo cual yo sonreí también, nos encontrábamos felices, cuando salí del instituto, una vez me hizo detenerme:
- ¡Espera!.
Me di la vuelta y era la chica de antes, cuando se puso a mi altura me dijo:
- ¿Puedo acompañarte?.
- Claro, pero primero recupera el aliento.
Ella se había puesto roja por aquel comentario, cuando ya había recuperado el aliento nos pusimos en marcha, eso si, fuimos con paso tranquilo, tenía que preguntarle algo antes de que se me fuera la cabeza de nuevo:
- Por cierto, ahora que me viene a la mente, ¿cuál es tu nombre?.
- Bueno, ya se sabe que más vale tarde que nunca, mi nombre es Jennifer.
- Bonito nombre.
Estuvimos caminando un largo rato, ya que íbamos a un paso lento, hablábamos tranquilamente, era interesante hablar con alguien que no fuera ni mis padres ni Helena, entre tanto hablar ella me detuvo un segundo:
- Vaya, ya hemos llegado a mi casa.
- ¿Ya?.
- Aja, es aquí, ¿tú sigues más adelante?.
A decir verdad, no sabía donde me encontraba y me temo que esta vez un flash no me dejaría en mi cama:
- No pasa nada, seguro que tanto hablar, hemos pasado mi casa de largo- dije con una sonrisa nerviosa, me hacía parecer estúpido realmente.
- No era mi intención.
- Bah, no pasa nada, estoy voy para atrás y llegaré a mi casa, no te preocupes.
- Bueno, está bien, te veo mañana.
- Igualmente.
Ella entró en su casa y una vez que no me veía, solo una pregunta tenía en mente:
- ¿Dónde coño estoy?.
Estaba claro que seguir para adelante solo me ayudaría a perderme más, así que fui hacía atrás, tardé poco en identificar las calles y saber por donde volver a mi casa (por suerte para mí, claro), la tarde la pasé entrenando, para seguir mejorando, esa noche dormí sin que ese sueño raro hiciese acto de aparición, la verdad es que cuando amaneció me sentí realmente tranquilo, así que me encaminé hacía el instituto con mucha calma, había conseguido que aquella gente me dejara en paz, era como haberme quitado una espina que tuviera clavada, las clases las pasé tranquilo, luego en el recreo, me senté en el mismo lugar de ayer y Jennifer no tardó mucho en aparecer, ella traía su comida consigo, se sentó a mi lado y al poco de empezar a comer me dijo:
- ¿Quieres?- dijo mostrándome la comida.
- No, gracias.
- Por cierto, ¿nunca traes nada para comer?.
- Pues no, así tengo más ganas de comer cuando llego a mi casa.
- ¿Qué haces después de acabar con los deberes?.
- Pues he hecho en el sótano mi pequeño lugar de entrenamiento, allí es donde practico hasta la noche.
- ¿Tienes un suelo acolchado en el sótano?.
- Que va, tengo mantas cubriendo todo el suelo.
- Eso es malo, si haces alguna caída de espaldas o algo te puedes hacer mucho daño.
- Es un riesgo que estoy dispuesto a correr, entrenaré al precio que sea.
- Vaya, pareces muy seguro de ti mismo.
- Eso es lo más importante, la seguridad en uno mismo.
- ¿Tú crees?.
- Por supuesto, seguridad y no dudar de tus habilidades, ahora que lo pienso, aunque no venga a cuento con esto pero, tus padres deben de tener bastante dinero, porque tu casa no era ni mucho menos algo pequeño.
- Lo sé, pero no me gusta alardear de ello, mi familia posee mucho dinero, pero nunca voy chuleando por ahí eso, es de muy mal gusto y no soy ni por asomo una niña mimada, eso si, mi casa cuenta con una sala acolchada, si quieres que algún día practiquemos juntos, avísame, ¿vale?.
- ¿No sería abusar un poco?.
- Claro que no, además, así no te fastidias la espalda.
- Es muy amable por tu parte.
- No es nada.
- Ya practicaremos algún día, juntos.
- Eso espero, tengo una pregunta.
- ¿Qué?.
- ¿Cómo te sentiste el primer día que apareciste en la clase?.
- ¿Te refieres cuando ya estaba delante vuestra?.
- Si.
- Pues nervioso, inseguro, bastantes sensaciones negativas, el hecho de que todas las chicas me miraran hacía que me pusiera nervioso.
- Bueno, supongo que era normal, ¿y a estas alturas como te sientes?.
- Sé que cuento con el apoyo de Helena, con eso me es bastante para sentirme seguro.
- Ahora también cuentas con mi apoyo, solo es cuestión de enseñar a las chicas como eres y seguro que les caerás bien, así luego dejarás de estar inseguro.
- Tal vez, ¿me puedes esperar aquí?, es que tengo que ir al servicio un momento.
- Claro.
Me levanté y me puse en camino, pero, a ella hubo algo que le llamó la atención:
- Mike, ¿hasta cuando vas al baño llevas la cinta contigo?.
- Claro, la cinta casi se ha convertido en una parte de mí, en fin, ahora vuelvo.
Cuando salí del baño, al final de aquel solitario pasillo, oía unas voces, así que me acerqué para ver de que se trataba, cuando me acerqué lo suficiente, pude ver que se trataba de Jack, esta vez su pandilla no estaba con él, pero en cambio tenía contra la pared a una chica, tenía que actuar:
- Vaya Jack, eres como una enfermedad, siempre estás jodiendo a alguien.
- Mike, creo que va siendo hora de tomar la revancha.
- Querrás decir, la doble derrota, deja a la chica tranquila y lárgate por ahí.
- Ahora te voy a enseñar- soltó a la chica, pero inmediatamente la agarró con una mano del cuello, con la otra mano, sacó una pistola.
Se le veía que estaba resentido de la otra vez, esto se ponía interesante, dio un disparo y tenía que dar gracias a la gimnasia rítmica de nuevo por la agilidad que me había proporcionado, para mi suerte, solo me rozó la cara, con la cinta hice que soltara la pistola, un segundo movimiento hizo que la cinta se enredara alrededor de su cuello y lo pudiera reducir:
- ¿Ahora qué?, con un movimiento te puedo asfixiar y con dos, matarte, pero, ¿sabes qué?, no haré nada de eso, simplemente, cuanto más te resistas, más aire te iré quitando, así menos resistencia pondrás- fijé mi mirada en la chica que tenía atrapada Jack antes- chica, quiero que cojas esa pistola con un pañuelo, no la toques con la mano directamente, iremos a ver al director a ver que le parece.
Llegamos al despacho del director, ella explicó todo y se entregó el arma, todo había salido bien, cuando salimos la chica y yo del despacho del director me dijo:
- Muchas gracias, veo que llevas una cinta, ¿practicas la gimnasia rítmica?.
- Si.
- Eso es bueno, yo también la practico, ahora me apunté en una escuela nueva, espero que nos volvamos a encontrar, por cierto, mi nombre es Michelle.
- El mío Mike.
- Encantada.
- Igualmente.
Volví al lugar donde se encontraba Jennifer, la pobre me había olvidado de ella, cuando la vi, estaba allí leyendo un libro, cuando me puse a su lado le dije:
- Disculpa la tardanza, tuve unos contratiempos.
- No pasa nada.
De repente, sonó la campana:
- Vaya, te he hecho perder todo el recreo, perdona.
- No pasa nada, en serio- me dijo con una sonrisa.
Mientras ambos caminábamos de camino a casa, al pasar por mi casa le dije:
- Esta es mi casa.
- Es bonita, pero, si esta es tu casa, ¿por qué sigues adelante?.
- Ya cuando lleguemos a la tuya yo vuelvo sobre mis pasos, así de paso me entretengo un rato caminando.
Habíamos llegado a su casa, antes de que ella entrara me dijo:
- Hoy tenemos clase de gimnasia rítmica, ¿te parece que vayamos juntos?.
- Bueno, si tu quieres acompañarme, por mi no hay problema.
- ¿Vendrías a buscarme entonces?.
- Vale.
-Me pasaré un rato antes de las 6.
- Aquí te estaré esperando.
- Hasta después.
- Adiós.
Me fui a mi casa y almorcé, me puse a practicar un poco hasta la hora de salir, ya que no debía cansarme más de la cuenta, de lo contrario, no podría aguantar la clase de gimnasia, eran las cinco y media cuando salí de mi casa y me encaminé a la casa de Jennifer, cuando llegué, ella estaba sentada en la entrada de la casa, al verme llegar, se levantó y cuando se puso a mi lado dijo:
- ¿Vamos?.
- Si, vamos algo justos de tiempo ya.
Aligeramos algo el paso para poder llegar a tiempo, y así lo hicimos, casi no llegamos, pero nos dio tiempo a cambiarnos y a entrar en la clase, Helena todavía no había llegado y eso me llamó un poco la atención:
- Al final tanto correr para nada.
- Eso parece.
Yo cogí una cinta y me puse a moverla con calma, ya extrañaba la sensación de tener una cinta entre las manos, Jennifer se me acercó y me preguntó:
- ¿No hemos empezado la clase y ya tienes una cinta entre las manos?.
- Bueno, ya es que me gusta llevar una cinta entre las manos, no me gusta perder el tiempo.
Entonces, apareció Helena y dijo:
- Chicas, os voy a presentar a una nueva compañera.
- ¿Compañera?- preguntaba Jennifer.
- Eso he dicho, pasa.
Apareció una chica, que aunque mi sorpresa era Michelle, la chica la cual ayudé contra Jack:
- Saluda.
- Hola, mi nombre es Michelle, encantada de conoceros.
- Hola- dijimos a la vez.
- Bueno, necesito que una de vosotras le ayude a ella un poco con lo que hemos aprendido así como un breve resumen.
- Yo- dijo Jennifer levantándose.
Al parecer, ellas dos ya se conocían, por lo que fueron a un rincón para ella darle un resumen de lo que habíamos dado, cierto que no era tampoco mucho, pero convenía hacerlo lo más breve posible, la clase transcurrió sin más contratiempos, cuando salí del baño tras cambiarme vi a algunas de las chicas:
- ¿Ocurre algo?.
- La nueva dijo algo sobre que la salvaste con una cinta de las que usamos nosotras.
- Si.
- ¿Cómo es eso?.
Hice una pequeña demostración de lo que había hecho cuando aprendí la técnica del látigo, cuando terminé mi “exhibición”, recogí la cinta y me fui, pero una mano me paró antes de salir:
- Espera.
Me dí la vuelta, era Jennifer, me dijo:
- ¿Vamos juntos?.
- Hoy no, tengo que irme ahora con Helena.
- ¿Con Helena?.
- Si, ella es mi mejor amiga.
- ¿Tu mejor amiga?, pero si te saca lo menos 5 años.
- 9 años.
- ¡9 años!, pero es demasiado.
- Pero, yo lo veo más allá de la edad, para mí ella es mucho más que mí mejor amiga, más adelante llegues a entenderlo.
En eso apareció Helena:
- ¿Vamos, Mike?.
- Si, adiós Jennifer.
Nos montamos en el coche y nos fuimos, aquella noche empezaría algo peor que los extraños sueños, no podía conciliar el sueño, era algo muy extraño, pero la cosa es que tardé bastante antes de poder volver a conciliar el sueño, pero era como si no pudiera dormir por el motivo que fuera, era algo que no entendía, ese fin de semana no dormí absolutamente nada, Helena no estaba de acuerdo en que fuera al instituto en mi estado, pero fui, muy a mi pesar, cuando estaba en el recreo, apenas podía mover la cinta, estaba demasiado cansado, Jennifer al verme me dijo:
- ¡Mike!, pero, ¿qué te ha pasado?, te ves horrible.
- Hace dos días que no consigo dormir, pero ni 5 minutos en estos dos días.
- Deberías ir a tu casa y descansar.
- Ese es el problema, no consigo descansar, aunque fuera a mi casa, no conseguiría nada y para estar tirado en la cama sin hacer nada, yo supongo que sería mejor estar aquí.
- Bueno, pero si necesitas algo, avísame, ¿vale?.
- Gracias.
Llegué al miércoles y seguía sin poder dormir, estaba que hasta me costaba moverme, pero, iba a clase de todos modos, en el recreo, no era siquiera capaz de mover la cinta, estaba totalmente sin fuerzas, apenas tenía fuerzas para caminar, si el Lunes, Jennifer estaba preocupada por mí, ese día estaba muy preocupada:
- ¡Mike!, estás peor que el lunes.
- Ya lo sé, pero, me es imposible conciliar el sueño, no creo que pueda aguantar mucho más hasta que me pase dios sabe qué.
- Tendrías que ir al doctor.
- No creo.
- Pero, mírate, estas que apenas puedes caminar.
- Ya se me pasará, no te preocupes.
El timbre tocó, ese sonido que antes apenas me perturbaba ahora sonaba como un taladro, ella al ver como me cubría la cabeza, se preocupó más todavía, pero la tranquilicé una vez el sonido cesó:
- Estoy…estoy bien.
Me ayudó a levantarme y me acompañó hasta clase, al finalizar las clases, estaba que no podía con mi alma, cuando apareció Jennifer, me hice el fuerte para no preocuparla:
- ¿Vamos?- pregunté.
- Si.
La verdad que el camino hacía su casa se me hizo una eternidad, pero antes habíamos pasado por la mía y me dijo:
- ¿No prefieres quedarte aquí?.
- No, sigamos.
Cuando por fin habíamos llegado a su casa, ella estaba a punto de entrar y yo a punto de irme cuando tuve unos flasesh de imágenes, demasiado rápido para enterarme que eran, pero fueron los 5 segundos peores de mi vida, un fuerte grito hizo que me desplomara sobre el suelo, luego, oscuridad, silencio, cuando desperté la luz era tenue, estaba en una cama, las cortinas estaban cerradas, ¿dónde me encontraba?, lo último que recordé fue que me desmayé cerca de la casa de Jennifer, así que me suponía que me encontraba en una de las habitaciones de la casa, de pronto, la puerta se abrió, ví una silueta, y al poco, encendió una luz, la cual me destelló, tapé mis ojos hasta que ya la luz se reguló, una voz me dijo:
- Por fin despiertas.
Aún sin abrir los ojos, sabía que era Jennifer:
- ¿Sabes?, me habías dado un buen susto cuando te desmayaste en mitad de la calle.
- Lo siento.
- Bueno, al menos has recuperado una buena parte de las horas de sueño que perdiste.
- ¿Por qué lo dices?, ¿qué hora es?.
- Es Jueves, las doce de la mañana.
- ¿¡Como!?, es decir que llevo…
- 20 horas durmiendo, casi un día entero.
- Siento todas las molestias que haya podido causar.
- Bah, no ha sido nada, ha sido más bien como tener un muñeco bien grande que ocupaba toda la cama- dijo riéndose.
- Pero, ¿tú que haces aquí a esta hora?.
- Bueno, alguien tenía que cuidar de ti.
- Pero, ¿este es tu cuarto?.
- Si.
- ¿Y mis padres?, estarán muy preocupados.
- No te preocupes, mi padre es médico, consiguió tu historial y llamó a tus padres.
- Vaya primera impresión he dado a tus padres.
- Pues si- dijo riéndose- mi padre te hizo una revisión para ver por qué te habías desmayado.
- ¿Y bien?.
- Bueno, como era de esperar, te desmayaste por falta de sueño, estabas extremadamente cansado y tu cuerpo uso un recurso de emergencia (el desmayo).
- Al menos, ya me encuentro recuperado, gracias por tu hospitalidad.
- No es nada, pero, ahora me debes una.
- Claro, cuando haya algo que pueda hacer, házmelo saber.
- Bueno, tal vez si me puedas echar una mano.
- ¿En qué?.
- Verás, mi tío es dueño de una autoescuela, y me hará un examen teórico, para así cuando tenga la edad para hacer el práctico ya no tener que hacer este, entonces necesito tu ayuda para que me ayudes a estudiar.
- ¿Para cuando es el examen?.
- Aprovechando la huelga de profesores que habrá mañana, pues a la una menos cuarto tengo que estar en la autoescuela.
- Bueno, mientras hayas estudiado, esto no nos llevará mucho tiempo.
- En parte ese es el problema.
- ¿Cuál?.
- Pues…que no he estudiado.
- Sabrás lo que saldrá al menos, ¿no?.
- Eso si.
- Ah bueno.
- Pero…poco no es.
Ella me enseñó todo lo que había que estudiar, mis ojos se habían quedado como platos, iba a ser largo y solo disponíamos de un día para que pudiera aprender todo eso, a la hora del mediodía, su madre apareció:
- Vaya, así que finalmente nuestro invitado se ha despertado.
Yo, me levanté y presenté mis respetos:
- Gracias por haberme acogido mientras estuve desmayado.
- No es nada, al parecer, eres un buen amigo de mi hija y claro está que no te íbamos a dejar allí tirado en la calle.
- Gracias de nuevo.
- Por curiosidad, ¿qué hacéis?.
- Me está ayudando con el examen teórico del carné.
- Eso está bien, Mike, ¿te quedas a comer?.
- No quisiera ser molestia.
- Oh vamos- me animó Jennifer- aunque solo sea una vez.
- Bueno, supongo que sí.
Al lado de la puerta encontré mis zapatillas, al parecer una gran parte del suelo del cuarto estaba con una alfombra blanca, era bastante suave al tacto y por ahí se iba descalzo, bajamos a comer, me parecía extraño comer en un lugar donde no fuera ni mi casa ni un restaurante, en la mesa se encontraba, su padre, su madre, ella y yo, mientras comíamos el padre me preguntó:
- Mike, ¿es ese tu nombre, no?.
- Si.
- Bueno Mike, quisiera que me respondieras a una pregunta.
- ¿Cuál?.
- ¿Cómo es que aguantaste 5 días sin dormir ni siquiera un momento?.
- A decir verdad, yo tampoco sé, pero fueron los 5 días más horrorosos de mi vida.
- La verdad es que tenías a nuestra hija muy preocupada.
- Yo la verdad es que no esperaba desmayarme, pero segundos antes, vi montones de imágenes juntas, fui incapaz de identificar alguna, segundos más tarde, un fuerte grito hizo que me desmayase.
- Pero, yo no oí nada Mike.
- Jennifer, no fue un grito que viniera de fuera, era un grito que salió de mi mente, por cierto señor, su hija me ha dicho que me examinó mientras me encontraba inconsciente, supongo que el diagnostico estaba claro, pero, ¿por qué me desmayé?.
- El desmayo fue producido por la falta de sueño en esos 5 días.
- Espero que a partir de hoy pueda volver a dormir de nuevo normal, no estoy por la labor de que pasen otros 5 días y me vuelva a desmayar.
El resto del almuerzo pasó sin más comentarios, una vez terminamos, Jennifer y yo subimos para seguir con la esperanza de que ella pudiera memorizar todo lo necesario en un día, el resto de la tarde y la noche la pasé sentado encima de aquella cama ayudándola con las preguntas, a decir verdad, había perdido la noción del tiempo, mejor dicho, ambos la habíamos perdido, debía ser bien tarde, empezaba a tener sueño y me estaba empezando a caer de sueño, esta vez si tenía la posibilidad de dormir, pero tenía que seguir en pie para ayudar a Jennifer con aquel examen, llegó un momento en el que no aguanté más y me tiré sobre la cama donde estaba sentado para dormir un rato, la parte que viene ahora será contada por Jennifer ya que yo estaba totalmente dormido.
*Parte del relato contada por Jennifer:
Me encontraba respondiendo las preguntas que me iba haciendo Mike, era ya tarde, más de la una y ambos estábamos cansados, cuando de repente oí algo, me di la vuelta y vi a Mike, tirado sobre la alfombra, esta vez no se había desmayado, se había echado a dormir, bueno, yo creo que ya me sabía el examen, así que también me merecía un descanso, yo sin que él supiera nada, le dije a mis padres que se quedaría conmigo esta noche también, espero que no se enfadara cuando se lo fuera a decir al día siguiente, hacía calor, era una noche calurosa, así que me cambié, con unas bragas y una camisa corta, abrí un poco la ventana para que al menos corriese un poco de aíre, la verdad es que tenía una curiosidad, la noche anterior dormí en otra habitación, pero esta vez estaba dispuesta a dormir aquí, cogí una sabana, la más fina que tenía me metí yo en la cama y le tapé a él y a mi, cogí sus brazos de forma que pareciese que me abrazaba, yo puse mi cabeza en su pecho, lo abracé y me puse en disposición de dormir, era una experiencia curiosa, como podía notar los latidos de su corazón, era una sensación tranquilizadora, poco a poco me iba quedando dormida hasta que finalmente me quedé dormida totalmente.
*Fin del relato contado por Jennifer.
Al día siguiente, desperté, no me lo podía creer, me había vuelto a quedar dormido en esta casa, ¿cómo era posible?, aunque lo que más me llamó la atención fue lo que vi al abrir los ojos, Jennifer estaba dormida sobre mi pecho, pero lo que no recuerdo es cuando se puso ahí, porque cuando me quedé dormido no estaba aquí, me intenté separar de ella suavemente, pero al poco de separarme, ella me agarraba con más fuerza, estaba claro que al menos de esa manera no me podía soltar, miré el reloj y para mi sorpresa:
- ¡Mierda!, las doce.
Tenía que despertarla, se veía mona durmiendo, pero ahora no había tiempo para contemplarla, la movía suavemente para despertarla:
- Jennifer, despierta.
A medida que la movía suavemente, ella iba subiendo y más me abrazaba, creo que no estaba consiguiendo lo que me había planteado, ella iba subiendo y la sabana iba bajando, hasta el punto de que pude ver que en la parte de abajo solo llevaba unas bragas, unas bonitas bragas rosas, con esa vista durante unos segundos me había distraído de nuevo, el tiempo se me agotaba, tenía que hacer algo y rápido, se me ocurría una idea, pero tal vez funcionara, tal vez no, había que intentarlo de todas formas, tocaba suavemente por debajo de las costillas, normalmente la gente suele tener ahí cosquillas, en esta ocasión no me había equivocado, ella empezó a reír, pero no salió exactamente como esperaba, ya que luego sin querer me dio un cabezazo, yo me caí de nuevo a la cama porque me dolía la nariz, ella despertó porque le dolía un poco la cabeza:
- Hmm, ¡Mike!, ¿qué te ha pasado?.
- Me acabas de dar un cabezazo, eso pasa.
- Perdona, pero, es que no me gusta que me hagan cosquillas.
- Lo tendré en cuenta para la próxima vez, pero son más de las doce, así que date prisa o llegarás tarde al examen.
- ¿¡Más de las doce!?.
Ella se levantó, rápido y se cambió, yo por mi parte ni me enteré, porque me estaba poniendo unos trozos de papel higiénico en la nariz ya que del cabezazo me salió sangre, cuando salí del baño, ella ya estaba totalmente vestida y preparada, lo que ahora ella respiraba agitada:
- Bueno, ¿nos ponemos en marcha?.
Ella me miró y cuando vio los trozos de papel en la nariz me preguntó:
- ¿Qué te ha pasado?.
- Consecuencias de tu cabezazo, nada importante.
- Perdona, pero es que reacciono de una manera muy brusca cuando se me hace cosquillas.
- Ya me he dado cuenta ya, ¿queda muy lejos?.
- Mejor pongámonos en camino ya.
La acompañé hasta la entrada de la autoescuela, ambos teníamos hambre, decidí esperarla, el tiempo fue suficiente como para plantearme por ejemplo, como es que recuerdo haberme tumbado solo y amanecer con ella al lado y más importante todavía, ¿cómo es que amanecí abrazado a ella?, porque mis manos estaban en su cintura, eso lo puedo asegurar porque eran mis manos, claro está, durante la hora que duró el examen entre otras cosas sentía hambre, pero había algo más, empezaba a sentir algo por ella, tendría que ver algo con este accidental despertar o tal vez antes de eso, cuando la ví dormida sobre mi pecho, se veía realmente inocente, tan indefensa, tan…linda, ¿se suponía que esto era amor?, era muy poco probable, además, seguro que si se lo dijera, se reiría de mi, antes o después de rechazarme, por otro lado, a lo mejor me entiende, pero dudo que me corresponda, aunque también está el hecho de que me quiera acompañar a todos lados y ahora, al despertar me la encuentro abrazada a mi, esto es todo demasiado confuso, entonces una voz me sacó de mis pensamientos:
- Ya podemos irnos.
- ¿Ya?, ¿tan rápido hiciste el examen?.
- ¿Cómo que “tan rápido”?, ha pasado la hora ya.
- Vaya, eso si es pasar el tiempo rápido.
En mitad del camino dije:
- Mejor será que vaya a mi casa para estar allí y de paso tranquilizar a mis padres, tras no haber estado dos días allí, deberán estar de los nervios.
- Está bien, ¿me vienes a recoger para ir a gimnasia rítmica?.
- Vale.
- Adiós.
Antes de irse, me dio un rápido beso en la mejilla, tardé un par de segundos antes de reaccionar, creía que esto se me estaba yendo de las manos, tenía que aclarar estas cosas cuanto antes, pero, obviamente tenía que buscar el momento, ahora lo más importante era ver a mis padres, entré en casa y mi madre salió a recibirme:
- ¡Mi pequeño Mike!.
Se me abrazó fuerte, parecía que el yo no estar aquí la había trastocado un poco, tuve que explicar todo lo sucedido (descartando ciertas cosas, por ejemplo, despertar abrazado a una chica), una vez terminé de contar la historia:
- Pues eso fue, ahora ya consigo dormir normal, pero esos 5 días fueron los más largos de mi vida.
- Pobrecito, por cierto, ¿qué hacéis Helena y tú en su casa?.
Era obvio que tenía que descartar algunas cosas, una vez que sabía lo que decir, así que empecé a hablar:
- Bueno, gracias a ella pues me está “moldeando” para ser un buen amo de casa.
- Eso es bueno, ¿y qué te enseña?.
- Las cosas para la casa: cocina, el uso de las lavadoras y todo lo que conlleva ser amo de casa.
- ¿Sabes cocinar?.
- Bueno, no mucho, pero algo sé.
- Entonces veo que ir allí te está haciendo todo un hombre.
- Sí.
- Un día me tendrás que cocinar algo, tendré que juzgar yo si vales o no para cocinar, ¿vale?.
- Está bien, lo haré.
- Ese es mi pequeño, ya puedes irte si quieres.
- Ajá.
Subí a la habitación, dejé mis cosas sobre el suelo y de la mochila la cinta de gimnasia rítmica y me fui al sótano para entrenar un poco.
Las dos siguientes semanas siguieron normales, pero el viernes de la segunda semana pasó algo ocurrió algo que no me esperaba, me encontraba para no variar en el mismo rincón donde se había ya en mi territorio, Jennifer apareció y me dijo:
- ¿Te puedo preguntar algo?.
- Seguro.
- ¿Vendrías conmigo a pasar el fin de semana en mi casa?.
- ¿A qué viene esa proposición?.
- Bueno, mis padres van a celebrar sus 20 años de casados y me van a dejar sola y me gustaría que te quedarás conmigo.
Durante esas dos semanas, ella me había intentado integrar en su ambiente, es decir, intentando que conozca a sus amigas y amigos, no conseguía sentirme muy cómodo realmente, así que decidí volver a aquel rincón, mi territorio, durante esas noches, no volví a visitar “aquel” lugar, cuando dormía, lo veía todo negro, nada más, aquel flash que me desmayó había sido el último, la verdad, no sabía que era más extraño, si aquel sitio o que todo lo viera negro cada vez que dormía, por un lado, no sabía si ir, pero por otro lado, no me gustaba la idea de dejarla sola, tal vez en su casa fuera el lugar idóneo para aclararme las ideas sobre mis sentimientos hacia ella, así que acepté:
- Está bien.
- ¡Gracias!- me abrazó fuertemente.
- No es nada.
- Tengo una curiosidad.
- ¿Qué?.
- Hace tiempo me dijiste que Helena era algo más que tu mejor amiga, ¿a qué te referías?.
- Ella para mí ha sido como una hermana mayor, alguien que ha cuidado de mí desde que era pequeño, le debo mucho a ella, ha sido mi canguro desde que nací, ella para mí ha sido una gran persona en mi vida, ella ahora me está enseñando cosas que me servirán de ayuda.
- ¿Cómo qué?.
- Cocinar, por ejemplo.
- ¿Sabes cocinar?.
- Pues sí, algo si sé hacer.
- ¿Me prepararás algo?.
- Seguro, es más, te enseñaré a cocinar también.
- Gracias, ahora, ¿por qué no vamos a un sitio algo más…habitado?.
- Vale.
La acompañé hasta con unas amigas, me abstuve de hablar por si decía algo que no viniera a cuento, aunque ella me había dado la oportunidad de hablar, ella en realidad quería que volviera a tener amigos, esas personas ya conocían lo que practicaba y aún así parecían dispuestos a aceptarme, realmente no estaba muy seguro, pero, me armé de valor y me puse a hablar con ellos, al poco me iba sintiendo más acompañado, ya sabía que no era Jennifer sola, ahora volvía a tener amigos, todo se volvía a construir desde la base de mi amistad, salimos de la escuela, tenía que ir a por ropa para esos días, así que nos despedimos al llegar a mi casa, cuando entré, mi madre me preguntó curiosa:
- ¿Quién era esa chica?.
- Una amiga.
- ¿Es la misma chica que te recogió cuando te desmayaste?.
- Si, fue delante de su casa.
- Es guapa.
Ya sabía por donde iba la conversación, al verme con una chica caminando junto a ella ya piensa que es mi novia, vale que nunca tuviera una, pero tampoco es para ponerse como si estuviera en un interrogatorio, en fin, mi madre es así:
- Mamá, sé por donde vas, te puedo decir que ella no es mi novia.
- Oh vamos, tal vez no os hayáis conocido lo suficiente.
- Déjalo mamá, ya llegará el momento de que tenga novia, no tengo prisa, por cierto, este fin de semana estaré fuera.
- Para la casa de Helena, ¿no?.
- Pues no, voy a pasar este fin de semana en la casa de ella, los padres se van a celebrar su aniversario y me pidió que me quedara con ella.
- Y luego dirás que no es tu novia, pero, si te lo ha pedido a ti por algo tendrá que haber sido, ¿no?.
- Porque no quería quedarse sola.
- ¿Y por qué no habría invitado a una amiga en vez de a ti?.
- Pues no lo sé, pero no creo que sea porque tenga intención de hacerme su novio.
- Claro que no…
Ese silencio final me incomodó, pero, tampoco le hice demasiado caso, me fui al cuarto a preparar las cosas, mientras me encontraba en el sótano, mientras subía las escaleras, mi madre apareció por la puerta del sótano:
- Mike, la chica de antes está aquí.
¿Jennifer?, ¿qué hacia ella aquí?, subí las escaleras para encontrarme con ella:
- ¿Qué ocurre, Jennifer?.
- Vamos a clase, ¿no?.
- Déjame coger las cosas.
Fui a coger mi mochila y me puse en camino con ella, al poco de salir, mi madre me dijo:
- ¡Que te diviertas!.
Al poco de ponernos a caminar, Jennifer me preguntó:
- ¿Por qué dijo tu madre eso?.
- Bueno, se puso de pesada preguntándome que quien eras y cosas de esas.
- A mi me pareció una mujer muy simpática.
- Y lo es, pero, hay veces que se pone de pesada preguntándome cosas.
Ella se rió un rato, cuando llegamos a la clase de gimnasia rítmica, la clase transcurrió sin muchos contratiempos, al finalizar la clase, nos preparamos para irnos, entonces, Helena apareció y me preguntó:
- ¿Vamos?.
- Esta semana no, Helena, le prometí a Jennifer que me quedaría con ella este fin de semana.
- En fin, que te lo pases bien, pero, el fin de semana que viene, te vienes conmigo, ¿vale?.
- Si.
Jennifer y yo nos pusimos en camino, por el camino dije:
- ¿Sabes?, Helena me da un poco de pena.
- ¿Por qué lo dices?.
- Pues porque se encuentra sola en ese piso, por eso la acompaño, para que no se sienta sola, es triste vivir en soledad, pero no voy porque me dé pena, sino porque me siento bien a su lado y me está enseñando cosas útiles para mi vida.
- ¿Cómo cocinar?, según me dijiste.
- Si, ese es un buen ejemplo, me enseña recetas, porque ya la base de la cocina me la enseñó hace poco.
- Es una buena mujer.
- Muy buena, por eso quiero que tenga como pareja a un buen hombre, no a ningún cerdo que solo buscan chicas por su físico, yo quiero que conozca a alguien que le sea fiel y que tras conocerlo, ella se quede enamorada.
- A lo mejor yo podría hacer algo.
- ¿Tú crees?.
- Si, tengo un primo de la edad de ella, él no tiene novia y es una muy buena persona.
- Bueno, mira a ver si puedes hablar con él.
- Eso haré.
Llegamos a su casa, los padres se encontraban en el salón:
- ¡Ya estamos aquí!.
- No hace falta que grites, cariño- decía el padre.
- Ya os podéis ir cuando queráis, yo ya tengo a quien pasará conmigo este fin de semana.
- Vaya, así que Mike pasará contigo este fin de semana, ¿no?.
- Sí.
- Hija- dijo la madre- ¿puedes venir conmigo para hablar un momento?.
- Seguro, siéntate ahí Mike, ahora vuelvo.
- Está bien.
Me senté en el sofá, al lado de su padre, cuando ambas se habían ido, el padre se dirigió a mí:
- Mike, vamos a hablar de hombre a hombre.
No sabía por qué, pero cada vez que se dice “hablar de hombre a hombre”, siempre acaba siendo algo importante:
- Mira, Mike, nuestra hija es lo más importante para su madre y para mí, así que no queremos que le hagas nada, ¿entendido?.
Yo me levanté y mirando a una ventana le pregunté:
- ¿Por quién me ha tomado?.
- ¿A qué te refieres?.
- Me está tomando por algo que no soy, piensa que cuando ustedes se vayan, iré desesperado para hacerle el amor a su hija, algo muy lejos de mis propósitos.
- ¿Cuáles son tus propósitos?.
- ¿Mis propósitos?, ayudarla en lo que pueda, hacerla feliz y hacer que nunca se sienta sola o triste, esos son mis propósitos.
- Ya veo, me había equivocado contigo.
- Además, lejos de lo que usted pueda creer, su hija es bastante lista, no hubiera traído a un chico el cuál tendría la intención de hacerla daño, ella es más lista de lo que parece su inocente aspecto.
- Ya veo.
- Así que, por mi parte, le puedo decir que se quede tranquilo.
- Eso me calma, gracias.
De repente, Jennifer y su madre aparecieron:
- Ya estamos aquí.
Jennifer, rauda, dijo:
- Le enseñaré su habitación.
Ella me agarró de la mano y la seguí, pero habíamos llegado a su cuarto:
- ¿Dónde será mi cuarto?.
- Este.
- ¿Y tú?.
- Yo dormiré aquí también.
Eso me había dejado algo confundido:
- Les dije a mis padres que te enseñaría tu habitación y esta es.
- Si, pero no dijiste que fuera tu cuarto.
- Será tu cuarto, no mentí- dijo soltando una risa.
- ¿Tus padres cuando se van?.
- Según me dijeron, se irían temprano, pero tranquilo, podremos dormir los dos aquí tranquilamente.
- No sé.
- ¿Me vas a decir que no te gustó cuando despertaste a mi lado?.
- ¿Te refieres cuando me diste un cabezazo?.
- Uhm, no, antes de eso, cuando tú despertaste y me viste durmiendo sobre tu pecho, ¿me vas a decir que eso no te gusto?, tener a una chica durmiendo tranquilamente sobre tu pecho, ¿eh?.
Ahí me había cogido, me sonrojé un poco al recordar eso:
- ¿Ves?, sabía que te había gustado.
- Bueno, tienes razón, me gustó.
- Por eso, tranquilo, mis padres no subirán, mi madre me lo ha jurado.
- ¿Tu madre?.
- Sí.
- ¿Qué tiene que ver tu madre en todo esto?.
- Nada importante- dijo con una sonrisa.
Sospechaba algo, pero, si ella decía que nada importante, eso creo que significa que su madre y ella estaban compinchadas en algo, aún así, preferí no darle importancia, ambos nos sentamos en la cama y me preguntó:
- ¿No te has planteado llevar leotardo?.
- ¿Leotardo?, no.
- ¿Por qué no?, el leotardo es más cómodo que las mayas.
- No llevo leotardo por esto- levanté la parte de abajo del pantalón, dejando ver mi gran vello.
- Ya veo, yo te ayudaré con eso.
- ¿Cómo?.
- Eso es secreto- me guiñó un ojo- ya te lo diré cuando lo vaya a hacer.
- Está bien.
Estuvimos hablando hasta que su madre nos llamó a cenar, mientras cenábamos, el padre me preguntó:
- ¿Qué te parece la habitación donde vas a dormir?.
Miré a Jennifer, que me guiñó un ojo, yo, siguiéndola el juego dije:
- Es bastante acogedor, gracias.
- Me alegro de que te guste.
Me había salvado por un pelo, Jennifer preguntó a su madre:
- Mamá, ¿a qué hora os vais?.
- Bah, para cuando cualquiera de los dos esté despierto, nosotros ya nos habremos ido, por cierto Mike, mi hija me ha contado que sabes cocinar, ¿es cierto?.
- Pues sí.
- Bueno, yo de todas formas os he dejado algo de comida preparado para estos días, aunque si tú quieres hacer algo, puedes hacerlo, tienes todo tipo de ingredientes, lo único que te pido es que no hagas un desastre en la cocina, ¿vale?.
- Mi maestra me enseñó que siempre de usar la cocina, hay que limpiarla.
- Esa mujer te enseñó bien entonces.
- Lo sé.
Terminamos de cenar con tranquilidad, Jennifer y yo subimos al cuarto y nos pusimos a hablar, eran casi las doce de la noche, ya estábamos algo cansados, yo me fui al baño para cambiarme, un pantalón y una camisa sin mangas, ese era mi atuendo para dormir, cuando salí, ella solo llevaba unas bragas y una camisilla que le llegaba por encima del ombligo, un atuendo, cuanto menos, sexy, ella, se dio la vuelta y me preguntó:
- ¿Qué tal me veo?.
- Te ves bien.
- Gracias.
Nos metimos en la cama, al poco de meternos los dos, ella me abrazó y puso su cabeza sobre mi pecho:
- ¿Parece que le has cogido gusto a mi pecho, no?.
- Es un lugar cómodo para descansar, además, me gusta sentir los latidos de tu corazón, me relaja.
Yo algo nervioso, acariciaba suavemente su pelo, parece que le gustaba, ya que se acomodó y me abrazó un poco más fuerte, luego yo también la abracé, pocos minutos más tarde, nos dormimos, soñé que estaba en un lugar oscuro, era normal ya, había dejado de ir a “aquel” lugar, pero de pronto, una pequeña columna de luz, era raro, miré por esa columna de luz, aunque pronto me di cuenta de que no era una pequeña columna de luz, era un hueco, estaba metido dentro de algún sitio, tras el hueco, pude ver a alguien, estaba sentada, parecía llorando, porque podía oír levemente sus llantos, salí lo más lentamente posible de donde fuera que estuviera, cuando estaba fuera, pude ver que se trataba de un armario, había identificado el lugar, estaba en la habitación de Karen, finalmente, había vuelto, me acerqué sigilosamente para ver que le pasaba, pude ver algo sobre la mesa, parecía un ticket o una especie de pasaporte, cuando me acerqué para cogerlo, ella me cogió la muñeca y me miró, con unos ojos rojos como la sangre y un fuerte flash me devolvió al mundo real, esta vez no salté de la cama, pero abrí los ojos de par en par, giraba la cabeza de un lado a otro para asegurarme que había vuelto, por suerte, Jennifer no se había despertado, eran las ocho de la mañana, por culpa de ese sueño, no pude volver a dormir, así que con muchísimo cuidado me separé de ella con éxito, no se había dado cuenta, bajé a la cocina a preparar algo para el desayuno, primero me preparé el mío, tras comerlo, preparé el de Jennifer, lo puse en una bandeja y lo subí, esta vez descarté la idea de hacerle cosquillas, mi nariz descartaba esa idea, puse la bandeja sobre la mesa, luego movía suavemente a Jennifer para que despertara, ella abría los ojos poco a poco, después de bostezar me preguntó:
- ¿Qué ocurre?, es muy temprano todavía.
- Bueno, yo antes de meterme en la cocina te traje el desayuno, pero si no lo quieres pues nada.
- ¿Me has traído el desayuno aquí?.
- Si, míralo aquí.
Le di la bandeja con el desayuno y ella respondió:
- Vaya, gracias.
- No es nada, come con tranquilidad, yo estaré en la cocina, preparando la comida.
- Pero, si mi madre dejó la comida preparada.
- Bueno, quiero hacer muestra de mis aficiones culinarias.
- Pero, cocinar es aburrido.
- Tal vez, ahí es donde entra la imaginación de cada uno para hacer el arte de cocinar, algo divertido, que no te aburra.
- ¿Tú que haces para no aburrirte en la cocina?.
- ¿Yo?, simple, música.
- ¿Música?.
- Si, así mientras hago la comida, no me aburro.
- Uhm, no sé, yo todavía lo sigo viendo aburrido.
- Bueno, tú distráete con otra cosa, yo iré a preparar el almuerzo.
- Todavía es temprano, quédate conmigo un ratito más- dijo con los brazos extendidos.
- Me gustaría, pero ya una vez que estoy levantado no puedo volverme a dormir.
- Oh vamos, tú eres como mi osito de peluche, he cogido mucho gusto a abrazarte.
- Te lo agradezco, pero la comida no se hará sola, si no puedes dormir, pues espabílate y has algo para pasar el tiempo, por cierto, cuando termines de comer, pásame la bandeja para abajo para lavarla.
- Está bien.
Yo me fui a la cocina a preparar el almuerzo, miré que hubiera los ingredientes que me hacían falta, y puse la música bien alta, con el ritmo de la música hacía de la tarea de la cocina algo más amena, la verdad es que gracias a la ayuda de Helena mi habilidad en la cocina es grande, aunque claro, no se puede ir deprisa, si las cosas quieres que salgan bien, han de hacerse con paciencia, no preparé mucho de todas formas, solo para hoy, ya que era más bien para hacer una muestra de mis capacidades culinarias, mientras dejaba la comida cociéndose a fuego lento, fui limpiando un poco la casa, mientras limpiaba, Jennifer apareció por las escaleras:
- Hola Jennifer.
- ¿También estás limpiando?.
- Claro, hay que aprovechar el tiempo en todo momento, la comida se está haciendo a fuego lento y aprovecho para hacer otras cosas mientras.
- ¿Eso también te lo enseñó Helena?.
- Claro que sí.
- Esa chica te ha enseñado mucho entonces.
- Bastante.
- ¿Y te ha enseñado cosas más…intimas?.
- ¿Cosas más intimas?, ¿cómo qué?.
- Bueno…tú ya sabes, cosas más intimas- se puso roja.
- Habla sin tapujos, si he hecho el amor con ella, ¿es eso?.
- Si.
- Tal vez si, tal vez no.
- ¿Por qué no me dices si o no directamente?.
- Mujer, no es algo que se pueda decir así como así.
- Yo he visto chicos que presumen mucho.
- Yo no soy de los que van contando mis cosas por ahí.
- Al menos dime si algún día me lo dirás.
- Si te consuela, te lo diré, pero más adelante.
- Está bien.
- ¿Me ayudas a limpiar o qué vas a hacer?.
- Oh, claro.
Entre los dos ordenamos la primera planta, llegó el mediodía y daba los últimos a la comida, cuando finalmente estaba la comida hecha, puse dos platos sobre la mesa:
- Bueno, ha llegado el momento de la verdad, probemos a ver que tal me ha quedado.
- Eso.
- Te dejo que lo pruebes tú primero.
- Veamos…
Ella cogió el tenedor y probó la comida, tras unos segundos me dijo:
- Está buenísimo.
- A ver.
Lo probé yo también y era verdad, estaba bueno, a decir verdad, este era mi primer plato y me sentí muy bien al ver que había salido exquisito, comimos hasta no dejar nada en los platos, una vez terminados, cogí los platos y los lavé, ella me preguntó:
- ¿Y ahora que vas a hacer?.
- Descansaré un rato antes de ponerme con el segundo piso.
- ¿También vas a limpiar el segundo piso?.
- Claro
- Pero, no prefieres, por ejemplo, ¿dormir un ratito conmigo?- me dijo guiñándome un ojo.
- Mujer, ya dormiremos por la noche, aprovechemos el tiempo.
- Helena te ha dado mucha energía parece.
- Me ha enseñado a aprovechar el tiempo, más que nada.
Yo me dediqué a limpiar la segunda planta durante toda la tarde, la noche cayó y yo estaba cansado, esa noche creía que caería como un plomo sobre la cama, un poco diferente de lo que realmente pasó, me duché y solo me puse unos pantalones cortos, fuimos a cenar y me comentó:
- No has parado en todo el día, estarás cansadísimo, ¿no?.
- Bueno, no del todo, decir que no estuviera cansado, sería una gran mentira, pero tampoco estoy que me caigo de sueño, reconozco que las primeras veces si acabas destrozado, aunque te acabas acostumbrando.
- ¿Sabes?- dijo rozándome su pie contra mi peluda pierna- tenemos que hacer algo con todo este pelo que te sobra y arriba tengo lo necesario.
- ¿Qué estás pensando?.
- Te voy a depilar.
- ¿¡Qué!?,
- Tú eres un chico fuerte, verás como no es nada para ti, ven, vamos.
Me agarró de la mano y me guió hasta su cuarto, me tumbó sobre la cama y pude ver los instrumentos de “tortura”, crema de afeitar, una cuchilla y…¡cera!:
- Un momento, no pensarás usar cera, ¿verdad?.
- Claro que si, la cuchilla es para las partes más delicadas.
- No estoy muy seguro de esto.
- Oh vamos, tengo experiencia en esto, tú solo túmbate y relájate.
Seguí sus instrucciones y me tumbé, notaba la cera caliente sobre mi pierna izquierda, ella me dijo:
- Ahora, inspira hondo y luego expira suavemente, ¿vale?.
Llené mis pulmones de aire y cuando lo expulsé poco a poco, sentí un fuerte tirón, tenía ganas de gritar, pero me aguanté, realmente, eso había dolido:
- ¿Ves que fácil ha sido?.
- Fácil hacerlo, pero hay que ver como duele.
- No duele, escuece, además, hemos quitado un buen trozo, tranquilo.
Seguimos así durante un rato, primero por delante, y luego por detrás, ella estaba dispuesta a dejarme sin un solo pelo (salvo los de mi cabeza, claro), cuando había llegado a las rodillas, había puesto el límite ahí:
- Bueno, hasta aquí está bien.
- Pero, ¿qué dices?, el leotardo llega hasta bastante más arriba, no puedo dejarlo hasta aquí.
No me sentía muy seguro, ponerme en ropa interior delante de una chica no es algo que pueda hacer con facilidad:
- Ya veo, te da corte quedarte en ropa interior, ¿cierto?.
¿Mi cara tan claro lo expresaba?, ella parecía que iba a hacer algo al respecto, sin dudarlo, se quitó la ropa hasta quedarse en ropa interior, algo que no me esperaba, realmente:
- Ahora que yo estoy en ropa interior, tú deberías quedarte igual, de esta manera, no te sentirás incomodo.
Realmente me iba a seguir sintiendo incomodo, por el hecho de estar en ropa interior delante de una chica, por otro lado, ella había hecho eso para que yo también me quedara igual, aunque había un problema, al verla así, me había venido un calentón, por lo que no era buena idea:
- Vamos Mike, yo ya me he puesto en ropa interior para que no te sientas incomodo.
Tuve que resignarme, no me quedaba otro remedio, así que con un visible sonrojo me fui bajando los pantalones cortos hasta dejarlos en el suelo, con Helena no tenía ningún problema para hacer estas cosas, pero, con ella era diferente:
- Veo que finalmente has conseguido quitártelo- me miró a la cara y dijo- no tienes por qué estar avergonzado, tú me estas viendo también en ropa interior y no estoy sonrojada, es más, me gusta que me mires, llegados hasta aquí, mejor cambiemos a la cuchilla, usar cera cerca de un lugar tan sensible puede ser malo.
Y así fue, usando la cuchilla me quitó el pelo que había donde mis calzoncillos permitían, una vez todo ese pelo fuera dije:
- Bueno, ya está.
- ¿Cómo que ya está?- me dijo mirando con cara pícara- te voy a dejar sin un pelo en el cuerpo (salvo la cabeza, claro).
- Si quieres el pecho, pero ya el punto intermedio entre mis pecho y mis piernas, eso ya no.
- No seas así, si tú te quitas la ropa interior, yo también me la quitaré, pero esta vez serás tú el que tiene que dar el primer paso, mira, te depilo el pecho y luego me dices, ¿vale?.
- Bueno…
Ella comenzó a depilarme el pecho, las caricias que me daba a medida que depilaba, me excitaba, cuando terminó con la parte baja de mí estomago dijo:
- ¿Y bien?.
Tuve que resignarme, me bajé los calzoncillos dejando ver mi pene, erecto ya de hacía un rato, aparté mi mirada sonrojado ya que era algo de lo más vergonzoso:
- Parece que estas contento de verme, ¿eh?.
Yo no respondí, en ese momento me encontraba demasiado avergonzado:
- En fin- dijo levantándose- lo prometido es deuda.
Ella empezó a quitarse el sujetador, eso llamó mi atención, sobre todo su cara, por fin empezaba a sonrojarse, después de caer el sujetador, se bajó las bragas, en ese momento me gustaba el panorama que tenía delante, ella se tapaba levemente con las manos sus partes más intimas:
- Vaya, ahora parece que los papeles se han intercambiado, ahora eres tú la que está sonrojada.
- Bueno, en ropa interior más o menos estoy acostumbrada, pero ha estar desnuda…
- Eso tiene fácil solución, nos vestimos y se acaba el problema.
- ¡No!, dije que no dejaría un solo pelo en tu cuerpo y eso haré, a pesar de lo que me cueste.
Datos del Relato
  • Autor: Shinsen
  • Código: 10220
  • Fecha: 31-07-2004
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.2
  • Votos: 46
  • Envios: 0
  • Lecturas: 9001
  • Valoración:
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