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Las clases de gimnasia ritmica

* los nombres de las escuelas son mera ficción, cualquier parecido con la realidad es solo mera casualidad:

Hola, me llamo Mike, tengo 19 años y aquí dejo escrita mi historia ocurrida hace 3 años, una cosa que al principio empezó como algo que no me gustaba y que acabo siendo uno de los grandes placeres de mi vida:

Mi vida consistía en una rutina, pero una rutina que me encantaba:
Lo primero era despertarme a las siete menos cuarto, luego necesito ese cuarto de hora para terminar de despertarme, me voy a la ducha y en diez minutos salgo de ella, luego me paso unos 5 minutos contemplándome frente al espejo, no digo que sea un mister universo, pero gracias a usar con regularidad a las pesas que me regalaron por navidades he conseguido un cuerpo el cual estoy bastante orgulloso, no muy marcado pero se me nota que tengo fuerza y mi miembro no es nada del otro mundo, pero también estoy orgulloso de él, voy a dejar las medidas del mismo a un lado, pero puedo decir que se sale un poco de la media, pero bueno, ojala a la hora de usarlo también sea algo fuera de lo normal (para bien, claro), pero en cuestión a las relaciones sexuales no hay prisa, tras este espacio de tiempo contemplándome fui a la habitación para vestirme, suelen ser sobre las 7:15 (intento ir lo más exacto posible), vestirme me lleva otros 5 minutos, por ultimo los 25 minutos restantes los uso para desayunar con calma, una vez terminado, me iba rumbo al instituto, esa era mi rutina por la mañana y luego por la tarde, almorzaba, hacia los deberes y luego veía la televisión, antes de acostarme hacia un poco de ejercicio con las pesas y alguna que otra cosa mas, una ducha rápida y a dormir, esa era rutina diaria, hasta que un día cuando volví del instituto, mi madre me llamó:
- Mike, ¿puedes venir un momento?.
- Si, claro.
Cuando entré en la cocina, mi madre tenia una cara en la que se podía leer claramente “tengo una noticia que no te va a gustar nada pero que a mi me encantará”, así que me esperaba cualquier cosa:
- ¿Qué ocurre mamá?.
- Hijo, te veo que cada día que acabas los deberes, te tumbas en el sofá viendo la televisión hasta la noche, desperdiciando la tarde, por eso te he apuntado a una cosa.
- ¿A qué cosa?- un sudor frío recorría mi espalda temiéndome lo peor.
- A gimnasia rítmica.
- ¿¡Gimnasia rítmica!?, ¡pero si eso es de chicas!.
- Tienes que empezar a ver las cosas de forma diferente, aquí en la época en la que vives las cosas se generalizan, ahora la gimnasia rítmica no solo es para chicas.
- Uhm, sigue sin convencerme.
- ¿Por qué no te pasas por la academia y lo miras?.
- Bueno, está bien.
Llegada la tarde, decidí ir a la dirección donde se ubicaba la academia para poder ver que infierno me tocaría pasar cada tarde. Nada más entrar, a mano izquierda había una chica tras un mostrador:
- Buenas tardes.
- Buenas tardes, venia para ver como eran las clases de gimnasia rítmica.
- Estas en el lugar correcto, esta es la escuela de Santa Mónica, al final de esta habitación, tras la puerta del fondo está el lugar de entrenamiento, las dos puertas a los laterales que son los baños y tenemos varias maquinas de bebidas y cosas así para después de terminar las clases.
- Ajam, ¿cuáles son los días y como son los horarios?.
- Los días son lunes, miércoles, viernes y el sábado es opcional, de 5 a 6 vienen los más pequeños, de 6 a 7 los adolescentes y de 7 a 8 los adultos.
- Yo entro en la franja horaria de 6 a 7, ¿no?.
- Si, pero con esas ropas no puedes hacer nada allí dentro.
- ¿Ah no?.
- No, necesitaras un leotardo.
- ¿Un leotardo?, no sé si me veo yo con un leotardo, el problema principal es que tengo mucho pelo en las piernas y eso más un leotardo no harían buena combinación, ¿no habría otro tipo de uniforme para este deporte?.
- Ahí tendrías dos opciones: una es depilarte las piernas o bien usar mayas.
- Me decanto por lo segundo.
- Bien, las mayas las puedes comprar aquí mismo.
- ¿Son muy caros?.
- No.
- Eso es bueno, ¿en qué colores lo tienes?.
- Blanco, rojo, azul oscuro, gris y rosa.
- Me quedaré con uno blanco.
- Bien, te lo guardaré por aquí hasta el próximo día que vuelvas.
- Gracias, por cierto, ¿quién será mi profesor o profesora?.
- Pues es una mujer joven, ahora mismo no recuerdo el nombre, pero es una mujer muy simpática, si quieres esperarte un rato la verás venir.
- Esperaré un rato a ver.
- Siéntate por allí entonces- dijo señalándome un par de sillas que había cerca de la entrada.
Me senté allí a esperar, no paso mucho rato cuando empecé a ver entrando chicas de mi edad, algunas un poco menores y otras un poco mayores, las mayores juraría que tenían 18 años, iban entrando tras la puerta y a partir de ahí no se que había, en un cuarto de hora de plazo fueron apareciendo más chicas, creo que llegué a contar un total de 15 más o menos, el aburrimiento se hacia presente en mi e iba consiguiendo que un sopor me empezara a dejar dormido, aunque cuando miré la chica del mostrador hablaba a una persona que estaba de espaldas a mi y ella señalaba hacia donde estaba, decidí no darle importancia, bajé la cabeza y cerré los ojos, de repente noté como una mano tocaba mi hombro balanceándome suavemente, abrí los ojos y alcé la vista mi sorpresa fue grande:
- ¡Helena!, ¿tú también practicas la gimnasia rítmica?.
- Si, según la chica del mostrador has venido a ver como son las clases.
- Eso es, pero tú deberías venir dentro de una hora según el horario que me han dicho.
Ella soltó una sonrisa y me dijo:
- Que inocente eres a veces, yo soy la profesora de los jóvenes, o sea, tal vez tú profesora.
Helena era una buena amiga, además de ser una conocida de la familia, ella posee un piso propio, tiene 25 años (por aquel entonces) y tiene un cuerpo que no he podido evitar de observar fijamente más de una vez (vestida, claro), no me la imagino en leotardo (porque sino me excitaría y eso no me conviene justamente ahora), de pronto, ella me sacó de mis pensamientos:
- Bueno, me voy a cambiar, ¿me esperas o prefieres irte a casa?.
- Pues no estoy seguro.
- Mira, si me esperas, pues te puedo enseñar mi piso y además te puedo enseñar lo básico para que puedas defenderte aquí y de paso, sorprender a las chicas, ¿qué te parece?.
- En fin, en mi casa no haré nada, así que me decanto por tu oferta (la verdad que me gustaba la idea de que me enseñara lo básico, eso de impresionar a las chicas lo dijo con la intención de avergonzarme ya que para las chicas soy un chico muy tímido y ella es una de las que mejor lo sabe).
- Muy bien, ahora tendrás que esperar una hora, espero que no te importe mucho.
- Nah, claro que no.
- Gracias.
Se marchó a la habitación del fondo donde había entrado las otras chicas, tenia una hora que esperar y el sopor cada vez se hacía mayor, así que sin mas rodeos, me tapé con la capucha de mi abrigo y cerré los ojos, al poco rato me quedé dormido, lo que para mi habían sido 5 minutos, al parecer en el mundo real había pasado la hora más cinco minutos, entonces alguien me despertó, volví ha alzar la vista para averiguar que era Helena, al parecer ya había terminado la clase:
- Menudo sueñecito te has echado, ¿eh?.
- Hm, sí.
Vi como llevaba algo metido dentro de una bolsa:
- No recuerdo que vinieras con una bolsa.
- Pues eso es esto.
Sacó de la bolsa unas mayas blancas:
- La chica me dijo que tú lo habías reservado y bueno, te lo he comprado.
- No deberías haberte molestado.
- Es igual, además, esta noche como te enseñaré las bases de la gimnasia rítmica, necesitarás la ropa básica supongo.
- También tienes razón.
- Vamos.
- Si.
Subimos al coche y más o menos en 15 minutos habíamos llegado a su piso, cuando entramos ella encendió la luz y se pudo ver un lago pasillo con cuatro habitaciones (dos a cada lado), fuimos hasta el fondo del pasillo y a mano izquierda estaba la cocina y a mano derecha el salón:
- Bueno, ¿qué te parece?.
- Es un piso bastante acogedor.
- Gracias, bien, ahora esta será la habitación donde practicaremos.
Entramos en la segunda habitación de la derecha, todo estaba oscuro, así que di con el interruptor, cuando la luz se encendió, pude ver un suelo acolchado y a mano derecha una pequeña estantería donde habían unos instrumentos de gimnasia rítmica:
- Este es mi pequeño gimnasio, aquí es donde practico cada noche lo que tengo pensado enseñar a las chicas al día siguiente, a ver- dijo mirando el reloj- son las siete y media, tengo tiempo para enseñarte lo básico y encima te puedo enseñar un poco más, has tenido suerte de que tu madre te haya apuntado porque justamente estamos empezando el “curso” por así decirlo, bueno, empecemos con algo simple: el uso de la cinta de gimnasia rítmica.
- ¿Sabes?, eres muy buena conmigo.
- No es nada, además, yo he sido tu canguro desde que eras un bebé, cuando tu naciste yo ya tenia ocho años y lo he hecho porque siempre me ha gustado tener a alguien que fuera como un hermano pequeño para mí.
- A decir verdad, siempre te he visto como una hermana mayor.
- Eso es bueno, el hecho de que aun siendo de diferentes familias ambos nos sintamos tan unidos como dos hermanos de una misma familia.
Ambos nos dimos un fuerte abrazo y cuando nos separamos ella dijo:
- Bien, ahora voy a cambiarme, toma, tú también deberías cambiarte.
Me dio la bolsa con la maya en su interior:
- Cámbiate en la primera puerta a mano izquierda desde la entrada o si lo entiendes mejor de esta otra manera, es la puerta que tienes en diagonal a esta.
- Gracias.
Me fui a ese cuarto y me cambié, al principio me costó ponérmelo, pero al poco de empezar ya entraba solo, una vez vestido fui a la habitación de entrenamiento y pude ver a Helena en leotardo, la verdad es que el leotardo resalta excelentemente las curvas de su cuerpo, era como si el paraíso hubiera tomado cuerpo de mujer, he tenido veces en las que he visto a Helena de una manera sexy, pero jamás la he visto tan sexy con ropa puesta, ausente de mi plano corporal no me había dado cuenta de que tenia la boca abierta, ella se me acercó y con dos dedos subió sin esfuerzo mi mandíbula hasta dejarla en su lugar original, cuando mi mandíbula estaba cerrada me dijo:
- Pareces que disfrutas de la vista, ¿eh?.
Realmente, no soy de los que se quedan atontados viendo a las chicas, pero es que no mirarla me seria pecado:
- Bueno, no soy de los que miran a las chicas por su físico, pero es que es difícil no fijarte en esta pedazo obra de arte que es tu cuerpo sinceramente.
Ella se sonrojó y dijo:
- Muy alagador por tu parte, bueno, vamos a empezar la lección.
Pasamos tres horas entre explicación y práctica (aunque para ser realistas, a mi se me paso como si fuera un rato) estábamos muy sudorosos y cansados, salimos al salón y nos sentamos para refrescarnos y cuando miré el reloj el nerviosismo me había asaltado:
- ¡Las diez y media!, ¡mis padres me van a matar!.
- Tranquilo, en lo que tú te vestías, yo llamé a tus padres para decirles que esta noche te quedarías aquí.
- Gracias.
- Bueno, ahora toca ducharse, ¿quién va primero?, ¿tú o yo?.
- La verdad es que no he traído nada para cambiarme, aunque puedo usar la ropa que tenia antes.
- No, esa ropa está sucia, no la puedes usar para dormir.
- Y, ¿entonces?.
- Yo te dejaré una bata.
- Está bien (en realidad, una bata solo sabía que no era mucho, pero ya se sabe, menos da una piedra), ve tú primero.
- Está bien, solo tardaré 10 minutos.
- Vale.
Ella entró en su cuarto, tras coger unas cosas se metió en el baño, pasaron un diez minutos (poco más, poco menos) cuando se abrió la puerta, la pude ver con un albornoz rosa y el pelo húmedo:
- Ya puedes entrar.
- Vale.
Entré en el cuarto de baño y pude notar un ambiente cálido, además de un suave olor a perfume, antes de cerrar la puerta oí la voz de Helena:
- Espera.
- ¿Qué ocurre?.
- Toma- pude ver su mano sosteniendo el albornoz- cógelo.
- Pero, ¿y tú?.
- Tranquilo, siempre llevo algo debajo, pero me gusta sentirme abrigada con el albornoz al poco rato de salir.
Una vez cogido el albornoz, cerré la puerta y me quité la ropa, aunque no sabía donde ponerla, así que pregunte a través de la puerta:
- Helena, ¿dónde pongo la ropa?.
- Ponla en la cesta.
Tras dar un pequeño rodeo visual a la habitación di con una cesta con ropa dentro, tenia que ser esta, metí allí la maya, luego me metí en la ducha y cuando salí tras secarme me puse el albornoz encima, era una sensación extraña, una mezcla entre ligereza y vergüenza, bien era verdad que el albornoz era abrigado, pero aún así sabía que estaba desnudo bajo el albornoz y eso hacia que me sintiera algo avergonzado, esperaba que mi bajo instinto no me jugara una mala pasada, cuando salí al salón podía oír como la cocina se estaba usando, me senté sobre una de las sillas de la cocina con la cabeza baja, estaba un poco cansado, la falta de entrenar de esa misma manera tal vez, cuando volví ha alzar la vista, mis ojos se habían quedado como platos al verla de espaldas y solo llevando unas bragas, eso me hizo sospechar algo más que obvio y eso hizo que mi pene saliera por el hueco de la bata, mirando horrorizado a ese pilar que surgió de allí solo tenia en mente una cosa “bájate maldito”, cuando ya empezaba a irse bajando poco a poco, Helena se da la vuelta y la suposición se convirtió en realidad, sus pechos estaban allí, libres, sin nada que los sujetara y para mi mal (relativo, claro), el detonante de mi excitación, bajé mi mirada y mi sonrojo había sido más que evidente, aunque no sé que era peor, ver sus pechos o ver la consecuencia de aquella excitación allí abajo, ella, atenta a la reacción de mi cara preguntó:
- ¿Qué ocurre?- Dijo mientras me miraba y sabía a donde había mirado antes de bajar la cabeza- ¿nunca habías visto unos pechos al natural?.
- Pues no.
- Bueno, pues yo de ti, en vez de bajar la cabeza aprovecharía la vista.
- No digo que no sea bonita la vista, pero es que realmente, me da corte hacerlo.
- Como se nota que no has pasado tiempo en un pueblo nudista.
- ¿Pueblo nudista?.
- Si, existen pueblos así, allí pierdes la vergüenza a ir como dios te trajo al mundo, bien es verdad que los primeros días es normal ir con mucha vergüenza o ni siquiera salir a la calle, pero conforme pasa el tiempo te vas acostumbrando, tampoco quiero decir que esto lo hago con cualquiera en casa, pero bueno, tú y yo tenemos confianza mutua, por eso lo hago, yo espero que algún día tú también me devuelvas el “favor”.
- Tienes que calmarte, tarde o temprano ibas a tener que verlo, así que bueno, tranquilízate y comamos, además, no tienes por qué avergonzarte por verme así, más bien sería yo quien debería sentirme avergonzada por ser mirada, si hubiera sido otra persona ya tendrías un tatuaje con la forma de mi mano de la bofetada que te hubieras llevado, pero olvídalo, si estoy así es porque me siento cómoda y tú puedes verme con total libertad, así que levanta la mirada.
Comimos aunque me seguía sintiendo algo incomodo, sobre todo porque jamás pensé que vería unos pechos ni de esta forma ni con ella, tras comer nos sentamos a ver la televisión un rato, no podía evitar ver de reojo sus pechos, pero por otra parte también intentaba ocultar como podía mi maldita erección, eso si, tenia que hacerlo de una manera disimulada, a pesar de ello, mi cuerpo estaba demasiado revoltoso esa noche, ella al verme tan nervioso, decidió intentar romper ese nerviosismo yacente en mi:
- ¿A qué edad tienes pensado perder tu virginidad?.
Durante el corto periodo de pausa que hice antes de responder mi mente dijo “perfecto, justo lo que NO me hace falta en este mismo momento, hablar de sexo” pero le seguí la conversación:
- Realmente, no lo he pensado, para lo que es el sexo no tengo prisa en practicarlo.
- ¿No sientes curiosidad?.
- No mucho.
- ¿Te gusta alguna chica?.
- La verdad es que no, ninguna me a hecho sentirme…como decirlo…especial.
- ¿Especial?.
- Si, es decir, estar con una persona con la cual te sientes muy a gusto cada vez que estas con ella, que le puedas contar todo sin reservas, una persona fiel hasta el final, mas o menos ese tipo de chica es la que busco yo.
- Por curiosidad, ¿yo no entro en esas características?.
- Bueno, si, pero…
- ¿Pero?.
- En fin, que eres mayor que yo por un buen par de años.
- ¿Me estas llamando vieja?.
- No, ni mucho menos, pero quiero decir, dentro de mis posibilidades de conquista estarías fuera por exceso de edad en mi búsqueda y en parte porque creo que eres demasiado para mi.
- Oh vamos, que no soy para tanto.
- Yo creo que para mi si.
- Tal vez para que seamos novios si te exceda un poco la edad, pero para otras cosas ambos podemos servir el uno para el otro- dijo mientras me guiñó un ojo.
- ¿A qué te refieres?.
- No te hagas el inocente, sabes bien de lo que hablo, tú y yo podemos darnos placer mutuo- dijo mientras posaba sus brazos tras mi cuello y su cara a pocos centímetros de mi cara- con sexo.
- ¿Estas hablando de que tú y yo hagamos el amor?.
- ¿Qué tiene de malo?.
- No seria correcto.
- ¿Quién dice que haya que ir contándolo por ahí?, esto sería nuestro secreto- dicho esto me dio un suave beso con sus finos labios, era el primer beso que recibía de una chica de esa manera, al principio notaba como sus labios chocaban contra los míos suavemente, luego su lengua tenia la intención de entreabrir mis labios y consiguió entrar en mi boca como una intrusa consentida y jugaba con mi lengua en un baile de pasión, cuando nos separamos unos pocos centímetros, aún podía notar su aliento, también veía un ligero rubor en sus mejillas, parece que ella se está empezando a sentirse avergonzada también, me dijo suavemente:
- Esta noche te enseñaré como tratar a chica en la intimidad, ahora quiero que me toques los pechos.
Yo, ante tal petición me había quedado estupefacto:
- ¿Realmente quieres que lo haga?.
- Si, además, te recomiendo que no desperdicies esta oportunidad, porque te será de gran ayuda en el futuro y estoy segura que serian pocas las chicas que te harían esa petición, puedes tocar sin miedo, yo te iré indicando como tienes que hacerlo, ¿vale?.
- Está bien.
Acerqué una de mis manos a uno de sus pechos, tras rozarlo un poco, aparté un poco la mano de forma temerosa, subí la vista para ver que en su cara había una sonrisa:
- ¿Sabes una cosa?, me gusta esa actitud tímida que tienes.
Dicho esto, sus labios volvieron a unirse con los míos en un cálido beso, pero esta vez sus manos cogieron suavemente las mías, y las llevaron a sus pechos y una vez estaban allí, sus manos dejaron de sostener las mías, yo podía notar sus senos, suaves, firmes y cálidos, no sabía bien que hacer, así que simplemente pasaba los dedos recorriendo los bordes y con dos dedos pellizcando suavemente sus pezones, obtuve como respuesta que sus labios se separaran de los míos y lanzara un gemido al aire, yo, asustado, aparté mis manos de sus senos y pensando que la había hecho daño y antes de que me pudiera decir algo le dije:
- Lo siento, no fue mi intención.
Con mis manos ocultando mis ojos para no ver su cara de enfado, de repente, noto como su mano acariciaba mi mejilla suavemente, eso hizo que quitara las manos de mis ojos y poder ver de nuevo esa sonrisa, no parecía estar enfadada:
- Que lindo e inocente que eres, no me has hecho daño
- ¿Entonces?.
- Bueno, más que nada es que soy sensible ante determinados estímulos y cuando me has pellizcado los pezones, me has dado un estimulo de placer y he reaccionado así, te prometo que no te volveré a asustar así, ahora no perdamos más tiempo, volvamos al jardín del placer.
Tras un rato jugando entre besos y moviendo sus senos me dijo:
- Ven, vamos a un lugar más cómodo.
Me cogió de la mano y entramos en su dormitorio, tras sentarnos en la cama me dijo:
- Ahora te toca a ti, quítate el albornoz.
- ¿Qué…qué me lo quite?.
- Claro, yo ya te he enseñado parte de mis atributos de mujer, ahora creo que tengo derecho a ver parte de lo tuyo, ¿no crees?.
- Bueno, si.
Se me acercó y deshaciendo el nudo de la bata y con un suave movimiento, hizo que la bata se deslizase por mis hombros hacia abajo dejando mi miembro solo envuelto por el aire:
- ¿Ves lo que dije?, la naturaleza había sido buena conmigo, pero contigo creo que ha sido más buena todavía.
- No es para tanto.
El comentario hizo que me sonrojase, de repente, noté como una de sus manos iba bajando por mi abdomen hasta mi pene, empezó a frotarlo suavemente con la mano abierta, su mano estaba cálida, era una sensación muy placentera, ella me dijo en el oído:
- Ahora, bájame las bragas.
Desde mi punto de vista, esto iba cada vez a más, pero, a decir verdad, era una oportunidad que no podía ni debía desperdiciar, jamás pensé que mi primera vez sería con ella, pero por otro lado, es la chica que más conozco sin ser mi madre claro, así que, que demonios, hagamos de esta experiencia la primera y tal vez la mejor, así que ella se tumbo en la cama, levantó un poco las caderas para que pudiera quitarle las bragas, una vez fuera, las dejé en el suelo, la primera vez que pude ver un pubis, estaba depilado pero el pelo sobrante hacia un dibujo cuanto menos, curioso:
- Vaya, ¿este dibujo es lo que creo que es?.
- ¿Qué crees ver?.
- El símbolo de la mujer.
- Pues eso es.
- Increíble.
- Sube a la cama de nuevo- dijo con los brazos abiertos, yo subí con gusto y me rodeo con los brazos dándome otro beso, esta vez decidí que ella no fuera la única en actuar en esto, así que decidí a meter mi lengua dentro de su boca, así duramos un rato, hasta que nos separamos, ambos ya muy excitados me dijo al oído:
- Ahora, ve bajando tus labios poco a poco y llévame más allá del séptimo cielo, déjate llevar por lo que sientes y haz que calentemos la noche con mis gemidos, mi amor.
- Se hará lo que deseas.
Tras un piquito, fui bajando poco a poco besando cada trocito de su piel, cuando llegue a sus pechos, lamí y chupe con gusto sus pezones, luego los mordisqueaba suavemente mientras ella gemía, realmente me sentía como un bebé mamando de el pecho materno, hice lo mismo con el otro pecho, ella no paraba de gemir y eso nos gustaba a ambos, mientras chupaba uno de sus pechos, con la mano contraria movía el otro pecho, pellizcando suavemente el pezón, tras un rato jugando allí, decidí seguir bajando, cuanto más bajaba, su aroma intimo se hacía más fuerte, una vez había llegado a su pubis, las dudas me volvieron a asaltar y me vino a la mente la típica pregunta que nos viene a todos cuando no sabemos bien que hacer “¿Y ahora qué?”, ante esta indecisión decidí preguntarle a ella (es lo mejor, ella sabrá que le gusta que le hagan y que no, digo yo):
- ¿Y ahora que hago aquí?.
- Esto de mandar me está comenzando a gustar, ¿por qué no lames un rato la vulva?, cuando te diga te seguiré diciendo.
- Vale.
Puse mi cara frente a su vulva, el olor que se percibía allí era un olor dulce, que podría seguir oliendo durante horas, decidí probar aquella vulva para ver a que sabía, pasé mi lengua por su raja lamiendo todo aquel líquido que emanaba de allí, era un sabor salado, pero rico, estuve durante un rato lamiendo aquel lugar, ella por su parte, no hacia nada más que gemir y levantar un poco las caderas instintivamente como muestra de que estaba disfrutando, pero entonces me detuvo:
- Ahora quiero que me metas un dedo dentro.
- ¿Qué meta un dedo ahí dentro?.
- Si, éntralo suave hasta donde yo te diga, ¿vale?.
- Entendido.
Ella extendió sus labios vaginales dejando a la vista un curioso paisaje, mientras veía ese paisaje recordé cuando estudié el cuerpo humano (de eso no hace muchos años tampoco), así que me sabía la anatomía de este lugar muy bien, entré mi dedo suavemente y al poco de entrar me dijo:
- Hasta ahí.
Yo por mi parte notaba como algo que impedía (por decirlo de alguna manera) el paso, la verdad es que era un lugar cálido y húmedo, además de prieto, luego la oí que me dijo:
- Mete otro junto con el primero.
Hice lo que me dijo, metí otro dedo más peor con la precaución de que ninguno sobrepasara el “límite”, estaba bastante claro que ella era virgen, por otro lado me extrañaba mucho, era una mujer muy guapa y bueno, simplemente me pareció extraño, tenia ganas de preguntárselo, teníamos confianza mutua, así que decidí preguntar lo evidente:
- Helena, ¿todavía eres virgen?.
- Sí.
- Es un poco extraño, una chica como tú todavía siga así.
- Bueno, digamos que soy selecta a la hora de elegir con quien perder mi virginidad, he tenido dos o tres novios, pero se les veía en la cara que solo buscaban lo que tenía entre las piernas, darles besos era más que suficiente para ellos.
- La pregunta que te voy a hacer ahora no tienes por qué responderla, pero, ¿con quien te gustaría perder la virginidad?.
- Decirte un nombre sería algo precipitado, pero yo busco un hombre el cual sea divertido, que sea de confianza, simpático y sobre todo, que sea muy cariñoso, ese tal vez sea uno de los mayores requisitos, pero, ¿sabes?, creo que dada la situación esta, ya está surgiendo esa persona.
- ¿Ah si?.
- Si, tú.
- ¿Yo?- Me había quedado perplejo, realmente pensaba que esto quedaría en un juego de manos, un juego erótico y ya está, pero parecía que esto iba a más- pero, no sé, la diferencia de edad es grande.
- ¿Y?.
- Que no sé si sería correcto.
- Mike, para practicar sexo lo único que hace falta es que ambos lo quieran y si tal vez no está bien visto por la sociedad, mientras sea consentido por ambos, la sociedad no tiene porque enterarse, en este caso, ¿tú quieres, es decir, consientes que yo practique sexo contigo?.
- Bueno, para que mentir, me gustaría hacerlo.
- Sabía que dirías eso- dijo guiñándome el ojo- pues con eso ya basta, la sociedad tal vez no vea bien esto, pero la cuestión es: ¿necesita la sociedad saberlo?, esto puede ser un secreto entre nosotros, un juego por así decirlo, yo me comprometo a hacerlo si tú no comentas nada, ¿vale?.
- Me parece bien.
- Ven a mis brazos entonces, seguro que cuando pruebes esto, más de una vez querrás repetir, además, todos los días no se te planta una virgen planteándote que la desvirgues, ¿no crees?.
- Eso también es verdad.
- También así de paso, esta experiencia nos dará más confianza mutua, de esta manera nos podremos dar todo nuestro cariño mutuo, dejar de ser “hermanos” para ser solo uno.
- Pero, todavía tengo la indecisión de si te pudiera dejar embarazada.
- Bah, por eso no te preocupes, soy virgen pero no incauta.
De un cajón sacó una caja de condones:
- ¿Ves?.
- Si.
- Pero, lo haremos de esta manera: primero quiero que me sientas totalmente, de la manera más natural, es decir, quiero que la primera vez que entres, pues traspases mi himen, luego la sacas, te pones el condón y hacemos el amor, ¿te parece?.
- Está bien.
- Bueno, lo único que te pido es que seas gentil y vayas entrando poco a poco, ¿vale?.
- Tú solo dime, yo haré lo que pueda.
- Vale, deja que guíe a tu pene.
Ella con su mano puso mi pene en su entrada, con la cabeza de mi pene podía notar lo húmeda que estaba, cuando parecía que todo estaba listo me dijo:
- Empuja suavemente.
- Sí.
Fui entrando en aquel lugar, costaba un poco entrar ya que era un lugar prieto, aunque la lubricación ayudaba a que entrara, cuando noté el límite y antes de seguir pregunté:
- ¿Preparada?.
- Si- cerró los ojos suavemente.
Yo empujé y traspasé la barrera, en ese momento me abracé lo más posible a ella, noté sus uñas clavándose en mi espalda, metí mi pene hasta el fondo y luego la saqué, preocupado pregunté como se encontraba, veía que tenía lágrimas en los ojos y eso me preocupó:
- ¿Estas bien?.
- Si, no te preocupes, ahora ponte el condón.
- Voy.
Me puse el condón y secándola las lágrimas fui dentro de ella, entré despacio e hice que el ritmo fuera lento, ambos gemíamos mucho, yo estaba dispuesto a entregar lo mejor de mí para hacer de esta noche algo inolvidable, tras un rato con una penetración suave, ella dijo:
- Sube un poco más el ritmo.
- ¿Estas segura?.
- Totalmente.
- Está bien.
Mis embestidas fueron algo más rápidas, como consecuencia, ambos gemíamos más rápido y nuestra respiración se hacía notar más entrecortada y rápida, ambos estábamos cerca del orgasmo, tenía que aguantar para no dejarla a medías, aguante todo lo que pude (bastante para mi condición de virgen), hasta que ella dijo en algo parecido a un grito:
- ¡Me corro!.
Yo también decidí echarlo todo para afuera y mientras nuestros cuerpo se sacudían de placer, en cuestión de poco segundos, yo caía rendido encima de ella, saqué mi pene de su natural envoltura y tiré el condón a la basura, después ella me abrazó y yo cogí una sabana para taparnos, ella, cogió y abrió la ventana un poco para que entrara el aire, una vez hecho eso, volvió a la cama, me abrazó y la tapé a la altura de los hombros, el sueño se hacía poco a poco presente, pero decidimos hablar sobre esto antes de caer rendidos:
- Has estado muy bien Mike.
- Gracias, la verdad es que ha sido algo muy placentero para ambos.
- Parece mentira que haya sido tu primera vez.
- Y lo ha sido, simplemente he hecho lo que dijiste, dejarme llevar por lo que sentía, ¿recuerdas?.
- Si- me sonrió levemente- ahora toca dormir, eso si, los dos juntos.
- No tenía ninguna intención de irme de aquí.
- Eso es bueno- me dijo mientras me sonreía- buenas noches, mi amor.
- Buenas noches.
Dándonos el último beso, nos abrazamos lo más que pudimos y nos dormimos, la ventana estaba medio abierta para que entrara algo de fresco, y la sabana era bastante fina para que nos tapara, pero para que no nos diera calor, el sueño vino gracias a lo cansado que estábamos y también a lo a gusto que estábamos en esa situación, esa noche me había parecido un sueño tan placentero que temía abrir los ojos y encontrarme solo en mi habitación, el sonido de los pájaros cantando hizo que fuera abriendo los ojos poco a poco hasta ver a Helena mirándome de con una cara de ternura:
- Buenos días.
-Buenos días hermanito, ¿qué tal has dormido?.
- Creo que esta ha sido el mejor sueño de mi vida.
- ¿Ah si?.
- Si, además, lo de anoche pareció un sueño.
- Pues de sueño no tuvo nada, eso fue todo absolutamente real- ella me dio un beso en los labios, realmente, le había cogido gusto a esos besos, sabíamos que en la intimidad podíamos hacer este tipo de cosas sin problemas, pero en público sería imposible- por cierto, mientras estabas dormido tu madre estuvo por aquí.
- ¿Y eso?.
- Vino a traerte una mochila con ropa.
- Que bien, por cierto, supongo que no la recibirías así, tal como estas ahora- sobra decir que estaba desnuda.
- Claro, abrí la puerta desnuda y tras que tu madre me diera tu ropa le comenté: “señora, tiene que estar contenta con su hijo, es una maquina de dar placer, anoche perdimos nuestra virginidad juntos y créame, pasamos muy de largo el séptimo cielo, llegamos al Edén del placer”.
- ¡Helena!.
Ella soltó una carcajada y luego me dijo:
- Es broma tonto, ¿cómo me voy a presentar así ante tu madre?, entonces ella no te dejaría venir más aquí en la vida.
- ¿Sabes una cosa que me aterra?.
- ¿Qué?.
- Si mis padres se enteran que me lo he montado con una chica me matan y si se llegan a enterar que encima fue contigo, no solo me matarían, me resucitarían para volverme a matar.
- Vamos, exageras.
- Bueno, tal vez hablar de muerte sea algo exagerado, pero me llevaría una gran bronca y tal vez no me llegarías a ver nunca más.
- Oh vamos, no creo que sean tan rígidos contigo.
- Hum, lo primero es que son incapaces de hacerse a la idea de que yo me inicie en esto del sexo, si se enteran que ha sido con una chica mayor que yo, encima nueve años mayor y por último, que seas tú.
- Vaya, pero no te tienes que preocupar, recuerda lo que dijimos anoche “esto será nuestro pequeño secreto, la sociedad no tiene por qué enterarse”.
- Es verdad.
- Por eso digo.
Me envolvió entre sus brazos y me dijo al oído:
- Venga, vístete con algo que haya dentro de la mochila, tengo curiosidad por saber que te ha traído tu madre.
Me levanté para ver que contenía la mochila, además de lo indispensable (calzoncillos y calcetines) estaba mi querido “combo dragón” (se compone de una camisa sin mangas, una chaqueta sin mangas y un pantalón todo con dibujos de dragones), pero había algo que llamó mi atención, era el hecho de que había mucha ropa para un solo día:
- Que raro.
- ¿Qué ocurre?.
- Que aquí hay demasiada ropa para un solo día.
- Claro- me dijo mientras me abrazaba por detrás- ahí hay ropa para hoy, mañana y pasado.
- Un momento, pensé que cuando les llamaste les dijiste que me iba a quedar hasta hoy.
- Bueno, eso fue lo que te dije a ti, pero a ella le dije que te quedarías conmigo hasta el lunes.
- ¿Por qué me mentiste?.
- Veras- dijo separándose un poco de mí- yo solo te dije que te quedarías hasta hoy por si te incomodaba estar aquí, yo en parte lo hice en un acto egoísta- dijo bajando la cabeza- pero, no sabes lo mal que me siento por las noches, lo solitario que es este piso cuando me voy a dormir, el anhelo de compañía que siento cada noche, lo de enseñarte lo básico de gimnasia rítmica era verdad pero también era para que te quedarás conmigo, para tener a alguien de compañía, no me extrañaría que te sientas como un objeto y que me odies, lo siento- decía esto mientras una lágrima salía de sus ojos- lo siento muchísimo.
Por sus mejillas veía correr lágrimas, eso hizo que rápidamente fuera a consolarla, no tenía ninguna idea de que se sintiera así, por otro lado me sentía un poco traicionado, si esto me lo hubiera dicho desde un principio, no hubiera tenido ningún inconveniente en quedarme aquí con ella, lo más importante en aquel momento era consolarla, la estreché fuertemente entre mis brazos y decía mientras la acariciaba el pelo:
- Vamos, no te pongas así, bien es verdad que tendrías que habérmelo dicho desde un principio, por otro lado no sabía que te sintieras así, mira, si quieres, me comprometo a pasar contigo los fines de semanas.
- ¿Harías eso por mí?.
- Por ti haría lo que hiciera falta por evitar verte triste.
- Gracias.
- Ahora, déjame secarte esas lágrimas y saca una gran sonrisa para tu “hermanito” pequeño, ¿quieres?.
Mientras secaba sus lágrimas, ella sacó una sonrisa, eso me hacía sentirme más tranquilo, una vez de mejor humor, decidí buscar algo que ponerme, cogí la chaqueta sin mangas, unos pantalones negros con las siluetas de unas llamas blancas por los laterales y finalmente, sin camisa:
- ¿Qué tal?.
- Te ves muy bien.
- Gracias, a ver que te pones tú.
- ¿Yo?, pues déjame mirar.
Se levantó de la cama, abrió el armario y tras quedarse un rato pensativa dijo:
- Bueno, cojamos algo sencillo.
Dicho esto, cogió una camisa que le quedaba un poco por debajo de las caderas:
- ¿Y bien?.
- Simple desde luego es, pero, ¿no piensas ponerte bragas?.
- ¿Bragas?, ¿para qué?.
- Apenas hay separación entre el final de la camisa y tu vulva, con solo subir un poco la camisa o el simple de agacharse tanto tú como yo, se podría ver perfectamente.
- Eso es lo divertido.
- ¿A qué te refieres?.
- Pues sentir como me miras por debajo de la camisa, eso me gusta.
- Pero, ¿y si viene alguien?.
- No espero a nadie, pero si se diese el caso, me pondría la bata igual que hice a la hora de abrir a tu madre o algo se me ocurrirá, no te preocupes.
- Si tú lo dices.
- Bueno, vamos a desayunar, que ya va siendo hora.
Dicho esto, se estiró y, efectivamente, mi hipótesis era correcta, la camisa se subió lo suficiente para dejar ver la vulva, ella sonrió cuando lo hizo, se nota que lo hizo a posta, desayunamos y después de eso, la ayudé con las tareas de la casa, cuando llego el mediodía, almorzamos, para reposar la comida nos acostamos, ella puso el despertador para evitar que nos quedáramos dormidos, sobre las cinco y veinte sonó el despertador, tras levantarnos la pregunté:
- ¿Hoy también das clases de gimnasia rítmica?.
- Si, hoy tendrás la oportunidad de hacer un poco de demostración para impresionar a alguna chica.
- Prefiero que dejes ese último comentario aparte.
Ella soltó una carcajada, yo estaba algo preocupado, ella al verme esa cara de preocupación decidió preguntar a ver que me pasaba:
- ¿A que viene esa cara Mike?.
- Es que tengo dudas.
- ¿Dudas?.
- Si, temo que no seré aceptado en tu clase.
- ¿Por qué dices eso?.
- No sé, una clase llena de chicas y un solo chico, desentona un poco, ¿no?.
- No seas tonto, por ser un chico no cambiará nada, tal vez te recomiendo que lleves la maya bajo la ropa, lo del vestuario si será un inconveniente, pero nada.
- Eso espero.
- Vete preparándote que en un rato salimos, ¿vale?.
- Si.
Ambos nos cambiamos, yo me tuve que poner la maya debajo, ella por su parte se puso una ropa más formal, unos vaqueros y una camisa corta, en una bolsa que cogió supongo que tendría el leotardo, mientras íbamos de camino en coche a la escuela de gimnasia rítmica me dijo:
- No dudo que te sea embarazoso ser el único chico entre una clase entera de chicas, pero quiero que sepas que no vas a estar solo, yo estaré ahí, ¿entendido?.
- Gracias.
Cuando nos encontrábamos en la recepción, la inseguridad volvió a mí:
- No sé si podré hacerlo.
- Tranquilo, anoche lo hiciste muy bien para no haber manejado nunca una cinta de gimnasia rítmica, solo tienes que relajarte y pensar que yo estaré ahí.
- Gracias por tu confianza.
- Vamos.
Entramos por la puerta hasta llegar a lo que al parecer era donde se entrenaba, era un lugar amplio, con el suelo acolchado, con un armario donde se encontraba todos los instrumentos para la gimnasia rítmica, cuando volví a centrar mi mirada, mentalmente conté que había solo 7 chicas, me pareció extraño, porque juraría que ayer habían 15, aún con 7 empezaba a ponerme nervioso, Helena hizo una introducción para el grupo:
- Chicas, quiero que conozcáis a un nuevo alumno, su nombre es Mike, saluda.
- Hola.
Lo único que escuchaba era cuchicheos entre ellas, cosa que hizo que me pusiera más nervioso, con prisa aunque lo más disimuladamente posible, busqué la mirada de Helena, cuando finalmente di con ella, me guiñó un ojo, ese gesto fue más que suficiente para mantenerme firme:
- Bueno chicas, vamos a cambiarnos, tú aprovecha para ir al baño de chicos fuera y cambiarte, ¿vale?.
- Si.
Fui al baño y tras quitarme la ropa y quedarme con la maya, volví a la habitación, ninguna había salido todavía, dejé la bolsa con la ropa en una esquina cerca de la puerta, la verdad que la idea de aparecer en maya delante de todas esas chicas hacía que me sintiera ridículo, Helena confiaba en mi, así que no podía decepcionarla, en lo que esperaba que salieran, me dirigí a la estantería para coger una de las cintas e intenté practicar algo de lo aprendido ayer, pero no conseguía nada:
- No me sale nada, ¿qué me pasa?, anoche lo hacía todo divinamente y era la primera vez que manejaba esto, debo de estar nervioso, tenso por culpa de esas miradas, miradas que me hacían sentirme nervioso, agarré fuertemente la cinta y me dije “no debo rendirme, no puedo echarme atrás, Helena cuenta conmigo y no la pienso decepcionar”, cerré los ojos, inspiré profundamente y relajé los músculos “dejemos que mi cuerpo se mueva solo, olvidemos las preocupaciones y dejemos que la cinta guíe mis movimientos”, recordé sus enseñanzas, nada más que eso, sin preocupaciones y sin nada que me desconcentrara, al poco rato notaba mi cuerpo moverse de forma fluida y ágil, tras un rato moviéndome, sin saber a ciencia cierta lo que hacía, cuando paré, abrí los ojos y ví como las chicas miraban con una mirada entre curiosidad y asombro, Helena, siendo la primera en reaccionar dio unos aplausos, que le siguieron el resto de las chicas, yo, me encontraba con la respiración entre cortada, un poco sudado pero a su vez, muy confuso por esto “¿qué había pasado?” esa era mi pregunta, así que decidí preguntar a Helena para salir de dudas:
- Esto…¿qué ocurre?.
- Ha sido fantástico.
- ¿El qué?.
- Tu manejo de la cinta, es impresionante.
- Esto cada vez resulta más confuso.
- ¿Podrías repetirlo?- Pidió una de las chicas.
- Creo que no, para ser sinceros, no sé siquiera que he hecho.
Todas me miraron con una cara de estar extrañadas, perfecto, la había cagado:
- ¿Quieres decir que te salió…solo?.
- Si, lo único que hice fue cerrar los ojos y dejarme llevar, que la cinta me llevara a mí, no yo a ella.
- Es algo que jamás había visto- dijo Helena- eso significa que tienes una habilidad innata para esto, si aprendes a dominar eso, significará que tendremos un gran talento.
- ¿Tú crees?.
- Seguro, de aquí puedo asegurar que saldrán verdaderas campeonas, pero lo importante es practicar y ponerle ganas, ahora empecemos con la lección.
La clase tal como me dijo ayer Helena, iba a tratar sobre la cinta de gimnasia rítmica, movimientos básicos y poca cosa más, practicamos lo básico e intentaba tener un control más consciente de mis movimientos con la cinta, el tiempo de clase se me pasó rápido, cuando al parecer habíamos terminado, Helena dio dos palmadas y dijo:
- Venga chicas, la clase se ha terminado, id a los vestuarios y cambiaos.
- Si- respondieron todas al unísono.
Yo por mi parte me senté en el suelo, Helena se me acercó y me dijo:
- ¿De veras que no sabes como lo hiciste?.
- Para nada, yo solo me deje llevar, al ver vuestras caras al abrir los ojos pensaba que había hecho el ridículo, pero parece que no.
- En realidad es difícil de describir, pero desde luego, va mucho más allá de lo que te había enseñado ayer.
- Es extraño, cuando cerré los ojos ni siquiera recordé tus enseñanzas, sino que lo veía todo negro, estaba como un títere, a decir verdad, no era yo quien me movía.
- ¿Cómo es eso?.
- Es como si tú estuvieras inmóvil con cuerdas y esas cuerdas te movieran haciendo que tuvieras movimientos involuntarios, como si no fueras consciente de tus actos.
- Es la primera vez que veo algo semejante, bueno, vete al baño de chicos y ponte la ropa encima que en cuanto salga, nos vamos.
- Entendido.
Ella entró en el vestuario y yo me fui al baño de chicos, allí me puse la ropa encima, la verdad que ahora que lo pensaba, ¿por qué no había un vestuario para chicos?, por otro lado, seguramente el índice de chicos que practicaría gimnasia rítmica sería insuficiente como para que hicieran vestuarios para nosotros, aunque un vestuario mixto tampoco sería mala idea (uhm, corrijo, si es una mala idea), ya podría aparecer al menos otro chico, al menos tendría con quien conversar, este día ha sido duro por no decir extraño, por otro lado, no pude evitar lo ceñido que estaban los leotardos a aquellos cuerpos, era muy difícil fijarse, mientras pensaba en aquel bonito panorama, alguien tocó a la puerta del baño:
- Mike, ¿estas bien?.
- Eh, si, ahora salgo.
Salí del baño y nos metimos en el coche para ponernos de vuelta a la casa de Helena, durante el viaje, se me ocurrió una pregunta, en parte me daba vergüenza preguntárselo, pero como ella decía, había confianza entre nosotros, así que me armé de valor y se lo pregunté:
- Tengo una curiosidad.
- Dime.
- Tú cuando entras en el vestuario, ¿tú te duchas?.
- No, yo solo me cambio allí, luego cuando llego a casa es cuando me ducho.
- Y ellas, ¿solo se cambian o también se duchan?.
Ella sacó una sonrisa pícara, es decir, la había cagado:
- ¿Qué pasa?, ¿acaso te excita pensar en esas chicas bajo la ducha?, ¿eh, pequeño pícaro?.
- Solo era una pregunta, mera curiosidad.
- Ya, curiosidad…
Esa sonrisa le duró todo el trayecto de vuelta a casa, una vez llegamos, ella me dijo:
- Ve a ducharte tú primero.
- Está bien.
Fui a la habitación y cogí unos pantalones y me fui al baño, me quité la ropa y me metí en la ducha, puse el agua fría, ya que tenía que bajar la temperatura de mi cuerpo que estaba por los cielos, el agua fría caía como una bendición, tan bien me encontraba que no me di cuenta de que alguien había entrado en el baño, solo me di cuenta cuando me abrazó por la espalda:
- Hola- Dijo con un susurro.
- ¡Helena!, ¿qué haces aquí?.
- Aprovechemos el espacio de la bañera y démonos una sola ducha, ¿quieres?.
- No sé.
- Oh vamos, además mira como estás- dijo mientras acariciaba mi pene con una mano- la conversación te ha dejado bien caliente, ahora entiendo el por qué del agua fría, querías bajarte el calentón, ¿eh?.
- Si.
- Pues no, así no se baja un calentón, un calentón se baja con un buen polvo o, en su defecto, con una buena masturbación…se me ocurre una idea.
La carne se me puso de gallina al oír esas últimas palabras:
- ¿Qué?- Pregunté algo atemorizado.
- ¿Por qué no…-dijo juntando su mejilla con la mía-…yo te ducho a ti y luego, tú me duchas a mí?.
Me quedé pensativo mientras ella pasaba sus manos por mi cuerpo mientras decía:
- Además, tal calentón que tienes que tu cuerpo te está pidiendo a gritos las caricias de una buena mujer como yo.
Bueno, al final desistí de toda resistencia, al fin y al caso iba a disfrutar:
- Está bien.
- Estaba claro que ibas a ceder.
Ella seguía detrás mío, cogió un bote de gel, se puso un poco en la mano y con su mano libre, dejó el bote en la estantería, restregó el gel entre sus manos y luego empezó a frotar sus manos contra mi pecho, luego llegó hasta mi tronco, de ahí a los brazos, tras acabar con los brazos, pasó a las piernas y soltó un comentario:
- Vaya piernas más velludas.
- Ya.
- Ahora entiendo por qué no querías llevar un leotardo.
- No hace falta que me lo recuerdes- dije en un tono ya algo malhumorado.
- Vamos, no te enfades, siento si te he dicho algo que te haya ofendido, ¿vale?.
- Vale- dije en un tono más calmado.
Ella volvió a subir sus manos, pero que se pararon en mi pene:
- ¿Sabes una cosa?- preguntaba mientras frotaba suavemente mi pene con su mano- volviendo al tema que estábamos hablando de camino para acá, pues si, si se duchan, ¿te imaginas esos jóvenes cuerpos, cubiertos de agua?, seguro que te gusta la idea, ¿cierto?.
Debido a la excitación que tenía encima, junto con la mano acariciándome el pene, la verdad es que apenas podía articular palabra:
- No hace falta que digas nada, tu pene lo dice todo por ti, ahora hagamos esto un poco más divertido, quiero que cierres los ojos- templó la temperatura del agua, aunque con una tendencia a caliente- y me gustaría que te imaginaras las cosas que te voy diciendo, ¿vale?.
Yo simplemente asentí con la cabeza:
- Quiero que imagines un vestuario con taquillas y unas duchas al fondo, entran las chicas tras una clase donde han trabajado muy duro, están muy sudadas, se puede ver en los leotardos manchas en el cuello del leotardo debido al sudor, la última en entrar cierra la puerta, se sienten muy acaloradas, así que se quitan los leotardos, algunas llevaban bragas, otras no tenían ni eso, se lo quitan todo y se meten bajo las duchas, sus cuerpos desnudos y sudorosos, algunas con poco vello vaginal, otras depiladas, ¿te imaginas?, el agua empieza a derramarse sobre sus suaves y juveniles cuerpos, seguro que te gustaría ser esa agua, ¿verdad?.
Su mano masajeaba mi pene junto con el jabón hacía de esa mera masturbación un verdadero pasaje al paraíso, me tuve que dar la vuelta instintivamente y abrazarme a ella antes de que me fallaran las fuerzas en las piernas mientras ella seguía hablando:
- Ellas se enjabonan cada rincón de su cuerpo, hasta sus puntos más íntimos, estoy segura de que te estas imaginando un muy bonito paisaje, luego algunas le piden a otras que les laven la espalda, algunas lo lavan de forma normal, otras prefieren más hacer una forma menos común, con sus pechos enjabonados y empiezan a restregar sus pechos contra su espalda, mientras sus manos saben donde ir para “jugar” un rato, pellizcando sus pezones, entrando y sacando dedos de la vagina, desde luego, si saben pasárselo bien entre ellas.
No pude aguantar más y me vine, en su pierna varios chorros de semen y ella me dijo:
- ¿Ves?, ya te quité el calentón y además ya estás limpio.
Una vez que recuperé el aliento dije:
- Respóndeme a una pregunta.
- ¿Si?.
- Todo lo que has dicho es mentira, ¿verdad?.
- En parte si, en parte no, cuando yo estudiaba gimnasia rítmica recuerdo que algunas veces en los vestuarios, habían algunas lesbianas que hacían lo que dije hace un momento, el resto simplemente nos duchábamos y nos íbamos, pero en la clase que estas ahora, aún es pronto para decir que haya alguna lesbiana, pero a primera vista no creo que vaya a pasar nada de lo que te acabo de contar, así que no te hagas ilusiones.
Dicho esto último, soltó una carcajada, yo aproveché ese momento para hacer una rotación quedando ella donde yo me encontraba hace un momento:
- Ahora me toca ducharte a ti.
Cogí el bote de jabón y me puse un poco en las manos, tras hacer un poco de espuma, empecé por los hombros, bajé por los brazos, cuando llegué a las caderas, subí suavemente hasta llegar a sus pechos:
- Bueno, tú me has llevado al cielo del placer, ahora toca intercambiar los papeles.
Dicho esto, empecé a masajear sus pechos, estaban suaves y cálidos, con sus rosados pezones apuntando al frente, tras un rato masajeándolos, me centré concretamente en los pezones, los pellizcaba suavemente, luego intercambiaba entre los pellizcos y el masaje, su respiración empezaba a ir más agitada, después de terminar seguí bajando hasta su vientre, el cual enjaboné con suaves caricias, seguí bajando hasta llegar al rincón más intimo de su cuerpo, pasé por aquella zona con la palma de mi mano abierta, ella gemía a la vez que sus jugos cálidos emergían a causa del placer y la excitación “esto va bien” pensé, antes de seguir, quité todo el jabón de cintura para arriba con el agua y también el que había dejado en la superficie de la vagina, cuando todo estaba limpio, decidí meter un dedo dentro de ella, luego fui sumando dedos hasta un total de tres, con mi dedo gordo noté un bulto que sobresalía un poco del contorno de la vagina, así que pasaba mi dedo gordo suavemente por allí, su reacción no se hizo esperar, soltó un fuerte gemido, su cuerpo se convulsionó y casi se cae al suelo de la bañera si no la llego ha agarrarla a tiempo, rápidamente, con una toalla la puse encima y la llevé a su habitación, ella había perdido el conocimiento y eso me preocupó gravemente, la dejé en la cama y la tapé, yo por mi parte, me sequé y me vestí lo antes posible para sentarme a su lado a la espera de que se levantara, mientras estaba sin sentido todavía, yo sujetaba su mano esperando que recuperase pronto la consciencia, al cabo de diez minutos, ella empezó a abrir los ojos débilmente, la ayudé a reincorporarse, cuando se sentó me preguntó:
- ¿Qué ha pasado?.
- Eso es también lo que yo quiero averiguar, me has preocupado mucho.
- Creo que he comprobado que lo que he leído es verdad.
- ¿De qué hablas?.
- Yo había leído que si un orgasmo llega con bastante fuerza, esa persona puede llegar incluso a perder el conocimiento, yo me desmayé a causa de eso, pero no te preocupes, estoy bien.
- Gracias a Dios- dije expirando aliviado.
Ella me dio un abrazo para expresar su agradecimiento por mi preocupación, se vistió y todo ya había pasado, estuvimos acostados en la cama viendo la televisión hasta la hora de la cena, pero en mi mente seguía una duda, “¿qué había producido semejante reacción?”, quería salir de dudas, tal vez ella tampoco lo supiera, pero tenía que descartar todas las opciones primero:
- Helena.
- Dime.
- ¿Qué crees que ha producido ese orgasmo tan fuerte?.
- Tal vez tocaste de forma brusca mi clítoris.
- ¿Clítoris?.
- Es una cosa que sobresale por encima de por donde sale la orina, sale solo cuando una mujer está excitada, es algo muy frágil y puede dar tanto sensaciones de placer como de dolor, es algo muy sensible.
- Entiendo.
- A decir verdad, este orgasmo fue agridulce, estuvo bien, pero noté por otra parte dolor.
- Lo siento.
- No pasa nada, de la experiencia se aprende.
- Tienes razón.
- ¿Sabes?, conmigo aprenderás mucho.
- ¿Por qué lo dices?.
- Porque yo te serviré de enseñanza para muchas cosas, te he enseñado cosas sobre la mujer, sobre como tratarla en la intimidad, también te he enseñado una parte de mis conocimientos sobre gimnasia rítmica y más adelante te enseñaré para que seas un futuro buen amo de casa, es lo menos que puedo hacer por tenerte aquí de compañía.
- Te lo agradezco.
- Además, tu madre me ha chivado que tú apenas ayudas en las tareas de la casa, ¿es eso cierto?.
- Bueno, en parte si y en parte no.
- ¿Cómo es eso?.
- En sí solo ayudo cuando se me pide ayuda.
- Pues eso no está del todo mal, pero debes ayudar más, tanto como puedas, porque vamos a ver, ¿yo te he pedido ayuda?.
- No.
- Sin embargo, tú me has ayudado y mi pregunta ahora es, ¿por qué?.
- Bueno, tenía ganas de ayudarte para que no lo hicieras todo tú sola.
- Bien, pero, ¿acaso tu madre no se merece esa atención por tu parte?.
-…
- ¿Acaso por yo darte sexo, tú me ayudaras en las tareas domesticas?, ¿lo haces con el fin de que yo te “recompense” con sexo?- su cara se había puesto seria, me estaba echando una bronca, jamás la había visto así, me daba hasta miedo, pero, yo no lo hacía para conseguir nada, yo solo quiero ayudar- pues esto no funciona así, aquí por cada ayuda que me des, no creas que te voy a dar sexo a cambio, mejor vete haciéndote a la idea, ahora, sal de la habitación.
- Pero…
- ¡Fuera!- me dijo de un grito, eso último si que no me lo esperaba, me dolió gravemente en el alma que me gritara sin yo haberla hecho nada, yo me levanté y cabizbajo cerré la puerta tras de mi, fui a la habitación enfrente, cerré con llave y me puse en una esquina en lo más oscuro de la habitación, tenía que desahogarme en lágrimas, así que me puse a llorar, allí, sentado en una esquina intentando aliviar ese dolor que ella me había causado, Helena era mi mejor amiga y yo sin haberla hecho nada, me grita y me echa una bronca, yo creo que no me lo merezco, tal vez la bronca sobre ayudar en la casa si, pero los gritos eran innecesarios, no paso mucho rato hasta que ella tocó en la puerta:
- Mi…Mike, ¿estas bien?.
Pasé de responder a esa pregunta y me quedé cayado:
- Mira, yo siento haberte gritado, en realidad solo quería darte una pequeña bronca sobre ayudar en casa, pero no sé que me pasó, se me cruzaron los cables, te juró que las barbaridades que dije al final no iban en serio, no pensaba lo que estaba diciendo.
- Me he dado cuenta de una cosa.
- ¿Por qué no abres y lo hablamos calmadamente?.
Abrí la puerta con la cabeza baja, todavía se notaba el rastro de mis lágrimas, ella me abrazó fuertemente mientras me decía al oído:
- Lo siento, lo siento muchísimo.
Yo también la abracé, volvía a sentirme seguro entre sus brazos, aquel mal humor que tenía hace un momento se había ido, ahora estaba la Helena de antes, nos separamos y nos sentamos en la cama, ella me preguntó:
- ¿Qué era eso de lo que te habías dado cuenta?.
- Pues creo que la parte que dijiste lo de que esas palabras realmente no estaban dirigidas a mí, pero que por cualquier motivo no lo has podido aguantar más y lo has acabado soltando pero contra la persona errónea.
- Tienes razón, los tres novios que he tenido solo han hecho cosas solo por que les de sexo a cambio, todos eran unos cerdos, supongo que cuando te dije aquello, pues se me cruzaron los cables y te traté como a aquellos cerdos, perdóname.
- En si no pasa nada, era normal que reventases, aunque no esperaba que fuera conmigo.
- Te prometo que no volverá a pasar.
- Bueno, si te ha servido para que te sientas mejor, olvidémoslo, ¿te parece?.
- Claro que sí, ahora quiero que me prometas una cosa.
- ¿Qué?.
- Que ayudes a tu madre y a quien lo necesite en las labores de tu casa, a partir del lunes, ¿me lo prometes?.
- Sí.
- De momento sabes un poco lo básico, pero yo ya te iré enseñando, quiero que tu madre se sienta bien orgullosa de ti, para que vea que estar aquí los fines de semana sirve para algo más que para hacerme compañía.
- Bueno, todavía queda un buen rato antes de cenar, voy a ir a practicar a la habitación de entrenamiento, ¿vale?.
- Claro.
Fui a la sala de entrenamiento, cogí la cinta y me puse a moverla de un lado a otro, con la cinta entre las manos tenía unas ansias de aprender que más podía hacer con ella, así que decidí preguntarle a mi “maestra”:
- Helena.
- Dime.
- ¿Me puedes enseñar algún tipo de movimiento con la cinta?.
- Uhm, te puedo enseñar una cosilla, se llama “remolino”.
- ¿Remolino?.
- Consiste básicamente en hacer que la cinta vaya dando a partir del un eje central que sería el mango, eso si, es la única “figura” que aprendí, porque cuando yo estudié para esto, fuimos viendo un poco de todo, aunque esto tardé un tiempo en dominarlo, pero bueno, si quieres que te lo enseñe no pasa nada.
Ella me mostró como en dos movimientos de muñeca tenía la cinta dando vueltas.
- Bueno, ahora toma mucha paciencia antes de conseguir hacerlo bien.
Dos intentos (para mi asombro) fue lo que necesité para hacerlo bien, ella tenía los ojos como platos, no se lo creía, en otras palabras: lo había hecho bien:
- ¡Es imposible!, intenta hacerlo desde el principio de nuevo.
Cuando lo volví a intentar todavía me había sido más fácil, ella estaba atónita:
- Vaya, estaba en lo cierto cuando dije que tenias una habilidad innata para esto.
- Desde luego, esto si que no me lo esperaba.
- Bueno, si quieres te puedo hablar de una técnica llamada “lluvia de rosas”.
- Vaya nombre más raro.
- Se hace con una cinta de 5 metros.
- ¡5 metros!, eso es demasiado.
- Si, aun para los expertos es de difícil manejo.
- Normal, 5 metros es muy largo.
- Se dice que una vez, una chica manejó con tal soltura una cinta de tal tamaño y consiguió una técnica asombrosa.
- ¿Una técnica asombrosa?.
- Si, se trataba de una técnica la cual hizo que a su alrededor desprendieran pétalos de rosas por la cinta, según dicen, fue un espectáculo increíble, aunque eso fue hace 30 años, esa historia se ha convertido en todo un mito, esa chica no se supo jamás a que escuela perteneció ni quien le había enseñado esa técnica.
- ¿Qué fue de ella?, ¿nadie le preguntó como lo hizo o como se hacía?.
- Bueno, ya te contaré el resto otro día, esto me ha abierto la sed, ¿quieres beber algo?.
- No, gracias- a decir verdad, el hecho de cómo cambió de tema me pareció muy sospechoso, pero lo dejé correr.
Ella se marchó a la cocina, yo por mi parte solo darle vueltas a la cinta era un aburrimiento, fijé mi mirada en la estantería, había otra cinta, sabía que mi otra mano estaba libre, me estaba planteando un nuevo reto, una cinta en cada mano, cogí la cinta con la otra mano y ahora tenía las dos manos con una cinta cada una, calenté un poco y luego hice remolinos con ambas, entonces solo se me ocurrió una frase:
- Me salgo.
Yo estaba de espaldas a la puerta y oí una voz que me hizo dar rápidamente la vuelta:
- Eres todo una caja de sorpresas.
- ¿Impresionada?.
- Bien es verdad que hay gente que aprende rápido, pero es que lo tuyo no tiene nombre.
- ¿Qué puedo decir?, a veces me gusta destacar.
Para ser sinceros, no tenía ni idea de cómo en tan poco tiempo he conseguido tanta destreza, a pesar de eso, disfrutaba teniendo este poder de control, estuve un buen rato antes de dejarlo, eran las diez y medía de la noche, Helena estaba preparando la cena, en eso aproveché para darme una ducha rápida, cuando salí, la cena estaba preparada y servida, ella era una buena cocinera, espero que también me enseñe su forma de cocinar, eso si me gustaría, tras cenar, fuimos al cuarto a ver la televisión tumbados sobre la cama, no paso mucho rato hasta que ella que tenía su cabeza sobre mi pecho se quedara dormida, yo por mi parte creía que iba siendo hora de irse a descansar también, así que apagué la televisión y me dormí, esa noche tendría el sueño más extraño que había tenido en mi vida y que me seguiría durante un buen tiempo antes de averiguar que significaba, empezaba en un lugar negro, tan negro que no podía ver ni siquiera mis manos, de pronto un gran flash hizo que cuando despertara, estuviera en un salón, que no era el de la casa de Helena “¿cómo había llegado aquí?” y una pregunta mejor todavía “¿dónde estaba?”, a mi izquierda había una puerta de cristal, parecía que iba a un jardín, abrí la puerta lentamente y salí al exterior, la hierba estaba sin cortar y podía oír a alguien que estaba tras la esquina, cuando miré tras la esquina, había una niña, tenía una cinta muy hecha polvo, intentaba entrenar como podía, era una niña pequeña, 6 años a los sumo, de repente, alguien venía por detrás de mí, estaba entre la espada y la pared, si seguía adelante, la niña me iba a descubrir, sin embargo, si volvía sobre mis pasos, sea quien fuere me vería también, el sudor me recorría frío por la espalda, finalmente, esa persona estaba por cruzar la esquina, estaba perdido, se plantó en la propia esquina y mirando a la niña dijo:
- Karen, a merendar.
- En seguida voy mamá.
Era imposible, esa mujer estaba delante de mí y era incapaz de percatarse de mi presencia, si estaba a mi lado, no lo comprendía:
- Por cierto, tienes que tirar esa cosa, está hecha un asco.
- ¡Jamás!- dijo sujetando con fuerza la cinta.
- Como quieras, ahora ven a merendar.
- Si.
La niña recogió la cinta e iba de camino a entrar en la casa, pero al acercarse a la esquina miraba fijamente a la pared mientras caminaba…¿o era a mi?, no imposible, si esa mujer no me pudo ver, ella tampoco, finalmente se fue tras la esquina, en ese momento hubo otro flash fortísimo hizo que me devolviera a la realidad, desperté sobresaltado, sudado, la luz de la mañana me destellaba y una voz me hizo reaccionar:
- Mike, ¿qué te ocurre?.
- Nada.
- ¿Cómo que nada?, estás todo sudado.
- Una pesadilla o al menos, eso creo, pero no es nada importante, no te preocupes.
- Está bien.
- Tú vuélvete a dormir.
- Ok.
Ella se volvió a acostar y yo me levanté, me cambié y salí al salón, cerré tras de mí la puerta, tras quedarme un rato pensando, solo tenia una pregunta en mente “¿Y ahora qué?”, en definitiva, supongo que el domingo se puede saltar debido a que no ha pasado nada interesante, ella me enseñó más sobre las labores de la casa, pero en sí, nada que valga la pena comentar, cuando me dormí, me encontraba en la misma esquina donde estaba la noche anterior, pero a diferencia de cuando desperté, ya era de noche, la verdad es que estos sueños no parecían un sueño, era demasiado real, notaba pisar la hierba, podía palpar con total libertad la pared, es todo demasiado extraño, aquella mujer, pareció no verme, sin embargo, la niña no me quitó el ojo de encima, la cuestión es “¿me veían?”, la niña no estaba aquí, tenía que salir de dudas sobre dos cosas: uno, si me podían ver y dos, donde me encontraba.
Me encaminé a la entrada de cristal por donde había salido la otra vez, la luz estaba encendida, la televisión puesta, sin embargo, no había nadie, abrí la puerta lo suficiente como para poder entrar y luego la cerré tras de mí, andaba intentando hacer el menor ruido posible, ya que todavía no sabía si me podían ver o no, esto parecía una casa de familia de clase media, tenía que moverme, al parecer el tiempo aquí es muy inestable, mi intuición me decía que lo es que estaba buscando se encontraba arriba, me puse en camino y había un pasillo con dos habitaciones, una a cada lado, en la puerta de la derecha había un cartel que ponía “Karen”, al parecer había llegado a mi destino, cuando toqué el pomo de la puerta, otro flash me sacó de nuevo de aquel lugar, me levanté sudado, otra vez, ella por suerte sigue dormida, me levanté sin hacer ningún tipo de movimiento brusco, me cambié y tras desayunar, dejé una nota sobre la mesa para que ella no se preocupara, me fui al instituto, aunque para mi desgracia, ¡no llevaba los libros!, en fin, lo tendré en cuenta para la próxima vez, las tres primeras horas las pasé pensando en aquello que no sabía si era un sueño o que demonios era, la verdad es que era demasiado real como para ser un sueño, pero a su vez, demasiadas cosas ilógicas para ser realidad, era de lo más raro, pasaron las semanas, los fines de semana los pasaba con Helena y las clases las llevaba muy bien, progresaba muy rápido, lo que me llamaba la atención era básicamente que solo tenia aquel sueño en los días que practicaba gimnasia rítmica, aún no sabía que significaba, era extraño, debido a que en el sueño, tras traspasar la puerta vi a la misma niña pero ya era una adolescente, practicaba gimnasia rítmica, entrenaba duro, pero en las clases no podía hacer nada, se sentía impotente, igual que yo al principio, ella al parecer no tenía ningún tipo de apoyo como yo con Helena, las chicas se reían de ella, podía oír sus voces diciendo cosas como “no vales para nada” y cosas similares, el ultimo sueño que tuve, ella al parecer no pudo aguantar más y se fue llorando, me dio bastante pena, supongo que ella y yo no somos tan diferentes, yo doy gracias de tener a Helena, pero ella al parecer no contaba ni con el apoyo de sus padres, el mundo en su contra, a decir verdad, esto empezaba a darme curiosidad sobre como sigue la historia esta, lo más extraño es que no había visto a esa chica nunca, ¿cómo es que la sueño, y la veo crecer?, es algo que todavía sigo sin entender, un día me había enterado de que una de las chicas que había en mi clase de gimnasia rítmica había extendido la noticia de que yo practicaba ese deporte, la no
Datos del Relato
  • Autor: Shinsen
  • Código: 10210
  • Fecha: 31-07-2004
  • Categoría: Varios
  • Media: 4.93
  • Votos: 59
  • Envios: 1
  • Lecturas: 12949
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1 comentarios. Página 1 de 1
vanessa
invitado-vanessa 31-07-2004 00:00:00

espero que continues tu historia y sepa quien es esa niña o como siguio tu relacion con helena ponle un fnal si? cuidate bye

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